lunes, 31 de agosto de 2020

Una fe auténtica. Parte 1

 


Una fe auténtica. Parte 1

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.” Hebreos 11:6

La fe no tiene nada que ver con la superstición, pues la fe cristiana, se fundamenta en un hecho innegable, en la resurrección de Cristo, pues si el Señor no se hubiera levantado de los muertos, nuestra fe no tendría sentido (1 Corintios 15:14).

La fe, va más allá de un simple razonamiento humano, o de una comprobación experimental materialista, pues es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver (hebreos 11:1), y estas cosas que esperamos, son las que Dios dice en su Palabra.

Es decir, al final aquello que no vemos, pero que esperamos pacientemente, se convierte en un hecho, en una realidad que impacta nuestro presente, nos da paz, amor, bendiciones espirituales y como añadidura, provisión para nuestras necesidades materiales (Mateo 6:33). La fe trasciende a nuestro futuro, pues nos coloca en la eternidad con Dios (2 Corintios 4:18), como nos dice la escritura de manera impactante, acerca del resultado de nuestra fe en Cristo: “y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,” (Efesios 2:6).

Ahora que vemos que la fe auténtica, trasciende más allá de lo material o temporal, ¡cómo no fijar nuestra mirada en el iniciador y perfeccionador de la fe, en Cristo Jesús! (hebreos 12:2).   Oración.

«Señor Jesús, gracias a ti tengo una esperanza que no falla, una certeza que no flaquea, una convicción permanente en que mi porvenir depende de ti, es eterno y lleno de bendición; por tu sangre preciosa, me has hecho sentar contigo, en los lugares celestiales. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 30 de agosto de 2020

VERDADERAMENTE LIBRES

 


VERDADERAMENTE LIBRES

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, Juan 8:36

Libertad según el diccionario se define como la capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad. Pero hoy en día hay carencia de buenos valores, de criterios honorables, de pensamientos puros y finalmente el ser humano ha caído en las prisiones del pecado, que son más crueles que las rejas físicas de una cárcel. Muchos están tras las rejas del alcoholismo, la drogadicción, las pasiones deshonestas, adulterio, fornicación, iras, odio, rencores, violencia, orgullo, vanidad, envidia, pereza, mentira, etc. La Biblia nos dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5:13). Es lamentable que los creyentes no gocemos de la verdadera libertad que nos da Cristo, a la cual fuimos llamados, y busquemos justificaciones a nuestra propia prisión, pues comúnmente culpamos a los demás de todo cuanto hacemos o de todo cuanto nos sucede.

Es cierto que tenemos una naturaleza pecaminosa, dada a los placeres del mundo y por dondequiera que vamos nos encontramos con tentaciones e inmoralidad vergonzosa, pero la Biblia nos dice que debemos huir de ello, y si es Cristo quien nos da la verdadera libertad, acerquémonos a Él y recibamoslo como nuestro único Salvador y si ya lo recibimos vivamos en intimidad con Él, pues sólo en su presencia podemos ser llenos del Espíritu de Dios y ser vasos de honra, santificados, y útiles a Dios: “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21)

Hermano, Cristo nos compró con un altísimo precio para darnos la libertad, y vivir una vida abundante, sólo permanezcamos constantes, su Palabra dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). Recuerda que tus pecados han sido lavados con la sangre derramada en la cruz para que vivas verdaderamente libre, separado del mal en el mundo y del pecado.         Oración.

"Señor Jesucristo, gracias por liberarme de las prisiones del pecado, lavarme de tanta iniquidad y darme la libertad que mi alma necesitaba para vivir una vida en plenitud y santidad. Ahora puedo glorificar y exaltar tu glorioso nombre con un corazón limpio. Gracias Señor, sólo en ti soy verdaderamente libre, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 29 de agosto de 2020

Instrumentos de honra para Dios. Parte 2

 


Instrumentos de honra para Dios. Parte 2

“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.” 2 Timoteo 2:22

Otro principio importante, para ser instrumentos de honra para Dios, es la limpieza de pensamiento, pureza de corazón e integridad de conducta.

Podemos vivir de esta manera, porque por fe en Cristo, Él nos ha enviado su Espíritu Santo que coloca el amor de Dios en nosotros (Romanos 5:5), y por eso ahora podemos andar conforme a su guía, sin satisfacer los deseos carnales, haciendo morir todo lo terrenal en nosotros, es decir, la inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. También la avaricia, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo. (Colosenses 3:5)

Si Cristo mora en nosotros, tenemos el poder de su gracia, para que el pecado no more en nosotros (Romanos 6:14). Nuestro pensamiento ha sido limpiado, y sigue siendo transformado por su Palabra (Romanos 12:1-2), nuestro corazón ha sido cambiado por un corazón obediente y como consecuencia nuestra conducta, que ahora es conforme a la voluntad de Dios para que todo lo que hagamos o digamos, sea como representantes del Señor Jesús y por eso damos gracias a Dios Padre por medio de Él. (Colosenses 3:17)   Oración.

«Padre, gracias mi Dios, tu Palabra me renueva cada día para vivir en santidad, apartado para tus propósitos y me prepara para ser un instrumento aprobado, útil y de honra, para gloria tuya. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 28 de agosto de 2020

Instrumentos de honra para Dios. Parte 1

 


Instrumentos de honra para Dios. Parte 1

“Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra.” 2 Timoteo 2:20-21

De acuerdo con el contexto de esta porción de la Biblia, seremos instrumentos de honra si estamos atentos a seguir los siguientes principios: el primero, usar correctamente la Palabra de Dios, sin desviarnos a enseñanzas equivocadas, que no son conforme a la Escritura (2 Timoteo 2:15), el segundo principio implica que, si uso bien la Palabra de verdad, no tengo por qué entrar en discusiones vanas y en contiendas, mejor hablar la verdad de Cristo con amor (Efesios 4:15) y mantenerme en ella con toda firmeza, para no desviarme de la fe.

Cumplir estos principios requiere preparación en la Palabra de Dios, estudio constante y disciplinado, con la guía de su Santo Espíritu, y nuestra decisión no de entrar en discusiones necias y sin sentido que solo inician pleitos (2 Timoteo 2:23).

Practiquemos estos principios, para que seamos usados como instrumentos para un uso especial y honorable. Nuestra vida será limpia y estaremos listos para que el Maestro nos use en toda buena obra.  Oración.

«Señor, mi Dios y Salvador, anhelo cada día, aprender más de ti, mantenerme en la fe. Ayúdame por medio de tu Espíritu Santo a estudiar con diligencia tu Palabra, a entender y llevar a la práctica la sana doctrina que es conforme a la Escritura. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 27 de agosto de 2020

Conforme a las Escrituras. Parte 1

 


Conforme a las Escrituras. Parte 1

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;” 1 Corintios 15:3-4

Las Escrituras sagradas, son la revelación de Dios para salvación de todo aquel que cree: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:31).

El fin principal por el cual Dios inspiró a muchos hombres, en distintas épocas a escribir su Palabra, fue para que encontráramos allí la salvación de nuestra alma que está en Cristo. Por esto, desde el Génesis (Génesis 3:15), hasta el Apocalipsis, la Biblia tiene un hilo conductor que le da armonía y es la esencia de todo el mensaje de la escritura: Jesucristo, conforme lo explica Apocalipsis 19:10 “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”

Si hemos creído en el mensaje de la Escritura, estamos llamados a dar testimonio con nuestra vida de que el mensaje de la Palabra de Dios se ha hecho realidad en nosotros; que no es un mensaje como cualquier otro, sino una verdad transformadora, que nos ha hechos nacer de nuevo, porque fuimos muertos con Cristo al pecado y resucitados juntamente con Él para vida eterna (Colosenses 2:12). Así que, ¿cuál es el efecto que ha tenido la Escritura en tu vida?  Oración.

«Gracias mi Señor y mi Salvador, por revelar en tu Palabra el gran amor con que nos amaste y darnos vida eterna por fe en Cristo, anhelo disfrutar cada palabra y cada promesa que dejaste para nuestra bendición y para tu gloria. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 26 de agosto de 2020

Un corazón de piedra

 


Un corazón de piedra

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.” Ezequiel 36:26-27

En el antiguo testamento, vemos como el pueblo de Israel, endureció su corazón como el diamante para no escuchar la Palabra que Dios enviaba por su Espíritu, por medio de profetas (Zacarías 7:12), y esto trajo como consecuencia que fueran esparcidos por todas las naciones, a pesar de que una y otra vez, con mucha insistencia, el Señor les previno acerca de las consecuencias del pecado, de apartarse de Dios.

Hoy en día, el Señor, también envía su Palabra, por su Espíritu Santo, por diferentes medios, para que el que escuche, no endurezca su corazón, sino que coloque atención, y reciba el regalo de salvación y el don de justicia por medio de la fe en Cristo (Romanos 5).

Por esta fe en Cristo, Dios, cumplirá esta promesa, quitará el corazón de piedra, nos dará un nuevo corazón y escribirá en nosotros, con letra de su sangre, sus leyes y preceptos para que los obedezcamos (Jeremías 31:33), para que andemos como hijos de Dios, como pueblo elegido por él, para anunciar la inmensa bondad de aquel, que nos sacó de la oscuridad a la luz verdadera (1 Pedro 2:9).   Oración.

«Padre, por la gracia de Jesús, quita el corazón de piedra y coloca en mí tu Espíritu, dame un corazón que te obedezca, que ande en tus caminos y glorifique tu nombre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 25 de agosto de 2020

El libro de Rut

 

El libro de Rut es fascinante debido a su riqueza literaria y significado teológico; por ambas razones es uno de los libros que más disfruto estudiar y como la palabra de Dios es viva y eficaz. La historia relatada en el libro de Rut, toma lugar en el tiempo de los Jueces; cuyos sucesos se relatan en el libro que lleva el mismo nombre. En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos.” El pueblo no tenía un rey que los dirigiera y enfocara en sus decisiones, cada uno tomaba acciones y decisiones según les parecía. Y es en medio de este tiempo que se resaltan los sucesos de la familia de un hombre llamado Elimelec que significa Dios es Rey, lo cual es muy significativo para esta historia que ocurre en el tiempo en el que el pueblo no tiene un rey humano; Dios sigue siendo Rey. Este hombre toma la decisión de irse de Israel debido a la hambruna y escoge los campos de Moab. Para conocer las implicaciones de esta decisión debemos recordar cuales son los orígenes del pueblo moabita. Veamos Génesis 19:34-37. Esta nación surgió del incesto planificado por las dos hijas. De dormí con su Padre llamado Lot dándole de beber vino hasta emborracharlo. Debido ha que se fueron a vivir a un monte después que Dios destruyera a Sodoma donde ellos Vivian. Está claro que las Hijas cogieron los mismos habito de Sodoma donde se habían criado. En este tiempo Israel estaba siendo azotada por una hambruna debido a la apostasía del pueblo de Dios dejando sus mandamientos y estatutos que Dios les avía mandado que no dejaran de cumplirlos. Apartarte de la cubertura de Dios es tragedia segura. Y querer huir de la disciplina de Dios su Pueblo es imposible no ay lugar donde esconderse de Dios. Des pues de la tragedia que sufrió Noemí ella oyó que en Velen avía pan reconociendo que no debería de haber salido de Velen.  toda la ciudad se conmovió a causa de ellas, y las mujeres decían: “¿No es esta Noemí?” Ella les dijo: “No me llamen Noemí (Placentera), llámenme Mara (Amarga), porque el trato del Todopoderoso me ha llenado de amargura. Lo bueno de este pasaje de la Biblia es que Rut una joven Moabita le dijo a su Suegra No insistas en que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, yo iré, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.  Estas palabras son las que quería oír Dios para hacerla parte de la cronología de JESUCRISTO. Igual que nos pasó a nosotros el día que aceptemos a Cristo en nuestros corazones como Señor y Salvador y que es el Hijo de Dios que derramo su sangre en la cruz por nuestros pecados y que murió y resucito al tercer día y está sentado a la diestra del Dios Padre. Amen. Juan. 1:12:     Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.  Oración. Gracias te damos Padre santo porque nos has rescatado de las tinieblas de este mundo y nos has traído a tu luz admirable ayúdanos a que nos esforcemos a permanecer en tu palabra y hacer tu voluntad para que tu Padre eterno seas glorificado en nuestras vidas Amen.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 24 de agosto de 2020

Dureza de corazón

 

Dureza de corazón

“Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.” Marcos 16:14

“Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,” Romanos 2:5

a dureza de corazón viene de la ignorancia de la Palabra de Dios, de oír, pero no escuchar el mensaje, estando atentos a la verdad de Dios para que la verdad derrote todo argumento de mentira que gobierne nuestra vida.

Jesús reprocha a sus discípulos, porque algunas personas primero, como Maria Magdalena, habían visto a Jesús resucitado y él les encomendó ir a contarle a los demás (Juan 20:16-18); incluso a pesar que él Señor les había explicado lo que iba a pasar con anterioridad, no creyeron. En el evangelio de Lucas 9:22, les había anunciado: “y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.”

Así mismo, a muchos les es anunciado acerca de la muerte y resurrección de Jesús para perdón de pecados y vida eterna, pero no están atentos al mensaje, y no creen, porque la fe viene por escuchar el mensaje, y el mensaje que se anuncia, es la Palabra de Dios (Romanos 10:17), un mensaje tan poderoso y contundente que transforma la vida del que escucha y está atento a recibirlo, un mensaje que hoy mismo tiene el poder de quitar el corazón duro, por un corazón que obedezca a Dios. Así que, ¿escuchas y estás atento al mensaje de su Palabra? ¿crees que Jesús murió y resucitó para perdonar tus pecados y darte vida eterna?   Oración.

«Quien como tu Señor, que perdona mi maldad, que murió en la cruz para limpiarme de toda maldad y darme vida eterna, hoy quiero estar atento a lo que quieres decirme a través de tu Palabra, que tu Espíritu me ayude a entender y me de la fuerza para practicar tu verdad. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 23 de agosto de 2020

Orgullo y prepotencia

 

Orgullo y prepotencia

“Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;” 1 Pedro 5:5-6

“Alábete el extraño, y no tu propia boca;

El ajeno, y no los labios tuyos.” Proverbios 27:2

Un principio importante de la verdadera humildad, es someterse a la autoridad, el humilde obedece, el orgulloso se enaltece así mismo y hace conforme a su propia voluntad, se cree sabio en su propia sabiduría y no reconoce a Dios en sus caminos (Proverbios 3:6-7)

Pero no hay alguien más cansado y agobiado que alguien lleno de orgullo y prepotencia, necesita urgente descansar, el peso de un ego inflado pronto lo aplastará. El otro extremo, también es orgullo y trae cansancio, el pensar que Dios no puede hacer nada por medio de nosotros.

Tener estas actitudes desequilibradas, nos lleva a la depresión, a la frustración, a ser resentidos. También, cuando nos sentimos por encima de los demás, somos arrastrados a la ira, a juzgar y a actuar sin amor.

Si el orgullo está presente en nuestra vida, debemos ir a descansar en Jesús y él nos dará verdadero descanso, aprenderemos de su humildad y mansedumbre (Mateo 11:28-30), pues siendo igual a Dios, no estimó esta condición como algo a que aferrarse, sino que por amor a nosotros se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo y nació como un ser humano, se hizo hombre, y se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Pero luego fue levantado de los muertos y con su resurrección triunfó, siendo exaltado a lo sumo por el Padre (Filipenses 2:6-11). Entonces, después de conocer y reflexionar sobre esto que hizo Cristo ¿puede haber algún orgullo en nuestro corazón? Claro que no. Oración.

«Señor, gracias porque te rebajaste a lo sumo, para darme vida eterna, ahora Señor, que tu humildad y mansedumbre se manifiesten en mi vida, y que todo lo que piense, diga o haga, sea para tu gloria, mi Cristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 22 de agosto de 2020

Orgullo

 

Orgullo

“Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.” Romanos 12:3

El orgullo que viene ya sea de pensar muy alto o muy bajo de sí mismo, no agrada a Dios. Lo contrario a esta clase de orgullo, es la humildad, la cual viene de tener una perspectiva correcta de Dios y de nosotros mismos, “porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.” (2 Corintios 10:18), es decir, Dios quiere que pensemos de cada uno, lo que él dice que somos en Cristo, “conforme a la medida de fe”, si algo somos es por su gracia en Cristo, y eso que somos, nos determina como servidores de los demás, haciendo todo para la gloria de Dios (Colosenses 3:23).

Nuestra actitud con los demás y lo que hacemos debe seguir este principio: “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”, (Filipenses 2:3).Estos principios, nos ayudan a evaluar si estamos actuando con orgullo, al cual Dios resiste y no hay bendición en esta forma de actuar.

Si al evaluarnos, a la luz de la Palabra de Dios, descubrimos esta clase de orgullo en nosotros, vayamos a Cristo, pidamos su perdón, sometámonos a él y como recompensa nos dará abundante gracia, para pensar y actuar con equilibrio, sin orgullo egoísta (Santiago 4:6).   Oración.

«Señor, examina mi corazón, mira si hay orgullo en mí y lléname de tu gracia, para tener equilibrio en mi forma de pensar y actuar. Que mi vida muestre la humildad y mansedumbre de Cristo. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 21 de agosto de 2020

Sanidad integral

 

Sanidad integral

“Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones. No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón; porque son vida a los que las hallan, y medicina a todo su cuerpo.” Proverbios 4:20-22

“Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.” Marcos 10:51-52

Obedecer la Palabra de Dios nos da sanidad integral, en nuestro espíritu, alma y cuerpo.

Pero un asunto esencial es pedir y pedir con fe, y es la base de conocer y reconocer lo que Dios hace y puede hacer, ¿Habrá algo imposible para Él? (Jeremías 32:27), sin embargo, a veces dudamos, por esto el Señor nos pregunta:

¿Qué quieres que haga por ti? (Marcos 10:51), Él lo sabe todo, pero Dios nos recuerda que puede hacer todo por nosotros, si nos dio a su propio hijo por nuestros pecados, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas? (Romanos 8:32).

Si estamos enfermos físicamente, confiemos en lo que dice su Palabra: “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.” (Santiago 5:15) Y también pidamos por todos aquellos que están pasando por un momento de dolor, para que Dios les de fuerza en medio de su dificultad y traiga su sanidad integral. Oración.

«Padre, aquí estoy delante de tu presencia, pidiéndote que en el amor de tu hijo Jesús, me sanes de toda enfermedad y dolencia, me des la fuerza para soportar toda dificultad física, pero sobre todo que sanes mi espíritu y mi alma. Gracias Señor por tu sanidad integral Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 20 de agosto de 2020

Perfecta obediencia

 

Perfecta obediencia

“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre; y, amarás a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” Mateo 19:16-22

La perfecta obediencia a la ley concedería vida, “El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.” (Romanos 10:5b), sin embargo, ningún hombre puede cumplir la ley en su totalidad o en sus demandas de integridad moral, debido a la naturaleza de pecado que heredamos de Adán (Romanos 3:10-12).

Jesús no vino a abolir la ley, sino a cumplirla (Mateo 5:17), y aprovecha la ley, como en el caso de este Joven, para escudriñar nuestra conciencia, a fin de revelar el pecado que mora en nosotros y la imposibilidad de ser justificados por medio de hacer las obras que demanda la ley (Romanos 3:19-20).

Por esto el Señor Jesús le menciona los mandamientos que tienen que ver con nuestro trato hacia los demás (Éxodo 20:12-16), y también le recuerda el segundo gran mandamiento del amor (Mateo 22:39), el joven responde que los ha practicado desde su juventud, sin embargo cuando el Señor Jesús le pide que se despoje de todo y lo siga, se revela realmente la condición de este Joven: el apego idólatra a sus posesiones (Mateo 6:24), así que realmente no amaba más a Dios que a sus riquezas. Si no amaba a Dios, ¿cómo podía amar a los demás?, se denota su infracción al décimo y al mayor mandamiento (Éxodo 20:17, Mateo 22:37).

Pero gracias a Dios por Cristo, que con su muerte pagó nuestra deuda, derivada de nuestro imcumplimiento a las justas demandas de la ley (Colosenses 2:14), y nos ha dado de su favor inmerecido, para que seamos declarados justos delante de Dios y podamos tener una obediencia perfecta por su gracia; porque el Señor inició una obra que va perfeccionando en nosotros (Filipenses 1:6), hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13).  Oración.

«Padre, gracias porque iniciaste una obra en mí, que irás perfeccionando por medio de tu Palabra, para que llegue a la medida de la plenitud de la estatura de Cristo, para gloria de tu nombre. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 19 de agosto de 2020

¡No temerás!

 

¡No temerás!

“así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” Isaías 55:11

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23:4

El que teme al Señor, no tiene nada porque temer, ni a las circunstancias difíciles de un mundo caído, ni a las amenazas del hombre, menos a las enfermedades ni por supuesto a la muerte. Porque el que cuida de nosotros es el Señor de la vida, el que venció a la muerte misma y se levantó para darnos vida en abundancia. (Juan 10:10). Esta vida abundante no se trata de riquezas, lujos o excesos, no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (Romanos 14:17).

Recordemos que estamos en este mundo para anunciar las virtudes de aquel que nos amó y se entregó por nosotros, esa es nuestra misión, si partimos del mundo será ganancia, pues estaremos en su presencia, si nos quedamos que sea para vivir para Cristo. Así que, no debemos intimidarnos, por las cosas que ocurren en el mundo o por las que hacen aquellos que se oponen a la verdad del evangelio, estemos firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe de la Palabra de Dios (Filipenses 1:21-30).

Tengamos toda seguridad que El Señor de Señores, está con nosotros siempre, hasta el último día, hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:20). En todo lugar, Él nos infunde aliento, renueva nuestra fuerza y como buen pastor con sus ovejas, con su vara direcciona nuestra vida, y con su cayado nos protege de todo mal, por lo tanto, no tiene ningún sentido guardar temor alguno. Oración.

«Padre, no temeré lo que me pueda hacer el hombre, o ante las noticias de desesperanza del mundo, guardo en ti mi confianza y mi refugio está en lo que tú dices, no en lo que otros dicen. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 18 de agosto de 2020

VERDADERAMENTE LIBRES

 

VERDADERAMENTE LIBRES

“y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:32

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”, Juan 8:36

Libertad según el diccionario se define como la capacidad del ser humano de actuar según sus valores, criterios, razón y voluntad. Pero hoy en día hay carencia de buenos valores, de criterios honorables, de pensamientos puros y finalmente el ser humano ha caído en las prisiones del pecado, que son más crueles que las rejas físicas de una cárcel. Muchos están tras las rejas del alcoholismo, la drogadicción, las pasiones deshonestas, adulterio, fornicación, iras, odio, rencores, violencia, orgullo, vanidad, envidia, pereza, mentira, etc. La Biblia nos dice: “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados” (Gálatas 5:13). Es lamentable que los creyentes no gocemos de la verdadera libertad que nos da Cristo, a la cual fuimos llamados, y busquemos justificaciones a nuestra propia prisión, pues comúnmente culpamos a los demás de todo cuanto hacemos o de todo cuanto nos sucede.

Es cierto que tenemos una naturaleza pecaminosa, dada a los placeres del mundo y por dondequiera que vamos nos encontramos con tentaciones e inmoralidad vergonzosa, pero la Biblia nos dice que debemos huir de ello, y si es Cristo quien nos da la verdadera libertad, acerquémonos a Él y recibamoslo como nuestro único Salvador y si ya lo recibimos vivamos en intimidad con Él, pues sólo en su presencia podemos ser llenos del Espíritu de Dios y ser vasos de honra, santificados, y útiles a Dios: “Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:21)

Hermano, Cristo nos compró con un altísimo precio para darnos la libertad, y vivir una vida abundante, sólo permanezcamos constantes, su Palabra dice: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1). Recuerda que tus pecados han sido lavados con la sangre derramada en la cruz para que vivas verdaderamente libre, separado del mal en el mundo y del pecado.         Oración.

"Señor Jesucristo, gracias por liberarme de las prisiones del pecado, lavarme de tanta iniquidad y darme la libertad que mi alma necesitaba para vivir una vida en plenitud y santidad. Ahora puedo glorificar y exaltar tu glorioso nombre con un corazón limpio. Gracias Señor, sólo en ti soy verdaderamente libre, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 17 de agosto de 2020

En esto consiste el verdadero amor

 

En esto consiste el verdadero amor

“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.” 1 Juan 3:18

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4:10

Si nos preguntamos cuánto amor tenemos por Dios, seguramente nos daremos cuenta de que nuestro propio amor es limitado, es imperfecto y fallamos muchas veces. Recordemos la entrevista del joven rico con Jesús, el joven había cumplido todos los mandamientos referidos a su trato con los demás, pero al interrogar a Jesús preguntando ¿qué más me falta?, el Señor Jesús lo lleva al límite, respondiendo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.” (Mateo 19:16-26).

Al pedirle Jesús que se despojara de todo y lo siguiera, el joven se dio cuenta que amaba más las riquezas que a Dios, que su amor por Dios no era con todo su corazón, alma y mente (Mateo 22:37).

Si nos preguntamos, ahora, cuánto amor tiene el Señor por nosotros, nos daremos cuenta que su amor es inagotable, es incondicional y es perfecto, tanto, que dio a su hijo por nuestro rescate, y lo más importante de todo, o lo que Dios quiere, es que recibamos y disfrutemos de ese amor, que lo coloquemos en acción, amando a los demás. Si nos fijamos en cuánto amor tiene Dios por nosotros y lo recibimos, no nos frustraremos, no nos parecerá imposible amar a Dios verdaderamente, porque no se trata de mi amor por Él, sino de su amor por mí.  Oración.

«Padre, este amor derramado en mi corazón, gracias a la fe en Cristo, me llena de gracia y verdad, me da la fuerza para caminar en el camino de la excelencia por amor de tu nombre. Ilumina mi entendimiento, para ser consciente de cuánto amor me has dado y colocarlo en acción hacia mi prójimo. Amén. .  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 16 de agosto de 2020

Sus promesas son un sí en Cristo

 

Sus promesas son un sí en Cristo

” porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” 2 Corintios 1:20

Las promesas de Dios son la garantía de su gran amor. Esto lo vemos en Jesús, cuando prometió a sus discípulos que no estarían solos, que enviaría otro consolador para que estuviera con ellos para siempre (Juan 14:16, Juan 15:26); el mismo Cristo que estuvo con ellos, prometió que estaría “en” ellos (Juan 14:17) y en todo aquel que creyera en el mensaje que predicaban sus apóstoles. Esto lo confirma la escritura, cuando dice: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13)

Ahora nosotros, los creyentes en Cristo, somos la evidencia del cumplimiento de la promesa más maravillosa y trascendental del Espíritu Santo viviendo en nosotros, porque es la promesa de nuestra salvación.

Ahora, el Señor ha dejado en su Palabra más de 3000 promesas, para que accedemos a ellas, las tomemos para nosotros, participemos de la naturaleza divina y dependamos sólo de Dios, no de la corrupción que el mundo nos ofrece (2 Pedro 1:4). Así que, es momento de ir a ellas, usarlas en cada circunstancia y en toda área de nuestra vida, dependiendo y esperando en lo que Dios dice, pues es seguro, verdadero y se cumple, es un sí en Cristo.  Oración.

«Gracias Señor, porque por medio de Jesús, tú me has dado preciosas promesas para que pueda tener confianza y participar de tus bendiciones, además de la nueva naturaleza que tengo en Cristo como ciudadano del cielo. Te doy gracias por el derecho que me otorgaste de ser tu hijo por la fe en Jesús y del deber que ahora tengo de dar testimonio de tu gran amor. Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 15 de agosto de 2020

CARA A CARA

 

CARA A CARA

“Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”, Juan 4: 21-24

El libro más publicado y leído en toda la historia es la Biblia y habla de la relación del Creador con nosotros, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Muestra la intimidad que teníamos en un principio, cómo la perdimos y cómo la volvimos a tener. En el Edén, Adán y Eva tenían una relación cara a cara con Dios, caminaban juntos, hablaban y tenían una intimidad profunda. No se avergonzaban de estar en su presencia, pero cuando pecaron llegó su vergüenza, sintieron miedo y se escondieron de Él. El nivel más puro de comunión e intimidad había sido arruinado por el pecado.

Después de esto lo más cerca que podían llegar los seres humanos a Dios era a través de ritos y ceremonias en lugares que Dios destinó para ese propósito, siguiendo la ley de Moisés, primero en el tabernáculo y luego en el templo que construyó Salomón. Pero nadie lo podía ver cara a cara, la imperfección de la humanidad no podía estar delante de la santidad de Dios.

Sólo el sacrificio perfecto de Jesús en la cruz, hizo que el velo del templo se rasgara en dos, simbolizando que él restauraba nuevamente nuestra intimidad con nuestro Dios Padre. Ahora podemos adorarlo en cualquier tiempo y lugar, como nos dice Juan 4. Sin embargo, aún no lo podemos ver cara a cara, tal como sí pudieron Adán y Eva antes de la caída.

La promesa de que todas las cosas van a ser como al principio, se cumplirá con el regreso de Cristo y podremos verlo. Lo podremos adorar, podremos hablarle y caminar nuevamente a su lado. Como dice Apocalipsis 21:3 “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”.

Que esta promesa nos impulse a permanecer en su presencia, esperando el glorioso día de su regreso.  Oración.

"Señor llena mi vida con esta promesa, un día podré verte cara a cara y disfrutar de tu majestad y santidad. Jesús abrió el camino para llegar a la presencia del Padre y ahora tengo la confianza para acercarme a tu trono de gracia y hablarte sin temor. Gracias Jesús, ahora puedo entrar con valentía en el lugar santísimo del cielo por tu sacrificio perfecto. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 14 de agosto de 2020

 

La sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Parte 1

“Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.”, hebreos 9:22

“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.”, Hechos 10:43

En el antiguo testamento se nos explica lo que había de venir (Cristo mismo), que el hombre sólo se podía acercar a Dios por medio de la sangre. En el libro de Levítico (Levítico 1:5) se detalla cómo se rociaba la sangre de un cordero para cubrir los pecados del pueblo y todo aquello que estuviera impuro.

La razón de estos sacrificios es porque la vida del cuerpo está en la sangre, se rociaba por lo tanto sobre el altar con el fin de purificar al pueblo, para hacerlo justo ante el Señor (Expiación), puesto que es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación (Levítico 17:11).

Esta sangre satisface la justicia de Dios, y se usa la palabra “propiciación” la cual se refiere a un sacrificio que apacigua la ira de Dios al satisfacer su justicia. (Levítico 16:16-19)

Entonces, cuando llegó el tiempo señalado, Cristo, el hijo de Dios, fue el cordero de Dios inmolado (sacrificado) una sola vez y para siempre, no entrando en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios (Hebreos 9:24), para remisión de nuestros pecados, y este perdón se recibe mediante la fe, como nos enseña su Palabra y el testimonio de sus apóstoles: “para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados” (Hechos 26:18b).

Podemos, por lo tanto, estar seguros que su sangre preciosa nos limpia de toda maldad, así que vayamos a su luz. Hoy mismo Cristo, por medio de tu fe, te puede perdonar y serás limpio de toda maldad, liberado de la esclavitud del pecado y del dominio del mal.  Oración.

«Gracias Señor Jesús porque perdonas toda mi maldad, por el sacrificio hecho en la cruz del calvario, por esa sangre preciosa que clamó por mí, que me hizo justo ante los ojos de Dios; ahora soy libre para entrar libremente a tu presencia y adorarte. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 13 de agosto de 2020

 

Dios renueva mis fuerzas

“Pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; levantarán las alas como águilas. Correrán y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.”, Isaías 40:31

“El que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.”, Salmos 103:5

Esperar en el Señor significa confiar en Él, en su provisión, intervención y protección. En este pasaje, se utiliza la Palabra hebrea “kóakj” y se refiere a la capacidad de hacer algo, al vigor que nos da Dios, no para huir de las dificultades, sino para enfrentarlas con valentía, con la fuerza y capacidad que Él puede darnos, si confiamos en su intervención.

Si confío en el Señor, Él me da nuevas fuerzas, si confío en mis propias fuerzas o capacidades, estas se desgastan o se acaban, o son insuficientes, están por debajo de la dificultad. Pero la fuerza del Dios poderoso, está por encima de cualquier mal, problema o circunstancia, porque por naturaleza la fuerza de Dios es ilimitada. Por esto, cuando confiamos en Dios, la fuerza que Él nos suministra se compara con un águila que toma vuelo, donde las circunstancias complicadas se miran desde la perspectiva correcta, desde la perspectiva celestial.

Si confiar en Dios, me da nuevas fuerzas para enfrentar cualquier dificultad y me da la visión correcta para que estas no estén por encima de mi, sino por debajo, entonces, “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” (Efesios 6:10), ya sea en abundancia o escasez podemos declarar que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)   Oración.

«Padre, tú me elevas como el águila, los problemas no me ahogan cuando confío en ti, sino que toda obra para mi bien y bendición, tu intervención mi Señor es lo que necesito en mi vida, renueva mi fuerza y mi entendimiento. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 12 de agosto de 2020

ÁRBOL QUE DA BUEN FRUTO

 

ÁRBOL QUE DA BUEN FRUTO

“No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis.”, S. Mateo 7:18-20

Al final, no seremos conocidos por nuestras buenas intenciones, sino por nuestras acciones. Y ¿cómo queremos ser conocidos, por hacer lo que agrada a Dios o por hacer lo que la tendencia al pecado nos arrastra? De seguro, hacer la voluntad de Dios siempre será mejor. Entonces necesitamos un cambio interior si queremos que el resultado de nuestras acciones sea correctas, íntegras, con una meta diferente al egoísmo o a la ambición de las cosas temporales. Este cambio interior ocurre cuando nos acercamos por fe a Cristo, Él renueva nuestro interior colocando la disposición en nosotros, para hacer las cosas que agradan y dar fruto verdadero. Si creemos en Jesús, Él hace de nosotros un campo fértil donde puedan florecer obras buenas, cosecha abundante de buenos frutos.

Si queremos que el resultado o fruto de nuestro trabajo, estudio o lo que estemos haciendo sea verdadero, duradero y bueno, no queda otro camino que la obediencia a Cristo y a su Palabra. Todo aquel que quiera que la cosecha de su vida sea abundante, sin perdida y llena de paz, debe ajustar sus planes a la voluntad de Dios, entonces Él mismo tomando el control de lo que hacemos nos ayudará a que el resultado de nuestra determinación sea bueno, agradable y conforme al corazón de Dios. Oración.

"Señor, tú miras el corazón y conoces mis intenciones, límpiame mi Dios para ser un terreno fértil que da buenos frutos, que hace tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 11 de agosto de 2020

De perseguidor a perseguido. Parte 2

 

De perseguidor a perseguido. Parte 2

“Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.”, Hechos 9:3-7

Pablo, camino a Damasco, con el objetivo de perseguir a los que seguían la fe, tuvo un encuentro personal con el Señor Jesucristo, quien le dijo “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”. El Señor lo derribó de su religiosidad y orgullo, para que comenzara a servirle, y pasó de ser perseguidor a perseguido por causa de aquello que al principio perseguía (Colosenses 1:13).

Nosotros necesitamos también caer de nuestra autosuficiencia, nuestro orgullo, nuestra prepotencia, que nos hace perseguidores de Cristo, cambiar el rumbo que estamos llevando en nuestra vida y caminar en la voluntad de Dios; diligentemente vamos camino a conseguir nuestras metas personales y profesionales, damos prioridad a los afanes de la vida, pero, ¿qué de las metas espirituales?

Pablo pasó de ser un diligente y esforzado perseguidor de Cristo (Filipenses 3:5-6), a uno de los más diligentes y productivos siervos de Jesús, por la gracia de Dios, que actuaba en él (1 Corintios 15:10), llevando el mensaje de salvación por todo el mundo de esa época; ahora en este tiempo, nosotros estamos llamados a levantarnos y entrar en todas las ciudades del mundo, que el mismo Jesús resucitado nos dirá lo que debemos hacer.  Oración.

«Señor, indícame el camino que debo seguir, te entrego a ti todas mis metas para que sean ajustadas de acuerdo a tu propósito, cambia la dirección de mi vida, rumbo a ti y a hacer tu voluntad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 10 de agosto de 2020

De perseguidor a perseguido. Parte 1


De perseguidor a perseguido. Parte 1
“y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo.”, Hechos 7:56-58
Pablo, antes de su conversión, desde su juventud, persiguió desmedidamente y con gran violencia a los seguidores de Cristo. Los encerraba en cárceles, habiendo recibido poderes de los principales sacerdotes; dio su voto en contra de ellos cuando los condenaban a muerte (Hechos 26:10-11).
Muchos, así mismo, desde nuestra juventud, hemos perseguido al Señor, porque el que no está con Él, está en su contra (Mateo 12:30); no hay un bando intermedio, ya que nuestros pecados nos han causado daño a nosotros mismos y a aquellos por quien también el Señor dio su vida en la cruz.
Perseguimos al Señor, por ignorar la verdad, pero también cuando somos piedra de tropiezo para que otros conozcan la buena noticia de salvación por medio de la fe en Cristo, ya que dejamos de hacer la tarea que se nos encomendó; de una manera pasiva o activa, perjudicamos la vida de otros, cometiendo pecado de omisión.
Teniendo las riquezas de su gloria y amor, no las compartimos, ni vivimos conforme a la gracia depositada en nosotros y al llamado que nos hace Cristo.
Así que, pidamos en oración a Dios, que por las inagotables riquezas de su gloria, seamos fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu, para que Cristo se manifieste en nosotros y comprendamos cuán ancho, largo, alto y cuán profundo es su amor, y empecemos a compartir de lo que recibimos, para pasar de perseguidores a perseguidos por causa de manifestar la verdad de Dios. (Efesios 3:16-18).  Oración.
«Padre, cuán alejado estaba de ti, pero tú abriste el camino por medio de Cristo, para que mi vida fuera rescatada y para tener una relación real e íntima contigo.
Fortaléceme Señor para que cada día pueda crecer en el amor y conocimiento de Cristo y llevar con toda diligencia tu mensaje a otros. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 9 de agosto de 2020

Alaba a Dios. Parte 1


Alaba a Dios. Parte 1
“Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila”, Salmo 103:1-5
En el antiguo testamento, los términos usados para alabanza son ‘halal’ significado parafraseado de hacer ruido, ‘yada’, relacionado con acciones y gestos corporales que acompañan la alabanza, y ‘zamar’ término relacionado con la música y el canto. En el Nuevo Testamento el término usado es ‘eujaristein’, que literalmente significa dar gracias y ‘eulogein’ que significa bendecir, ambos sugieren una relación íntima con la persona que es objeto de la alabanza.
En la Biblia entera se hallan muchos casos de alabanza que surgen espontáneamente de un corazón agradecido por los favores realizados por Dios. En Salmos 104:31 se declara que la gloria es para Dios y Él se deleita y complace en sus obras, y toda la creación expresa su gozo en alabanza (Job 38:7).
Nosotros fuimos creados para alegrarnos en la obra de Dios (Salmo 90:14-16), y para expresarle a Él todo nuestro gozo por los favores recibidos, incluyendo su perdón por nuestros pecados, porque cuando el reino de Dios llega a nuestro corazón (Es decir Cristo mora en nosotros), es restaurada en nosotros la alegría, la plenitud y a pesar de la dificultades que puedan existir, es quitada la angustia y esto produce un gozo inefable, que deriva en alabanza a Dios (Isaías 9:1-2).
Poder realizar la acción de gracias hacia Dios, expresada en alabanza, aun en medio de los sufrimientos de la vida diaria, santifica todos los aspectos de nuestra vida (1 Corintios 10:30-31) y es muestra de una ofrenda real y verdadera a Dios (Filipenses 2:17), así que empecemos nuestro día alabando a Dios con todo agradecimiento. Oración.
Señor, gracias por la vida eterna que me diste en Cristo, aun en medio de aflicciones te alabaré, tú eres la mayor alegría y en tu Palabra encuentro regocijo. Te alabo oh, mi Dios, por las grandes cosas que haces en mi vida y por lo que harás poderosamente en mí, para tu gloria y honra. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 8 de agosto de 2020

La culpa nos enferma, Cristo nos libera


La culpa nos enferma, Cristo nos libera
“¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”, hebreos 9:14
Dios nos ha quitado todo pecado mediante la fe en su hijo Jesucristo, nos ha perdonado, “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmos 103:12), es una realidad que debemos aceptar. Sin embargo, muchas veces lidiamos con sentimientos de culpa, traídos por nuestros recuerdos de pecados pasados y por ataques del maligno, que es el acusador (Apocalipsis 12:10), que no dudará en recordarnos al viejo hombre.
Es cierto, que debemos confesar el pecado y apartarnos de él, confiando en que Cristo nos limpia de todo pecado y por su fidelidad y justicia nos perdonará y nos limpiará de toda maldad (1 Juan 1:7-9, Salmos 51:2 ), pero es vital reconocer que la pasada manera de vivir ya fue muerta en la cruz y debemos identificarnos con esa realidad, conociendo y aceptando lo que dice la escritura acerca de nuestra condición actual: “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:11).
La verdad libera y la verdad es Cristo, Él nos ha liberado de la culpa también; no nos quedemos en silencio atrapados en pensamientos y sentimientos de culpa que nos llevan a enfermar emocionalmente y como consecuencia físicamente (Salmos 32:3-5). Sin dudar confiemos en su perdón y don de justicia que nos colocó en Cristo, para que no perdamos el gozo de su salvación y podamos ser productivos, mostrando el fruto del amor de Dios en nuestra vida.  Oración.
«Gracias Padre Santo, examíname en lo más profundo, ve si hay camino de maldad y guíame en el camino eterno del bien que abrió tu hijo Jesucristo. Con su sangre preciosa has borrado todos mis pecados y los echaste al fondo del mar, ahora puedo adorarte con libertad y vivir lleno de tu gracia, para que el pecado no more más en mi vida. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 7 de agosto de 2020

He peleado la buena batalla de la fe


He peleado la buena batalla de la fe
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”, 2 Timoteo 4:7-8
Al final de sus días, Pablo escribe esta declaración, luego de soportar azotes, desvelos, persecución, hambre, sed, ser apedreado y cuantas cosas más por llevar el mensaje de la gracia y verdad de Jesucristo. (2 Corintios 11:24-29); consiguiendo por supuesto, anunciar y enseñar a muchos la buena noticia de la salvación. Pablo sufrió por causa de Cristo, pero en la gracia de Dios llegó a la meta, al propósito del supremo llamamiento por el cual el Señor lo había llamado, como se había propuesto antes “al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Filipenses 3:13-14).
De esto debemos aprender, pues la misma gracia de Dios que actuó en Pablo, ahora actúa en nosotros (1 Corintios 15:10), para hacernos aptos para pelear la buena batalla. Pero necesitamos preparación, colocarnos el propósito de servirle y necesitamos mantenernos constantes a pesar de las circunstancias, creciendo en el conocimiento de Cristo (1 Corintios 15:58). Así que con firmeza y sin dudarlo más, peleemos la única batalla que vale la pena luchar, la buena batalla de la fe.  Oración.
«Gracias Señor Jesús por el llamado que me has hecho para servirte y para anunciar el evangelio a toda criatura y en todo lugar, lléname de tu Espíritu, revela a mi vida toda la riqueza de tu gracia que actúa ahora en mí. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 6 de agosto de 2020

El poder de la Palabra de Dios. Parte 3


El poder de la Palabra de Dios. Parte 3
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;” 2 Pedro 1:3-4
Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir una vida recta, y todas estas bendiciones las recibimos por el conocimiento de Cristo, por su gloria y excelencia también recibimos grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que participemos de la naturaleza divina y escapemos de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.
Es decir, a través de ellas Dios nos sostiene cuando somos tentados (1 Corintios 10:13), nos provee cuando tenemos necesidad (Filipenses 4:19), nos consuela en nuestras dificultades (Salmos 119:50, 107), nos sana cuando estemos enfermos (Isaías 53:5) y cuantas cosas más nos dará, si confiamos en él, si tomamos como nuestras sus promesas, pues “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32).
En su Palabra, siempre hay una promesa viva y eficaz, para cada situación de la vida, Dios está esperando que tomemos esa promesa, pero ¿conocemos realmente a Cristo, sus promesas y sus planes para nosotros? Iniciemos por lo tanto a conocerlas y alcanzarlas mediante la fe.  Oración.
«Señor, gracias por tus preciosas promesas, porque se cumplen en mi vida cuando las tomo para mí, cuando confío en ti por medio de ellas, y pruebo de la bendición y el don de tu amor en Cristo Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 5 de agosto de 2020

El poder de la Palabra de Dios. Parte 2


El poder de la Palabra de Dios. Parte 2
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” 2 Timoteo 3:16-17
La escritura es inspirada por Dios, esto quiere decir que no son conocimientos emergidos de pensamientos de hombres, sino que son las mismas palabras del creador, salidas de su corazón para salvación de todos los hombres. Y la prueba fundamental de este hecho, es el efecto que la Palabra de Dios puede hacer en nosotros, pero requiere que experimentemos mediante la fe, que probemos nosotros que es así, tal como está escrito.
Por ejemplo, Dios ha escrito en su Palabra, que: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17), entonces, significa que si hemos aceptado a Cristo en nuestro corazón, hemos sido liberados de la culpa y ya no tenemos porqué vivir en condenación, nuestros pecados han sido borrados. El efecto inmediato de confiar en esta verdad, es que mi vida es liberada del yugo de la culpa que me conduce a repetir los mismos errores y a vivir en bancarrota, porque la culpa me lleva a pensar, decidir y actuar para mi mal.
Así mismo, muchas verdades de la escritura se han registrado para que conociéndolas, no vivamos más en la esclavitud de nuestros sentidos y falsas percepciones, que nos llevan al dolor y al fracaso, como dice la escritura: “ Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”( Juan 20:31) y la vida que Cristo quiere darnos es vida en abundancia, gracias al poder de la Palabra de Dios.  Oración.
«Señor, me gozo en tu Palabra, porque transforma mi interior, me llena de paz aun en medio de las dificultades de la vida, me da una esperanza cierta, porque en ti no hay sombra de duda, tu Palabra es verdad, santifícame mi Dios por medio de ella. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 4 de agosto de 2020

APRENDER, RECIBIR, ESCUCHAR Y HACER


APRENDER, RECIBIR, ESCUCHAR Y HACER
“Lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en mí, esto hagan; y el Dios de paz estará con ustedes.”, Filipenses 4:9
Aprendemos con el ejemplo, y el ejemplo más grande que tenemos es Jesús, por esto Pablo, luego de ser un hombre diferente gracias a la fe en Cristo, declara: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Corintios 11:1), y también se nos aconseja a ser imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia han alcanzado las promesas (hebreos 11:1).
Como niños que ven el ejemplo de sus Padres y que aprenden de sus maestros, debemos así mismo con los asuntos de Dios, ser diligentes en formarnos en la sabiduría que nos enseña Cristo; como todo proceso de educación, primero debemos aprender su Palabra, recibirla con toda expectativa y alegría escuchando atentamente lo que Dios dice, para luego ponerlo en práctica; otros así mismo verán que estamos creciendo y seremos dignos de imitar, conforme dice la Palabra: ¨Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,¨ (1 Tesalonicenses 1:6)
Si Cristo mora en nosotros y crece su amor al poner en práctica todas sus enseñanzas, notaremos que otras personas nos querrán imitar, entonces como creyentes ¿estamos dando ejemplo del amor de Cristo? ¿Estamos siendo formados en la sabiduría bíblica para luego ponerla en práctica?
Seguir los pasos de Cristo es la verdadera manera de dejar huella en esta tierra y en el corazón de muchas personas, por esto, debemos seguir estas instrucciones acerca de cómo nos conviene aprender, andar y agradar a Dios, para así seguir progresando cada vez más, siendo santificados y preparados para toda buena obra (1 Tesalonicenses 4:1-8.) Oración.
"Gracias Señor porque me has dado a Jesús para seguir su ejemplo y serlo para los demás; te ruego que mis pasos te sigan y te agraden para que otros puedan seguir mi huella que te refleja a ti. Ayúdame a qué yo me esfuerce hacer guiado por tu Espíritu, te lo pido en el nombre de Jesucristo tu Hijo Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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