viernes, 26 de abril de 2024

Un fuego en mi corazón

 


Un fuego en mi corazón

“Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”. 2 Timoteo 3:12

“Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jeremías 20:7-9

Si queremos seguir y servir a Cristo, entonces nuestra vida debe ser como la que Él llevaba. Debemos prepararnos para ser perseguidos, pues ser cristianos es nadar contra la corriente de este mundo, de sus filosofías y huecas sutilezas. Nunca ha sido fácil servir a Dios. En el pasaje de hoy vemos el testimonio del profeta Jeremías. Los que le rodeaban nunca quisieron escuchar las advertencias de Dios contra la apostasía; lo golpearon, lo colocaron en un cepo, fue ridiculizado y se burlaron de él. Quiso desistir, pero no pudo hacerlo ya que las palabras de Dios eran como fuego en su corazón, llegó a decir: “no me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. A veces como Jeremías puede ser tentador renunciar a proclamar la Palabra de Dios, porque resulta muy doloroso, cuando sufrimos por causa de ella.

Pero el amor de Dios nos atrae con lazos de amor y no podemos escapar de Él, su Espíritu Santo mora en nosotros y jamás nos dejará; ya somos suyos y no podremos huir, recordemos Salmos 139:7 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”; nuestra vida está anclada en Cristo y así como Jeremías podemos exclamar: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste”.

El apóstol Pablo nos recuerda todo lo que tuvo que padecer por causa del evangelio en 2 Corintios 11:24-28 dice: “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias”. Su compromiso e inquietud por la obra de Dios fue más fuerte que su padecimiento. Por eso, al estar preparando a Timoteo para asumir el apostolado le dice: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.

Pablo claramente expresa: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo”, si es nuestro deseo voluntario colaborar con Jesús en la extensión de su reino en esta tierra, debemos estar dispuestos a padecer persecución. Es tomar una decisión frente al llamado que el Señor nos hace, calcular el costo de seguirlo y renunciar a todo lo que nos impida hacerlo.

Cuando empuñamos el arado como discípulos de Cristo tenemos que entender que no será una tarea fácil, la razón por la cual es necesario esperar persecuciones es porque se acerca el fin y la brecha entre la luz y las tinieblas será cada vez más ancha, pero tenemos la certeza de que Jesús está a nuestro lado y el Espíritu Santo nos alienta para que el fuego de Dios arda tan poderosamente dentro de nosotros que tengamos que seguir hablando de Él.  1. Oración.

«Señor enséñame a escucharte cuidadosamente y a no desalentarme por la oposición que hay en contra de ti en este mundo, gracias porque tu Palabra es como un fuego en mi corazón que no puedo contener, ayúdame a anunciar tu mensaje con amor y con poder. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 25 de abril de 2024

Dios de refugio, fortaleza y liberación

 Dios de refugio, fortaleza y liberación

“Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste”. 2 Samuel 22:2-3
“Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado”. 2 Samuel 22:32-37
Dios de refugio, fortaleza y liberación, es una triple declaración que el rey David hace en este cántico y es su expresión personal de cómo siente la presencia del Señor en su vida: “mi roca, mi fortaleza y mi libertador”. La roca o fortaleza era un lugar de protección en las batallas, es la palabra hebrea “mesuda”, muy parecida a la palabra mesad que significa “cumbre”; una cumbre era una fortaleza natural en el tiempo de David; las ciudades localizadas a una gran altura eran difíciles de penetrar. La palabra libertador se deriva del verbo “palát”, que significa libertar, escapar o salvar; verbo usado de preferencia en los salmos y como referencia a la liberación que Dios da. Para David, Dios no es una abstracción, ni un concepto, sino un Ser que actúa en su vida, estaba seguro de su relación personal con Dios, usaba el pronombre “mí” para referirse a Él: “mi peña, mi escudo, mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador”.
Recordemos que todos estos nombres dados a Dios indican la protección y refugio que le daba a David en momentos de batalla o cuando era perseguido injustamente por Saúl. Baluarte es en hebreo “misgab”, que significa altura o torre alta, y se deriva del verbo “sagab”: “estar en un lugar alto”; la torre alta era parte del muro que protegía a las ciudades. El lugar alto que podemos buscar en momentos de angustia es la presencia de Dios, ahí estaremos seguros. La palabra refugio es traducción de “menusah”, que significa “huida” o “escape”; es una referencia a Dios como lugar de protección o escape de las amenazas del enemigo.
Por último, la palabra liberación es derivada del verbo “yasha”; usado muchísimas veces en el Antiguo Testamento, significa estar libre. El poder de la liberación de nuestro Salvador está a nuestro alcance, nos salva de la violencia, nos libra de nuestros enemigos (la carne, el mundo y Satanás), es el escudo y la roca de nuestra salvación.
Tenemos no solo un Dios Omnipotente, que todo lo puede, sino un Dios Omnisciente, persona que lo sabe todo, que siente y consuela a sus hijos. La vida está llena de temores, angustias y desesperación, por eso no podemos vivir sin el amparo de Él. También es Omnipresente, porque está en todo tiempo y lugar cuidándonos y mirándonos. La vida sin Dios nunca será completa y feliz. Todos estamos expuestos a persecución, engaño, envidia de otros, humillación, crisis, muerte, etc.; y en todo esto, podemos encontrar consuelo en el Señor que nos oye cuando lo invocamos, así como lo decía David.
Animémonos entonces, recordando esta promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13. Recordemos que la fuente de nuestra fortaleza está dentro de nosotros mismos, por eso cada situación que estamos atravesando la podemos sobrellevar en Cristo. Él nos da por medio del Espíritu Santo las fuerzas para ser más resistentes, es una seguridad que brota de la fe en Cristo, de Él viene la fortaleza. Pensemos: ¿En qué áreas necesitamos hoy la fuerza, el refugio o la liberación de Dios? Oración.
«Amado Dios, gracias por darme la fuerza para enfrentar cada situación. A pesar de mis esfuerzos nada puedo hacer por mi cuenta, a veces mis emociones, el estrés por las circunstancias y los afanes diarios se apoderan de mi y olvido que tú tienes el control; que tú eres mi refugio y mi libertador. Lléname de tu fuerza y de tu paz, guíame un día a la vez. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 24 de abril de 2024

Solo Dios puede llenar el vacío espiritual

 Solo Dios puede llenar el vacío espiritual

“Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”. Jeremías 31:25
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Juan 7:37-39
El síntoma más obvio de un alma que no tiene a Dios es un gran vacío interior. Por lo general la mayoría de las personas se sienten insatisfechos con su vida y tratan de buscar llenar sus necesidades y deseos con cosas mundanas y pasajeras que a la postre nunca los van a satisfacer. El Señor hoy en su Palabra nos dice: “Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”, Jeremías 31:25; la palabra hebrea para satisfacer es “ravá” que significa saciar la sed, llenar algo que está vacío; y la palabra saciar en hebreo es “malé” que significa llenar, abastecer, completar, desbordar. Él nos asegura que puede satisfacer y saciar nuestra alma, llenar ese vacío de nuestro ser y asegurarnos una vida abundante en la tierra.
Jesús lo dijo de la siguiente manera en Juan 10:10b “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El único que tiene la capacidad de llenar nuestro vacío, de saciar nuestra sed y aún desbordar en llenura y plenitud en nuestro interior, es el Señor Jesucristo y lo hace por medio de su Santo Espíritu.
Dios nos promete un amor eterno: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, (Jeremías 31:3). Nuestra mayor satisfacción y lo que más produce felicidad es sentirnos amados y aceptados; por la gracia de Dios, todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido su amor en nuestros corazones y es un amor eterno desde la eternidad hasta la eternidad, es un amor inagotable, invariable, que nos da seguridad porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, (Hebreos 13:8)
A esto, sigue una promesa preciosa que no se cumplirá plenamente sino en la Sión celestial y dice así: “Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová”. Jeremías 31:12-14. Esta promesa no es sólo para el pueblo de Israel sino para la iglesia de Cristo, donde todos vamos a ser saciados de la bondad amorosa de Dios, nuestra alma será como “huerto de riego” y no desearemos más para ser felices. Debemos poner nuestra esperanza en la herencia eterna; cuando miremos nuestro futuro no debemos temer, ni desmayar ante las aflicciones temporales en esta tierra.
El deseo de satisfacer nuestra alma entonces, no solo es para el presente, sino para ese futuro glorioso que Dios nos dará; esto debe estimularnos a mantenernos cerca de Dios, a arrepentirnos si le hemos fallado, a pedirle al Señor que doblegue nuestra voluntad a la de Él, para vivir esa vida en abundancia que nos promete. Recordemos que Dios tiene reservada su misericordia a todos los que le buscan con sinceridad.
Pidamos al Señor que su Palabra abunde en nuestros corazones y que el Espíritu Santo se derrame con poder, como ríos de agua viva en nuestro interior. Oración.
«Amado Dios, solo tú puedes satisfacer mi alma anhelante, llenar mi vacío espiritual con la presencia de tu Santo Espíritu para que, como ríos de agua viva pueda calmar mi sed espiritual, que nada, ni nadie en este mundo puede saciar. Que tu amor derramado en mi corazón se desborde para llevarlo a otros. Señor recuérdame que tú estás conmigo, refresca mi alma y dame descanso. En el nombre de Jesús, amén.

martes, 23 de abril de 2024

Llamados a ser santos

 


Llamados a ser santos

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová”. Jeremías 9:23-24

“Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Isaías 6:3

Blaise Pascal decía: “Pero hay quienes no pueden admirar más que las grandezas carnales como si no las hubiera espirituales. Y otros que no admiran más que las espirituales como si no las hubiera infinitamente más elevadas en sabiduría”.

Para él, había tres niveles de grandeza: la grandeza física superficial que se encuentra en las riquezas, la fuerza y la belleza. La grandeza más alta es la de los genios, la ciencia y el arte. Y un tercer tipo de grandeza que está en el orden de la santidad; llegando a la conclusión que la grandeza de una persona no radica en que sea fuerte o débil, rica o pobre, inteligente o analfabeta, porque la grandeza está en un plano diferente e infinitamente superior, en lo espiritual, y lo llama “orden de santidad”.

El Señor a través del profeta Jeremías nos lleva a pensar en lo mismo, cuando vemos este mundo con tanto pecado y dolor, encontramos mucho vacío en el interior del ser humano y son necios todos aquellos que se glorían en cosas temporales y superficiales como el conocimiento, salud, fuerza, riqueza o en cualquier cosa que los deja bajo el dominio del pecado y lejos de nuestro Creador. Fuimos diseñados para depender de Él, por eso anhela que nos gloriemos más en conocerlo y entenderlo para que conozcamos su voluntad; El Señor quiere que le demos más importancia a cultivar lo espiritual y crezcamos en santidad; porque Dios es un Dios santo, y si creemos en su Hijo Jesucristo nos da su poder santificador por medio de su Espíritu.

Estamos llamados a ser santos, 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro”. Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y lo recibimos en nuestro corazón, recibimos el don del Espíritu Santo, quien nos capacita para vivir una vida santa, que agrade a Dios.

Sólo Dios es perfectamente santo, nosotros nunca alcanzaremos la perfección en esta vida, pero podemos caminar en santidad como respuesta a la santidad de Dios y esto es solo posible por la gracia de Dios, por medio del don de su Espíritu. La Santidad nos conduce a una entrega completa de todo nuestro ser al Señor, como dice Romanos 12:1 “así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”.

Cuando Dios nos llama a ser santos, nos está diciendo que seamos completamente suyos, quiere que nos demos voluntariamente a Él, 1 Corintios 6:19-20 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”  Oración.

«Gracias Padre celestial porque al creer en tu Hijo Jesucristo, enviaste a tu Espíritu Santo a morar en mí, ahora soy templo tuyo y anhelo por tu gracia, me ayudes a caminar en santidad, a no llenarme de vanagloria por las cosas temporales y superficiales de este mundo. Quiero conocerte y entenderte para hacer tu voluntad para glorificarte con todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, en el nombre de Jesús, amén.

lunes, 22 de abril de 2024

El día del Señor está cercano

 


El día del Señor está cercano

“Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán, y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Más en el monte de Sion habrá un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus posesiones”. Abdías 1:15-17

Estamos viviendo en un mundo lleno de injusticias, aproximadamente 49.6 millones de personas viven en condiciones de esclavitud moderna, esto incluye: trabajos forzados, matrimonios forzados, trata de personas, tráfico de niños, tráfico de órganos y actividades delictivas. Hoy hay más gente en esclavitud que en los 350 años de tráfico de esclavos. Este libro de Abdías promete que un día este mundo será liberado de toda injusticia, cuando el reino de los cielos venga en su plenitud.

¿Qué sabemos de Abdías? realmente muy poco, su nombre significa “uno que sirve y adora a Jehová”, su libro es el más corto del Antiguo Testamento, este profeta fue usado por Dios para advertir la caída de uno de los enemigos de Israel, la nación de Edom, descendientes de Esaú, que siempre han vivido en rivalidad con Israel, por el conflicto que se originó entre los dos hermanos (Esaú y Jacob); han tenido una larga historia de guerras y problemas hasta el día de hoy.

El orgullo fue lo que hizo caer a Edom como lo dice Abdías 1:3 “La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?”.

También el profeta nos cuenta que cuando Jerusalén cayó en el 586 a.C. ante Babilonia, los edomitas no hicieron nada para ayudar a sus hermanos, por el contrario, vieron esto como una oportunidad de saciar su sed de venganza contra Judá, así lo dice Abdías 1:12: “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia”. La retribución es una realidad, Dios es justo y castigará las injusticias hacia los demás. Abdías advierte del inminente castigo de Edom y confirma a Judá la constante protección de Dios, su futura victoria y su restauración.

Nunca ha cesado esa hostilidad contra Israel, son muchas las naciones llenas de soberbia que quieren ver destruido al pueblo de Dios y a su ciudad sagrada, Jerusalén. Abdías nos habla a nosotros de la gran liberación que tendrá lugar en el día del Señor, Abdías 1:21 “Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al monte de Esaú; y el reino será de Jehová”. El remanente de los salvados gobernará justa y rectamente honrando el reino de Dios.

Con la Segunda Venida de Jesús, el reino de Dios irrumpirá en la historia y administrará su justicia en esta tierra; en aquel día todas las profecías de Abdías y otros profetas tendrán pleno cumplimiento y todos seremos liberados de toda injusticia. Un tiempo de juicio y divina justicia llegará para todas las naciones, es una predicción que alcanza nuestros días.

Como enseñanza podemos decir que las relaciones difíciles entre las personas, son el resultado inevitable de la soberbia que nos impide descubrir nuestros errores y crea barreras que se interponen en la reconciliación. Este es el costo del orgullo. El Señor nos exhorta a arrepentirnos y a buscar reconciliación con aquellos con los que hemos roto relaciones y vivir una vida de perdón y misericordia.

Recordemos que en su soberanía Dios utiliza las circunstancias para llevar a cabo sus propósitos, el Señor toma el futuro para realizar su plan y obrará en favor de su pueblo. Por medio de Jesucristo, Dios pone de manifiesto su poderío y dominio sobre toda la humanidad.  Oración.

«Señor Jesús, gracias porque un día tu justicia vendrá para todos cuando regreses en tu Segunda Venida y veremos tu reino establecido en toda su plenitud. Mientras llega este día ayúdame a ser un instrumento de tu justicia, llevando tu Palabra a todo lugar y tendiendo mi mano a los que viven en injusticia. En el nombre de Jesús, amén.

domingo, 21 de abril de 2024

La gracia triunfa sobre el juicio

 


La gracia triunfa sobre el juicio

“Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8: 3-11

Los fariseos y escribas frustrados porque no tenían nada en contra de Jesús para acusarlo y así poder juzgarlo, le llevan a una mujer sorprendida en adulterio. Según la ley, ellos decían que Moisés los mandó a apedrear a los adúlteros, miremos Deuteronomio 22:22: “Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer también; así quitarás el mal de Israel”. La pregunta es ¿por qué sólo llevaron a la mujer para enjuiciarla?

El caso es que era una trampa; esperaban confundir a Jesús con respecto a la respuesta que diera a su pregunta: “tú pues, ¿qué dices?”; si Él decía apedréenla, lo acusarían de matarla, porque no era juez y si la defendía lo tacharían de condescendiente con la inmoralidad sexual. La verdad es que eran unos hipócritas astutos tentando al Señor, y aunque los escuchó y le insistían preguntándole, se agacho a escribir con su dedo en la arena, aparentemente ignorándolos.

Finalmente se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”, en otras palabras: “aquel cuya conciencia le absuelva de cualquier pecado, arroje la primera piedra…” Fueron sorprendidos por su inteligencia, ahora el objeto de acusación se volvió hacia ellos y Jesús se inclinó nuevamente a escribir en tierra, era evidente que estaba dándole a los acusadores una oportunidad para irse sin que Él los viera y evitar así su vergüenza. Jesús hizo que fueran redargüidos en su conciencia, y fueron saliendo uno tras otro. La trampa para Jesús se volvió en su contra, quedaron expuestos ellos mismos a la vergüenza pública, lo que querían hacer con la mujer.

Es muy fácil caer en la tentación de juzgar a otros, antes de mirarnos a nosotros mismos, como nos recuerda Lucas 6:41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”

Jesús tiene todo el derecho de juzgar porque es Dios, sin embargo, Jesús restaura la vida de esa mujer cuando le dice: “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. ¡Qué ternura y gracia inimitables!, con ese acto de amor inagotable esa mujer fue traída a la convicción de pecado, a la admiración por el que la liberó de él y a ese llamamiento a empezar una vida nueva.

Este es un momento para pensar un poco antes de lanzar una piedra contra alguien, deberíamos reconocer nuestras propias faltas y mirar a aquellos que están perdidos en el mundo con más compasión y misericordia. Santiago 2:13 dice: “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”.

El Señor no nos dejó un mensaje en la arena, lo hizo en la cruz, no lo escribió con su dedo sino con su sangre preciosa que derramó por cada uno de nosotros para declararnos “justos”. Esa es la gracia triunfando sobre el juicio. Alguna vez nos hemos preguntado ¿cómo reacciona Jesús frente a nuestro pecado?, sé qué cómo con esa mujer, nos diría: “tampoco yo te condeno, vete y no vuelvas a pecar” Oración.

«Amado Jesús, tu gracia me envuelve de manera incontenible ante tu inagotable amor. Al leer tu Palabra y ver tu misericordia sobre mi vida, te doy gracias, porque derramaste tu preciosa sangre en una cruz para darme perdón de pecados, libertad y una nueva vida. Lléname de tu Santo Espíritu para abundar en gracia, en misericordia y compasión por los demás, porque no soy quién para juzgar a otros. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 20 de abril de 2024

Preparando a otros para la obra

 


Preparando a otros para la obra

“Llamó entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar templo al nombre de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí. He aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré paz y reposo sobre Israel en sus días. Él edificará casa a mi nombre, y él me será a mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino sobre Israel para siempre. Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti”. 1 Crónicas 22:6-11

Qué bueno es edificar la vida de otras personas y volverlas discípulos de Cristo. Estamos llamados a hacerlo, como dice Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Es necesario, porque otros tendrán que continuar la obra que nosotros hemos empezado, por eso, nunca debemos sentirnos desanimados cuando otras personas tienen el privilegio de hacer algo dentro del ministerio que nosotros hemos hecho ya; por el contrario, siempre doy gracias a Dios por mis mentores espirituales, por el que plantó la semilla del evangelio en mí, pero también el que la regó con perseverancia, los que me enseñaron la Palabra de Dios, me exhortaron y corrigieron, porque gracias a ellos, Dios me ha dado el crecimiento para colaborar con Él en la expansión del evangelio, donde quiera que he ido.

Debemos sentirnos privilegiados de poder dejar un legado, lo digo porque, como pastor y siervo de Dios, es una honra ver como no solamente dentro del ministerio donde el Señor me ha colocado, están siguiendo los pasos de Jesús, con sus habilidades y dones sirviendo donde Dios los ha puesto. No debemos ser egoístas, entre más envejecemos debemos recordar que Jesús nos ha dado la orden de hacer discípulos, y es una gran bendición ver replicadas sus enseñanzas en otros.

David fue un ejemplo de esto, cuando oró por su hijo y por todos aquellos que iban a ayudarle a edificar el Templo para Dios, los animó diciéndoles en 1 Crónicas 22:19 “Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre de Jehová”.

Hay que animar y bendecir los esfuerzos de aquellos que nos sucederán en el ministerio para que Dios les de sabiduría, mantengan la visión dada por la revelación de su Palabra, sigan entusiasmados en amar y servir al Señor, para que todo lo que hagan sea prosperado y El Señor será fiel en honrarlos.

Jesús sabía que su ministerio era corto, pues venía a cumplir la misión de entregar su vida por nosotros; por eso su mayor esfuerzo fue ganando, edificando y enviando a aquellos para que continuaran la extensión de su reino hasta lo último de la tierra; un día les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”, Juan 12:24-26

Ese legado de Jesús nos alcanzó a nosotros, recibimos perdón, salvación y vida eterna, por lo que ellos hicieron para el Señor. Hoy te animo a servir a Dios, sabiendo que ningún trabajo para Él es en vano. Toma tu arado y no desistas; y recuerda que uno es el que siembra, otro el que riega, pero Dios es el que da el crecimiento. El Señor del universo nos tiene para grandes cosas. ¡Anímate a hacer discípulos, son tu legado!    Oración.

«Amado Padre, en el nombre de Jesús oro por todos aquellos que han sido escogidos, edificados y formados dentro de la congregación donde nos has puesto; anímalos a coger el arado y seguir sembrando la semilla del evangelio, a seguir regándola con la edificación y discipulado, para que puedan ser enviados a extender el reino de los cielos donde tú quieres; dales amor, sabiduría, prudencia, fuerza y valentía para cumplir con tu llamado. Amén.

viernes, 19 de abril de 2024

Atentos a la Verdad

 


Atentos a la Verdad

“Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”. Hechos 16:11-15

Esta es una de las mujeres que aparecen en la Biblia de las que poco se sabe. Pero lo que se conoce de ella, es que provenía de una región que producía bronce, latón, telas de púrpura. La Palabra dice que ella negociaba con esas telas y se presume que era una mujer acomodada económicamente, pero también que era una mujer que buscaba de Dios. En este caso Pablo estaba predicando el evangelio a unas mujeres que se reunían a orar a las orillas de un río. Aquí podemos ver un corazón dispuesto a escuchar la Palabra de Dios y a adorar a Dios. Lo importante aquí es que no interesa el lugar, Dios está buscando personas que le adoren, como la mujer samaritana, veamos Juan 4:21 “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre”.

Cuando escuchamos la Palabra de Dios esta produce fe, y cuando hay fe podemos abrir el corazón a Dios, Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. El corazón de Lidia fue abierto por el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía, lo que demuestra que la inclinación del corazón hacia la verdad no se origina en la voluntad del hombre. La primera disposición de inclinarse hacia el evangelio es una obra de gracia. Lidia no sólo abrió su corazón a Jesús, sino las puertas de su casa, fue generosa y compartió con alegría lo que tenía. Pablo vio en Lidia la gracia de Dios y desde ese momento en que el evangelio fue predicado con tanta sencillez, se empezaron a cosechar las primicias de Europa para Cristo. Lidia usó también sus recursos para ayudar a fundar la iglesia de Filipos, ella no solo entendió la gracia de Dios, sino que la puso en práctica.

¿Estamos como Lidia atentos a la verdad? Esta mujer, no solo estuvo dispuesta a escuchar el mensaje, sino que lo llevó a su hogar, trajo la luz de Cristo a su casa, y fueron bautizados ella y su familia. Luego ayudó a extender el reino de los cielos en esa región. Eso es lo que debemos hacer cuando conocemos a Jesús, debemos llevar primeramente el evangelio a nuestra familia y luego al lugar donde Dios nos quiera llevar.

¡Qué hermosa fe y qué generosidad!, Lidia estuvo dispuesta a atender las necesidades de estos misioneros Pablo y sus acompañantes, con hospitalidad; algo que muchos hemos olvidado en estos tiempos. Qué bueno es poder ayudar a otros y más a los hermanos en la fe. Recordemos lo que dice Romanos 12:13 “compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” y Hebreos 13:2 “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”.

Pidamos al Señor que disponga el corazón de nuestra familia y de los que nos rodean para que escuchen el evangelio. Solo el Señor puede abrir sus corazones para que lo reciban y crean en su Palabra. Oración.

«Señor, dame un corazón como el de Lidia, que anhele adorarte y escuchar tu voz cada día, quiero ser un reflejo de tu gracia, quiero entrar a tu presencia y darte gracias por la persona que un día me compartió el mensaje de salvación, escucharla me llevó a tener fe y a abrir las puertas de mi corazón a ti. Oro por los misioneros en el mundo para que sean revestidos de tu verdad, amor y gracia para alcanzar a los perdidos. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 18 de abril de 2024

Glorifiquemos a Dios con nuestra vida

 


Glorifiquemos a Dios con nuestra vida

Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20

“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Apocalipsis 4:11

Debemos dar gloria a Dios en cada momento y con cada aspecto de nuestra vida, fuimos creados para darle gloria y honra, y fuimos comprados por el precio de la sangre preciosa de Cristo para glorificarlo con nuestro cuerpo y nuestro espíritu los cuales le pertenecen a Dios. A veces pensamos que solo debemos glorificar a Dios cuando nos congregamos, o cantamos en nuestra iglesia, pero la verdad es que somos templo del Espíritu Santo y estamos llamados a darle gloria a Dios con nuestra vida, nuestra manera de pensar, de hablar y de comportarnos.

Fuimos creados para su gloria así lo dice Isaías 43:7 “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. Nuestro valor y motivos para enorgullecernos no está en nuestras posesiones, o títulos, o en nuestro círculo de amigos o en nuestros logros, son en la gracia infinita de Dios, pues todas las bendiciones provienen de Dios y es por su amor y cuidado que Él se glorifica en nuestras vidas. Sin Cristo no somos nadie. Todo lo que somos y tenemos es por la grandeza, poder y habilidad de nuestro Dios, por eso, las oportunidades que se nos presentan son para darle la gloria a Dios.

Preguntémonos ¿cómo podemos glorificar a Dios hoy? Meditando en su Palabra, reflexionando en su poder, tomando decisiones sabias que nos acerquen a Él, alabando a Jesús y agradeciéndole por su fidelidad. Si hay algo que nos impida acercarnos a Dios, seamos sinceros con Él y pidámosle que nos muestre qué debemos dejar o cambiar.

Recordemos lo que Pablo le decía a los Corintios para que llevaran una vida limpia y santa que glorificara a Dios: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna”, 1 Corintios 6:12. El Señor nos ha dado la capacidad por medio del Espíritu Santo para discernir lo justo y correcto para nuestra vida, escuchemos su voz que nos guía cada día para hacerlo.

Pensemos en lo grande y poderoso que es Dios con nosotros y mientras lo hacemos reflexionemos sobre lo que vamos a hacer o los pasos que vamos a seguir para glorificarlo hoy. “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho”, Deuteronomio 10:16-17

Es tiempo de cambiar para que toda nuestra vida sea un acto de adoración a Él, y recuerda que no estamos solos porque tenemos al Espíritu Santo en nosotros “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.”

“Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”  Oración.

«Amado Dios, tú eres santo y digno de toda alabanza y adoración. Me creaste para alabarte, muéstrame cómo adorarte con todo mi ser; quiero hacerlo con cada pensamiento, palabra, intención y acción, quiero ser un sacrificio vivo y santo agradable a ti, por eso, deja que toda mi vida te honre y te traiga gloria. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 17 de abril de 2024

Visión espiritual

 

Visión espiritual


“Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo”. 2 Reyes 6:16-17

“librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados”. Hechos 26:17-18

La lección que Eliseo le enseñó a su siervo Giezi fue que para creer lo imposible, primero debería ver lo invisible. La oración es la clave para discernir las estratagemas del adversario y también la clave para superar nuestros miedos. Muchas cosas pueden estar impidiendo que tengamos una clara visión espiritual, el miedo, la desesperación, el orgullo, la obstinación, la incredulidad pueden traernos ceguera espiritual. Eliseo oró: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea”; para que Giezi pudiera ver con los ojos de la fe la guardia invisible de ángeles que los estaba rodeando y defendiendo. Los ojos de la fe ven la realidad de la presencia y protección divinas que quitan todo temor, toda incertidumbre, la fe revela que Dios hace más por nosotros de lo que nos podemos dar cuenta.

Cuando nos enfrentemos a cosas que sean infranqueables, recordemos que los recursos espirituales están ahí aun cuando no podamos verlos, miremos a través de los ojos de la fe, para que veamos a Dios obrando en nuestra vida. A veces el problema es nuestra pobre visión espiritual y no el poder de Dios. Eliseo personifica la confianza que nace de una fe genuina cuando dependemos de Dios y de su infinito poder. Como dice Pablo en Romanos 8:31 “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Cuando Dios está de nuestro lado, nada ni nadie podrá permanecer en nuestra contra.

Pablo recibió un mandato de Jesús en su conversión, había sido escogido para abrir los ojos a los gentiles para que se convirtieran de las tinieblas a la luz, pero para poder hacerlo primero tenía que abrir sus propios ojos, no solo los físicos que habían quedado temporalmente ciegos por la visión del resplandor de Jesús resucitado, sino también sus ojos espirituales que, a pesar del mucho conocimiento de las Escrituras, todavía permanecían en oscuridad espiritual, por su orgullo e incredulidad.

Satanás el dios de este siglo, ciega el entendimiento de las personas para engañarlas, así dice 2 Corintios 4:4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Pero Dios es el que ilumina y abre nuestros ojos espirituales para darnos una visión clara de su soberanía y de su poder y así, vencer cualquier impedimento que tengamos. El Espíritu Santo nos quiere hablar y nos quiere usar para establecer su reino aquí, porque cada uno de nosotros tiene el potencial de ser usados por Dios, por eso, así como Eliseo pidamos que el Señor abra los ojos de la iglesia, de esta generación, para que entendamos el propósito por el cual nos ha escogido y hablemos sin temor, sin avergonzarnos del evangelio.

Que la Palabra de Dios nos de la sabiduría para no ser conquistados por Babilonia, por las ideologías de este mundo, que están dañando el corazón de muchos y los han puesto a dudar de la realidad de Dios. Por eso, no permitamos que ninguna potestad de las tinieblas impida que la Palabra de Dios sea implantada en nuestros corazones y si recibimos la visión espiritual por el Espíritu Santo, nada podrá detenernos para hacer la voluntad de Dios.   Oración.

«Señor derrama en esta mañana espíritu de revelación, conocimiento y sabiduría sobre mi vida para que pueda entender tu Palabra, saber tus misterios, poder caminar con tu Espíritu Santo, comprender tu amor inagotable. Quiero inclinarme delante de ti y reconocer que a veces he ignorado tu Palabra y me he alejado de tu dirección queriendo hacer las cosas en mis propias fuerzas. Quiero que abras mis ojos a tu visión e igualmente quiero abrir los ojos de aquellos que andan en tinieblas para que se conviertan a la luz de tu evangelio. En Cristo Jesús, amén.

martes, 16 de abril de 2024

Dios está contigo

 


Dios está contigo

Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. 1 corintios 2:9-12

Empecemos esta reflexión recordando la promesa cumplida en Jesucristo: Mateo 1:23 “He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

El Dios que creó el universo está con nosotros, Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Es una verdad que no podemos tomar a la ligera. Es una promesa maravillosa para experimentar a Dios con nosotros por medio de su Espíritu Santo.

El Espíritu de Dios se unió a nuestro espíritu en el momento de nuestra conversión, 1 Corintios 6:17 dice: “pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”; y Romanos 8:9 nos asevera: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.

Sólo podemos entender las verdades espirituales con la ayuda del Espíritu Santo, porque Él nos da la sabiduría para discernirlas, es por gracia que entendemos lo que se nos ha concedido,1 Corintios 2:12. Por lo tanto, es un privilegio saber que el Espíritu Santo vive en nosotros, que el Señor está muy cerca porque está en nuestro corazón, es una razón para cederle el control total de cada área de nuestra vida y nos llene de su plenitud y de su fruto.

Dios está dentro de nosotros de una manera real, es la promesa que Jesús dijo: “que no nos dejaría huérfanos, sino que estaría en nosotros por medio de su Espíritu”, y lo cumplió. Además, el Espíritu nos guía a toda la verdad, nos enseña y no da discernimiento para entender la sabiduría secreta de Dios: “antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

El Espíritu Santo, en primer lugar, conoce lo que ningún ser humano podría conocer, la mente y los pensamientos de Dios. Él todo lo examina aun las profundidades de Dios. En segundo lugar, el Espíritu Santo revela, no se guarda el conocimiento de Dios, sino que lo da a aquellos en quien mora, por eso, dice que “no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que entendamos lo que por su gracia se nos ha concedido”.

En tercer lugar, el Espíritu Santo inspira a cada creyente para transmitir el evangelio a los demás, como decía Pablo en 1 Corintios 2:4 “y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”. No enseñamos ni predicamos con palabras humanas sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresemos verdades espirituales. Y en cuarto lugar el Espíritu Santo ilumina, podemos comprender la mente del Señor porque tenemos la mente de Cristo 1 Corintios 2:16 y así, entender su plan y sus propósitos para cada uno de nosotros.

Hermanos, lo más maravilloso que le puede pasar al ser humano es recibir al Espíritu Santo.   Oración.

«Señor, gracias por la asombrosa verdad de que tu Espíritu Santo mora en mí, para enseñarme la sabiduría divina, para revelar, inspirar e iluminar mi vida con las verdades espirituales. Tú, me conoces perfectamente, sabes todo lo que hay en mi interior, ayúdame a ser cada día más como tú, santo y puro y a glorificar tu nombre con todo lo que haga, diga y piense, en el nombre de Jesús, amén.

lunes, 15 de abril de 2024

El Dios todo suficiente

 


El Dios todo suficiente

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya”. Salmo 91:1-6

“Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación”. Salmos 91: 14-16

La confianza en Dios es lo opuesto al miedo, por eso, quién permanece al abrigo del Altísimo, y se acoge bajo la sombra del Omnipotente puede sentirse seguro.

Omnipotente, es un atributo y un nombre de Dios que viene del hebreo, “shadday” y se traduce como “el Todopoderoso”, este nombre figura cerca de 50 veces en el Antiguo Testamento y fue el nombre con que los patriarcas conocieron a Dios, refiriéndose a Él como el Dios poderoso, inconquistable, grande y fuerte.

Todos estos adjetivos nos muestran la sempiterna naturaleza de nuestro Padre Dios en la cual podemos confiar. “Shadday” está compuesto de la partícula “shed” (quién o cual) y “day” (suficiente), por lo tanto, Shadday es el “Dios todo-suficiente”, eternamente capaz de ser todo lo que nosotros necesitamos.

El salmista aquí manifiesta su total confianza en el Señor en tiempos de peligro y desafío frente a los poderes del maligno. Enfatiza una profunda comunión íntima y personal con Dios cuando le dice al Señor: “Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quién confío”, Salmos 91:2. La respuesta a todos nuestros temores es una relación estrecha con Dios.

Debemos apropiarnos de todas las promesas de este salmo y encontraremos refugio y protección en Dios en todo tiempo, contra toda tentación y ataque de Satanás, Salmos 91:11-12 nos dice que Dios envía ángeles para cuidar de nosotros.

En la última porción del salmo 91:14-16, Dios mismo habla recalcando su promesa de protección personal. De nuevo prioriza nuestra relación personal con Él: “Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre”. Esta promesa incluye liberación, ponernos en alto por encima de las circunstancias, la respuesta a nuestras oraciones, su Presencia en tiempos de angustia, ver su gloria en nuestra vida, saciarnos de larga vida y mostrarnos su salvación.

Es el mismo llamado de Jesús a que permanezcamos en una relación estrecha con Él, Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

Moisés fue protegido por la mano de Dios mientras le mostraba su gloria para que no muriera, veamos Éxodo 33:21-22 “Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado”. Ahora Jesús es la roca en la cual podemos refugiarnos y contemplar la gloria de Dios, porque derribó toda barrera que nos separaba del Padre.

En los momentos de mayor oscuridad, siempre nos esconderá en el hueco de la peña para protegernos y liberarnos. Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y al hacerlo nos liberó del miedo a la muerte y al futuro, precisamente por esto es que debemos estar dispuestos a dejar nuestra seguridad completamente en sus manos.

Queda claro, que aquellos que amamos al Señor, seremos rescatados de las tribulaciones y el Señor estará con nosotros en medio de las dificultades, esto es lo que marca la diferencia cuando confiamos en Jesús y reconocemos su poderoso nombre.    Oración.

«Señor, gracias por estar conmigo en los momentos de angustia, eres mi refugio y fortaleza, bajo tus alas me siento seguro. En ti confío porque eres el Todopoderoso, el Dios todo suficiente, no hay nada que sea difícil para ti, eres quién me llena de esperanza hacia el futuro y quita todo temor de mi corazón. Tomo tus promesas y descanso en tu verdad, porque tu Palabra es luz en medio de las tormentas de mi vida. Gracias por cuidarme y fortalecerme en mi peregrinar por este mundo, en el nombre de Jesús, amén.

domingo, 14 de abril de 2024

La suprema revelación de Dios

 


La suprema revelación de Dios

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Hebreos 1:1-4

Solo Jesucristo trae a los hombres la Revelación completa de Dios y sólo a través de Él podemos llegar a su misma presencia. El autor de Hebreos, muestra la superioridad de Jesucristo sobre el Antiguo Pacto. Los judíos dividían todo el tiempo en dos edades: la presente, y la por venir. Entre ambas colocaban el Día del Señor. La edad presente era totalmente mala; la edad por venir iba a ser la edad de oro de Dios, esa edad de oro amaneció con Jesucristo. Con Jesús, Dios ha entrado a la humanidad, la eternidad ha invadido el tiempo y ya nada puede ser como antes. La incomparable gloria de la persona y obra de Cristo muestra su supremacía sobre los profetas, los ángeles, Moisés (cap.3), Josué (cap.4), Aarón (cap.4 -7) y todo el ritual del judaísmo (cap.7-10).

En Cristo no hay distinción entre judío y gentil, como dice Colosenses 3:11 “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”. Por eso, aunque esta epístola fue escrita para los judíos cristianos, sus enseñanzas y amonestaciones prácticas también son para nosotros los creyentes gentiles. Dios no puede revelar más de lo que nuestra mente puede comprender, por eso cada profeta, de su propia experiencia de la vida y de su experiencia con el pueblo de Israel, había captado y expresado un fragmento de la verdad de Dios. Pero en el caso de Jesús era diferente: Él no era un fragmento de la verdad, ni siquiera el más nuevo, sino la Verdad total. Él mismo lo expresó en Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

En Jesús, Dios no muestra solo un aspecto de su carácter, sino la totalidad de su ser. Jesús es la clave para transformar nuestra vida, para comprender la Biblia, para conocer el carácter de Dios, por eso si queremos conocer a Dios, debemos mirar a Jesús. Él dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre”, Juan 14:9b.

Jesús es único y es todo lo que necesitamos, esta epístola nos dice todo sobre quién es Jesús, y cómo Él es mejor y mayor que ningún otro ser, enseñanza o sistema religioso. Es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, recordemos Hebreos 1:3 “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.

Muchos hoy todavía no aceptan esta verdad y argumentan que Jesús fue un simple maestro, profeta y algunos que un ángel, sin embargo, la Escritura afirma que es superior a los ángeles y su nombre supera la excelencia, “cuanto heredó más excelente nombre que ellos”, hebreos 1:4.

Hoy unámonos en una adoración por aquel que el Padre exalta como Dios y Rey, veamos hebreos 1:8 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino” Oración.

«Padre, gracias por tu amado Hijo Jesús, es todo lo que necesito para llegar a ti, porque es el único camino, la única verdad y la única vida que me lleva a tu Presencia. Puedo conocerte y comprender quién eres Tú, por medio de Él. Gracias porque a través de Jesús transformaste mi vida y por su perfecto sacrificio ahora soy perdonado, justificado y santificado delante de ti, Amén.

sábado, 13 de abril de 2024

Más líbranos del mal

 

Más líbranos del mal


“Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”. Mateo 6:13

Esta petición es la última de la oración modelo que Jesús enseñó. “más líbranos del mal” y qué acertado es pedir siempre esto, porque como dice 1 Juan 5:19 “sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Vivimos en un mundo caído lleno de pecado, corrupción y violencia, por eso, necesitamos constantemente la protección sobrenatural de Dios, y entender que nuestra lucha es espiritual, pues el maligno y sus potestades gobiernan este mundo. Efesios 6: 12-13 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.

Las peticiones sexta y séptima unidas por la conjunción “más”, implica que un pensamiento sigue naturalmente al otro: “Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Ese mal se refiere al enemigo de nuestras almas: Satanás, fuente de toda maldad.

El apóstol Pablo también pidió a Dios que lo librara de toda obra mala cuando se acercaba el final de su vida, usó una expresión de tranquila seguridad; veamos 2 Timoteo 4:18 “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Esa oración también la podemos hacer nosotros para librarnos de todo mal, de cualquier clase, no sólo del pecado, sino de todos los efectos que trae.

“Líbranos del mal” expresa nuestro reconocimiento del poder soberano de Dios sobre todas las fuerzas en el mundo. Se refiere a todo lo que podría inducirnos a pecar y ofender a Dios. Esta oración termina con una doxología: “porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Es una expresión de adoración al reconocer la magnificencia de Dios tanto en el cielo como en la tierra.

Debemos ver un orden en las peticiones de esta oración modelo, las primeras tres tienen que ver con Dios y con su gloria, y las siguientes cuatro tocan nuestras preocupaciones temporales y espirituales. Empezamos dando a Dios el lugar supremo que le corresponde y después nos volvemos a nosotros reconociendo nuestra vulnerabilidad, nuestro pecado y necesidad ante un Dios Santo. Hay cuatro necesidades esenciales como seres humanos: primero el pan que necesitamos para vivir, segundo, el perdón para poder acercarnos a su presencia, tercero, la ayuda en medio de la tentación y cuarto, ser librados del mal y preservados. En estas peticiones se nos enseña a depositar el pasado, el presente y el futuro ante el trono de gracia del Señor.

Esta oración no se limita solo a presentarle a Dios la totalidad de nuestro ser, sino que es una oración que trae la totalidad de Dios a nuestras vidas. Porque cuando pedimos pan, nos dirigimos a Dios Padre Creador y Sustentador de la vida; cuando pedimos perdón nos dirigimos a Dios Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador y cuando pedimos que nos libre de la tentación y del mal, nos dirigimos a Dios Espíritu Santo, el Consolador, iluminador, guía y guardián de nuestras almas. Es decir, nos dirigimos a Dios en toda su plenitud.

Este breve estudio sobre el Padre Nuestro, debe llevarnos entonces a orar como le agrada a Dios, en lo secreto, con entendimiento, sinceridad y sin vanas repeticiones, mostrando nuestra confianza, reverencia, sometimiento, dependencia, perdón, humildad y adoración.  Oración.

«Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, enséñame a buscar primero tu reino y tu justicia y todas las demás cosas me serán añadidas, dame el sustento y consuelo necesarios para vivir el presente, a perdonar a otros porque quiero que tú me perdones. Enséñame a odiar y aborrecer el pecado mientras espero en tu misericordia y a estar preparado para resistir al tentador y líbrame de todo mal, amén.

viernes, 12 de abril de 2024

Y no nos metas en tentación

 


Y no nos metas en tentación

“Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal”. Mateo 6: 13a

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. Mateo 26:41

“No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 corintios 10:13

La oración modelo de Jesús nos enseña que debemos orar para no caer en tentación, quien busca sinceramente el perdón de sus pecados se esfuerza por no volver a pecar. Sin embargo, somos conscientes que tenemos una lucha espiritual en nuestro interior, una batalla entre la naturaleza de pecado y el Espíritu de Dios que mora en nosotros. Pablo lo expresa de esta manera en Romanos 7: 18-20: “Y yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”.

El mismo Señor Jesucristo instó a sus discípulos a “velar y orar” para no entrar en tentación. Reconozcamos que nuestra carne es débil, aunque nuestro espíritu esté dispuesto, como lo dice Mateo 26:41. Ciertamente si Pedro hubiera orado cuando Jesús se lo pidió en Getsemaní, se habría fortalecido para no caer en la tentación que hizo que lo negara tres veces. La oración nos lleva a no ser inducidos, ni arrastrados por nuestra propia voluntad a la tentación. La palabra empleada “no nos metas”, es una súplica por apoyo al estar bajo la tentación, para que el Señor nos de la salida. Veamos 1 Corintios 10:13 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.

Algunas circunstancias de nuestra vida, siempre pondrán a prueba nuestra fe, tenemos que reconocer que nuestra naturaleza humana es vulnerable y esta petición es una expresión humilde de nuestra desconfianza en nosotros mismos, necesitamos orar para no ceder a la tentación que nos presentan los tres enemigos del cristiano: la carne, el mundo y Satanás. Jesús no está sugiriendo que Dios nos guía hacia la tentación. Simplemente está pidiendo que seamos librados del enemigo de nuestras almas y sus engaños. Todos enfrentamos tentaciones, algunas veces es tan sutil que inclusive no sabemos qué nos está pasando, por eso siempre debemos estar alertas, la palabra “velar” implica esto.

Velad y orad, son imperativos en tiempo presente que denotan acción continua. El que vela y ora en forma continua descubre que aun cuando la carne es débil, el espíritu y la voluntad se imponen con fuerza y le asegura la firmeza cuando se enfrenta a pruebas y le ayudan a permanecer estable moralmente ante las tentaciones.

Recordemos que no estamos solos en esta lucha espiritual, tenemos al Espíritu Santo, con su poder santificador, que nos redarguye de pecado, justicia y juicio, para que no caigamos y nos recuerda nuestra nueva vida en Cristo. Pablo nos dice en Romanos 7:24-25 “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado”. Cuando uno dirige su vida mediante la unión con Cristo, ya no lo hace por obediencia a un código de ley escrita que de hecho despierta el deseo de pecar, sino por la lealtad a Jesucristo en lo íntimo del espíritu y del corazón por el amor hacia Él.   Oración.

«Amado Padre, permíteme permanecer en ti y en tu Palabra para que mi vida espiritual se fortalezca interiormente y pueda siempre estar alerta ante las tentaciones que enfrento a diario, en mi carne, en el mundo y frente a los engaños de Satanás. Quiero guardar de tal manera tu Palabra en mi corazón, para no pecar contra ti, lléname de tu Santo Espíritu porque sé que no es en mis fuerzas que podré resistir la tentación, sino con el poder santificador de tu Presencia. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 11 de abril de 2024

Y perdónanos nuestras deudas

 


Y perdónanos nuestras deudas

“Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo 6:12

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9

Como un deudor en manos de un acreedor, así es el pecador en manos de Dios. Queremos que el Señor perdone nuestros pecados, pero debemos estar dispuestos a perdonar a los que nos ofenden. Jesús quiere que nos reconciliemos con otros con prontitud, a fin de que no perdamos bendiciones por la falta de perdón. Esta advertencia aparece en repetidas ocasiones en sus enseñanzas. En la oración modelo el Señor nos muestra enfáticamente reconocer nuestro pecado, porque esto nos lleva a pedir perdón para ser limpiados.

Cuando oramos: “y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, hace referencia a las ofensas hechas y a las ofensas recibidas; para que, así como Él nos perdona, podamos nosotros perdonar a otros. Si hemos recibido el perdón divino por la sangre preciosa de Jesús derramada en la cruz, debemos tener un espíritu perdonador para con nuestros semejantes. Como lo dice Marcos 11: 25-26 “Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”. La actitud de Dios hacia nosotros en cuanto al perdón será exactamente como sea nuestra actitud hacia los demás.

Cuando perdonamos, Dios ve su propia imagen reflejada en nosotros; así que pedirle a Dios lo que nosotros no damos a los demás, sería contradictorio. El Señor hace énfasis en esto, porque Él sabe que el perdón libera nuestras almas.

Confesar con los labios es también reconocer las ofensas que hemos cometido contra otros, no tengamos temor de hacerlo, porque Dios es fiel y es justo, porque no solo su misericordia, sino su justicia, están expuestas en la redención del que se arrepiente. Cuando Él nos perdona los pecados y nos limpia de toda maldad cumple los propósitos de su eterna fidelidad y justicia. Al limpiarnos nos purifica de nuestra inmundicia, de modo que seamos libres de la presencia del pecado por el Espíritu de la santificación que mora en nosotros, veamos hebreos 9:14 “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?

La confesión tiene el propósito de liberarnos para disfrutar de una íntima comunión con nuestro Padre. Esto debería darnos tranquilidad de conciencia, pero a veces muchos cristianos no entienden esto y se sienten culpables confesando sus pecados una y otra vez, otros piensan que, si mueren con pecados no perdonados pierden la salvación; no comprenden que el Señor con su sacrificio expiatorio perdonó todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros.

No necesitamos confesar los pecados del pasado otra vez y no debemos temer que Él nos deseche si nuestra vida no está perfectamente limpia. Eso no indica, que no debamos confesar continuamente nuestros pecados, para que podamos disfrutar al máximo de nuestra comunión con Él. La genuina confesión debe llevarnos a la decisión de no seguir pecando. Por eso también debemos orar para derrotar cualquier tentación que nos lleve a fallarle al Señor.

Una pregunta que podríamos estar haciéndonos es: ¿si Dios nos ha perdonado por la muerte de Cristo, por qué debemos confesarnos? Porque al admitir nuestro error y recibir el perdón de Cristo, acordamos con Dios que somos pecadores y deseamos abandonar esa condición; nos aseguramos de no ocultarle nada a Él y en consecuencia a nosotros mismos, teniendo una relación sincera con Él y con los demás; reconocemos nuestra vulnerabilidad y nuestra tendencia a pecar, pero también nuestra dependencia de su poder por medio del Espíritu Santo para vencer el pecado y vivir una vida plena en Cristo.   Oración.

«Amado Jesús, gracias por tu sacrificio expiatorio por el cual quitaste el pecado del mundo; por llevar en tu cuerpo mis pecados pasados, presentes y futuros y por darme el perdón de todos ellos. Quiero vivir en santidad, por eso lléname de tu Santo Espíritu para recibir tu poder para vencer la tentación y llevar una vida limpia, disfrutando así de la plenitud de tu presencia cada día. Ayúdame a tener un espíritu perdonador, para poder perdonar a los que me ofenden, en el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 10 de abril de 2024

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

 


El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:11

“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre”. Juan 6:27

Cuando pedimos a Dios el pan cotidiano, estamos mostrando nuestra dependencia de Él, es el pan de subsistencia. Recordemos que el Señor puede suplir para las necesidades materiales que requerimos día a día. Como lo expresa proverbios 30:8b “no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario”. También esta petición hace alusión a pedir el pan celestial o alimentación espiritual, que es su Palabra, “la comida que a vida eterna permanece”, Juan 6:27.

Jesús establece el contraste entre lo perecedero y lo permanente, lo material y lo espiritual, y exhorta a establecer como prioridad número uno el procurar lo espiritual. Anhelar el “evangelio de vida”, es decir, vida espiritual y eterna, la cual sólo Él ofrece.

Someternos a Dios debe ser nuestra prioridad, pero también es cierto que como hijos de Dios podemos pedir aquellas cosas necesarias para llevar a cabo su voluntad. El pan representa todas las necesidades materiales: comida, bebida, ropa, techo, etc. El Señor Jesús dentro de la oración modelo nos enseña a encomendar nuestras necesidades a Él, pues es la manera de evitar la ansiedad o el afán por el día de mañana, como dice Mateo 6: 31-34 “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

Podemos confiar a Dios todas nuestras necesidades, pero, si luego dudamos y entramos en ansiedad, nos falta fe. La voluntad de Dios no es que sus hijos vivan en un estado de ansiedad por el sustento de la vida, por eso nos invita a creer y orar; así lo expresa Filipenses 4:6-7 que dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Dios trae paz a nuestra mente y corazón cuando confiamos en lo que Él puede hacer.

Cuando oramos: “el pan nuestro de cada día dánoslo hoy”, estamos reconociendo que el Señor es nuestro sustentador, todas las cosas le pertenecen a Él, pensar que dependemos de nosotros mismos es una necedad. Confiemos plenamente en que proveerá diariamente todo lo que necesitamos, porque es el dueño absoluto de todo y dependemos de su gracia y providencia para subsistir.

No fuimos diseñados para vivir independientemente de nuestro Creador, tenemos la necesidad de mantenernos en comunicación con Él. La Biblia constantemente nos lo recuerda. Jesús dijo en Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. En otras palabras, felices los que tienen conciencia de su necesidad espiritual, para ser felices necesitamos de Dios. ¿Pero cómo hacerlo? Jesús dio la respuesta en Mateo 4:4b “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

¿Cuánto descansamos entonces en las promesas de Dios? Recordemos algunas de ellas: Salmos 37:25 “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”; Salmos 34:9 “Temed a Jehová, vosotros sus santos, pues nada falta a los que le temen” y Salmos 145:16 “Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente”. Así como necesitamos el pan físico, también necesitamos el pan espiritual, entonces pidamos con fe que el Señor nos proveerá.   Oración.

«Gracias Jesús, porque conoces cada una de mis necesidades, sin embargo, te agrada que pida lo que necesito. Gracias, porque no solo me das el sustento diario, sino que me llevas a tener hambre y sed de tu Palabra y a esforzarme para poder alimentarme de ella y crecer para vida eterna. Tú eres generoso y dueño de todo, por eso, sé que suplirás todo lo que me falta conforme a tus riquezas en gloria. Amén.