viernes, 30 de septiembre de 2022

La responsabilidad del creyente

 


La responsabilidad del creyente

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él; sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él” Romanos 6:6-9.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” Tito 2:11-12.

Nuestra responsabilidad como creyentes, luego de haber recibido el Espíritu Santo por medio de la fe en Cristo, podemos resumirla en 4 aspectos:

1. Conocer la realidad de nuestra unión e identificación con Cristo en su muerte y resurrección (Rom 3,6,9, Gálatas 2:20)

Es decir, si Cristo murió entonces yo morí, si Cristo resucitó, yo por fe resucité para una nueva vida.

2. Aceptar, que lo sucedido con Cristo es verdad en mí, es decir, de la misma manera también nosotros debemos considerarnos muertos, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro (Romanos 6:11)

Por lo tanto debemos vivir por fe a la luz de lo que pasó en la cruz y en su resurrección.

3. Presentarnos (o someternos) una vez y para siempre como vivos de entre los muertos para ser posesión de Dios y para que Él nos use (Rom 6: 13, 16, 19). Debemos tener la disposición de decir: Aquí estoy para hacer tu voluntad y para corresponder a tu amor, en servicio, en adoración (Salmos 22:22).

4. Obediencia a la doctrina tal como ha sido revelada, ofreciéndonos a Dios como sacrificio vivo (Rom 12, 16, 17), es decir, no obedecer al pecado en contraposición a la obediencia a la fe, pues ahora somos de Cristo (Romanos 6:14-16).

El sustento de nuestra responsabilidad como creyentes, es su gracia, esto lo vemos en el pasaje de hoy donde en carta a Tito se usa la palabra “enseña o enseñándonos” (Tito 2:12) que según el griego original se refiere a algo más que una “instrucción” o una enseñanza teórica, pues abarca todo el proceso de la formación de un niño: instrucción, aliento, corrección y disciplina. Esto es maravilloso, la gracia que hemos recibido, su favor inmerecido nos dota del poder para resistir y vencer el poder del pecado.   Oración.

«Padre, sé que tú actúas en mí por medio del poder de tu Espíritu, para reflejar a Cristo en mi vida, para tu gloria y alabanza, continúa forjando en mí el carácter de tu hijo amado. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 29 de septiembre de 2022

La paz de Cristo

 

La paz de Cristo


“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33

“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” Juan 14:27

Los versículos de hoy nos muestran la paz que debemos buscar. La paz bíblica no es la ausencia de dificultades, sino la capacidad que nos da Dios de que, a pesar de las aflicciones, permanezca en nosotros paz interior. Cuando Cristo dice “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz”, se refiere a que nuestra confianza y descanso deben estar puestas en lo que Él dice, pues Él no promete ausencia de problemas, sino su presencia en cada una de nuestras batallas, sabiendo que ya venció y nos dio su victoria en la cruz.

No estamos solos frente a las tormentas del mundo, las tentaciones, las enfermedades, las dificultades económicas, la incertidumbre del mundo o cualquier otro aspecto de nuestra vida, pues podemos en cualquier momento, en oración y por medio de Cristo, recibir de Dios su paz que supera todo entendimiento y guarda nuestro corazón y nuestro pensamiento en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).

Entonces, esta paz interior no se trata de negar, esconder u olvidarse temporalmente de una dificultad o circunstancia difícil, sino de la sabiduría, fuerza y el amor de Dios para enfrentarla.

Pidamos hoy que el Señor nos conceda su paz en toda circunstancia y que llene de paz a todos nuestros seres queridos (2 Tesalonicenses 3:16).   Oración.

«Padre, pedimos tu paz en nuestro corazón, a pesar de que el mundo está convulsionado y afanado, nosotros tus hijos queremos estar confiados y dispuestos a enfrentar y salir victoriosos en toda batalla, para mostrar tu gloria, tu amor y el gran poder de tu Espíritu actuando en nosotros, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 28 de septiembre de 2022

La ley de Cristo

 


La ley de Cristo

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” Gálatas 6:2

Toda la ley del antiguo testamento se resume en las categorías de «amar a Dios» o «amar a tu prójimo».

Pero hay algo que la ley de Cristo hace diferencia con la ley de Moisés y es que provee del amor necesario para que cumplamos este gran mandamiento; esto lo confirma el apóstol Juan cuando, inspirado por el Espíritu Santo, escribe “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:7-8).

Este amor, que vino de Dios, llenó nuestro corazón con un amor puro, sincero y verdadero cuando derramó en nuestro corazón su Espíritu Santo. Por esto, ahora el llamado a cumplir la ley de Cristo es un llamado a dar de lo que hemos recibido en abundancia (Romanos 5:5). Entonces, debemos obedecer la ley de Cristo porque Él nos amó primero y se entregó por nosotros.

Como consecuencia, nuestra respuesta debe ser el dar de ese mismo amor hacia los demás, con toda gratitud al Padre y en obediencia a sus principios de vida; motivados para vencer todo pecado y alejarlo de nuestra vida, no como un deseo legalista de obedecer una serie de mandamientos, sino impulsados por el gran amor con que nos amó y entregó hasta la última gota de sangre por nosotros.   Oración.

«Padre, gracias por ese gran amor que has tenido para con nosotros, entregando a tu propio hijo en pago por nuestros pecados; con ese mismo amor ahora quiero amar a los demás, sin guardarme nada, sino amando con toda la abundancia del amor que me has dado, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 27 de septiembre de 2022

Aquel día

 

Aquel día


“Era la hora tercera cuando le crucificaron” Marcos 15:25

“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” Efesios 1:7-8

“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Juan 3:30

Aquel día, en aquella hora, Cristo murió por nuestros pecados y con su sangre pagó nuestro rescate, pues éramos esclavos del enemigo y del pecado. A partir de aquel día todo cambió, la historia de la humanidad no fue igual, y también nuestra historia debe cambiar si hemos aceptado el regalo maravilloso de la salvación, creyendo en Cristo Jesús.

No fue un día como cualquier otro, es el día más importante de todos los sucesos que han ocurrido en el mundo entero, el hecho más trascendental, pero ¿lo es para nosotros?

Lo que sucedió aquel día se hace efectivo en nuestra vida cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, cuando aceptamos que lo que ocurrió ese día tiene que ver con cada uno de nosotros; no es simplemente traer a la memoria lo que dice la escritura acerca de su sacrificio, sino además experimentarlo en nuestra vida diaria, cuando hacemos lo que indica Jesús: “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).

A partir del primer día que recibimos su palabra, aceptamos tres cosas: primero, que morimos con Cristo y resucitamos con Él para nueva vida, viviendo cada día para negarnos a nosotros mismos, es decir, dejando que nuestro “yo” mengüe para que Cristo crezca. Segundo, haciendo morir por el Espíritu Santo las obras de la carne y todo lo terrenal en nosotros. Y por último, tomando el compromiso de predicar su palabra, de seguir sus pasos en servicio, anunciando el evangelio de Jesucristo (Romanos 8:13, Colosenses 3:5-7).

Entonces, ¿estás experimentando lo que pasó aquel día?   Oración.

«Padre, ese día todo cambió y ahora quiero que el significado de la cruz sea evidente en mis actos, mostrando el amor que derramaste y viviendo como Cristo vivió, gracias Señor, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 26 de septiembre de 2022

La plenitud de su amor

 


La plenitud de su amor

“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” Efesios 3:17-19.

La plenitud de su amor la encontramos en Cristo, y esa plenitud al recibirla llena todo vacío en nuestra vida. No hay persona más solitaria, más vacía y más digna de conmiseración que aquella que no ha conocido el amor de Cristo (1 Juan 4:8). Y somos nosotros, los que hemos recibido de su abundante amor, que estamos llamados a corresponder a este amor compartiéndolo a otros, a aquellos que no lo han experimentado, que buscan y necesitan amor, pero no lo hallan , o encuentran una versión adulterada de él, la que ofrece el sistema de cosas que se contraponen a la verdad de Dios.

Solo la Palabra de Dios, ofrece el camino para conocer y experimentar el amor verdadero, pero se necesita que todos los que hemos sido rescatados por el amor de Cristo lo enseñemos, lo ofrezcamos y sirvamos a otros. Enseñar, amar y servir, lo mismo que hizo Cristo, ahora lo hagamos los que hemos creído en su mensaje.

Es la razón por la cual estamos aquí y es nuestra misión, amar a los demás como Cristo nos amó primero y dio su vida por nosotros, porque: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” (1 Juan 4:10)   Oración.

«Padre, tu amor no conoce fronteras y lo he recibido con el propósito de compartirlo a otros que están necesitados de él, guíame por medio de tu Espíritu a reflejarlo a través de mi vida, enseñando, amando y sirviendo tal como lo hizo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 25 de septiembre de 2022

El misterio de la vida

 

El misterio de la vida


“y no queréis venir a mí para que tengáis vida”. Juan 5:40

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” Juan 1:4

“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” Romanos 6:23

El misterio de la vida es algo que desconcierta a científicos e investigadores, ¿de dónde surge la vida? ¿Quién la sostiene? ¿Cómo surgió la vida?, estas y muchas preguntas relacionadas encuentran respuesta en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Todo fue creado por medio de Él y para Él, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Colosenses 1:16, Juan 1:3).

Jesús dijo de sí mismo: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6); el único camino que, por la verdad de su palabra conduce a la vida eterna, es Cristo.

Lo contrario a la vida es la muerte y esta surge como consecuencia del pecado; Santiago lo explica inspirado por el Espíritu de vida: “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” (Santiago 1:15).

El pecado nos separa de la fuente de vida, tal como nos enseña la palabra de Dios: “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.” (Isaías 59:2); porque Dios es un Dios santo y el único camino a la reconciliación definitiva con el Padre es el Hijo, el cual no hizo pecado ni se halló engaño en su boca y murió por los pecadores en sustitución (1 Pedro 2:22, 1 Pedro 3:18).

La paga del pecado es la muerte, pero si Cristo habita en nosotros, por medio de la fe, hemos recibido el regalo inmerecido de la vida eterna. ¿Por qué por medio de la fe?, porque Dios, por medio de su palabra, que es espíritu y es vida lo dice; y si creemos en su palabra podemos estar seguros que tenemos esta vida, pero no se trata de una vida temporal y física, sino de una vida eterna en el gozo y la presencia de nuestro Padre. (1 Juan 1:1-4)   Oración.

«Padre, me has dado vida verdadera, vida eterna por medio de la fe en Jesucristo, he sido renacido por tu palabra creadora, que ha formado en mí un nuevo ser para ahora agradarte y darte gloria a través de mi vida en servicio y alabanza. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 24 de septiembre de 2022

No es una simple historia

 


No es una simple historia

“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” 1Corintios 15:3-8.

Nos hemos acostumbrado a escuchar tantas veces que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó, que se nos ha vuelto como si escucháramos una simple historia rutinaria, pero el evangelio es el anuncio del evento más trascendental e importante que le compete a todo ser humano, pues es un anuncio de vida o muerte. Vida eterna por medio de la fe en Cristo, o muerte espiritual al que no cree; no porque Dios lo quiera así, pues Él no envió a su hijo a condenar al mundo sino a salvarlo por medio de sí, pues el hombre ya estaba muerto espiritualmente debido al pecado heredado de Adán (Juan 3:16-17, Romanos 5:12).

Así que debiéramos estar más atentos, aplicando lo que el Señor Jesús nos enseña cuando dice “El que tiene oídos para oír, oiga”, es decir, estando atentos y sensibles a la Palabra de Dios que nos es anunciada, incluso por medio de este devocional que leemos o escuchamos hoy, pues lo que se anuncia, si le prestamos atención y lo obedecemos nos da verdadera paz, gozo y vida; una esperanza que no defrauda, pues ya que Cristo murió y resucitó, nuestra fe nos da una esperanza cierta que tiene dos aspectos profundos: el primero, un presente lleno de propósito conociendo su amor, ya que Cristo murió y por tanto nuestro viejo hombre también murió junto con él para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. Y resucitó para darnos una nueva vida, colocando su Espíritu en nosotros (Romanos 6:5-11).

El segundo aspecto es que ya que hemos sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa, tenemos la garantía de un futuro cierto, de una redención de nuestro cuerpo mortal donde lo corruptible se vestirá de incorrupción, y esto mortal se vestirá de inmortalidad, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es (Romanos 8:23, 1 Corintios 15:53-55, 1 Juan 3:2).

Como podemos observar, no debemos tomar la muerte y resurrección de Cristo como algo rutinario, porque es el mensaje más importante, profundo y vigente que sostiene nuestra vida y nos anuncia un futuro maravilloso; no solo debemos profundizar en su significado sino también anunciarlo a otros.   Oración inicial

«Padre, te doy gracias por la obra maravillosa que hiciste en Cristo, por darme la salvación por medio de la fe, por esto quiero profundizar más en su significado y experimentar diariamente el poder de la resurrección en mi vida por tu Espíritu Santo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 23 de septiembre de 2022

Nuestra mirada en las cosas celestiales

 

Nuestra mirada en las cosas celestiales


“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” Lucas 9:62.

“El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a las nubes, no segará” Eclesiastés 11:4.

Es increíble cómo las cosas materiales y temporales nos pueden distraer de las cosas eternas y celestiales, que son mucho más gloriosas e importantes. En esta distracción perdemos fuerza, tiempo, propósito y bendición anhelando cosas que se desgastan por el uso, dejando las cosas del reino de Dios y su justicia en último lugar.

Las cosas del mundo son como aquel oropel que brilla pero no es oro, no tiene valor, pero nos puede entretener y adormecer; en contraste, el reino de Dios es aquel tesoro que un hombre al encontrarlo va y vende todo lo que tiene con tal de poseerlo (Mateo 13:44). Este tesoro invaluable, lo recibimos al creer en Cristo, al aceptar su Palabra de verdad en nuestro corazón.

Para disfrutar de este tesoro estamos llamados a fijar nuestra mirada en las cosas de arriba (Colosenses 3:2), y dejar de mirar hacia atrás, hacia el pasado, esto significa colocar como prioridad a Cristo, sus promesas y su gran amor; de esta manera nos lo dice la escritura “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18).

Esto implica para nuestro diario vivir, seguir avanzando en el conocimiento de Cristo y su Palabra, en persistir en aquello para lo cual fuimos llamados, como nos enseña el apóstol Pablo en Filipenses 3:12-14:

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

Cristo ya nos llamó y nos salvó, pero es nuestra vocación de vida, persistir en sus enseñanzas para comunicar este mensaje a los perdidos. Si nosotros no procuramos tomar del buen tesoro de nuestro corazón y usarlo para que otros vean la gloria de Dios en nosotros, ¿cómo creerán aquellos que no conocen el reino de Dios?

Así que procuremos estar firmes en nuestra vocación y elección para no seguir entretenidos en la dinámica del mundo, sino mejor estar en el ámbito del reino de Cristo (2 Pedro 1:10).   Oración.

«Padre, quiero vivir colocando mi mirada en las cosas celestiales, no dejando que ni los problemas, ni el pasado, ni las distracciones del mundo me desubiquen de mi posición en Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 22 de septiembre de 2022

Un nuevo nacimiento

 


Un nuevo nacimiento

“No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vio tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” Salmos 139:15-16.

“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” Salmo 127:3.

Cuan hermoso y esperado es el nacimiento de un niño, que viene a alegrar y a ser de bendición para toda familia. Nunca será un error el nacimiento de un nuevo ser, porque Dios lo está entretejiendo en el vientre de su madre. El Dios creador diseñó todos los mecanismos, para que fueran luego formadas todas las cosas necesarias.

Solo podemos alabar al Todopoderoso y afirmar: ¡Te alabaré; ¡porque formidables, maravillosas son tus obras! (Salmos 139:14).

El salmo de hoy afirma que los hijos son herencia del Señor, una recompensa que estamos llamados a cuidar y a proteger con amor; desde el momento mismo de la concepción tenemos este maravilloso compromiso ante tal bendición.

La mejor protección y amor que podemos brindar a los hijos y a las futuras generaciones es enseñarles la Palabra de Dios, para que los niños crezcan y se fortalezcan, y sean llenos de sabiduría; y para que la gracia de Dios sea sobre ellos (Lucas 2:40).

Esta instrucción hará que el niño cuando sea adulto se mantenga en el camino de bien y bendición que Dios tiene preparado para él en Cristo Jesús (Proverbios 22:6).    Oración.

«Padre, gracias por tus maravillas, por tu gran amor que expandes a todo ser, dando vida y dándonos el privilegio de ser administradores de todas las bendiciones que nos provees, en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 21 de septiembre de 2022

Quiero, pero no puedo

 

Quiero, pero no puedo


“Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí” Romanos 7:19-21.

“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” Romanos 8:10-11.

Si quieres hacer el bien, pero no puedes, necesitas saber que en Cristo sí puedes, pues “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13).

¿Quién me librará de esta tendencia a no hacer el bien que quiero sino el mal que no quiero? La respuesta es Cristo mismo viviendo en mí por medio de su Espíritu, ya que por el Espíritu podemos hacer morir las obras de la carne: “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13).

Debemos saber que Cristo ya nos dio su justicia por medio de la fe para que andemos vestidos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad, andando en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante (Efesios 4:24, Efesios 5:2).

Si Cristo está en nosotros, el pecado no tiene poder sobre nosotros para llevarnos esclavos a repetir los mismos terribles errores que practicábamos antes. Somos ahora vivificados por el mismo Espíritu que levantó a Jesús de entre los muertos para hacer la voluntad de Dios y vivir una vida abundante, entonces ¿qué harás al respecto ahora que la palabra de Dios te recuerda que Cristo mora en ti?   Oración inicial

«Padre tú me has dado la victoria sobre el pecado gracias a la obra de Cristo en la cruz, quiero vivir ahora en la justicia y santidad que esta verdad me revela, sabiendo que ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 20 de septiembre de 2022

Al pasado, pasado

 

Al pasado, pasado


“Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás con sabiduría” Eclesiastés 7:10.

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” Romanos 8:18.

Se escucha el refrán popular que todo tiempo pasado fue mejor, pero esto no es cierto en el reino celestial, en el reino de Cristo.

Muchos viven con dolor, rencor o reproches por causa del pasado que tuvieron, pero no es sabio añorar el pasado y sufrir por esto; como dice la escritura, tenemos frente a nosotros en Cristo Jesús: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9b).

Es más grande lo que Dios ha hecho ahora, su restauración, provisión y propósito, que todo lo malo que sucedió antes. Es más sublime y extraordinario lo que Dios hará con nuestras vidas si estamos dispuestos en su Espíritu, que todo dolor, frustración o daño que pudimos experimentar en el pasado, por eso no vale la pena quejarse por lo que fue o lamentarse por lo que no pudo ser. Así que, no guardemos ningún rencor ni amargura en nuestro corazón (1 Pedro 1:4-6).

Mejor, fijemos nuestra mirada en las cosas celestiales y eternas, comprendiendo que aunque a veces no vemos el propósito detrás de las cosas que suceden, si entregamos a Dios toda nuestra imposibilidad, Dios usará para nuestro bien aún la dificultad, para abrirnos todas las posibilidades de su favor inmerecido, porque: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28).

Vivamos cada día aceptando y experimentando con la guía de su Espíritu una verdad que ya ocurrió en todo creyente: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).   Oración.

«Padre, todo dolor, frustración o daño que pude experimentar en el pasado lo dejo en tus manos, lo llevo a la cruz y acepto el nuevo hombre creado en Cristo Jesús con toda bendición que tienes para mí, conforme a tu buena, agradable y perfecta voluntad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 19 de septiembre de 2022

Mi casa y yo serviremos al Señor

 

Mi casa y yo serviremos al Señor


Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” Josué 24:15.

Josué, terminando su misión de dirigir a Israel para poseer la tierra prometida, y al final de su vida, se dirigió al pueblo de Israel para recordarles cómo sus antepasados servían a dioses extraños, pero Dios llamó a Abraham y le dio una descendencia numerosa en Isaac y en Jacob. También les recordó cómo Israel descendió a Egipto y fue hecho esclavo, pero el Señor, por medio de Moises y Aarón, realizó muchas señales y prodigios, hiriendo a sus enemigos y sacándolos de la esclavitud. Luego de introducirlos en la tierra prometida, les dio la victoria contra todos los pueblos que la ocupaban, no con espada ni con arco, sino obrando poderosamente delante de ellos.

También les enfatizó que, estos pueblos conquistados, adoraban dioses falsos como los que servían sus antepasados antes de cruzar el río y debían quitarlos de entre ellos, por lo que, Israel no debía seguir su mal ejemplo, sino servir con integridad y en verdad a Dios, (Josué 24:14); en pocas palabras, dejar el pasado de pecado atrás, las viejas costumbres de idolatría, y recibir todas las bendiciones que el mismo Dios había conquistado para ellos. Pero, lastimosamente el pueblo hizo todo lo contrario y se alejó de Dios, aprendiendo las malas costumbres de otros pueblos, lo que trajo al tiempo, como consecuencia, el ser llevado cautivos a otra nación.

Por medio de la fe en Cristo, todo el que cree puede cruzar el río espiritual dejando atrás todo aquello que no agrada a Dios. El creyente puede, por fe, tomar posesión de la herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos, y toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo. (1 Pedro 1:4, Efesios 1:3)

Las enseñanzas equivocadas del mundo y el maligno, de que podemos ser nuestros propios dioses, nos llevan a ser esclavos y a servir a falsos ídolos; el mundo puede estar tratando de quitar los límites morales y aceptando lo malo como bueno, pero cada uno de nosotros hoy está llamado a seguir el ejemplo de Josué y, confiando en Cristo, poder declarar: mi familia y yo serviremos al Señor.   Oración.

«Padre, hoy con toda convicción me dispongo a tu servicio, a ser apartado para tu gloria, no sirviendo al mundo, sino que mi casa y yo te serviremos, por amor a Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 18 de septiembre de 2022

Se proclamará en las azoteas

 

Se proclamará en las azoteas

“Porque nada hay encubierto, que no haya de descu


brirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.” Lucas 12:2-3.

“Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.” Mateo 10:26-27

¿Y qué es lo que ha sido encubierto? ¿Qué es aquello que se gritará desde los techos para que todo el mundo lo oiga?

El evangelio de gracia y justicia de Cristo, que libera los corazones de la culpabilidad y de la esclavitud del pecado, porque la ley es justa pero no provee justicia al hombre, la ley es santa pero no produce santidad, el Espíritu de Cristo que ahora mora en nuestros corazones, es el que produce en nosotros toda santidad y coloca en acción la justicia que hemos recibido de Cristo (Gálatas 3:10 y Romanos 8:9).

Esto lo corrobora el capítulo 5 de Romanos y nos enseña que: “Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17); los que recibimos la abundancia de gracia y del don de la justicia ¿sobre qué reinaremos?, la respuesta es: sobre el pecado, “porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14).

 

La gracia provee lo que las justas demandas de la ley exigen, ambas deben ser predicadas y enseñadas en su contexto, para que entendamos la inmensa e inefable obra de Cristo en la cruz.

Pero es momento de que vayamos hacia la madurez espiritual y prediquemos este mensaje a toda criatura, como lo dicen los siguientes versículos, enfatizando este misterio que ha sido ahora revelado por la escritura: “para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2:2-3).

Hermanos, recibamos esta abundante gracia y el don de justicia, para que andemos en amor y en la luz de Cristo; en consecuencia, que ni aun se nombre entre nosotros, como conviene a santos, fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, ni ningún otro pecado (Efesios 5:1-8).   Oración.

«Padre, solo puedo alabarte y agradecerte por la obra maravillosa de Cristo en la cruz; por esto, hoy quiero recibir y experimentar toda tu gracia y don de justicia en Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 17 de septiembre de 2022

Las pequeñas zorras. Parte 2

 


Las pequeñas zorras. Parte 2

“Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.” Cantares 8:7

En el devocional anterior reflexionamos en cómo podemos cazar esas “pequeñas zorras” que dañan nuestro cultivo de amor y que afectan las relaciones con nuestro prójimo. Esos comportamientos repetitivos que podemos considerar como yugos, no permiten que correspondamos libremente al amor de Dios; entonces, ¿cómo cazamos estas zorras pequeñas y somos libres de este yugo?

La escritura nos dice “Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.” (Isaías 10:27 Reina-Valera 1960).

Es la unción la que nos ayuda a cazar esas pequeñas zorras que están dañando el amor; y al cazarlas, podemos entonces disfrutar de ese amor que “Las muchas aguas no podrán apagar, ni lo ahogarán los ríos”; ya Cristo en la cruz nos quitó la carga y en la comunión de su Espíritu el yugo se pudrirá a causa de la unción.

Acerca de la unción, la palabra de Dios nos enseña que “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19).

Así como el Señor Jesús fue ungido para su ministerio, nosotros, al identificarnos con Cristo, somos llenos del poder de Dios, de su unción, para ir a los quebrantados de corazón; pero esta unción del Espíritu Santo también nos dota de la capacidad de hacer lo que dice Colosenses 3:5 “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”.

Así que, en su unción somos protegidos, consagrados y escogidos. En la práctica diaria, obtener esta unción viene de pasar tiempo en intimidad con Dios, buscando su rostro y luego viviendo en total confianza en lo que dice su palabra (permanecer).   Oración.

«Padre, úngeme con aceite fresco de tu Espíritu en intimidad contigo mi Señor; quiero permanecer en tu amor y que de esta manera sea roto todo yugo de esclavitud, todo mal hábito, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 16 de septiembre de 2022

Las pequeñas zorras. Parte 1

 


Las pequeñas zorras. Parte 1

“Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne.” Cantares 2:15

l Cantar de los cantares de Salomón es una colección de poemas líricos de una enorme belleza, un cántico nupcial de amor verdadero entre un hombre (un pastorcillo) y una mujer (la sulamita), que se han entregado mutuamente en matrimonio y que logran estar juntos después de superar muchos obstáculos.

En comparación o símil con esta historia de amor, Jesucristo es ese pastorcillo que conquistó nuestro corazón y nos demostró que estaba dispuesto a todo por nosotros. Con su muerte en la cruz redimió (pagó) nuestros pecados y nos liberó de la esclavitud del pecado ¡Qué acto de amor más puro y sublime!

Las zorras pequeñas, del versículo de hoy, representan esas cosas que aparentemente son pequeñas pero que quieren arruinar la cosecha de amor que el Espíritu Santo está cultivando en nuestro corazón. Así como estas zorras pequeñas dañan los cultivos e impiden que la cosecha o fruto sean prósperos, hay pequeños enojos, malas respuestas, mentiras, excusas, malos pensamientos y todos estos comportamientos que no debemos tener los hijos de Dios, pero que, por nuestra carnalidad, aún se manifiestan y causan que la relación de amor, que debe existir con Dios, con nuestros hermanos y prójimo, se interrumpa.

En resumen, las pequeñas zorras son esos comportamientos repetitivos o yugos que no permiten corresponder libremente al amor de Dios, pues interrumpen nuestra comunión con Él y afectan nuestras relaciones personales; entre estos comportamientos que debemos abandonar están las mentiras, conversaciones obscenas, malos pensamientos, amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia (Efesios 4:25-31).

Pero, ¿cómo podemos cazar estas zorras que dañan nuestro cultivo de amor?; y reflexionando, ¿qué zorras pequeñas tenemos nosotros que interrumpen nuestra comunión con Dios y afectan nuestras relaciones? Lo veremos en el devocional de mañana.   Oración.

«Padre, examíname en lo más profundo y ve si hay maldad en mí y límpiame por medio de Cristo; anhelo tener una relación de amor ininterrumpida contigo por medio de tu Espíritu, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 15 de septiembre de 2022

Ser. Parte 2

 

Ser. Parte 2

“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no sat


isfagáis los deseos de la carne.” Gálatas 5:16

Un hombre verdaderamente espiritual es aquel que su hombre interior es fortalecido por el Espíritu Santo, a fin de dejar la carnalidad.

Pero, ser espiritual tiene que ver con la voluntad, es nuestra decisión; ya que, como un Padre amoroso que enseña a su hijo a fortalecer su ser y a obedecer, Dios nos dotó de voluntad para que, ahora en Cristo, nuestra voluntad actúe en comunión con el Espíritu Santo y seamos guiados a la madurez espiritual, a no vivir como vivíamos antes, como dice la escritura “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2:3).

Sin embargo, la vida cristiana no se trata de que para ser espirituales debemos aislarnos en una especie de monasterio, sino de permitir ser guiados por el Espíritu en todo lugar a donde vayamos y en donde estemos.

Como nos enseña el versículo de hoy, es un andar continuo, pues la palabra griega traducida para “andad” es peripatéo, que alude a un andar permanente, caminando constantemente con el Espíritu, para que por el Espíritu hagamos morir las obras de la carne, “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” (Romanos 8:13-14).

Lo que somos determina lo que hacemos y lo que tenemos.

Priorizar el ser sobre el tener y el hacer, como consecuencia de ser en Cristo, también impacta nuestra vida diaria: ser padre, ser esposo, ser hijo, ser un hermano; pues en contraste, cuando dedicamos más tiempo al tener y al hacer dejamos de ser hombres espirituales y terminamos dejando de último lo que Dios nos ha dado, afectando nuestra familia y nuestras relaciones.

Así que, ¿cómo está tu ser?   Oración.

«Padre, en todo lugar y en todo momento, quiero ser sensible a la voz de tu Espíritu; hoy me dispongo a escucharte, Santo Espíritu, para que el carácter de Cristo sea moldeado en mí y para hacer la voluntad del Padre, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 14 de septiembre de 2022

Ser. Parte 1

 


Ser. Parte 1

“Aconteció que, yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” Lucas 10:38-42.

“Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema” Éxodo 3:2-3.

Nuestra prioridad en la vida debe ser el ser, y por esto es trascendental atender lo que nos revela la escritura, sobre el tiempo que dedicamos en la intimidad de la oración fortalece nuestro ser interior, por el Espíritu Santo que nos ha sido dado; por eso debemos orar a Dios pidiendo lo que dice en Efesios 3:16, “para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecido con poder en el hombre interior por su Espíritu”.

Miremos en la escritura algo impresionante:

“Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra” (S. Juan 18:4-6); el mismo Dios poderoso, el YO SOY que se reveló en la zarza ardiente (Éxodo 3:13-14), ahora se muestra en la plenitud de Cristo, por esta razón estos hombres cayeron ante su presencia cuando dijo “soy yo”, “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9).

Nosotros al escuchar su Palabra debemos caer rendidos a sus pies, porque el YO SOY, por medio de la fe en Jesucristo, ahora habita en nosotros, (somos como esa zarza ardiente que no se consumía) y solo en la intimidad de su presencia nuestro ser es fortalecido por el poder de su Espíritu Santo. Somos porque Él es.

Entonces, así como María, ¿has escogido la buena parte, la cual no te será quitada que es estar en su presencia y fortalecer tu ser?    Oración.

«Señor Jesús hoy me rindo a la voz de tu Espíritu, me he encontrado a mí porque tú me has buscado pues estaba perdido y me has encontrado para darme vida eterna, propósito y paz interior. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 13 de septiembre de 2022

Ser, tener y hacer

 


Ser, tener y hacer

“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros” Éxodo 3:13-14.

Nuestra prioridad en la vida es el ser, antes que el tener o el hacer, porque podemos esforzarnos por tener muchas cosas, pero como dice nuestro Señor Jesús: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26), vemos que nuestro hombre interior tiene mucho más valor que cualquier bien material o que el mundo entero con todas sus cosas.

También nos enseña el Señor la necedad que hay en priorizar el “tener” por encima del ser, en Lucas 12:18-21 leemos: “Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.”

Es decir, al final toda la cosa material se volverá polvo, pero nuestro espíritu volverá a Dios que lo dio, (Eclesiastés 12:7), ya sea para condenación o para recibir el galardón según nuestra fe en Cristo; entonces “ser rico para con Dios” es la expresión que nos denota que la prioridad es el ser antes que el tener.

Y si nos ocupamos en el hacer antes que en el ser, nos estaremos perdiendo la mejor parte, como le enseñó Jesús a Martha, que andaba afanada y preocupada haciendo muchas cosas, pero solo una era importante y sigue siendo las más relevante aún para nosotros: pasar tiempo con el YO SOY, pues esto no nos será quitado (Lucas 10:38-42).

¿Qué cosa es más importante para ti hermano, el ser, el tener o el hacer?   Oración.

«Señor Jesús quiero pasar tiempo contigo, en intimidad escuchar la voz de tu Espíritu y experimentar el amor del Padre, quiero cambiar mis prioridades desde ahora en adelante colocándote a ti en el primer lugar. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 12 de septiembre de 2022

Nuevo mandamiento

 

Nuevo mandamiento


“Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:34-35 RVR 1960.

Al meditar en el contexto del pasaje de hoy, Jesús está anunciando a sus discípulos que la gloria de Dios se manifestará en su muerte y resurrección, puesto que Él pondrá su vida en rescate por muchos (Juan 13:31-33); y luego de anunciarles este hecho, les da un nuevo mandamiento “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34b).

Pero antes, los fariseos le habían preguntado ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?, “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.” (Mateo 22:36-40).

Entonces, ¿por qué es un nuevo mandamiento, si ya estaba escrito acerca del amor al prójimo?; la respuesta es porque cambia la medida del amor, antes era “como a ti mismo”, ahora, luego de su muerte y resurrección, es “como yo os he amado”.

El apóstol Juan lo resume de manera muy clara, dice “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (1 Juan 4:19).

El Señor Jesús cumplió el mandamiento del que depende toda la ley y los profetas, el cual nosotros, en nuestra naturaleza pecaminosa, éramos incapaces de cumplir. Pero ahora, por la fe en Cristo, Dios derrama su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo, para que amemos a nuestro prójimo como Él nos amó.

Estamos llamados entonces a permanecer y andar en su amor, como dice Efesios 5:2: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” Oración.

«Gracias Señor Jesús porque diste tu vida por mí para rescatarme del pecado que me condenaba y del maligno que me encadenaba; ahora soy libre para amar a mi prójimo con el amor con el que tú me amaste primero. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 11 de septiembre de 2022

No codiciarás cosa alguna de tu prójimo

 

No codiciarás cosa alguna de tu prójimo


“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo” Éxodo 20:17 RVR 1960

Santiago, por el Espíritu Santo, nos explica claramente la naturaleza de este décimo mandamiento: “Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.” (Santiago 4:2-3).

Entonces, este mandamiento saca a la luz la falta de confianza en un Dios proveedor, que está dispuesto a atender nuestras necesidades para enseñarnos a depender únicamente de Él y no del mundo, a no ser nuestros propios dioses y a no aferrarnos a cosas que se esfuman y corrompen; mejor colocar nuestra atención, esfuerzo y vida en las cosas eternas como nos dice su palabra: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:19-21).

Así que, si nuestro corazón está en las cosas materiales, en codiciar y envidiar lo que otros tienen, hemos faltado a este mandamiento y necesitamos de su gracia, porque todo pecado tiene como consecuencia la muerte espiritual (separación de Dios). Ir a la cruz es urgente, porque no podemos engañarnos ni engañar a Dios, puesto que “ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” (1 Corintios 6:10-11).

Recibamos a Cristo por la fe en nuestro corazón, para que seamos lavados, santificados y justificados, a fin de que recibamos su Espíritu y, por su acción efectiva en nosotros, hagamos morir toda obra de la naturaleza pecaminosa.   Oración.

«Padre, que mi mirada esté en las cosas eternas; sé que tú eres mi proveedor y de ti dependo completamente, en el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 10 de septiembre de 2022

Amor demostrado

 

Amor demostrado


“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” Lucas 7:37-47

Como pecadores que somos tenemos dos maneras de acercarnos a Cristo. Esta historia revela dos actitudes de mente y corazón. Simón estaba frente a Jesús pero no tocó su corazón, no se reconocía necesitado de nada y por lo tanto no sentía amor, se consideraba bueno y respetable ante los ojos de Jesús, aunque estaba al lado de Él, estaba totalmente distante. Esto nos recuerda lo que dice la Palabra de Dios. Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí”.

Contrario a la mujer que reconoció su profunda necesidad de salvación y por lo tanto inundó de amor a Jesús, con gratitud genuina en su corazón y mostrando un acto de servicio generoso hacia aquel que podía suplirla y por eso recibió el perdón.

Siendo todos igualmente deudores, todos hemos sido perdonados y cuando hemos recibido mucho, amamos mucho y esto debe traducirse en gratitud y servicio hacia Jesús. La mujer honró a Cristo ungiéndolo, derramando sobre Él lo más costoso que tenía, su perfume, era todo lo que podía ofrecerle y lo hizo con una actitud contrita y humilde hacia su Salvador. Simón, por otro lado, no demostró amor, no se esmeró en tratar a Jesús como un huésped de honor, como una señal de respeto y estima.

Cualquier cosa que hagamos, que tenga apariencia de virtud, no es más que hipocresía cuando es ejecutada sin amor. No se puede concebir la vida en Cristo sin amor. Pensemos en maneras de motivarnos a realizar actos de amor y buenas acciones, de tener gratitud como un acto de servicio desinteresado y generoso hacia Dios y hacia otros. Como dice 1 Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.

El amor es la prueba de que una persona ha recibido perdón, y que cuanto más se le perdone más amará. Amar es la expresión de mostrar gratitud al Señor por todo lo que ha hecho por nosotros. Sólo los que reconocen la profundidad de su pecado pueden apreciar todo el perdón que Jesús nos ha dado.

Hay muchas maneras de mostrar gratitud a Dios y una de ellas es cumplir su propósito en nuestra vida, haciendo su voluntad, compartiendo su Palabra y amando al prójimo como a nosotros mismos.  Oración.

«Gracias Jesús, por perdonarme y amarme tal como soy, por llenar mi corazón de amor y gratitud por la obra que hiciste por mí en la cruz. Me perdonaste, me salvaste y cambiaste mi vida. Quiero que mi gratitud sea más que palabras bonitas, que la pueda demostrar con actos de servicio generoso, de bendición y amor hacia ti y hacia otros. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 9 de septiembre de 2022

No hurtarás

 


No hurtarás

“No hurtarás” Éxodo 20:15.

Hurtar o robar, revela el deseo incontrolable del hombre de poseer lo que no le pertenece. Dios nos ha concedido, en administración, cosas materiales y también bienes intangibles, porque al final todo es de Él y para Él, el tiempo, vida, nuestro cuerpo, todo le pertenece y de todo le debemos dar cuenta, aun de cada palabra que sale de nuestra boca.

Incumplimos el octavo mandamiento incluso si robamos algo de muy poco valor, pues no es la cantidad sino la intención del corazón, “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19).

Pero también robamos tiempo, cuando lo utilizamos o derrochamos en cosas que no valen la pena, pues como dice la Palabra “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16).

Si de nuestro corazón sale este deseo de robar, aun el tiempo que nos ha sido asignado, el cual es limitado; su Palabra de vida nos redarguye a que andemos sabiamente, aprovechando al máximo cada oportunidad en el tiempo que tenemos, pero sin dejarnos llevar por los afanes de la vida que nos roban la paz y la tranquilidad que son bienes más elevados (Colosenses 4:5, Eclesiastés 3:1-2, 9).  Oración.

«Padre, purifica mi corazón por tu Palabra, forma un corazón íntegro como el de Cristo, para tu gloria y alabanza, borra Señor mi maldad y lléname de tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 8 de septiembre de 2022

No cometerás adulterio.

 

No cometerás adulterio.


“No cometerás adulterio” Éxodo 20:14.

El adulterio es tener relaciones sexuales fuera del matrimonio, es decir, ser infieles al pacto matrimonial. La Palabra de Dios relaciona el adulterio y la fornicación como pecados muy graves, que corrompen el alma y dañan profundamente nuestro ser (Proverbios 6:32, 1 Corintios 6:18), y que además serán juzgados por Dios: “Honroso sea en todo el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (hebreos 13:4).

En este séptimo mandamiento, el Señor Jesucristo saca a la luz la profundidad de la corrupción del ser humano: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28).

Esto quiere decir que tanto el adulterio como la fornicación (sexo fuera del matrimonio), inician en nuestro pensamiento, impulsados por nuestros malos deseos que inician por una mirada de codicia; estos malos deseos desbordados dan a luz los actos pecaminosos, y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. (Santiago 1:14-15).

Si como dice la escritura “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23)”, podemos ver por tanto, que necesitamos que nuestro viejo hombre, lleno de malos deseos sea crucificado juntamente con Cristo, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado, pues así como Cristo murió y resucitó, nosotros, de la misma manera debemos considerarnos muertos al pecado pero también en nueva vida, que Dios nos dio por la fe en Cristo Jesús, para que como resultado de apropiarnos de lo que hizo Cristo por nosotros de ninguna manera reine el pecado en nuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcamos en sus concupiscencias (Romanos 6:5, 11-12).

El adulterio y la fornicación destruyen y esclavizan, pero Cristo libera y da vida eterna, necesitamos por tanto arrepentirnos de este pecado destructor e ir a la cruz para recibir su favor inmerecido, para que por el poder de su Espíritu Santo seamos vivificados para hacer lo que agrada a Dios.   Oración.

«Padre, coloca pureza en mi corazón, coloca el pensamiento puro de Cristo en mi mente y el mismo sentir de sacrificio y amor, para vivir en santidad y mirar con el mismo amor con el que miraba Jesús. Amén».    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 7 de septiembre de 2022

No matarás

 


No matarás

“No matarás” Éxodo 20:13.

El sexto mandamiento, es explicado de manera profunda por el Señor Jesucristo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego” (Mateo 5:21-22).

Si hemos maldecido a alguien, si hemos deseado lo peor para esa persona, si hemos actuado con rencor o hemos guardado resentimiento, somos culpables de violar este mandamiento, necesitamos por tanto ir inmediatamente a la gracia de Dios, para recibir el amor de Cristo en nuestro corazón e ir con ese mismo amor y ofrecerlo a la persona con la que necesitemos reconciliación.

Pues de nada sirve que ofrezcamos sacrificio u ofrendas externas y que digamos que amamos a Dios, si no somos capaces de ofrecer amor a la persona con la que hayamos tenido un altercado o dificultad; como el Señor Jesús nos instruye: “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” (Mateo 5:23-24).

¿Cómo está tu relación con tu prójimo o hermano?    Oración.

«Padre, en Cristo Jesús he hallado el amor que no tenía antes en mí y que no podía brindar hacia mi prójimo y mis hermanos, lléname de tu Espíritu para poder reconstruir las relaciones que en mi pecado destruí en el pasado y ayúdame a tratar a mis semejantes con la misma gracia que tú me has tratado. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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