viernes, 31 de julio de 2020

Dios fortalece al cansado. Parte 1


Dios fortalece al cansado. Parte 1
“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.”
Isaías 40:29
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:28
Cuántas veces nos hemos sentido cansados y agotados, ya sea por el trabajo o por una situación compleja que no mejora, y cada día nos causa mayor angustia.
El Señor Jesús hace un llamado, para que descansemos en el poder de su fuerza: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.” (Efesios 6:10), y tomemos fortaleza, aún en medio de situaciones difíciles, esto demuestra el gran amor y compromiso con cada uno de nosotros. No solo nos dio su vida para salvarnos del pecado, sino que se compadece y nos ayuda en nuestras debilidades, porque Él cuando estuvo en la tierra, fue tentado en todo, pero no cayó en pecado (hebreos 4:15).
Así que, podemos ir a Jesús, todos los que estemos cansados y con cargas pesadas, Él nos promete que nos dará su paz indecible, que supera todo entendimiento; que guardará nuestro corazón y nuestros pensamientos, en Cristo Jesús nos dará descanso (Filipenses 4:7). Un trato muy favorable para nosotros, le llevamos nuestras cargas pesadas y llenas de dolor, Él nos da descanso verdadero y nos dará fortaleza para no rendirnos en medio de los retos que presenta la vida diaria.  Oración.
«Señor Jesús, hoy vengo a ti, me nutro de tu Palabra, que es verdadero alimento para renovar mis fuerzas, para fortalecer mi alma, me gozo en tu presencia y te entrego todas mis cargas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 30 de julio de 2020

Doce hombres comunes como nosotros. Parte 3


Doce hombres comunes como nosotros. Parte 3
“Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” 1 Corintios 1:25-29
Podemos ser comunes y corrientes, en un mundo lleno de orgullo y prepotencia, pero el llamado de nuestro Dios, en Cristo, no es común, es extraordinario, es sobrenatural, es transformador y es liberador.
Así como llamó a 12 hombres, en su mayoría pescadores, ahora en el presente tiempo nos llama a nosotros a servirle y a ser testigos en toda la tierra, cuando recibimos por fe en Jesucristo a su Espíritu Santo, entonces sucede lo que dice la escritura: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” (Hechos 1:8). Recibimos el Espíritu Santo, para que habite en nosotros y transforme radicalmente nuestra vida, dándonos a través de Él, el poder, amor y dominio propio, para proclamar la verdad de Jesucristo y para que, en el último lugar de la tierra, que es donde cada uno de nosotros está localizado, seamos testigos del amor de Cristo.
Si Dios tomó la vida de estos hombres comunes y corrientes, los transformó en hombres llenos de amor y los usó para impactar el mundo entero, a través de la revelación de Jesucristo, también confiemos que con nosotros puede hacer su obra maravillosa y estemos dispuestos a ser usados para sus propósitos, según el poder de su abundante gracia que actúa en nosotros (1 Corintios 15:10-11, Efesios 3:20). Porque Dios hace cosas extraordinarias, en aquellos que confían verdaderamente en Él (Isaías 64:4). Oración.
«Gracias Padre porque en la confianza que tengo en Jesús, me has tomado para ser testigo de tu gran amor y para que mi vida sea transformada en el poder de tu Santo Espíritu, para gloria y honra de tu nombre. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 29 de julio de 2020

AMA A TU PRÓJIMO


AMA A TU PRÓJIMO

“Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”, Mateo 22:37-40
Todos sabemos que estos dos son los más grandes mandamientos y hasta los repetimos de memoria, pero como dice el refrán: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. En ocasiones, existe mucha distancia entre lo que uno dice y lo que hace, por lo que conviene no hacer promesas que uno no puede cumplir. En este caso nosotros no sabemos cómo demostrar el amor que nos pide la Palabra de Dios. Se nos hace más fácil expresar nuestro amor a un Dios intangible que a las personas que nos rodean. 1 Juan 4:19-20 “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?”.
Pensamos de pronto que vamos a ser rechazados o queremos que primero nos demuestren amor para nosotros expresarlo después, podemos quedarnos largo tiempo esperando esto y nunca tendremos la oportunidad de dar amor a otros.
Jesucristo demostró su amor aún sin esperar nada a cambio. Su sacrificio en la cruz fue un regalo de amor para la humanidad, aunque muchos no lo acepten y lo rechacen. ¿Dónde estaríamos si Jesús hubiera escogido reservar su acto de entrega hasta que alguien le demostrara que lo amaba y lo aceptara primero? Ninguno de nosotros sería salvo. Dice: 1 Juan 4:10 “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.
Lo mismo nos pide Dios a nosotros: que amemos por completo a nuestro prójimo, aunque éste no lo haga, ni sea bueno con nosotros. Jesús lo hizo durante todo su ministerio, amó sin medida y lo demostró con hechos. Necesitamos aprender a expresar el amor por otros no sólo con palabras sino con acciones concretas. Aún amar a aquellos que nunca habrán de amarnos recíprocamente.
El amor que Dios nos pide es un amor “agape”, sin condiciones y sin conveniencias. Amar va entonces en contra aún de nuestros sentimientos, de que nos guste o no. Reflejar al Cristo Vivo va más allá de las palabras, debe mostrarse con nuestro comportamiento y acciones hacia los demás.
Hoy comienza con un paso de amor y de acción haciendo algo por alguien que te ha costado amar.  Oración.
"Señor Jesucristo, dame un corazón semejante al tuyo, moldéalo y transfórmalo para que pueda amar a otros como tú lo haces. Quebrántalo si es necesario para poder demostrar con acciones cuán dispuesto estoy a hacer tu voluntad, ayudando, soportando, perdonando y sirviendo a los que me rodean sin condiciones. Quiero reflejar tu presencia en mi diario caminar. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 28 de julio de 2020

Doce hombres comunes como nosotros. Parte 2


Doce hombres comunes como nosotros. Parte 2
“Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.” Filipenses 3:4-7
Una persona estrictamente religiosa que está convencida de que su dogma está en lo correcto y que lo defiende con la misma escritura, le falta algo fundamental: nacer de nuevo. Esta misma experiencia la tuvo otro religioso, Nicodemo, y la enseñanza del Señor Jesús fue que tenía que nacer de nuevo para ver el reino de Dios (Juan 3:3-4), porque su entendimiento estaba enceguecido por la religión, tratando de acercarse a Dios mediante las obras de la ley y no mediante la fe en Jesucristo (Gálatas 2:16).
Saulo, también religioso, enceguecido perseguía a la iglesia, un hombre estricto en sus costumbres, pero tuvo un encuentro personal con el Señor Jesús, fue tumbado de su orgullo religioso y estuvo ciego por varios días, hasta que por medio de Ananías, Dios le sanó y fue lleno del Espíritu Santo (Hechos 9:17). Pasó de perseguidor a ser perseguido por causa de aquello que al principio perseguía y de hacer sufrir, a sufrir por amor a aquel que lo salvó de la oscuridad y lo llevó a la luz verdadera, (Gálatas 1:23). El que en otro tiempo perseguía a los que creían en Cristo, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir. (Colosenses 1:13)
Así también nosotros, necesitamos de ese encuentro personal para ser transformados y liberados de la oscuridad de nuestros sentidos, para que sean abiertos nuestros ojos espirituales y podamos entender con claridad la revelación de su poder, gloria y majestad en el conocimiento de Cristo Jesús (Efesios 1:17).
Muchos necesitamos caer del caballo de nuestro orgullo y ser liberados del velo de la religiosidad, para que como Pablo podamos decir “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” (Hechos 9:6).  Oración.
«Gracias mi Señor y Salvador Jesucristo, porque tu luz me hizo caer de mi orgullo y prepotencia, de creerme sabio en mi propia sabiduría, y me llevó a recibir tu amor, que día a día me sostiene y me transforma en una persona nueva conforme a tu carácter. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 27 de julio de 2020

Caminando sobre las aguas


Caminando sobre las aguas
“Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.” Mateo 14:28-33
La duda no viene de Dios, surge de nosotros mismos cuando no ponemos la mirada en las cosas de arriba (Colosenses 3:2), sino en nosotros mismos, o en las circunstancias externas que amenazan nuestra seguridad.
Cuando Pedro mantuvo su mirada en Cristo, pudo caminar sobre las aguas, fue llevado por el Señor a hacer algo imposible para los hombres, pero posible para Dios (Lucas 18:27); él estaba por encima de las circunstancias, pero cuando quitó los ojos de Jesús se volvió el hombre natural, dio espacio a las dudas de la carne y comenzó a hundirse.
Cuando nosotros aprendemos a ver a Jesús como Él es (1 Juan 4:17) y nos olvidamos de nosotros mismos, empezamos a caminar y a vivir como Él vivió; en contraste, cuando nos fijamos en las tormentas, las preocupaciones humanas, o cuando nos enfocamos en nosotros mismos, empezamos a hundirnos tal como le pasó a Pedro.
Entonces, no importa la tormenta o dificultad por la que estemos pasando, así estemos en la noche más oscura, coloquemos nuestra atención, confianza y esperanza en aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría (Judas 1:24), que nos permite caminar sobrenaturalmente sobre las aguas de la vida.  Oración.
«Señor Jesús, quiero hoy colocar mi mirada en ti, en tu gran amor, en tu poder y majestad, confiar en que siempre estás conmigo, en el momento que me asalte la duda o la incredulidad, pondré mi atención en tu Palabra, en tus promesas que son verdaderas y poderosas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 26 de julio de 2020

¿Pedro, me amas?


¿Pedro, me amas?
“Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. “Juan 21:15-17
Jesús pregunta a Pedro si lo ama, esta palabra es traducida del griego “agapao”, que denota un amor sacrificial, y en el contexto que lo hace Jesús, le pregunta si lo ama por encima de todo con un amor sacrificial, sin embargo, Pedro le responde que lo ama, con la palabra griega “filéo”, que significa un amor filial o de amistad, más parecido a querer. Pedro fue sincero, porque antes, recordemos, había dicho que lo iba a seguir, si era preciso, hasta la muerte (Lucas 22:33), pero realmente, al final del día , lo negó (Mateo 26:69-75). Su amor al principio, por Cristo, sólo se quedó en palabras bonitas, o buenas intenciones.
En contraste, el Señor Jesús, luego de resucitar, se presenta a Pedro, queriendo enseñar que su amor por él se mantuvo constante, y vuelve a confiar en Pedro, para que continúe dando testimonio de la verdad.
Cristo le mostró a Pedro lo limitado del amor de un hombre (fileo), pero lo ilimitado y sobreabundante amor que tiene Dios por nosotros (ágape), así que Cristo murió por darle salvación y vida eterna a Pedro y así también lo hizo con nosotros a pesar de que nuestro amor por Él no era perfecto, o no teníamos amor; Él nos regaló de su amor, cuando puso su vida en sacrificio, un amor sacrificial.
Así que, si recibimos el amor de Dios, seremos sanados, reafirmados y establecidos, porque la fe obra por el amor, como dice la escritura: “porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.” (Gálatas 5:6). Cuando entendemos lo mucho que Dios nos ama, cuando ese amor se revela en nuestra vida, somos transformados, porque “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? “(Romanos 8:32). Entonces, ¿amas a Cristo?  Oración.
«Padre, gracias porque por medio de la fe en Cristo he recibido la plenitud de tu amor y ahora verdaderamente puedo decir que te amo, con el amor con que tú me amaste primero entregando a tu hijo unigénito, por mí, en la cruz del calvario. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 25 de julio de 2020

La plenitud de nuestra vida en Cristo


La plenitud de nuestra vida en Cristo
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”, Colosenses 2:8-10
En el presente siglo se han levantado argumentos contrarios a las buenas nuevas de Salvación y perdón de pecados por la fe en Cristo, que han influenciado pensamientos de mentira en muchos hombres; que llevados por su carnalidad, expresada en una rigurosa religiosidad, han tratado de permear el verdadero evangelio, escondiendo el mensaje esencial y verdadero de Cristo, con el fin de limitar la libertad que tenemos en Cristo (Gálatas 2), con cosas como “«¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello!», y demás prácticas y reglas humanas que parecen ser buenas, pero que en nuestras fuerzas no podemos cumplir, exigen una gran devoción, una religiosa abnegación y una severa disciplina corporal, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa. (Colosenses 2:20-23)
Pero claramente nos dice la escritura, en la más profunda y esencial doctrina que: “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” (Romanos 3:22-24).
Si recibimos a Jesús en nuestro corazón por fe, entonces hemos muerto con Cristo, y Él nos ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo y ya no somos condenados (Romanos 8:1), porque hemos creído en el unigénito hijo de Dios, (Juan 3:17-18). El resultado de esto es que tenemos como herencia una vida de plenitud en Cristo, estamos completos en Él, tenemos la fuerza y el poder de Dios, por su Espíritu, para no estar sujetos al pecado, y para hacer morir en nosotros todo lo terrenal y toda obra de la carne (Colosenses 3:4-5).   Oración.
«Padre, gracias por la vida completa que tengo por la fe en Cristo, porque el pecado ya no tiene poder sobre mí y porque con la fuerza de tu Espíritu puedo hacer morir todo el fruto de la carne en mi vida y ser guiado por tu Santo Espíritu; he sido creado en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales tú preparaste de antemano para que anduviera en ellas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 24 de julio de 2020

¿Cómo ser el discípulo a quien Jesús ama?


¿Cómo ser el discípulo a quien Jesús ama?
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” 1 Juan 4:10
El amor es definido en sus características y su practicidad en 1 Corintios 13:4-7: “es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Pero la esencia de ese amor, ¿de dónde surge como fuente única y permanente de amor?, surge de Dios.
Por tanto, el amor no se define en función de nuestro amor por Él, sino de su amor hacia nosotros, demostrado en Cristo, cuando realizó la propiciación, esto significa que Cristo paga por la ofensa de nuestro pecado, para que la santidad y justicia de Dios sean satisfechas y nos da a cambio su favor o gracia inmerecida. (2 Corintios 5:21)
“Deben amar a Dios”, esto se ha predicado por todo el mundo, pero ¿cómo lo hacemos? No se trata de nosotros, no tenemos en nosotros mismos un amor con las características que nos habla 1 Corintios 13, pero Dios sí, y lo mejor de todo es que Él nos lo da a nosotros por su gracia.
Entonces, ¿cómo ser el discípulo a quien Jesús ama? Esta referencia del discípulo amado por Jesús, sólo aparece en el evangelio de Juan (Juan 13:23-25). Dios nos ama a todos por igual, pero hay que creer en el amor que Dios nos dio en Cristo, recibirlo y vivirlo día a día. No tenemos que hacer ningún mérito para ser ese discípulo amado, sino sólo aceptar el regalo inmerecido de su gran amor. Así cumpliremos la suma total de la ley, amando a Dios y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:36-40). Esto lo comprendió Juan, y por el gran amor y humildad que aprendió de Cristo no se citó a sí mismo, sino que se sorprendió del gran amor inmerecido, que Cristo tenía por él y que tiene por todos nosotros.
Si el amor dependiera de nosotros sería frágil, inconstante y volátil, así que Dios conociendo nuestra naturaleza, nos llena; somos un vaso vacío esperando con ansias ser llenado por el amor eterno de Dios, que es en la fe de Cristo Jesús.  Oración.
«Gracias Señor porque me amaste primero, cuando aún andaba en mis delitos y pecados, y me diste vida juntamente con Cristo, ahora soy libre de condenación y mi vida depende de tu fuente inagotable de amor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 23 de julio de 2020

El que quiera salvar su vida


El que quiera salvar su vida
“Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” Mateo 16:25-26
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20
Muchos se esfuerzan por tener una vida de abundancia y éxito en el mundo, y aunque logren conseguirlo, les falta lo más importante: la salvación de su alma.
De qué sirve trabajar muchos años para satisfacer una vida temporal, si no se tiene asegurada la vida eterna y esto solo es posible mediante la fe en Jesucristo, “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:28).
Este precio o recompensa por nuestra alma, no fue comprado con oro ni plata, ni con cosas perecederas, sino que Cristo pagó en la cruz del calvario con su sangre preciosa (1 pedro 1:18-19, Apocalipsis 5:9).
Así que, el que quiera verdaderamente salvar su vida debe ir a la cruz, para ser crucificado juntamente con Cristo, no físicamente, sino por la fe, es la única forma de sobrevivir, de no perder la vida, porque Cristo vino a salvar lo que se había perdido, a darnos vida eterna y vida en abundancia (Juan 10:10).
Entonces, ahora mismo, por fe en Cristo, puedes recibir el regalo de la vida eterna, solo ora a Dios creyendo en tu corazón, la oración que está al inicio de este devocional.     Oración.
«Padre, en el nombre de Jesús, vengo a ti a pedirte que perdones mi pecado, me arrepiento de toda mi maldad, y te entrego mi vida para que tú seas mi Señor y mi Salvador; hoy voy a la cruz para que el viejo hombre sea crucificado juntamente con Cristo, y al resucitar con Él, hagas de mí una nueva creación, con un nuevo corazón que obedezca tu Palabra. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 22 de julio de 2020

La Gracia sobreabundó


La Gracia sobreabundó
“Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.” Romanos 5:17
El pecado de un solo hombre, Adán, trajo la muerte a la humanidad, pero aún más grande es la gracia maravillosa de Dios y el regalo de su perdón y de la vida eterna, gracias a un solo hombre, Jesucristo (Romanos 5:15).
La ley de Dios, sacó a flote, reveló cuán lejos estábamos de Él y nuestra incapacidad para cumplir sus justos, santos y perfectos mandamientos (Romanos 7:12). El pecado que moraba en nosotros, se aprovechó del santo mandamiento, para introducir en nosotros toda clase de deseos codiciosos (Romanos 7:8-9), como si la ley al decirnos “no hagas” para evitarnos la muerte, el pecado daba más impulso para hacer lo contrario, debido a nuestra naturaleza caída y como resultado, abundó el pecado en nosotros.
Pero gracias a Dios por Jesús, que con su muerte en la cruz pagó el precio y nos libró de esa lucha infructuosa contra el pecado (Romanos 7:24), triunfó, llevando sobre el madero, a nuestro viejo hombre, lleno de delitos y pecados; esto lo explica de manera contundente Romanos 8:3 “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;”.
El resultado entonces, es la sobreabundante riqueza de su gracia (Romanos 5:20), para que el pecado no controle ahora nuestra vida, ni obedezcamos a los deseos pecaminosos, ni usemos nuestro cuerpo como instrumento de maldad para servir al pecado, al contrario, podemos entregarnos completamente a Dios, sirviendo a sus propósitos y viviendo una vida abundante, puesto que el pecado no es nuestro amo, porque la verdad es que ya no vivimos bajo las exigencias de la ley. En cambio, vivimos en la libertad de la gracia de Dios. (Romanos 6:12-14) Oración.
«Padre bondadoso, en tu gracia me deleito, ya el pecado no puede controlar mi vida porque fue condenado en la cruz, ayúdame a entender y a vivir en esta gloriosa libertad de tu gracia en Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 21 de julio de 2020

El escudo de la Fe


El escudo de la Fe
“Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”, Efesios 6:16
“Subió, pues, Sisac rey de Egipto a Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey; todo lo llevó, y tomó los escudos de oro que Salomón había hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los entregó a los jefes de la guardia, los cuales custodiaban la entrada de la casa del rey.”, 2 Crónicas 12:9-10
El Rey Roboam quiso seguir guardando la apariencia, al reemplazar los escudos de oro, por escudos de bronce. El bronce puede llegar a ser muy parecido al oro, pero no es igual, no tiene al final la misma calidad y pureza del oro.
El escudo de oro representa la verdadera fe (1 Pedro 1:7), el escudo de bronce una fe basada en la apariencia, la religiosidad y una falsa devoción a Dios, realmente, una fe falsa.
A muchos se les anuncia el evangelio, oyen, pero no prestan atención, como dice la escritura “no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.” (hebreos 4:2).
Así que, sin fe es imposible agradar a Dios (hebreos 11: 6a), y la verdadera fe es la fe en Jesucristo, puesto que sólo Él es el camino al Padre, por eso el Señor nos dice una Palabra bastante dura: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” (Juan 8:24). Solo acercándonos a Él, confiando en Cristo, en su Palabra, obtenemos una fe más preciosa que el oro y somos limpiados de todo pecado.
Además de nuestra salvación por fe en Jesucristo (1 Pedro 1:9), podemos colocar nuestra fe en acción, como un escudo en tiempo de batalla, para derribar argumentos de mentira que quieren llevarnos a la esclavitud del pecado y a retroceder, a desviarnos de la fe, para que no podamos ver las inmensas riquezas espirituales que Cristo nos dio en la cruz (Filipenses 4:19). Entonces, la fe que profesas ¿es como un escudo de oro o como un escudo de bronce?   Oración.
«Gracias Padre amado, por la fe tan preciosa que me diste al levantar a tu hijo de entre los muertos, esa fe que es más preciosa que el oro y es purificada en las pruebas, en las cuales me gozo, porque sé que al final, demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo regrese. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 20 de julio de 2020

Permanecer. Parte 3


Permanecer. Parte 3
“Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:17
Los deseos del mundo se oponen a que hagamos la voluntad de Dios, y ¿cuáles son los deseos del mundo? Dos de ellos son la riqueza y el poder.
En cuanto al primero, Dios no se opone a que tengamos lo necesario y aún lo suficiente, Él nos da abundantemente en todas las cosas para que las disfrutemos, pero no quiere que coloquemos nuestra esperanza en ellas, pues son perecederas e inciertas (1 Timoteo 6:17); muchos las desean por encima de todo, han caído en su trampa, se desviaron de la fe y han causado demasiado sufrimiento, ya que han colocado a estas, por encima del amor de aquel que las provee abundantemente (1 Timoteo 6:10).
En cuanto al segundo, muchos al llegar a una posición de autoridad, se llenan de orgullo y abusan del poder, cuando en realidad, la actitud de cualquiera que llega a tener un puesto de gran responsabilidad, debe ser, de servicio, sin ser arrogante, sino solidario con los más necesitados, no creyéndose sabio en su propia opinión (Romanos 12:16). Realmente, todos tenemos algún puesto de autoridad, sea en nuestra familia o alguna institución y estamos llamados a servir, como Cristo sirvió y no a enseñorearse de los demás (Marcos 10:42-43).
Así que, si nosotros hacemos la voluntad de Dios en este aspecto, cuando tengamos a nuestra disposición algún bien material o alguna responsabilidad, que sea para la gloria de Dios y sea la oportunidad para mostrar el amor de Él en nosotros; y así, por lo tanto, permanecemos en Cristo.  Oración.
«Señor, gracias porque me has dado abundantemente en todo, no para ser esclavo de las cosas sino para ayudar a los que más necesitan, guíame a cumplir tu voluntad, colocando mi esperanza en ti mi Dios y no en las cosas que ofrece el mundo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 19 de julio de 2020

Permanecer. Parte 2


Permanecer. Parte 2
“El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo.” 1 Juan 2:10
El segundo principio para permanecer en Cristo es Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos y es que en nuestra vida diaria nos desestabiliza en gran manera tener conflictos con nuestro hermano o con nuestro prójimo, porque no fuimos creados para ser solitarios y aislados, sino para compartir y tener comunión unos con otros (1 Juan 1:7). Y estos conflictos surgen de la falta del amor de Dios en nuestro corazón. Si amamos, permanecemos en Dios, y si verdaderamente estamos en Cristo, amamos a nuestro hermano.
Si amamos a nuestro hermano no tropezamos ni hacemos caer a nuestro hermano, al contrario, estamos dispuestos a levantarlo cuando se presentan problemas en su vida.
Si odiamos o guardamos resentimiento, no sabemos por dónde caminar en la vida, nuestro camino es confuso e incierto (1 Juan 2:11), es como si anduviéramos en medio de la oscuridad de la noche, sin una lámpara.
Así que estamos llamados a la luz, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y a solucionar con amor todo conflicto con nuestro hermano; si practicamos esto, permanecemos en Cristo.  Oración.
«Señor, ayúdame a permanecer en ti, amando a mis semejantes, practicando un amor no fingido, para que busque el bien del prójimo sin egoísmo ni contiendas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 18 de julio de 2020

Permanecer. Parte 1


Permanecer. Parte 1
“El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” 1 Juan 2:6
¿Cómo encontramos estabilidad en Cristo, de manera que los altos no nos llenen de orgullo y nos olvidemos de Dios y los bajos no nos desanimen?
La Palabra de Dios nos enseña tres principios fundamentales para permanecer en Cristo, el primero nos dice que debemos andar como Él anduvo, pero, ¿cómo anduvo Jesús?, la respuesta está en Mateo 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;”. Llevar su yugo significa aceptar sus enseñanzas y atarlas a nuestro corazón (Deuteronomio 6:6-9), tenerlas presentes en nuestro caminar, siguiendo su ejemplo en las cosas que Él decía y hacía; seguir las pisadas del maestro implica estudiar detenidamente lo que está escrito de Él, su revelación, su propósito, su amor y sobre todo, su gracia.
La fe es precisamente el comienzo de este caminar con Jesús, pero también es lo que nos sostiene para permanecer en Él como dice Colosenses 2:6 “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él”. Así que para esto hemos sido llamados, porque Él padeció por nosotros dejándonos su ejemplo, para seguir sus pisadas (1 Pedro 2:21), entonces, apliquemos este primer principio para permanecer en Él, andemos como Cristo anduvo, porque como Él es, así somos nosotros en este mundo. (1 Juan 4:17b).
El segundo principio lo aprenderemos en el próximo devocional.  Oración.
«Señor, quiero permanecer en ti, sin apartarme ni un solo instante de tu amor, ser constante, persistir en el conocimiento de Cristo, para seguir su ejemplo y aprender de su mansedumbre y de su humildad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 17 de julio de 2020

El amor y la verdad. Parte 2

El amor y la verdad. Parte 2

“Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.”, 1 Juan 3:18
Para que el amor sea comprobado cierto, verdadero, es evidente que debe ser manifestado a través de las acciones, no solo de palabra bonitas. Nuestra salvación, por medio de Jesucristo fue la acción de amor más grande de la historia, el amor verdadero en su más pura esencia. Dios nos demostró su amor, despojándose a sí mismo, dando hasta la última gota de sangre por nuestra redención, por liberarnos de la esclavitud del pecado y del maligno.
Jesús lo enseñó cuando anunciaba su muerte, acerca de cuál es el mayor acto de amor: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” (Juan 15:13) y la parte que nos corresponde ahora a nosotros es: “Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.” (Juan 15:14), es decir, guardar sus enseñanzas, obedecerle por amor y amándonos unos a otros tal como Él nos amó (Juan 13:34), con acciones que demuestren que el amor de Dios habita en nuestro corazón, pues “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8).
Con lo anterior, descubrimos que el amor es el acto de reciprocidad más contundente, Dios nos dio su amor, para que amaramos incluso a nuestro enemigo, a quien nos ofende (Mateo 5:43-48). Si somos capaces de amar y orar por quien nos persigue, evidenciaremos que el amor   de Dios se ha perfeccionado en nosotros. Empecemos entonces a demostrar el amor, orando por aquellos que nos ofenden y bendiciendo su vida.   Oración.
«Padre, ayúdame a mostrar a través de mis acciones, el amor con que tú me amaste por medio de Jesús, por esto hoy quiero que bendigas grandemente a quien me haya ofendido y te pido que me des la oportunidad de reconciliarme con mi prójimo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 16 de julio de 2020

El amor y la verdad. Parte 1


El amor y la verdad. Parte 1
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” 1 Corintios 13:4-7
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14
El amor y la verdad van de la mano. La verdad sin amor puede derivar en una tendencia a juzgar, a ser duros y a no tener compasión. Por eso, debemos hablar la verdad con amor para que crezcamos en todo sentido, hasta parecernos más y más a Cristo, (Efesios 4:15), en comunión y bondad manifiesta.
Así mismo, decir que amamos sin que haya verdad, no tiene sentido, sería más parecido a la hipocresía, ya que el amor no se alegra de la injusticia, sino que se alegra cuando la verdad triunfa.
No hay amor sin verdad, y esto lo vemos en la persona de Jesucristo, lleno de gracia y verdad, quien es en sí mismo, la verdad revelada de Dios y el amor manifiesto de Dios, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
Ahora, sabiendo esto, construyamos nuestras relaciones con base en este principio: amar siempre teniendo presente la verdad y hablar la verdad siempre sazonada con la alegría del amor. También, que el amor y la verdad se conviertan en nuestro parámetro de convivencia, y en nuestra medida equilibrada cuando reflexionemos sobre las acciones que vamos a efectuar ¿lo que voy a hacer es con amor y con verdad?  Oración.
«Señor que mi vida este dirigida por tu amor y por tu verdad, que, así como Cristo es lleno de gracia y de verdad, por el gran amor con que me amaste y diste a tu hijo por mí, yo pueda de la misma manera tratar a mi prójimo con toda verdad y con el amor que colocaste en mi corazón. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 15 de julio de 2020

¡Bástate mi gracia!


¡Bástate mi gracia!
“Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.” Hechos 7:59-60
“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” 2 Corintios 12:9
Esteban era apedreado luego de predicar a Cristo, pero, ¿qué le permitió resistir ese momento tan difícil?, ¿seríamos capaces nosotros, a pesar de ese sufrimiento, tener la misma actitud de Esteban?
Lo que le permitió resistir ese momento, fue la gracia de Dios. Este discípulo se identificó tanto con Cristo, que menciona lo mismo que Cristo en el momento de la crucifixión: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34a). Miremos lo que hizo Esteban, momentos antes de ser apedreado, “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hechos 7:55).
Así mismo nosotros, en medio de la dificultad debemos fijar la mirada en Jesús, el iniciador y consumador de la fe (hebreos 12:2), esto no quiere decir que no nos duela cuando nos desprecian, nos ofenden o nos insultan, pero no colocamos nuestra atención en el dolor, sino en el que es nuestra paz y nuestra sanidad, en aquel que hace soportable cualquier dolor. No se trata entonces, de limitar el dolor o esconderlo, sino de resistir y mantener la calma a pesar de, que sin la gracia de Dios es imposible.
Miremos como Pablo, había clamado al Señor, porque lo sanara de una enfermedad que le causaba mucha incomodidad, pero ¿acaso Dios no podía o no quería sanarlo? Por supuesto que podía sanarle, pero tenía Dios un propósito más elevado, mostrarnos a través de la vida de Pablo, que las aflicciones temporales de la vida no son comparables con la gloria venidera, que en nosotros ha de manifestarse (Romanos 8:18).
Acaso cuando Dios ofrece gracia, ¿ofrece algo insuficiente? Claro que no, es suficiente, es rebosante, es una medida abundante, porque la gracia en sí misma es abundante “asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.” (2 Corintios 9:14).
En estos tiempos de incertidumbre, de escasez, de aparente temor, tenemos algo que es a la vez suficiente y abundante, la gracia de Dios. Cuando Dios dice “bástate mi gracia” está asumiendo el control de todo, de tu enfermedad, de tu escasez, de tu dolor y lo va a usar para su gloria, y para que seamos perfeccionados en el amor de Cristo, para que su poder se manifieste de manera extraordinaria, sobrenatural y de manera abundante en tu vida. Por tanto, preparémonos para recibir de Dios, conforme a las riquezas en gloria en Cristo Jesus, ¿nos parece entonces insuficiente? Claro que no, es mucho más de lo que nosotros podemos pedir o esperar.  Oración.
«Señor, hay momentos en que siento que no puedo, pero recuerdo que tú me diste de tu favor inmerecido y colocaste en mi tu Espíritu, para tener fuerza y gozo aún en los momentos más difíciles, por tanto, en ti pondré mi mirada y que mis aflicciones sean para tu gloria, mi Dios. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 14 de julio de 2020

Creados para publicar alabanzas a Dios


Creados para publicar alabanzas a Dios
“Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicarán.” Isaías 43:21
“y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;” Apocalipsis 5:9
En los salmos, la alabanza al Dios todopoderoso, era una forma de mostrar su grandeza, soberanía y alabarle por la obra de sus manos. Se invitaba a toda la creación a alabar su majestad (Salmos 148-150), por su gran misericordia (Salmos 136-138), por su gran poder (Salmo 145, 150). También se muestra cómo luego de ser perdonado y limpiado de maldad, el salmista le dice: “Señor, abre mis labios, Y publicará mi boca tu alabanza.” (Salmo 51:15), en agradecimiento, por el perdón de Dios. La alabanza es la respuesta de un corazón agradecido.
Todos nosotros, los creyentes, que por la fe en Cristo hemos sido redimidos del poder del mal, estamos en especial, invitados a alabarlo (Salmo 107:1-2), como dice el Apóstol Pedro por el Espíritu Santo “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;” (1 Pedro 2:9). Cuando alabamos, anunciamos el amor, el poder, exaltamos el nombre que es sobre todo nombre, recordamos y enseñamos a otros lo que Dios hace, lo que Dios es y lo que hará en la vida de todo el que lo reciba.
Por esto, Dios, nos ha dejado una misión especial: publicar sus alabanzas, sólo Él es digno de alabanza y quiere que sus hijos lo alaben en todo tiempo (Salmo 34), es una forma de buscarlo (Salmo 34:1), de dirigir mi atención y mi confianza en la dirección correcta (Salmo 34:5), de recibir su ayuda y protección (Salmo 34:6-7) y de renovar diariamente mi confianza en Dios, dejando todo temor (Salmo 34:8-10). Recibimos mucho más de lo que esperamos, cuando le alabamos, pues esa es nuestra misión en esta tierra y nuestro oficio en el cielo, (Apocalipsis 7:9-17). Y tú, ¿Alabas al Señor en todo tiempo?   Oración.
«Grandes y poderosas son tus obras oh, mi Dios, exaltamos tu Santo nombre y nos deleitamos en tu presencia, en la magnitud de tu poder, te agradecemos por tu gran amor y misericordia con la que nos redimiste en la cruz por medio de la muerte de Jesús; nos alegramos por su resurrección que nos demuestra que venciste la muerte y nos diste vida eterna por medio de la fe en tu Hijo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 13 de julio de 2020

Solo tengo 5 panes y dos peces


Solo tengo 5 panes y dos peces
“Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero esto decía para probarle; porque él sabía lo que había de hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no bastarían para que cada uno de ellos tomase un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? Entonces Jesús dijo: Haced recostar la gente. Y había mucha hierba en aquel lugar; y se recostaron como en número de cinco mil varones. Y tomó Jesús aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.” Juan 6:5-11
Y con solo esos 5 panes y dos peces, Jesús puede hacer que sobre y que abunde. ¿Cuáles son tus 5 panes y tus dos peces? ¿Qué tienes en tus manos? Tu carrera, tu profesión, tu negocio, o incluso no tienes nada, Él puede llenarlo y multiplicarlo todo, pero de seguro, algo tienes, al menos tu necesidad.
Se trata entonces de que dispongamos lo poco o mucho que tenemos para que, en las manos de Jesús, sea multiplicado y todos los que están a tu alrededor, tu familia, tu cónyuge, tus amigos, coman y se sacien. Por supuesto no se trata de alimento físico, sino de colocar al servicio de Cristo, todo lo que tienes y aun lo que te falta, para que Él o lo llene o lo encause para sus propósitos que son más grandes, más loables y verdaderos que los que nosotros podríamos tener y como consecuencia, estos se conviertan en verdadero alimento, verdadera bendición para los que te rodean.
La mejor disposición de nuestro corazón surge cuando nos despojamos de lo que tenemos y lo entregamos en manos de Jesús para que lo use para cumplir la buena, agradable y perfecta voluntad de Dios. Hermanos, tengamos el sentir que tuvo Cristo, que se despojó así mismo para morir por nosotros en la cruz, sin mirar cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros (Filipenses 2:4-11) y empecemos desde hoy a disponer de nuestros dones, talentos y trabajo, para que Dios sea glorificado por el conocimiento de Cristo que ellos permitirán. Oración.
«Solo tengo Señor, 5 panes y dos peces, lo que me has dado, eso mismo lo entrego en tus manos para que tú lo multipliques, lo uses de acuerdo con tu voluntad y sacies del conocimiento de tu Palabra que requiere el mundo entero. Todos estamos hambrientos y sedientos de tu Palabra; que lo poco que tengo sea para que muchos te conozcan. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 12 de julio de 2020

SERVID DE CORAZÓN, CRISTO TE RECOMPENSARÁ


SERVID DE CORAZÓN, CRISTO TE RECOMPENSARÁ
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”, Colosenses 3:23-24
Habitualmente nuestra vida se ha desarrollado frente a otras personas y siempre hemos actuado de acuerdo al criterio o al proceder de los demás; pues nacimos con un instinto de preocuparnos sobre lo que los demás piensan de nosotros y buscamos su aprobación; Pablo conocía esta debilidad y naturaleza humana por eso muy apropiadamente en varias de sus cartas repitió este mensaje: “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres”, (Efesios 6:6-7). Pablo nos exhorta a hacer la voluntad de Dios, de todo corazón y no servir únicamente porque nos están observando.
Tal vez no tengamos que rendir cuentas a alguien aquí en la tierra, pero el Señor Jesús ve cuán digno y honrado es nuestro trabajo donde quiera que lo hagamos, pues finalmente tendremos que responder ante Él y Él nos dará sus recompensas de acuerdo a lo que merezcamos. La Biblia dice: “He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro”, (Isaías 40:10).
La frase: “hacedlo de corazón, como para el Señor” es un mensaje liberador ya que, si hago todo de corazón para el Señor, todas las ambiciones de impresionar a los demás se irán y mi propósito será agradar a Dios.
Hermano nunca olvidemos que al Señor servimos, él nos ha dado oportunidades de trabajar, y nuestro trabajo es una prueba de amor hacia él si lo hacemos de corazón y él nos sorprenderá con sus gloriosas recompensas.  Oración.
"Amado Dios, en todo lo que hago a diario no busco los aplausos del mundo, sino el agradarte a ti, haciendo mis tareas de todo corazón, delante de tus ojos y para la gloria tuya. Te serviré Señor con todo mi amor, como tu siervo, pues tus recompensas y galardones grandes son. Gracias Señor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 11 de julio de 2020

La ley y la gracia. Parte 2


La ley y la gracia. Parte 2
“anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.” Colosenses 2:14-15
La esencia de la gracia es proveer, pero la de la ley es demandar. Con la gracia Dios proveyó de justicia para que el hombre la recibiera, por medio de la fe en su hijo Jesucristo, quien murió para satisfacer la justicia de Dios y pagar la deuda que la ley demandaba ante nuestros pecados.
Entonces, ¿ahora no cumplimos la ley? Claro que si, la ley del amor, pues el que ama a su hermano no le hace daño, el que ama a Dios le obedece. Ese gran amor fue puesto en nuestro corazón por el Espíritu Santo, el Señor mismo, nos dio un nuevo corazón y con tinta de su sangre preciosa, escribió en nuestros corazones sus leyes para que las cumpliéramos no por esfuerzo humano sino por el poder de su gracia, como dice la escritura ante el cumplimiento de esta promesa: “Este es el pacto que haré con ellos, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, ” (Hebreos 10:16).
Entender esta gracia, este don de Dios, nos lleva hacia la libertad del pecado, pues el dejar lo malo y hacer lo bueno, no es posible sin Cristo, debemos volver por lo tanto a Cristo y aceptar el regalo de su justicia, ¡esta es la buena noticia!  Oración.
«Mi Dios y mi Salvador, cuán agradecido estoy, si tu moriste en la cruz, yo morí también a mi pecado, si tú resucitaste, yo también resucité y ahora tengo vida eterna por fe en tu nombre, precioso regalo, don maravilloso que anhelo compartir en amor, con mi prójimo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 10 de julio de 2020

La ley y la gracia. Parte 1


La ley y la gracia. Parte 1
“No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” Gálatas 2:21
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” Efesios 2:8-9
La ley de Dios nos revela lo que es pecado, y lo que es a la verdad santa, el mandamiento santo, justo y bueno. Pero como seres humanos en nuestra propia naturaleza pecaminosa, no podemos cumplir la ley, (Romanos 7:7-24); y si no la podemos cumplir, entonces somos condenados por esta ley que es para nuestro bien. El pecado que mora en nosotros se aprovecha del mandamiento y nos hace deudores de ella, como explica el apóstol Santiago de manera contundente: “Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10).
Así que, como no podíamos cumplir esta ley debido a nuestra naturaleza de pecado, pues en la práctica, no hacemos el bien que queremos hacer sino el mal que no queremos, entonces el Señor Jesucristo tomó toda la deuda que teníamos por no cumplir la ley y la pagó en la cruz del calvario, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21).
Y este conocimiento, ¿a qué nos lleva? ¿Cuál es el efecto práctico de esta verdad, si la aceptamos en nuestra vida? Pues a que vivamos ahora, por fe en aquel que nos amó y se dio así mismo por nosotros, porque dice la escritura “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” (Romanos 1:17).
Este es el resultado de la gracia de Dios, nuestra salvación por medio de la fe en Cristo Jesús y una vida nueva que podemos aceptar, y empezar hoy mismo.  Oración.
«Padre, cuando mis pecados desmoronaban mi ser, tú me rescataste de mi vana manera de vivir y me diste vida en Cristo, tu gracia me capacita para seguir adelante, obedeciendo tu Palabra por amor a tu nombre. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 9 de julio de 2020

El arrepentimiento verdadero Parte 2


El arrepentimiento verdadero Parte 2

“y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:46-47
No hay arrepentimiento sin la Cruz, sin Cristo, lo que muchas veces pasamos por alto cuando leemos las escrituras, es que es “en su nombre”, lo cual quiere decir que no se está condenando al pecador, sino que se le está invitando a la cruz a morir a su vieja naturaleza de pecado y a resucitar juntamente con Cristo.
Dios nos muestra su gran amor en Cristo, en que, siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). Y esta noticia nos conmueve, nos lleva de rodillas ante Él, por esto son las buenas nuevas: “que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios 5:19)
Arrepentimiento sin gracia es remordimiento, es religión, porque es tratar de apartarse del pecado en nuestra propia fuerza. Solo por la gracia de Cristo, se nos da un corazón y un espíritu nuevo. Dios coloca a su Santo Espíritu en nosotros para darnos amor, poder y dominio propio, para que no sirvamos a los deseos de la carne, para que el pecado no tenga ningún poder en nuestra vida y tengamos la capacidad de poner en práctica sus preceptos (Ezequiel 36:26-28) y como consecuencia, podamos cumplir la ley del amor: que nos amemos los unos a los otros, como Cristo nos amó. (1 Juan 4:7) Oración.
«Mi Padre amado, me rindo ante tu majestad, ante tu gran amor que mostraste por medio de Cristo en la cruz, quiero hoy acercarme no por mis propias obras de justicia, sino en la fe de Cristo, y adorarte, descansar en tu gran amor que me renueva, me restaura y me da la fuerza para seguir el camino a pesar de todas las dificultades. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 8 de julio de 2020

TENIENDO LA MENTE DE CRISTO


TENIENDO LA MENTE DE CRISTO
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”, Filipenses 4:8
Es sorprendente la manera sutil y casi imperceptible como el mundo actual, con los medios de comunicación y las redes sociales, nos adoctrinan hacia una manera de pensar trivial y llena de impurezas, llevándonos a pensamientos, sentimientos y actitudes deshonrosas; como creyentes no podemos desenfocarnos del verdadero propósito para el cual Dios nos creó.
La Biblia muestra que nuestro corazón es engañoso y es malo, por tanto fácilmente podemos ser arrastrados a la corriente del mundo, si no ponemos un guardián en nuestro cerebro y nuestro corazón que deseche lo inmoral y deshonroso. Pablo se preocupa de que nuestros pensamientos deben estar enfocados de manera sana y segura, ya lo había expresado: renueven su mente, no se acomoden a la corriente de este mundo, pues para Dios es importante que sus hijos vivan en la plenitud de su voluntad agradable y perfecta, por eso Él nos dio el privilegio de una mente capaz de encaminar todo pensamiento hacia esta plenitud.
Pablo define en este verso la mente de Cristo, pues Cristo es la Verdad, la honestidad, el único Justo, puro, amable, misericordioso, compasivo y Él es aquel a quien debemos alabar y adorar. Ahora la Biblia nos dice: “Más nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16b) es decir que todo aquel que ha confesado que Jesús es su Señor y Salvador poseen su mente, esto significa que deberíamos pensar como él piensa, amar como él ama, valorar como él lo hace y ser transformados a la manera de Jesús.
Por tanto “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos” (Isaías 55:7), o sea nuestros pensamientos deben estar enfocados en aquello que aporta a una vida abundante; no podemos tener la mente de Cristo si no nos educamos en tener una mente pura y una vida de oración.  Oración.
"Amado Dios, ayúdame a renovar cada día mis pensamientos, para que mi mente se enfoque en todo lo verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre. Quiero hacer tu voluntad y glorificar tu nombre a la luz de tu Palabra. Te amo Señor. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 7 de julio de 2020

El arrepentimiento verdadero Parte 1


El arrepentimiento verdadero Parte 1
“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírlo, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: «¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso, y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: “Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.” Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.” Lucas 15:1-7
El buen pastor es Jesús. Cuando estábamos perdidos y esclavos del pecado, Él dio su vida por nosotros, para hacernos libres por medio de la fe en Él. (Romanos 5:8)
Vemos en este pasaje cómo se arrepintió la oveja. El buen pastor la buscó, la encontró, la cargó en sus hombros, la llevó a casa, hizo una celebración y la oveja descansó en Él. Esto lo reitera en su Palabra cuando dice: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)
El arrepentimiento verdadero es arrepentimiento hacia Dios, a volver a Él por medio de la fe en Cristo (Hechos 20:21), pues los que se acercaban a Él, eran pecadores y publicanos que le escuchaban y sus vidas eran transformadas por la fe en Él y en la Palabra que les predicaba. “Metanoia”, la Palabra griega para arrepentimiento, alude a un cambio de dirección radical, a un cambio de la forma de pensar y este cambio de mentalidad viene cuando escuchamos a Cristo y aceptamos su Palabra. ¿Hacia donde vamos a cambiar de dirección en nuestra vida sino conocemos el camino, si nadie predica del camino verdadero, que es Jesús, o si nadie envía a los que tienen esta buena noticia? (Romanos 10:14).
Así que, al escuchar la buena noticia de salvación por medio de la fe en Cristo, del perdón de pecados, vayamos a Jesús, descansemos en Él, en su gracia, no ignoremos ni tengamos por poco las riquezas de su bondad, paciencia y magnanimidad, ignorando que la bondad de Dios nos guía al arrepentimiento (Romanos 2:4).  Oración.
«Gracias mi Pastor celestial Jesucristo, porque viniste a buscarme y cuando aún yo era pecador, moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste para darme vida eterna y vida en abundancia, en tu gracia quiero descansar, refugiarme en tus brazos de amor y anunciar a otros la buena noticia de Salvación por medio de la fe en tu nombre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 6 de julio de 2020

Hombres de poca fe


Hombres de poca fe
“Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza.” Mateo 8:25-26
Somos hombres de poca fe cuando nos dejamos llevar por la duda, ante el miedo a las circunstancias externas y no confiamos en que Jesús, por su gracia, nos cuida aún en los peores momentos o en las tormentas más intensas (Mateo 14:31).
Somos hombres de poca fe, cuando desconfiamos de la provisión (Mateo 6:30) y el sustento diario del Señor ya que Él es nuestro proveedor y nos dará conforme a las riquezas en gloria que obtuvo para nosotros en la cruz del calvario.
Pero principalmente, somos hombres de poca fe, cuando no prestamos atención a su Palabra, porque por ella nuestra fe es aumentada, ya que la fe viene como resultado de escuchar el mensaje de la Palabra de Dios (Romanos 10:17), pues lo que está escrito llegó a nosotros para que creamos en Cristo y creyendo, tengamos vida eterna.
Cuando Cristo dice “hombres de poca fe”, está llamándonos a tomar mucho más de Él, ¿por qué tomamos tan poco si podemos obtener todo de Él?, ¿por qué nos conformamos con solo una parte, cuando su Palabra la dejó para que tomáramos todo? Así que, pidamos y se nos dará, busquemos en su Palabra y hallaremos, pero también, no nos olvidemos de dar, porque Él promete que si damos recibiremos con la misma abundancia con la que hemos dado (Lucas 6:38).  Oración.
«Señor, me aferro a tus promesas, son un tesoro que dejaste para mí, para disfrutar de tu presencia, tu amor, tu provisión y tu cuidado, aun en medio de las circunstancias más difíciles. Amén.   Oración.
«Señor, me aferro a tus promesas, son un tesoro que dejaste para mí, para disfrutar de tu presencia, tu amor, tu provisión y tu cuidado, aun en medio de las circunstancias más difíciles. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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