jueves, 10 de agosto de 2023

Entendiendo la fe. Parte 3

 

Entendiendo la fe. Parte 3


“Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”, Mateo 14:29-33.

Tal vez hemos escuchado este pasaje en el que Pedro al ser llamado por Jesús andaba sobre las aguas para ir a Jesús, pero el fuerte viento le hace temer y se empieza a hundir. «Tuvo miedo» denota que al mirar la tormenta, pensó en sí mismo, en su incapacidad, en su limitación, pues el miedo surge del interior del hombre; no fijó su mirada en Cristo sino en sí mismo, arrastrado por las circunstancias externas.

De la misma manera, cuando no miramos a Cristo, sino a las dificultades, enfermedades o a los ataques del enemigo con sus mentiras llenas de condenación, somos tentados a mirarnos a nosotros mismos, enfocándonos en los problemas y no en Aquel que tiene el poder de hacer que todo obre para nuestro bien conforme a su propósito (Romanos 8:28).

La fe nos permite tener la mirada puesta en Cristo no en nosotros. Colocamos nuestra confianza, esperanza y expectativas en el ser más maravilloso y extraordinario que ha pisado este planeta, por esto la fe es una llave que abre las puertas del reino de Dios y de todas las riquezas espirituales en Cristo Jesús.

Así que no debemos desviar la mirada de Cristo, Él es el fundamento de nuestra vida, el principio y fin de todo lo que somos, y el sentido de todo lo que hacemos, para gloria y honra de nuestro Padre Dios.   Oración.

«Señor Jesús, hoy coloco mi mirada, mi confianza y esperanza en ti, no en mis dificultades, pues tú me sostienes con tu mano y tienes el poder para sacarme de cualquier situación de riesgo, por el poder de tu Espíritu que mora en mí, para gloria de Dios Padre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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