sábado, 29 de febrero de 2020

Si te convirtieres yo te restauraré


Si te convirtieres yo te restauraré
 “Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes”. Jeremías 15:19-20
Jeremías estaba siendo perseguido, por anunciar el mensaje de Dios y sus enemigos lo tenían abrumado, en su desespero acusó a Dios de no ayudarlo cuando más lo necesitaba; con su impaciente lenguaje había dejado la correcta actitud ante Dios. Algo parecido nos pasa a nosotros cuando estamos enojados, heridos y asustados. Pero la verdad es que Dios comprendió el sentimiento de indignación de Jeremías y no se enojó con él, sino que le respondió mostrándole cuál era su prioridad como escogido de Dios.
El Señor le dice: “delante de mí estarás”, en otras palabras estaba pidiéndole que le sirviera de manera aceptable, “si sacares lo precioso de lo vil”, está diciéndole que quite su corrupción natural, impaciencia y palabras precipitadas y deje ver la gracia divina con la cual había sido revestido, así, colocaría nuevamente los ojos en los propósitos de Dios y sería el vocero que influenciara al pueblo y no al contrario.
Cuando nos sintamos cargados como Jeremías, debemos recurrir a la oración para mostrarle a Dios nuestros más profundos sentimientos y poner nuestra confianza en Él. Es volver la mirada al Creador cuando hemos quitado nuestros ojos de Él. Sólo pide dos cosas: primero, convertirnos a Él, o sea dar la vuelta completa cuando le hemos dado la espalda, para sanarnos y restaurarnos; y segundo dejar lo vil, lo que nos ha contaminado, lo que nos ha causado dolor y sacarlo de nuestro corazón. Él sabe que no somos perfectos, pero en nuestro interior hay algo precioso de destacar y es su gracia.
Dios anhela restaurarnos y promete cosas grandes para nuestras vidas. Seremos como su boca, con poder y autoridad, con ternura y amor, para inducir a otros a buscar a Dios y no para dejarnos arrastrar por los caminos de la impiedad.
Apropiémonos de esta promesa de Dios, que está en Job 22:21-23 “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción” Oración.
«Señor, perdóname si en momentos de angustia he renegado en tu contra. Ahora, aunque todos se olviden de mí y me menosprecien por proclamar tu Palabra, no dejaré de confiar en ti y saber que estás a mi lado cuando esté triste y abrumado. Restáurame y ponme en alto, sáname de mis más profundas heridas para poder ser tu boca y proclamar tu gloria. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 28 de febrero de 2020

Todos los días suceden milagros


Todos los días suceden milagros
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. Marcos 16:15-18
Muchas veces nos hemos preguntado ¿por qué ahora no se ven tantos milagros como los que se dieron dentro de la iglesia primitiva en el siglo I? El Señor prometió respaldar el ministerio evangelístico con señales, milagros y prodigios y no ha dejado de cumplir sus promesas.
La verdad, es que todos los días suceden milagros, nosotros somos los que hemos dejado de verlos al no creer y estar rodeados de tanta frivolidad y escepticismo. Todos los días el Señor saca a personas de las tinieblas a su luz admirable, libera almas encadenadas al vicio y de los demonios que los oprimen, restaura hogares y relaciones rotas, hace sanidades de cáncer y de infinidad de enfermedades, pero la mayoría de las veces no se le da el crédito a Dios.
Marcos muestra con claridad los deberes de la iglesia, eso quiere decir, los deberes de todo cristiano, que son: la tarea de la predicación del evangelio a toda criatura, la tarea sanadora intercediendo por la sanidad del espíritu, alma y cuerpo de las personas, y la tarea de enseñar e instruir a otros con la verdad de la Palabra.
La iglesia también tiene una fuente de poder para enfrentar la vida desde la perspectiva divina. Ese poder es dado por el Espíritu Santo que nos usa a nosotros como instrumentos de fe para cambiar las circunstancias. Recordemos Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Cristo el Señor Todopoderoso es el Señor de la iglesia y sigue obrando en ella y a través de ella.
La vida cristiana se debe vivir en la presencia y el poder del Cristo Vivo, que continúa trayendo vida a los que están muertos en sus delitos y pecados, transformándolos para mostrar su poder y su gloria. Pidamos que nos quite toda duda e incredulidad de nuestros corazones para seguir viendo sus manifestaciones poderosas. Oración.  Amado Señor, enfoca mis pensamientos en tu reino y hazme obediente a tu mandato de proclamar el evangelio a toda persona, sé que, si me dispongo, tú me responderás y obras
a través de mi vida confirmando tu Palabra y tus promesas con sanidades y milagros en las personas; como lo hiciste con tus discípulos según Marcos 16:20 “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 27 de febrero de 2020

Una vida llena del Espíritu


Una vida llena del Espíritu

 “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Lucas 3:21-22
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto. Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor…. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Lucas 4:1; 14-18
Este es un pequeño resumen del ministerio del Espíritu Santo y su acción sobre la vida de Jesús. En su bautizo y mientras oraba, el cielo se abrió y descendió sobre Él. Jesús fue fortalecido por el Espíritu en la tentación en el desierto y fue llevado a Galilea en el poder del Espíritu donde se difundió su fama cuando predicaba, enseñaba y sanaba. Jesús era un hombre ungido por el Espíritu Santo y no hacía nada sin su asistencia.
Jesús oraba por mantener una relación íntima de amor con su Padre y experimentó una ininterrumpida y dulce comunión con Él. A lo largo de los cuatro evangelios encontramos a un Jesús morando en la presencia del Padre y haciendo su voluntad. Oró para tomar las decisiones más importantes, para pedir dirección, para interceder por sus discípulos y por todos los que iban a creer en Él.
Jesús es un ejemplo de un hombre lleno del Espíritu y su secreto era la oración. No sólo oró, sino que animó a los que estaban con Él a orar siempre y no desmayar, para que no se agobiaran por las preocupaciones de la vida, oró por las cargas y necesidades de otros, oró por fuerza para sí mismo y para soportar su prueba más dura: la cruz. La oración fue la que sostuvo a Jesús a lo largo de todo su ministerio terrenal.
Jesús experimentó todas las presiones, cargas y tentaciones de esta vida, por eso nos dejó al Espíritu Santo para que fuera nuestro aliado y camináramos también con Él. Aquel que intercede, que nos da su poder en los momentos de debilidad, que nos da visión y sabiduría, que nos alerta, redarguye y nos ilumina con la Palabra de Dios para que aprendamos a hacer su voluntad. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir en la plenitud del Espíritu. Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por ser mi ejemplo, por enseñarme a orar y por enviar a tu Espíritu para que me fortalezca en medio de las presiones y tentaciones de este mundo. Quiero como tú vivir siempre en comunión con Dios, dejándome guiar por tu Santo Espíritu y llenarme de su poder para vivir la vida en abundancia que me prometiste. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 26 de febrero de 2020

Una posición de honor que no merecíamos


Una posición de honor que no merecíamos
 “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Lucas 3:21-22
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto. Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor….. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Lucas 4:1; 14-
Este es un pequeño resumen del ministerio del Espíritu Santo y su acción sobre la vida de Jesús. En su bautizo y mientras oraba, el cielo se abrió y descendió sobre Él. Jesús fue fortalecido por el Espíritu en la tentación en el desierto y fue llevado a Galilea en el poder del Espíritu donde se difundió su fama cuando predicaba, enseñaba y sanaba. Jesús era un hombre ungido por el Espíritu Santo y no hacía nada sin su asistencia.
Jesús oraba por mantener una relación íntima de amor con su Padre y experimentó una ininterrumpida y dulce comunión con Él. A lo largo de los cuatro evangelios encontramos a un Jesús morando en la presencia del Padre y haciendo su voluntad. Oró para tomar las decisiones más importantes, para pedir dirección, para interceder por sus discípulos y por todos los que iban a creer en Él.
Jesús es un ejemplo de un hombre lleno del Espíritu y su secreto era la oración. No sólo oró, sino que animó a los que estaban con Él a orar siempre y no desmayar, para que no se agobiaran por las preocupaciones de la vida, oró por las cargas y necesidades de otros, oró por fuerza para sí mismo y para soportar su prueba más dura: la cruz. La oración fue la que sostuvo a Jesús a lo largo de todo su ministerio terrenal.
Jesús experimentó todas las presiones, cargas y tentaciones de esta vida, por eso nos dejó al Espíritu Santo para que fuera nuestro aliado y camináramos también con Él. Aquel que intercede, que nos da su poder en los momentos de debilidad, que nos da visión y sabiduría, que nos alerta, redarguye y nos ilumina con la Palabra de Dios para que aprendamos a hacer su voluntad. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir en la plenitud del Espíritu. Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por ser mi ejemplo, por enseñarme a orar y por enviar a tu Espíritu para que me fortalezca en medio de las presiones y tentaciones de este mundo. Quiero como tú vivir siempre en comunión con Dios, dejándome guiar por tu Santo Espíritu y llenarme de su poder para vivir la vida en abundancia que me prometiste. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 25 de febrero de 2020

Sin fe es imposible agradar a Dios


Sin fe es imposible agradar a Dios
 “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Hebreos 11:6
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz”. Hebreos 11:31
Dios muchas veces utiliza a personas con una fe sencilla para lograr sus grandes propósitos, no importa qué tan insignificantes parezcan. Rahab, una prostituta pagana que apenas había escuchado de Dios y que tenía un vago conocimiento de Él, sabía de la presencia de los hebreos al otro lado del Jordán, de sus logros obtenidos en el desierto y de la inminente toma de Jericó por parte de ellos. Entonces decidió engañar a los militares de su propio pueblo, para proteger a los espías que se habían hospedado en su casa en Jericó. Su fe era inmadura y aunque mintió diciendo que habían pasado por allí y que ya se habían ido, los tenía escondidos en el terrado de su casa para protegerlos del peligro de muerte. Dios usó su incipiente fe para llevar a cabo su obra. Ella estaba convencida de la supremacía de Jehová y de la protección que el Dios de los hebreos le daría por haber ayudado a los suyos, por eso, hizo un juramento con los espías, esperando la promesa de ser protegida el día en que Jericó fuese tomada. Su casa daba contra la muralla que protegía la ciudad, hizo que ellos salieran de noche por una ventana que daba hacia el campo, los espías dejaron un listón rojo como una señal visible de la promesa de seguridad para ella y su familia, el día de la conquista.
Dios los dirigió providencialmente hacia la única persona que creía en Él, por su fe los recibió en paz. Fue una buena obra de fe que la justificó. Fe que se puso por encima del temor y que la hizo aventurarse por el Dios de los israelitas y que le agradó a Él.
La verdad, es que nuestra fe es indispensable y vital si deseamos agradar a Dios. Nuestra fe no sólo es creer en Dios sino creerle a Él y a sus promesas. Una fe que nos impulsa a buscarlo de corazón y a descansar en su presencia.
La fe y el creer, sin duda se relacionan, pero la fe es más que creer, va de la mano con la acción que nos lleva a la obediencia. La fe es la sustancia de nuestra confianza en Dios, es tener plena seguridad de que recibiremos lo que esperamos, aunque ahora no lo veamos.
Si deseamos agradar a Dios, es esencial que creamos que existe, pero también que es galardonador de los que le buscan. Oración.
«Señor, sé que la fe en perspectiva implica creencia, acción, confianza y obediencia para poder tener una relación sólida y segura contigo. Por eso deseo agradarte buscándote de todo corazón, convencido de que siempre estás ahí esperando que me presente delante de ti y confiando en que cumplirás tus promesas. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 24 de febrero de 2020

Venid y volvámonos a Jehová


Venid y volvámonos a Jehová
“Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová. Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. […]; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, […] En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres. En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová.”, Oseas 2:13-20. Oración.
Padre Amoroso, perdóname por tanta infidelidad contigo, pues hoy puedo ver la ternura de tu amor, la inquebrantable naturaleza de un amor que espera, que sufre, que anhela y es eterno. Señor, hoy entiendo que solo tú tienes respuesta para mí, solo tu poder puede suplir mi necesidad, solo tu amor puede llenar mi sediento y vacío corazón. Ayúdame a volver a ti y restáurame por medio de tu gracia. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 23 de febrero de 2020

El pecado está a la puerta.


El pecado está a la puerta.
 “Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. Génesis 4:6-7
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Santiago 1:13-15
 “Si no hicieres bien, el pecado está a la puerta”, qué cierta esta afirmación de Dios, el pecado siempre estará agachado o escondido tras nuestra puerta como una fiera agazapada lista a atacar. Cuando le damos cabida a nuestros malos pensamientos y actitudes estamos predisponiéndonos para caer en tentación. Si bien no podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, podemos evitar que hagan nido en ella. Como dice al apóstol Santiago “cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido”.
Todos los días estamos sometidos a grandes tentaciones, pero si nos acostumbramos a ceder a pequeñas cosas, después cuando venga la gran prueba no vamos poder resistir. Nos preocupamos por los “grandes pecados” y nos dedicamos a cometer “pequeños pecadillos”. No olvidemos que para Dios el pecado es el mismo. Una pequeña mentira o una gran mentira, para Él son igual, no se trata del tamaño sino de las intenciones de nuestro corazón. Bien decía Jesús en Mateo 15:19 “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”.
Debemos revestirnos de Cristo para tener su mente, esto implica alimentar nuestros pensamientos con la Palabra de Dios y no permitir que ideas pecaminosas enturbien nuestro corazón, las pequeñas fallas que nos permitimos acaban con nuestra vida espiritual. Un ejemplo de esto fue la vida de Sansón, con todo el potencial que Dios le había dado, terminó arruinando su vida por no abstenerse de sus deseos carnales y por dejarse dominar de sus emociones.
Dios nos ha dado como dice 2 Timoteo 1:7 un espíritu de poder, amor y dominio propio o autocontrol, para vivir espiritualmente en victoria, para empoderarnos y mostrar una fe viva que le dé testimonio a los demás de Cristo, para decir la verdad, para manifestar amor por otros y dominio propio, para pensar con cabeza fría y enfrentar la tentación y guiarnos correctamente en este mundo. Oración.
«Señor, oro en este día para ser fuerte en mi fe y ser capaz de defender mis principios cuando el mundo, mi carne y el enemigo, quieren seducirme y hacerme pecar. Gracias por darme un espíritu de poder, amor y dominio propio y por estar a mi lado para ayudarme a caminar y sortear todo lo que se levante en contra mía. Guíame eficazmente a través de tu Palabra para tomar las decisiones correctas. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 22 de febrero de 2020

Cuando nuestra fe se convierte en una semilla.


Cuando nuestra fe se convierte en una semilla.
 “Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Mateo 17:18-20
Dios tiene una manera de resolver nuestros problemas y todo depende de cómo nuestra fe se convierte en una semilla. En esta analogía cuando sembramos una semilla, Dios cambia su naturaleza, de modo que llega a ser una planta, el poder de la vida surge en esa tierna y joven matica, de manera que una gruesa capa de tierra no impide que brote y crezca.
Jesús dice que nuestra fe en Dios es como una semilla. Cuando ponemos nuestra fe en acción es cuando depositamos en el Señor toda nuestra confianza, nuestra situación toma una naturaleza totalmente nueva y se convierte en un milagro en potencia. ¿Cuál es el monte que debemos remover en nuestra vida? ¿La soledad, pérdida de un trabajo, una enfermedad, una relación rota, dificultades en el hogar o alguna otra cosa?
Romanos 12:3 nos dice que todos poseemos una medida de fe y no importa que tan pequeña pueda ser, debemos usarla. Esta fe cobra vida al oír la Palabra de Dios. La fe crecerá en la medida que nos alimentemos de su Palabra, y sólo así el Espíritu Santo transformará radicalmente nuestra manera de pensar y comenzaremos a declarar las promesas de Dios.
Poner nuestra fe en acción es apropiarnos de sus promesas, hablándole a ese obstáculo o monte para que se quite del medio y poder observar cómo actúa Dios. Lo que humanamente se nos vuelve imposible de manejar, sólo Dios lo puede resolver y lo hará con el creyente que se deleite en su Palabra, que conoce cuál es la potestad, poder, voluntad, propósito y provisión de Dios para su vida y que ora de acuerdo a la voluntad de Dios. Como dice Mateo 10:1 “Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia”.
Orar por un milagro constituye una invitación al Espíritu Santo para que se manifieste al utilizar y declarar las promesas de Dios sobre nuestras vidas. Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por todas las cosas buenas que has preparado para mí, por darme una medida de fe que es la llave que libera los recursos del cielo para enfrentar cualquier situación de mi vida. Ayúdame a mantener mi fe viva y activa confiando en tus promesas y llamando las cosas que no son como si fuesen. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 21 de febrero de 2020

Dios siempre nos escucha. Parte 3


Dios siempre nos escucha. Parte 3
“Dios, Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”. Salmo 63:1-2
Si queremos ver el poder y la gloria de Dios en nuestras vidas, nuestra prioridad debe ser buscarlo cada día y pedirle que nos llene de su Santo Espíritu. Necesitamos perseverar en la oración y la meditación de su Palabra. Santiago 1:6-7 nos recuerda “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”. La duda es uno de los más grandes estorbos para que el Señor oiga nuestras peticiones y dé respuesta a nuestras vidas, cuando nuestra fe es inconstante nos compara con las olas del mar que van y vienen, pero nunca están firmes.
Otro gran estorbo en la oración está en hebreos 12:15 “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. La amargura nos impide alcanzar la gracia de Dios y contamina a todos los que nos rodean. Si no hay favor de Dios en nuestra vida nuestras oraciones no encontrarán eco en su corazón.
Estar mal con otros es una de las barreras para que nuestra oración no llegue a Dios. Mateo 5: 23-24 dice “Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”.
Si hemos lastimado y ofendido a alguien, Dios no nos escucha. Si no hay perdón no hay respuesta a nuestra oración. Mateo 6:15 dice “más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.
Los conflictos familiares y especialmente el maltrato conyugal, hacen que el Señor cierre sus oídos al clamor. Él ama la familia y quiere que demos honra a cada uno como corresponde y que nuestras relaciones no sean ásperas. Dice 1 Pedro 3:7 “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”.
Es tiempo de evaluar nuestra vida y ver si hay algunos de estos obstáculos impidiendo que no recibamos lo que pedimos. Oración.
«Amado Dios, quiero que mi prioridad sea buscarte cada día, entrar en tu presencia, al trono de gracia donde puedes mirar mi corazón y cubrir con tu amor mis faltas. Anhelo que me escuches, por eso quita la duda y la incredulidad para pedir con fe, arranca las amarguras de mi corazón que me impiden alcanzar tu gracia y estar bien con los demás, enséñame a perdonar y a tratar a los demás con la honra que se merecen. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 20 de febrero de 2020


Dios siempre nos escucha. Parte dos.
“Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré”. Salmo 5:1-3
 Si queremos tener una vida espiritual y vivir el gozo de la oración contestada, necesitamos eliminar todo aquello que se interpone en nuestra comunión con Dios. Como decíamos ayer, Dios siempre está presto para oír nuestro clamor, el problema no es de Él, el problema es de nosotros, que con nuestras actitudes colocamos obstáculos a nuestra oración.
En primer lugar, rehusarse a escuchar la Palabra de Dios. El Señor estableció una relación con nosotros para que le hablemos a través de la oración y Él nos responde a través de su Palabra. Nuestra vida de oración no debe ser un monólogo, sino un diálogo, porque Dios nos escuchará si nosotros también escuchamos su voz. Dice Proverbios 28:9 “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable”.
Dios no puede escuchar la oración si hay pecado inconfeso en nuestra vida. Dice Isaías 59:2 “pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”. El pecado obstaculiza los favores de Dios, esa barrera está puesta por nosotros, por eso debemos arrepentirnos y confesar nuestro pecado para restaurar nuestra comunión.
Cuando somos orgullosos también estorbamos la oración. En el Salmo 138:6 dice: “Porque Jehová es excelso, y atiende al humilde, más al altivo mira de lejos”. Cuando pedimos con egoísmo, pensando sólo en nosotros, Santiago 4:3 nos recuerda: “Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. pero Dios quiere contestarnos, pero necesitamos hacer cambios en nuestras vidas para que nuestras oraciones lleguen a sus oídos. Oración.
«Señor Jesús, como dice el salmista: “examina mi corazón y conoce mis pensamientos y mira si hay en mí camino de iniquidad y guíame por el camino eterno”, perdóname si he estorbado mi oración siendo rebelde a tu Palabra, permitiendo que el pecado se enseñoree de mí, siendo orgulloso y egoísta pensando solo en satisfacer mis propios deseos. Rindo mi corazón para que me limpies y me restaures. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 19 de febrero de 2020

Dios siempre nos escucha. Parte uno


Dios siempre nos escucha. Parte uno
“Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Isaías 65:24
Dios siempre está dispuesto para oír al que le busca. Responderá antes de que le llame y aun cuando esté hablando, Él se adelanta y responde sus oraciones. Que hermosa promesa la de nuestro amado Padre, cada día está esperando a que entremos en su presencia y antes de que hablemos, ya conoce las intenciones de nuestro corazón, y sabe de qué tenemos necesidad. Siempre está atento a escuchar nuestro clamor, el Salmo 18:6 dice: “En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos”.
Uno de los más graves problemas de la comunicación entre los seres humanos es que no sabemos escuchar, siempre estamos interrumpiendo al otro y exponiendo nuestro punto de vista. Por esto, muchas relaciones han fracasado al no saber escuchar y hoy las personas solo necesitan ser oídas para entenderlas. Si necesitamos conocer y ayudar a otros, debemos empezar por aprender a escucharlos.
Qué reconfortante saber que Dios siempre tiene oídos para oírnos, conoce los anhelos de nuestro corazón y nuestras necesidades. En Isaías 59:1 dice “He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír”. No hay ningún obstáculo de parte de Dios para que atienda nuestras oraciones, para que oiga nuestro clamor, Dios se deleita en contestar y obrar en la vida de cada uno de nosotros, pero hay cosas en nuestra vida que pueden estar estorbando nuestra oración. Los obstáculos no vienen de parte de Dios sino de nosotros mismos.
Examinemos nuestro corazón y pidamos a Dios que nos muestre cuál es la barrera que está impidiendo que nuestra oración llegue a sus oídos. Puede ser la falta de fe, nuestro pecado, el desconocimiento de su Palabra, nuestro corazón duro, etc.
¿Cómo pretender que Él nos escuche si antes no le escuchamos a Él a través de su Palabra?   Oración.
«Gracias Señor por estar siempre atento a mi clamor cuando entro en tu presencia. Tú eres el único que escucha sin interrupción, el que siempre tiene palabras de vida eterna para mí, el que comprende la necesidad de mi corazón aun antes de que la exprese con mis labios. Enséñame a esperar en ti y a callar cuando quieres que escuche tu voz. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 18 de febrero de 2020

La paz de tu presencia.



La paz de tu presencia.
“Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”. Marcos 4:36-41
Cuando pasamos por grandes dificultades, la duda y el temor se apoderan de nosotros y quizás podemos estar diciendo palabras hirientes como las que los discípulos de Jesús le dijeron aquel día en la barca: “¿no tienes cuidado que perecemos?, en otras palabras ¿no te importa lo que nos está pasando? Su miedo ante las circunstancias que estaban viviendo y su incredulidad hicieron que se olvidasen de una actitud correcta hacia el Señor. La verdad es que en momentos de angustia, a veces no sabemos lo que decimos y podemos estar ofendiendo y renegando del Señor.
¿No tienes cuidado de lo que nos está pasando? Estas palabras hieren y sin embargo, a menudo las expresamos cuando sufrimos o atravesamos por un mal momento y de repente aparecen las dudas sobre Jesús y su cuidado y la incredulidad asalta nuestros pensamientos, especialmente cuando nos sentimos indefensos y vulnerables. Que nuestras vivencias, nuestras luchas diarias, nuestros problemas familiares, financieros, nuestras enfermedades no nos hagan perder las esperanzas y dudar de quién es nuestro Señor, el único capaz de resolver nuestras situaciones.
Jesús se reveló a sus discípulos como el Todopoderoso, a quién la creación se somete, el que estuvo en la tormenta, pero no se sujetó a ella, al que las tormentas no le inquietan, pero que sí le preocupa que nuestra fe falle cuando estamos abrumados y asustados. ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?
El Señor siempre está tranquilo y nos extiende su mano poderosa para sostenernos, nos da su cuidado y nos llama a cobrar valor, a reconocer que todo está sujeto a su voluntad y que nada se sale de su control. Cuando nos demos cuenta de que la presencia del Señor está con nosotros y en nosotros, nuestras tempestades deben convertirse en calma. Oración.
«Señor, cuando la vida me envuelva en una tempestad de duda, tensión e incertidumbre y no sepa qué hacer, vuelve mi mirada a ti para verte a mi lado, para que mi fe no falle y entienda que tú harás tu voluntad, trae paz a mi ansiedad y enséñame a confiar en tu amor que nunca falla, perdóname si he dicho palabras que ofenden tu majestad y poder. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 17 de febrero de 2020

Cinco palabras para


                                                           
  Cinco palabras para memorizarlas.                                                 Hay cinco palabras que todo creyente debe saber y poder explicar. Para demostrar nuestra Fe y Tener confianza en lo que creemos es muy importante, ya que las culturas se vuelven cada vez más decididas en su persecución a los cristianos.
Redimidos: La sangre derramada del Señor Jesús redime a los creyentes (1 Pedro. 1.18, 19). Esto significa que somos comprados de una vida de esclavitud al pecado. Perdonados: Además, recibimos perdón; los errores de nuestro pasado, presente y futuro son quitados totalmente (Efesios. 1.7, 8). Para el resto de la eternidad, Dios ve a sus hijos a través del "velo" de la sangre de Cristo, que los hace puros y santos. Todo aquel que confía en Jesús es declarado inocente (justificado, según Romanos 5.8, 9), y puesto en relación con Dios (reconciliado, según Colosenses 1.19-22). Santificado: Este cambio inalterable de la condición de pecador a santo, sucede en el momento que una persona recibe a Cristo como Salvador.
La última palabra, santificado, describe el proceso de maduración que dura toda la vida, que comienza cuando una persona pone su fe en el Salvador (He 13.12). El santo es apartado del resto de la humanidad con el propósito de hacerlo parecido a Cristo. Por medio de las pruebas y la enseñanza, Dios "vacía" nuestro viejo yo, y llena nuestro corazón y nuestra vida con la vida de Jesucristo.
Estas cinco palabras cuentan la verdad de nuestra fe. Medite en los versículos relacionados con cada una de ellas, y pídale a Dios que escriba el significado de ellos en su corazón. Si confiamos en lo que creemos, podremos ser una luz para los demás, inclusive ante la amenaza de dolor. Estas cinco palabras cuentan la historia de nuestra fe y el entenderlas puede cambiar su vida. Oración. Padre santo ayúdame a que estas cinco palabras las haga rema en mi corazon. Que son. Redimidos. Perdonados. Justificados. Reconciliados. Santificados. Amen. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 16 de febrero de 2020

Seamos transparentes con Dios y con los demás.


Seamos transparentes con Dios y con los demás.
“Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”.Génesis 2: 25
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? ”.Génesis 3:7-11
Tan pronto como el ser humano pecó, se dio cuenta que estaba desnudo y sintió vergüenza. Tanto la culpabilidad como la vergüenza se apoderaron de Adán y Eva. Lo único que vieron sus ojos fue su propia desnudez y pretendieron esconderse el uno del otro y de Dios. Esa unidad completa, inocente, abierta y sin pizca de vergüenza en nada, se derrumbó. Se taparon con hojas de higuera, lo que implica que perdieron la conexión que había entre ellos. Trataron de cubrir su desnudez mediante sus propios esfuerzos pero no pudieron; su vergüenza, remordimiento, temor, la sensación de culpa, los llevaron a escaparse de la presencia de Dios y a poner barreras entre ellos.
Rompieron su relación con Dios cuando creyeron que su camino era mejor que el de Él, se cohibieron y se escondieron de su presencia, trataron de disculparse y defenderse y le echaron la culpa al otro, incluyendo a Dios.
Cada vez que nos ocultamos detrás de una apariencia, detrás de una máscara, mostramos lo que no somos, pagamos un precio muy alto, perdemos la conexión con las personas que son importantes en nuestra vida, pero lo más triste es que perdemos la conexión con Dios, tratamos de escondernos de su presencia, olvidamos que es el único que conoce lo profundo de nuestro corazón y que puede ayudarnos. Si hemos pecado, no debemos huir, por el contrario, debemos acercarnos a Dios, admitir nuestro error y pedir perdón. No escapemos de nuestra responsabilidad culpando a otros.
Efesios 1:5-6 nos recuerda que el Señor Jesús pagó un precio muy alto en la cruz por nosotros y nos aceptó tal como somos. Ahora nada nos impide que estemos delante de Dios, Él conoce nuestros más íntimos secretos y nos ama a pesar de todo. Sólo la provisión de Dios, por medio del sacrificio de Cristo bajo el nuevo pacto, cubrió multitud de faltas, nos permitió revestirnos de Cristo para poder restablecer nuestra relación con Dios y con otros. Sólo podemos conectarnos de verdad, cuando desnudamos nuestro corazón delante del Padre y nos mostramos tal como somos con los demás. Oración.
«Amado Señor, hoy vengo a tu presencia con un corazón contrito y humillado, reconociendo que soy un pecador, que te he fallado, te pido perdón, quita mi culpa y mi vergüenza para mirarte cara a cara. Que no culpe a otros por mis debilidades y que pueda ser sincero en mi relación con los demás sin esconderme detrás de una apariencia. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 15 de febrero de 2020

El que tiene oídos para oír, oiga.


El que tiene oídos para oír, oiga.

“Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar. Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó, y toda la gente estaba en la playa. Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga”. Mateo 13:1-9
 “El que tiene oídos para oír, oiga”. Qué privilegio saber que Dios nos está hablando a través de su Palabra, ¿estamos prestando atención a lo que escuchamos? Quizás el ruido de nuestros problemas y del mundo nos ensordece y no podemos escuchar.
Dios demanda que lo escuchemos atentamente, porque la verdad de Dios entra en nuestra conciencia por medio de los oídos y los ojos; y la predisposición de nuestro corazón hace que lo que oímos o vemos lo entendamos y deseemos ponerlo por obra, en otras palabras “obedecer la voz de Dios”, además la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios, dice Romanos 10:17. El comienzo, el desarrollo y el poder de la fe viene por oír, pero sólo el oír la Palabra, porque la Palabra de Dios fortalecerá la fe.
La verdad es que ninguno puede invocar a Dios a menos que haya creído en Él y para creer tiene que haber oído hablar de Él. Pero, ¿cómo oirán de Dios si no hay quien les hable? Hoy hay mucha ignorancia espiritual por la falta de conocimiento de la Palabra de Dios. Otros cierran los oídos a lo que no quieren saber.
Dios nos ha dado una conciencia y al Espíritu Santo para que nos enseñe y nos muestre la voluntad de Dios. Hay una responsabilidad personal de cada creyente de transmitir el mensaje del evangelio a sus semejantes. Somos la voz de Dios en la tierra. Nos ha dado la palabra de fe, la cual debemos predicar, para que los hombres crean y sean salvos. ¿Cómo sabrán del mensaje sino lo comunicamos? La invocación de Jesús como nuestro Señor envuelve la fe, y el creer envuelve el oír, y el oír envuelve la predicación y la predicación envuelve una misión de predicación.
El Señor nos está llamando a esta gran tarea en estos tiempos finales, el evangelio debe ser escuchado en todo el mundo antes que el Señor Jesucristo regrese por segunda vez. ¿Podrá contar con nosotros? Ojalá que el Espíritu Santo despierte una respuesta de fe en cada uno para cumplir con su mandato. Oración.
«Señor Jesús, como dices en tu palabra “a la verdad la mies es mucha y los obreros pocos”, levántame a mí y a otros para cumplir con el mandato de la Gran Comisión, este mundo está urgido de conocer las buenas nuevas de salvación y somos tu boca, tus pies y tus manos para ir a compartir tu mensaje. Dispón nuestro corazón para hacer tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 14 de febrero de 2020

Hambre y sed de la Palabra de Dios.


Hambre y sed de la Palabra de Dios.
 “He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová”. Amós 8:11
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Mateo 5:6
El hambre más grave de la humanidad no se satisface con pan y carne, es el hambre y la sed espiritual. Estamos en tiempos, donde muchos desean una palabra genuina de Dios, para guiar sus vidas, pero no la encuentran porque no saben dónde hallarla y se refugian en falsas religiones, sectas e ídolos que nunca podrán satisfacer su necesidad espiritual. Buscan santuarios humanos y hacen peregrinajes tratando de hallarlo, pero no lo van a encontrar porque como dice Hechos 17:13, Él no habita en templos hechos por manos humanas, Él mora en aquellos que le han creído.
En tiempos de Amós, el Señor le habla a Israel diciéndole que vendrá un tiempo donde tendrán sed de oír su Palabra. Su pueblo era una nación privilegiada porque se había fundado sobre la Palabra de Dios y Él les había ordenado y enseñado todo: cómo buscarlo, vivir, comer, vestirse, tratar a los ancianos, a los enfermos, a los extranjeros, etc. Y de pronto, por su dureza de corazón y su idolatría con otros dioses se apartaron del Dios Vivo. ¡Y ahora, no tenían nada! Dios había retirado su consejo, su enseñanza, su Palabra.
Cuando nos alejamos de Dios, vendrá la sed espiritual, no habrá ninguna Palabra para nosotros. El Espíritu Santo se contrista y se apaga y no podemos recibir su dirección. Cuando sintamos ese abandono, es cuando debemos reaccionar, arrepentirnos y volver al Dios Vivo. Anhelemos tener hambre y sed de justicia, sed de Dios, de que nos hable, anhelemos que se cumpla su Palabra, que se haga su voluntad en esta tierra y clamemos como el salmista: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Salmo 42:2.
Si decidimos buscarlo de corazón lo hallaremos. Así dice Jeremías 29:12-13 “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por quitar el abismo que me separaba del Padre, con tu muerte en la cruz, por abrir ese camino para llegar a Él. No quiero perder mi comunión contigo ni un solo día de mi vida, tengo hambre y sed de ti, de tu consejo, tu enseñanza y tu dirección. Te amo Señor. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 13 de febrero de 2020

Vuélvete a mí.


Vuélvete a mí.
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”. Isaías 43:25
“Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”. Isaías 44:22
 “Borro” es una expresión tomada de un libro de cuentas, en el que, cuando se salda una deuda, la suma cargada en cuenta queda cancelada o borrada. En estos versículos, el Señor nos dice que ha disipado nuestros pecados como una nube y nuestras ofensas como la niebla de la mañana y nos pide volver a Él, porque pagó un precio muy alto por nuestra libertad.
Con Dios nunca hay ensayo y error. Él es perfecto y siempre nos espera, podrá haber días nublados y difíciles a causa de nuestros pecados pero también nos ha prometido ser “ese sol” en el día oscuro, cuando volvemos la mirada a Él. No permitamos que el pecado ensombrezca nuestras vidas, acerquémonos a Dios en arrepentimiento y confiemos en su perdón, Él siempre está listo para borrar nuestro pecado.
“Vuélvete a mí” es la preocupación de Dios por aquellos que se han descarriado, que se han salido del camino. Nuestros pecados son como una nube espesa entre la tierra y el cielo; en otras palabras, son una barrera que nos separa de la presencia de Dios, pero cuando Él nos perdona la disipa de manera que el camino al cielo queda abierto otra vez, con nuestra comunión restaurada y la llenura de su Espíritu en nuestros corazones.
Es gratificante saber que el Señor deshizo la deuda de nuestro pecado, ya no hay nada que nos acuse. Cuando Dios perdona, olvida por amor a sus misericordias, por amor a sus promesas y por amor a su Hijo que hizo su obra perfecta de salvación. Esto nos permite buscar el perdón por la fe en Él, con un verdadero arrepentimiento y una nueva vida. Dios nos insiste en la necesidad de un andar santo como prueba de que lo conocemos. Oración.
«Padre, me lleno de gratitud por estas promesas porque me recuerdan tu disposición para perdonar mis pecados, no quiero que ninguna nube de iniquidad se interponga entre nosotros, quiero permanecer en ti y en tu Palabra, en una continua comunión contigo. Gracias por tu fiel presencia en los días nublados, por ser la luz que ilumina mi caminar. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 12 de febrero de 2020

El error de Juzgar.

El error de Juzgar. Parte dos.
“Le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Más esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8:4-11
 En este pasaje Jesús trata el pecado de la mujer adúltera amorosamente, llevándola a encontrar la justificación divina sin juzgarla y criticarla. Encierra una gran verdad la compasión y la misericordia por los pecadores. Los escribas y fariseos buscaban la ocasión para desacreditar a Jesús y por eso le trajeron la mujer; si nos imaginamos la escena, quizás la llevaron a empujones, exponiéndola públicamente. Ella no despertaba en ellos ninguna compasión y misericordia, carecía de valor, la despreciaban por su condición y la pusieron como señuelo para intentar prender a Jesús con alguna palabra o acción con la que pudieran acusarlo, prácticamente estaban obligando a Jesús a elegir entre la misericordia y la justicia.
Ellos esperaban que Jesús mostrara hacia la mujer adúltera la misma misericordia que le había caracterizado durante su ministerio público, pero si lo hacía, quedaría claro para ellos que Jesús no respetaba la ley de Moisés; y si la condenaba ¿dónde estaba la gracia? Y si la perdonaba, ¿no iba esto en contra de la ley mosaica?
Jesús dice algo que le da un viraje al asunto: “El que de vosotros esté libre de pecado sea el primero en tirar la piedra”. De esta forma cambió la atención en la mujer y la colocó en los acusadores. Los fariseos siempre invocaban la ley no para mirarse a ellos mismos, sino pensando en aplicarla a otros. El Señor los obligó a examinar su propio corazón, Él nunca negó la culpabilidad de la mujer, pero ¿estaban ellos libres de culpa?, ¿dónde estaba el adúltero, acaso no era igual de pecador?
Al ser redargüidos en su interior, se fueron alejando uno a uno hasta que ya no quedó ninguno. No soportaron permanecer con la conciencia al descubierto delante de Jesús. La diferencia con Jesús es que no señaló a la mujer, le dio la oportunidad de arrepentirse y de ser perdonada. Esto debe enseñarnos que no somos jueces de nadie y mucho menos juzgar cuando nuestros móviles no son rectos y nuestras vidas no son honestas. Si hemos descubierto la misericordia y el perdón, es tiempo de que dejemos de señalar a otros. Oración.
Amado Señor Jesús, gracias por confrontarme con tu Palabra, examina mi corazón y ayúdame a entender que si fui perdonado no tengo ningún derecho para condenar a otros. Lléname de tu compasión y misericordia para ayudar a todos aquellos que están sufriendo por causa de su pecado y darles a conocer tu amor perdonador. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 11 de febrero de 2020

ZARZAS ARDIENTES

ZARZAS ARDIENTES
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.”, Éxodo 3:1-4
Cuando Dios nos habla, algo cambia en nuestra vida, Él tiene formas muchas veces insospechadas por nosotros de llamar nuestra atención, para que lo escuchemos atentamente y reconsideremos nuestra vida, para que tomemos decisiones correctas, o cambiemos algo que no le agrada.
Nos puede hablar por medio de una zarza ardiente espiritual. ¿Cuáles son las zarzas ardientes en nuestra vida? Son las cosas que suceden, tal vez fuertes o conflictivas, que no se pueden ignorar y retan nuestra vida, pues nos quieren llevar a una nueva posición porque nos desafían a confiar plenamente en Dios y tienen un efecto perdurable. Esto pasó con Moisés, luego de que Dios le hablara, su vida nunca volvió a ser la misma.
La clave es la confianza en Dios, porque muchas veces aparentemente no nos dirá exactamente lo que debemos hacer en alguna situación, pero podemos estar seguros de que Él colocará las cosas de tal forma que será para nuestra bendición, como dice Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”
Dios está dispuesto a hablarnos si estamos dispuestos a escucharlo, pero lo más importante, después de escucharlo, es obedecerle.
Dios nunca nos diría algo que no fuera lo mejor para nosotros, así que, aunque no conocemos toda la historia o el final de nuestra vida, podemos estar confiados de que Dios dispondrá y nos llevará paso a paso para completarla, hasta llegar al mejor fin que tiene planeado para nosotros (Jeremías 29:11). Él tiene la mejor historia para nosotros y el mejor final, que no es otra cosa que el principio de una nueva vida gloriosa en Cristo, para toda la eternidad y del cumplimiento de su voluntad y propósito para nuestra vida.
Aprendamos a escucharlo, reflexionando sobre cada circunstancia particular que nos sucede, llevándola día a día a sus manos. Por medio de su Palabra y en oración, confiemos y estemos dispuestos a obedecer, pues el Señor dispondrá todo para darnos la instrucción precisa y para que obtengamos el mejor fin para nuestra bendición. ¿Qué es lo que Dios quiere enseñarte o quiere decirte a través de la situación por la que estás pasando ahora? Oración.
"Gracias Señor porque tienes planes maravillosos para mi vida, estoy dispuesto a escucharte y a obedecerte, guía mi vida a una nueva dimensión, a aquella que tú sabes que es mejor para mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 10 de febrero de 2020

La manera más sencilla de evangelizar.

La manera más sencilla de evangelizar.
“Y les dijo: Venid en por de mí, y os haré pescadores de hombres”, Mateo 4:19
Este llamado de Jesús a unos pescadores ahora se hace extensivo a todos los creyentes. No importa nuestro oficio, profesión o trabajo que hacemos, el Señor nos llama a servir en su reino. Es la estrategia de Jesús, para conquistar el mundo para Él, por eso llama a hombres y mujeres para ser sus representantes y comunicar su mensaje en todo lugar y extender así el evangelio por toda la tierra.
Jesús expresó el propósito del llamado a sus discípulos, en términos que ellos lo entendieran, como pescadores expertos, sabían cómo atrapar peces, cuál era la mejor hora para hacerlo, la manera de bajar y levantar la red, cómo clasificar los peces y comercializarlos. Un buen pescador debe tener estas cualidades: paciencia, perseverancia y coraje. Cualidades que nos pueden hacer buenos pescadores de hombres. Es una analogía perfecta para la tarea a la que Jesús nos llama: ganar a otras personas para Él.
Cuando recibimos a Cristo, experimentamos su amor y empezamos una experiencia personal de transformación en nuestras vidas, esto nos motiva a compartirles a otros sobre Jesús con nuestro testimonio personal que es la forma más efectiva de evangelizar. El creyente que no comparte su fe desde el principio, tiene dificultades después en su desarrollo espiritual. Las primeras personas que debemos impactar con el mensaje de Cristo son las de nuestro entorno, la familia, amigos y conocidos. El amor que Dios nos demostró, con la muerte y resurrección de su hijo, nos debe motivar a vivir vidas dedicadas a Él
La iniciativa es de parte de Dios, llama al que Él quiere, es un llamado soberano y nos da una orden. Como dice Marcos 16:15 “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. ¿Qué respuesta daremos a su llamado? Lo que Jesús necesita es gente corriente que se dé a sí misma. Cuando nos disponemos, Él hará lo que quiere a través de nosotros. Oración.
Señor Jesús, quizás como a esos pescadores que parecían insignificantes, me escogiste a mí entre muchas personas, cambiaste mi vida y mi destino. Ahora quiero mostrar a otros el Camino, te pido que me llenes de paciencia, perseverancia y valentía para compartir tu mensaje de salvación. Mi mayor motivación es tu amor que ha transformado mi corazón, permite que mi testimonio personal influya en la vida de los que están a mi lado. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 9 de febrero de 2020

Dios está buscando hijos que lo alaben de corazón

Dios está buscando hijos que lo alaben de corazón
“Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra”. Mateo 26:7-10
Nuestra comunión diaria con Dios debe ser un estado de constante humildad ante Él. Al igual que la fragancia rota, podemos verter nuestra vida a los pies de Jesús, Él enjugará nuestras lágrimas y lavará nuestras vidas de todo pecado.
Por cuanto somos sus hijos Él envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, el cual clama “Abba Padre”, así que ya no somos esclavos, sino hijos y tenemos todos los derechos como tales. Pidamos que nos de ojos de niño para verlo, expresiones de amor y palabras de nuestro corazón, para darle alabanza en sincera adoración.
Como la mujer del pasaje, adorar a Jesús de esa manera no fue un desperdicio, como lo pensaron sus discípulos y los que estaban ahí, fue un derramar su corazón delante de aquel que la había perdonado, la había limpiado y la había transformado en otro ser.
Transformar significa cambiar la condición de nuestras vidas, nuestra naturaleza y carácter y sólo lo podemos hacer a través de un encuentro con Jesucristo. A Él no le interesa tanto en donde hemos estado, pero sí se preocupa más de cómo nos encontramos y hacia dónde vamos.
Antes que nuestra alabanza cambie, nuestra vida debe ser cambiada. Este es nuestro culto racional, ofrecernos como sacrificio vivo y ser transformados por la renovación de nuestra mente, conocer su buena voluntad agradable y perfecta como dice Romanos 12:1-2. La oración de un verdadero adorador es para vivir y cantar sobre el poder transformador de Cristo.
La intensidad con que María amó a Jesús, muestra las profundidades de su pecado, del cual Jesús la rescató. El amor nunca calcula, siempre le parece demasiado poco lo que da, por eso Jesús llama “buena obra” lo que María hizo con Él. Al final de la vida de Jesús había tanta amargura, tanta traición, tanta intriga, tanta tragedia, que esta historia brilla como un oasis de luz en un mundo en tinieblas.
En el corazón donde hay amor verdadero por Jesucristo, nada se considerará como demasiado bueno para dárselo a Él. Oración.
Jesús, mi amado Señor, cambia las palabras de mis oraciones para tocar tu corazón, que lo dichos de mi boca expresen el amor inmenso que te tengo por todo lo que has hecho por mí. Nunca antes nadie me había amado como tú, entregaste tu vida para salvarme, perdonaste mis pecados y cambiaste mi corazón. Sólo quiero expresar mi alabanza y mi adoración en gratitud a ti. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 8 de febrero de 2020

El Espíritu de vida

El Espíritu de vida
 “para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios”., Romanos 8:4-8
Cuando Jesús vino a este mundo y se hizo hombre, le ofreció a Dios una vida de perfecta obediencia, y un perfecto cumplimiento de su voluntad. Ahora que somos uno en Cristo, debemos también estarlo en su perfección. Gracias a su obra redentora, Cristo nos ofrece una vida que no esté dominada por la carne sino por el Espíritu de vida, que nos llena con un poder que antes no teníamos ni conocíamos. Ese poder, anula el castigo del pasado y nos asegura la fuerza para vivir vidas victoriosas en Él.
Tenemos que comprender que no estamos solos en esta batalla espiritual diaria, si el Espíritu está en nosotros, Cristo está en nosotros. Él habita en nuestro corazón por fe desde el momento en que lo recibimos. Su gracia en nuestra vida nos da una nueva naturaleza y es nuestro deber andar en el Espíritu, dejándonos gobernar por su presencia y dejando a un lado los deseos de la carne.
La regeneración del Espíritu nos da una nueva vida divina, que en un principio no alcanzamos a comprender, pero en la medida que vamos creciendo espiritualmente lo podemos hacer. Entonces, podemos estar bajo la influencia del Espíritu o la influencia de nuestra carne y según quién predomine, así será la inclinación de nuestra vida y el carácter de nuestras acciones.
Ocuparse de la carne es muerte, porque nuestra mente está dominada por impulsos que no son de Dios, no se sujeta a la Palabra de Dios y tampoco puede agradarlo. En cambio, ocuparse del Espíritu es permitir que reinen la gracia y la justicia en nosotros, renovar nuestra mente centrados en el Espíritu y disfrutar de vida y paz.
Dejemos que el Espíritu Santo se mueva en nosotros, Que arda su fuego en nuestro interior, que haga en nosotros lo que Él quiera hacer y transforme nuestras vidas. Oración.
Señor Jesucristo, desde el momento en que puse mi confianza en ti, como mi Señor y mi Salvador, tu Espíritu vino a morar en mi corazón como lo prometiste. Gracias porque ahora puedo vivir mi vida espiritual con tu guía, tu ayuda y actuar bajo tu dirección. Sigue renovando mi mente para obedecer tu Palabra y agradarte en todo. Gracias a tu Santo Espíritu puedo servirte y hacer tu voluntad. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 7 de febrero de 2020

Debemos pedir creyendo

Debemos pedir creyendo
“Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Mateo 21:21-22
En esta promesa, Jesús agrega un elemento importantísimo para la oración, debemos tener gran confianza en Dios y debemos pedir, creyendo. Nuestra fe debe ser tal, que cuando pedimos debemos tener la convicción de que será contestada. Sin embargo, no es la única condición para recibir respuesta. La Biblia establece varios elementos para una oración eficaz: Debemos orar en el nombre de Jesús, orar con el deseo de que se haga la voluntad de Dios antes que la nuestra y permanecer en su Palabra.
Si no entendemos bien esta promesa, podemos desanimarnos cuando no vemos la respuesta inmediata de Dios. Si la entendemos correctamente producirá poder en nosotros. ​Jesús promete que la oración nos da la capacidad para hacer grandes cosas, es la manera de recibir su poder para solucionar las situaciones adversas, es el canal para eliminar montañas de dificultades, por tanto, debemos orar, levantarnos y obrar, pero a veces hay que esperar y dejar actuar a Dios en las cosas que parecen imposibles y que sólo Él puede resolver.
La oración nos sirve para aceptar situaciones que no pueden ser cambiadas, como el ejemplo del apóstol Pablo, que le pidió al Señor ser sanado de una enfermedad en los ojos, un aguijón en la carne, pero Dios no lo libró de esa situación, sino que lo capacitó para aceptarlo, entendiendo que el poder de Dios se perfeccionaría en su debilidad. Su situación no solamente fue aceptada sino transformada en gloria.
El mismo Jesús en Getsemaní, oró intensamente en su agonía, por su inminente muerte en la cruz, pidiendo pasar esa copa, pero esa petición no podía ser concedida, oró hasta recibir la fortaleza para cumplir con la voluntad del Padre, su situación fue transformada y lo condujo directamente a la gloria de la resurrección.
Detrás de una petición siempre está la voluntad de Dios y el propósito por el cual nos permite pasar por situaciones difíciles, que generalmente nos llevan a fortalecer la fe, a crecer espiritualmente y a ver su gloria.
La oración nos da la capacidad para soportar lo insoportable, cosas que son inevitables, que son parte de la vida, como: la enfermedad, la muerte, las desilusiones, los fracasos, etc. La oración es un bálsamo de consuelo, fortaleza y paz, cuando llevamos nuestras cargas y descansamos en el amor y la misericordia de Dios. Oración.
Señor Jesucristo, me enseñaste a orar para tener un canal de comunicación contigo, y para presentar ante ti las situaciones de mi vida. Dame la confianza y la fe para entregarte mis cargas y descansar en tu presencia, teniendo la certeza de que oyes mi oración y estás presto a responderme. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 6 de febrero de 2020

Tiempos de refrigerio


Tiempos de refrigerio
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado, a quien dé cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”. Hechos 3:19-21
Después del Pentecostés, Pedro se dirige al pueblo judío y los insta a arrepentirse para que sus pecados puedan ser “borrados” y así Dios pueda mandar tiempos de refrigerio. ¿Qué quiso decir con esto?
Refrigerio significa cualquier tipo de refresco, descanso o la liberación de males. La Biblia está llena de estas promesas de descanso, gozo y alegría para nosotros, y vendrán tiempos de refrigerio para todos los que se arrepientan.
Seguir a Cristo a menudo nos lleva a dificultades, pero también hay descanso, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, porque nos da tranquilidad en nuestra mente y nos quita el peso que nos oprime. Como David, debemos confesarnos: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” Salmo 51: 1-2. Sólo el perdón trae paz y refrigerio. Dios está dispuesto a perdonar y a borrar la lista en nuestra contra.
Dios promete también tiempos de refrigerio en los días finales cuando Jesucristo regrese, para todos los que se conviertan y para su iglesia. Ese tiempo será un tiempo de restauración de todas las cosas. Cuando Jesucristo establezca su reino en la tierra, la paz, la seguridad, el bienestar y la alegría estarán disponibles para todos. La fuente de Dios se abrirá a todas las naciones, trayendo limpieza espiritual y la eliminación del pecado, que es el que ha traído los sufrimientos, penas y la decadencia de este mundo. Volverá la belleza que Dios quiso para la humanidad desde el principio.
Animémonos y no perdamos la esperanza, el Señor Jesús está con nosotros hasta el fin del mundo, nunca nos desamparará ni nos dejará. Oración.
Señor Jesús, tú te llamas a ti mismo “la fuente de agua viva”, tus aguas espirituales me limpian, me regeneran y me permiten disfrutar de una vida en el Espíritu que trae paz a mi corazón. Borra todas mis rebeliones por amor a tu nombre y renueva un espíritu recto dentro de mí para vivir tiempos de descanso y refrigerio en ti. Amén.

miércoles, 5 de febrero de 2020


Aprovechando bien el tiempo
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor”. Efesios 5:15-16
todo cristiano es un mayordomo, puesto que todo lo que tenemos le pertenece a Dios: nuestro tiempo, talentos y posesiones. Él demanda una fiel administración en cada uno de estos aspectos. Nuestro tiempo es un recurso valioso pero muchas veces mal utilizado. El tiempo no se puede devolver, no se puede estirar, no se puede acumular y mucho menos recuperar, por eso el apóstol Pablo nos dice que lo aprovechemos bien.
Este es un llamado a ser sabios en su manejo, porque los días en general están expuestos al mal, se hace necesario entonces que no dejemos pasar las oportunidades favorables mientras duren, escogiendo y usando la oportunidad para hacer el bien. A veces desperdiciamos el tiempo en los chats, navegando en internet, hablando por teléfono o viendo mucha televisión y decimos que no nos alcanza, por eso hay que tener un equilibrio para poder cumplir con todo.
El mundo está sumido en oscuridad y no podemos ignorarlo, necesitamos sacar tiempo para llevar el mensaje del Señor, porque podemos iluminar la vida de los no creyentes. Este es un trabajo conjunto con el Espíritu Santo, no temamos ser luz y pidamos que nos ayude a usar bien cada momento que nos da para compartir la verdad de Dios.
El tiempo más valioso, es el tiempo que apartamos para estar en la presencia de Dios, es el tiempo quieto con Él, donde dejamos a un lado la rutina diaria para dedicarnos a la oración y a la meditación de su Palabra. Es el tiempo mejor invertido, porque podemos entregarle todas nuestras cargas, todo lo que vayamos a hacer durante el día para que nos ayude, nos dirija y nos fortalezca. Este tiempo siempre será atacado por el enemigo, que se interpone para que no recibamos la influencia de Dios e impactemos nuestro entorno. Ser un buen administrador del tiempo nos enseña a establecer prioridades, a agendar las cosas importantes y realizarlas en orden, como le agrada al Señor.
¿Qué estamos haciendo con las riquezas del tiempo que Dios nos ha dado? Siempre tendremos suficiente tiempo para hacer la voluntad de Dios. Oración.
Amado Señor, tu palabra dice que busque primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las cosas me serán añadidas. Me has dado la riqueza del tiempo para manejarlo con sabiduría y así cumplir los propósitos que colocas en mi vida. Perdóname por el tiempo desperdiciado, por las oportunidades que he dejado pasar para compartir de ti, por no sacar el espacio para ayudar a otros y por malgastar momentos en cosas que no edifican. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 4 de febrero de 2020

El perdón no tiene un límite computable


El perdón no tiene un límite computable
“El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Más él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?”, Mateo 18:27-33
Entre las preguntas que Pedro y los demás discípulos le hicieron a Jesús, hay una que es bastante interesante y que puede ayudarnos a nosotros acerca del perdón: ¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano? Quizás este interrogante surgió de una regla rabínica que decía: “Nadie tiene derecho de pedir perdón a su prójimo más de tres veces.” Cuando Jesús les dijo que setenta veces siete, quedaron sorprendidos porque pensaron que perdonar hasta tres veces ya era demasiado generoso y este número es una manera de decir “sin límites”, lo que implica perdonar como Dios perdona.
Estamos llamados a cultivar un espíritu perdonador, esto nos permite estar en libertad sin deberle nada a nadie. Jesús lo ilustra con esta parábola recordándonos que siempre debemos perdonar a otros las ofensas porque Él ya nos perdonó y pagó un alto precio en la cruz. Es más, perdonar a otros sus ofensas es imprescindible para recibir el perdón de Dios. El perdón divino y el humano van de la mano. » Bienaventurados los misericordiosos -dijo Jesús -, porque ellos obtendrán misericordia” Mateo 5:7.
Cuando no perdonamos es porque no hemos comprendido que la gracia de Dios nos alcanzó y nos perdonó todos nuestros pecados. Las consecuencias de no perdonar nos esclavizan, nos atan a la amargura, no permiten sanar y restaurar heridas y mucho menos las relaciones.
El perdón a veces es un acto unilateral cuando una persona decide perdonar, sin importar la respuesta del otro. Jesús demostró ese perdón en la cruz. El poder del perdón se encuentra, cuando recordamos cuánto nos perdonó el Señor y la deuda que tenemos ante Dios.
Nada que otros puedan hacernos se puede comparar con lo que nosotros le hemos hecho a Dios, nada que nosotros tengamos que perdonar es comparable con lo que Dios nos ha perdonado. Nuestros pecados causaron su muerte en la cruz. Para ser tratados con misericordia debemos ser misericordiosos. Oración.
Señor Jesucristo, tú me has perdonado tanto que derramaste tu preciosa sangre por mí, ayúdame a perdonar a cualquier persona que ha cometido pecado contra mí, porque ya me perdonaste, libérame del enojo y del resentimiento, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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