viernes, 31 de octubre de 2014

Hebreos 8:1-2

Hebreos 8:1-2
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo, el que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano.


Por un lado, estamos nosotros tratando de sobrevivir.  Por el otro, está Dios buscándonos todos los días para que nos reconciliemos con Él.  Por un lado estamos buscando sentido a nuestra vida.  Por el otro está Dios con sus manos abiertas esperando a que lo veamos y abramos nuestros brazos para recibirlas.  Por un lado estamos aferrados a lo que tenemos.  Por el otro, no tenemos idea de cuánto nos estamos perdiendo por no voltear al Señor.  Por un lado nos sorprendemos de los templos u otro tipo de arquitectura mientras que por el otro no podemos comprender lo que significa leer que hay un tabernáculo levantado por el Señor y por ningún ser humano.
Hay una línea que divide lo espiritual de lo carnal.  Es importante encontrarla.  Es importante respetarla y aprender a mantenernos del lado correcto en todo lo que hacemos.  No podemos traspasarla para algunas cosas y al mismo tiempo permanecer en la espiritual.  O se está de un lado o se está del otro.
¿Por qué escribo esto y qué tiene que ver con el pasaje de hoy?  Al leer los versículos me doy cuenta de lo poco que entendemos a Dios y lo mucho que lo limitamos.  Confiamos más en lo que podemos oír y tocar en lugar de la palabra de Aquél que es alabado en el cielo.  Tenemos a un sacerdote que intercede por nosotros y está sentado a la diestra de Dios.  ¡Nos ama!  Quiere llenarnos de bendiciones.  Sin embargo nosotros no le entregamos nuestra vida.  ¿Por qué?  ¿Por qué cuesta tanto trabajo dejar atrás todo y perseguir una vida entregada al Señor?  Sé que no soy el único que se ha cuestionado esto.  Espero tú también te lo hayas preguntado pues es señal de nuestro deseo de seguirle y romper con tantas cosas que estorban en nuestra comunión con Él.  El pasaje nos dice que Cristo está a la derecha del Padre (Majestad).  Nos dice que habita en donde ningún ser humano ha construido.  ¿No te parece increíble?  ¿Qué más podemos pedir?  Cristo murió por nosotros.  Resucitó para estar con el Padre e interceder por nosotros.  Quiere ser nuestro sacerdote.  No necesitamos realizar ningún sacrificio.  Él ya hizo todo.  Insisto.  ¿Qué más podemos pedir?  Sin embargo nos cuesta trabajo morir a nosotros y tomar su cruz.  Nos cuesta trabajo compartir de Él en el trabajo o con nuestros vecinos.  Nos cuesta trabajo creer que pueda hacer algún milagro en nuestra vida.  No tiene sentido.  Si realmente creemos en la biblia no podemos seguir así.  Si realmente somos seguidores de Él, nuestra vida, nuestras acciones, deben de confirmar esa creencia y convicción.  De lo contrario nos estamos engañando.  Estamos en un juego de apariencias donde tristemente nosotros somos los únicos perjudicados.  Piénsalo.  ¿En dónde estás parado?

Oración

Señor y Padre mío: alabado seas.  Has hecho todo por mí y yo no merezco tanto.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón por ignorarte y no dejarte reinar en mi vida.  Quiero tomar tu cruz y seguirte.  Quiero dejar atrás todo lo que estorba en mi comunión contigo.  Quiero mirar a la meta que es a tu lado y caminar confiado en que Tú alumbras mis pasos.  Gracias mi Señor.  Gracias por tanto que me das.  En Cristo Jesús.  Amén.

jueves, 30 de octubre de 2014

Hebreos 8:1-2

Hebreos 8:1-2
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, aquel que se sentó a la derecha del trono de la Majestad en el cielo, el que sirve en el santuario, es decir, en el verdadero tabernáculo levantado por el Señor y no por ningún ser humano.


Por un lado, estamos nosotros tratando de sobrevivir.  Por el otro, está Dios buscándonos todos los días para que nos reconciliemos con Él.  Por un lado estamos buscando sentido a nuestra vida.  Por el otro está Dios con sus manos abiertas esperando a que lo veamos y abramos nuestros brazos para recibirlas.  Por un lado estamos aferrados a lo que tenemos.  Por el otro, no tenemos idea de cuánto nos estamos perdiendo por no voltear al Señor.  Por un lado nos sorprendemos de los templos u otro tipo de arquitectura mientras que por el otro no podemos comprender lo que significa leer que hay un tabernáculo levantado por el Señor y por ningún ser humano.
Hay una línea que divide lo espiritual de lo carnal.  Es importante encontrarla.  Es importante respetarla y aprender a mantenernos del lado correcto en todo lo que hacemos.  No podemos traspasarla para algunas cosas y al mismo tiempo permanecer en la espiritual.  O se está de un lado o se está del otro.
¿Por qué escribo esto y qué tiene que ver con el pasaje de hoy?  Al leer los versículos me doy cuenta de lo poco que entendemos a Dios y lo mucho que lo limitamos.  Confiamos más en lo que podemos oír y tocar en lugar de la palabra de Aquél que es alabado en el cielo.  Tenemos a un sacerdote que intercede por nosotros y está sentado a la diestra de Dios.  ¡Nos ama!  Quiere llenarnos de bendiciones.  Sin embargo nosotros no le entregamos nuestra vida.  ¿Por qué?  ¿Por qué cuesta tanto trabajo dejar atrás todo y perseguir una vida entregada al Señor?  Sé que no soy el único que se ha cuestionado esto.  Espero tú también te lo hayas preguntado pues es señal de nuestro deseo de seguirle y romper con tantas cosas que estorban en nuestra comunión con Él.  El pasaje nos dice que Cristo está a la derecha del Padre (Majestad).  Nos dice que habita en donde ningún ser humano ha construido.  ¿No te parece increíble?  ¿Qué más podemos pedir?  Cristo murió por nosotros.  Resucitó para estar con el Padre e interceder por nosotros.  Quiere ser nuestro sacerdote.  No necesitamos realizar ningún sacrificio.  Él ya hizo todo.  Insisto.  ¿Qué más podemos pedir?  Sin embargo nos cuesta trabajo morir a nosotros y tomar su cruz.  Nos cuesta trabajo compartir de Él en el trabajo o con nuestros vecinos.  Nos cuesta trabajo creer que pueda hacer algún milagro en nuestra vida.  No tiene sentido.  Si realmente creemos en la biblia no podemos seguir así.  Si realmente somos seguidores de Él, nuestra vida, nuestras acciones, deben de confirmar esa creencia y convicción.  De lo contrario nos estamos engañando.  Estamos en un juego de apariencias donde tristemente nosotros somos los únicos perjudicados.  Piénsalo.  ¿En dónde estás parado?

Oración

Señor y Padre mío: alabado seas.  Has hecho todo por mí y yo no merezco tanto.  Te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón por ignorarte y no dejarte reinar en mi vida.  Quiero tomar tu cruz y seguirte.  Quiero dejar atrás todo lo que estorba en mi comunión contigo.  Quiero mirar a la meta que es a tu lado y caminar confiado en que Tú alumbras mis pasos.  Gracias mi Señor.  Gracias por tanto que me das.  En Cristo Jesús.  Amén.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Santiago 3:5-6

Santiago 3:5-6
Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. Imagínense, ¡qué grande bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.


¿Qué tanto puede hacer la lengua? ¿En verdad tiene el poder de “encender” todo un bosque? Como siempre, las respuestas las tiene la Biblia y no nuestras opiniones. Hay una gran cantidad de versículos que hacen referencia a la lengua y el cuidado que debemos tener sobre la misma. Esto me da a entender que es un miembro sumamente peligroso. Ahora, este mismo miembro también tiene poder para generar lo bueno: compartir la palabra de Dios.
Estas palabras no fueron escritas para crear un debate entre lo que pueden hacer nuestras palabras y lo que no. Esto es una advertencia, un llamado a protegerte de tus propias palabras, a poner atención y entregar tu lengua a Dios para que puedas aprender a dominarla a través de su Espíritu Santo.
Reflexionando un poco sobre la lengua, me sorprende de lo que se puede lograr a través de ella. Se han levantado revoluciones o logrado independencias a través de las palabras de un caudillo. Todo un país siendo transformado por las palabras de aquellos que pensaron que las cosas debían ser diferentes. También, tenemos el tema actual que la lengua encabeza, el fraude. Gracias a la palabrería de las personas, millones de personas han sido víctimas de un fraude. Pero como escribí unas líneas atrás, este poder tan grande que está almacenado en nuestra lengua, también puede ser utilizado para dar gloria a Dios. A través de la lengua, los discípulos de Jesús llegaron a compartir el evangelio y lo dieron a conocer en gran parte del mundo. Gracias a los planes de Dios y su obediencia, esas palabras cambiaron la forma de contar los años Antes de Cristo (A.C.) y Después de Cristo (D.C.) ¿te das cuenta de la relevancia que tiene lo que dices?
Tristemente, si no pones atención, “quemarás” varios bosques en tu vida.
He visto lo impresionantes e indomables que llegan a ser los incendios. También recuerdo de haber pasado por una zona de bosque en la cual, un año anterior había sido devastada por un gran incendio. La escena es triste y desalentadora. Gris. Sin color. Miles de árboles quemados. Sin vida. Todo comenzó con una pequeña chispa que no fue controlada. Lo mismo puede pasar con tu vida si no controlas tu lengua. Familias son destrozadas por la lengua, matrimonios divididos, hijos aislados y con corajes, amistades rotas, problemas laborales, etcétera. Te quiero animar a que medites en las consecuencias de tus palabras. Un pequeño miembro, la lengua, tiene el poder de contaminar ¡todo tu cuerpo! ¡Piénsalo!

Oración
Señor: te doy gracias por enseñarme con tu palabra que la lengua es peligrosa. Perdona todo lo mal que la he utilizado. Guíame para no estar creando incendios en mi vida por causa de ella y por el contrario que se generadora de bendición. Perdona mis pecados Señor y escucha mi oración en el nombre de Jesús.
Amén

martes, 28 de octubre de 2014

Santiago 4:1

Santiago 4:1
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?



En la versión Dios habla hoy, traducen la segunda parte como conclusión: pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior. En cambio, la versión Reina Valera, la de las Américas y la Nueva Versión Internacional lo traducen como pregunta retórica. Me parece interesante poder analizar el versículo con ambas opciones.
Como escribí hace tiempo, Santiago utiliza las preguntas para llevarte a meditar sobre tu vida, tus obras, tus creencias, tu fe entre otros, y con el verso de hoy, busca hacer lo mismo. Quiere que entiendas claramente el por qué de los conflictos que hay, no solo a nivel internacional ni nacional, sino familiar. En varias ocasiones me he preguntado sobre las guerras en el mundo y su injusticia sobre aquellos que no están involucrados con los conflictos pero aún así se ven afectados en gran manera. También pienso sobre los países con problemas de nutrición y falta de servicios básicos. ¿Dónde está Dios para ayudarlos?
La respuesta la encuentras en este versículo. De sus propias pasiones surgen las guerras y los conflictos entre ustedes. De ti y de mí. No hay un tercero involucrado. De tus pasiones. De las mías. ¡Dios no está involucrado! Sé que es fácil echarle la culpa a alguien más y pensar que están peor que tú. Puede ser cierto, pero eso no quita tu parte dentro del problema. A veces las guerras y los conflictos tan grandes que sufre este mundo, te llevan a perderte dentro de tantas telarañas que hay y dejas de poner atención al “micro” mundo que existe a tu alrededor. Este versículo no es para corregir las guerras y conflictos internacionales, es par que corrijas tus guerras y tus conflictos personales. ¡Cuántas familias están peleadas por herencias! ¿Cuántos hermanos se han dejado de hablar por conflictos y desacuerdos? ¿Cuántas amistades se han acabado por dejar que las “guerras” acaben con lo que habían formado? ¿Cuántos hijos han crecido con un solo padre o tal vez sin ninguno de los dos a causa de conflictos entre ellos?
¿Te das cuenta de lo grave que son tus acciones equivocadas? ¿Puedes entender que al dar paso a tus pasiones internas, desembocas una cadena de malas decisiones? Las guerras y los conflictos ¿no surgen de tus pasiones internas? Si no quieres analizarlo así, utilizaré la versión de Dios habla hoy: tus pleitos y conflictos surgen de los malos deseos que están luchando en tu interior. Deja a un lado el pensar que los demás tienen la culpa. Entiende que tú eres causante de grandes problemas por tus propias pasiones. Mejor aprende a entregarlas a Dios.

Oración
Padre: quiero entregarte mis pasiones y pedirte que corrijas mi camino pues no quiero llevar una vida de guerra y conflictos. Guíame para aprender a escuchar y pedir perdón por mis malas decisiones. Ayúdame a transformar mis pensamientos egoístas y entender primero mis errores. No me dejes seguir solo Señor. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

lunes, 27 de octubre de 2014

Proverbios 13:3

Proverbios 13:3

El que refrena su lengua protege su vida, pero el ligero de labios provoca su ruina.


Lo primero que me viene a la mente es recordar cuántas veces he tenido que pedir perdón por algo que dije que no estaba bien. ¿Cuántas veces has dicho: cómo pude haber dicho esto o aquello? Controlar nuestra boca no es cosa fácil. La biblia está llena de advertencias sobre ella. Nos previene sobre lo destructiva que es y lo indomable que puede llegar a ser. Nuestra boca puede provocar nuestra propia ruina si no aprendemos a entregarla a Dios. Nuestra boca debe ser controlada por nosotros y no al revés.
Aquello de lo que hablamos, dice la biblia que es lo que tenemos en el corazón. ¿Estamos criticando? ¿Juzgando? ¿Mintiendo? ¿Utilizando groserías?
¿Cómo hablas?
Seguramente cuando eras pequeño te corrigieron sobre lo que debes o no decir. Pero no creo que te hayan advertido sobre lo destructivo que puede ser el no controlar tu lengua. Me parece que muy pocas personas entienden y aceptan que al cuidar nuestra lengua protegemos nuestra vida y al no hacerlo provocamos nuestra propia ruina.
¿Por qué no hacemos un compromiso y entregamos nuestras palabras a Dios?
Qué mejor que hablar lo correcto. Qué mejor que cada vez que digas algo sea constructivo, promueva la gracia y amor de Dios. Esto no significa que vas a tener que cambiar tu tono de voz o las palabras que utilizas hablando ahora pura cursilería. ¡NO! La transformación que Dios quiere no va por ese camino sino por el lado de entregar aquello de lo que hablamos no dejando que nuestra lengua nos controle y sea ella quien decida lo que habremos de decir.
Piensa en aquellos momentos en los que no controlaste tu boca y las consecuencias que se derivaron de ello…
Todos hablan, pocos controlan lo que dicen. La lengua debe ser controlada.
Para poder controlar nuestra boca, debemos analizar nuestra forma de hablar. Debemos meditar en cómo nos dirigimos a las personas, cómo expresamos nuestras inconformidades y nuestras diferencias, cómo le hablamos a nuestros superiores y a aquellos a nuestro cargo, cómo le hablamos a nuestros seres queridos cuando estamos contentos y también cuando estamos enojados, cómo contestamos cuando nos lastiman o molestan, en general: meditar en lo que sale de nuestra boca en cualquier circunstancia.
Hoy Dios nos dice que no controlar nuestra lengua traerá ruina a nuestra vida. Es probable que, como yo, ya hayas experimentado parte de esa ruina por no haber controlado tu boca. Hagamos caso de este proverbio y comencemos a poner control sobre lo que decimos y protejamos nuestra vida.

Oración
Señor: te pido perdón por tantas cosas que he dicho que no están bien. Te entrego mi lengua porque yo no puedo controlarla. Ayúdame a que de mi boca salga bendición y no destrucción. Cambia mi forma de hablar Señor. Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús
Amén

domingo, 26 de octubre de 2014

Romanos 12:17-18

Romanos 12:17-18
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.



Parece imposible. Cuando nos hacen algo, nuestra primera reacción es difícil que sea un pensamiento de bondad hacia ellos. Nos han lastimado. Han destruido nuestra confianza. Han abusado. Actualmente, el mundo no pinta un panorama fácil. Me parece que nunca lo ha sido. A veces tenemos situaciones externas como una crisis o una guerra y en otras ocasiones todos los problemas se encuentran dentro de nuestra familia. Pienso en una persona asesinada, en un secuestro o un abuso sexual, situaciones muy difíciles y devastadoras para los afectados. Unos piden por el mayor castigo posible y los otros piden por misericordia. Es fácil decidir cuando no somos los afectados. Pero Dios nos da una instrucción el día de hoy que nos incluye a todos: no pagues mal por mal sino procura lo bueno y busca siempre estar en paz con todos los hombres.
¿Quién se beneficia de tener esta actitud?
La verdad es que por la forma en la que crecí y probablemente tú también, me hace pensar que el beneficiado es aquél que hizo daño y no recibió ningún castigo por haberlo causado. No es muy fácil entender cómo me beneficia el regresarle con bien a alguien que me está haciendo mal y mucho menos buscar la paz, extender mi mano cuando mi contraparte está buscando lastimarme.
Nos guste o no. Lo entendamos o no. Nosotros somos los que se benefician de regresar lo bueno cuando recibimos un mal. Somos los primeros en beneficiarse cuando buscamos constantemente el estar en paz con los demás. La primera razón es fácil: estamos obedeciendo a Dios y ello siempre trae bendición a nuestra vida. La segunda resulta de la primera: la obediencia a Dios nos hace acomodar nuestros principios y prioridades en el orden correcto. Cuando estamos buscando el reino de Dios por encima de nuestra propia voluntad, podemos ver con la perspectiva correcta y entender que los planes de Él son mejores que los nuestros. Pero no todo se queda en la teoría. Piensa en la cantidad de problemas y males que hay a nuestro alrededor. Piensa en cuánta gente vive con amarguras y corajes que están arraigados en sus corazones y no los dejan vivir tranquilos. ¿Cuántas amistades, matrimonios o familias destrozadas por no perdonar y buscar estar en paz? Pleitos entre hermanos. Iglesias divididas. Corazones lastimados. Cada vez que preferimos dar rienda suelta a nuestro enojo y coraje por haber recibido mal, lo único que estamos haciendo es crear un círculo vicioso que no traerá paz por más que pensemos que estamos en ese camino. El odio nos come por dentro mientras la paz nos da vida. sé que no es fácil, pero de lo que estoy convencido es que Dios lo dice por nuestro propio bien. Pidamos a Él que nos transforme y podamos regresar el mal con bien y buscar la paz en todo momento.

Señor:
Ayúdame a cambiar pues no hay ganas en mí que quieran regresar el mal con bien ni paz cuando recibo guerra. Sé que Tú puedes transformarme y te pido que así sea. Pon amor y paz en mi corazón y quita mis enojos, rencores y corajes. No permitas que se arraiguen en mí los deseos de venganza sino que pueda recordar que me pides estar en paz siempre que dependa de mí. Libérame de estar atado a los deseos de venganza, corajes y enojos. En Cristo Jesús te lo pido.
Amén

sábado, 25 de octubre de 2014

Hechos 18:5-6

Hechos 18:5-6



Cuando Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo se dedicó exclusivamente a la predicación, testificándoles a los judíos que Jesús era el Mesías.  Pero cuando los judíos se opusieron a Pablo y lo insultaron, éste se sacudió la ropa en señal de protesta y les dijo: ¡Caiga la sangre de ustedes sobre su propia cabeza!  Estoy libre de responsabilidad.  De ahora en adelante me dirigiré a los gentiles.


En otra traducción dice: de ustedes será la culpa de su propia perdición; yo no me hago responsable.  ¿Cómo saber hasta dónde debemos llegar al compartir la palabra?    ¿A la primera ofensa o insulto?  ¿Hasta setenta veces siete?  Haciendo memoria, en el pasaje de Mateo 8:28-24, vemos que Jesús se encuentra con los gadarenos y dos demonios le rogaron a Jesús que los dejara ir a un hato de cerdos.  Jesús les concede esto y el pueblo sale a su encuentro pidiendo que se vaya.  Él decide irse.  Es difícil  encontrar una repuesta que satisfaga todas las posibilidades pero podemos establecer ciertos principios.  Dios nos llamó a estar en paz los unos con los otros.  Si nos piden que nos vayamos y dejemos de hablar del Señor: hagamos lo que nos piden.  Por el contrario, no dejes de orar por esas personas.  Nuestro deber es compartir el evangelio y ese objetivo se ha cumplido.  Dios se encargará de tocar esos corazones y transformarlos de piedra a uno de carne.  Ahora, no debemos utilizar esto como pretexto para ni siquiera comenzar a predicar.  No excluyas personas por pensar que te dirán que no.  Tu deber es ir y hacerlo.  Si dicen que no, entonces solo queda orar por ellos.  Por otro lado, nos dice la biblia que Pablo recibió oposición e insultos.  No es lo mismo recibir críticas, señalamientos o juicios que ser insultados.  Al momento que recibe los insultos decide aclarar públicamente: de ustedes será la culpa sobre su propia perdición.  No los insulta de vuelta.  No se mete en discusiones sin sentido.  Entiende que el evangelio ha sido anunciado y que su auditorio no quiere sino discutir e insultar.  ¿Recuerdas que en sus predicaciones previas, siempre había recibido personas que alborotaban al pueblo en su contra?  Nunca dejó de predicar por esta oposición sino hasta que lo comenzaron a lastimar con piedras.
Los gadarenos habían visto un milagro.  Presenciaron cómo los demonios salían de las personas y se iban a los cerdos.  Aún así, prefirieron que Jesús se fuera y los dejara continuar con su vida.  De la misma forma, rechazaron el evangelio que anunciaba Pablo.  No te desanimes si la gente rechaza a Cristo.  No te sorprendas si después de experimentar un milagro, deciden darle la espalda al Señor y pedirle que los deje seguir su camino.  Por el contrario, examina tu vida para que no caigas en estos errores.
Por último, quiero hacer énfasis en el apoyo que recibe Pablo de Silas y Timoteo.  Gracias a que ellos llegan, ahora puede dedicarse por completo a predicar.  Debes entender lo importante que son tu diezmo y ofrendas a la iglesia para sustentar a los predicadores y tenerlos de tiempo completo.
Oración
Señor: hoy quiero pedirte por aquellos que han rechazado tu palabra para que doblen su orgullo y puedan reconocerte.  Te pido que me des sabiduría para no entrar en contiendas y reconocer el momento de parar e irme.  Te pido que no haga excepción de personas por pensar que dirán que no a tu palabra.  En Cristo Jesús.  Amén

viernes, 24 de octubre de 2014

Hechos 28:24-27

Hechos 28:24-27


Unos se convencieron por lo que él decía, pero otros se negaron a creer.  No pudieron ponerse de acuerdo entre sí, y comenzaron a irse cuando Pablo añadió esta última declaración: con razón el Espíritu Santo les habló a sus antepasados por medio del profeta Isaías diciendo: Ve a este pueblo y dile: por mucho que oigan, no entenderán; por mucho que vean, no percibirán.  Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se le han tapado los oídos, y han cerrado los ojos.  De lo contrario, podrían ver con los ojos, oír con los oídos, entender con el corazón y convertirse y yo los sanaría.



Así como hay buenos ejemplos en la vida de Pablo, también encontramos malos.  A mi parecer, este es uno de ellos.  ¿Qué sentido tiene citar a Isaías?  Realmente lo que está haciendo es atacar a aquellos que no quieren entrar en razón y aceptar lo que les ha dicho.  ¿Qué ganó al decir esas palabras?  Que varios de los que estaban reunidos decidieran irse.  Ahí te ves Pablo.  Yo no vine a ser atacado.  Estoy en desacuerdo contigo y esto no te da derecho a decirme que mi corazón es insensible y que mis oídos se han tapado.  Tristemente muchos de nosotros caemos en el mismo error.  Nuestras intenciones son buenas.  Queremos que las personas escuchen de Dios y conozcan a Jesús.  Finalmente Cristo es lo mejor que nos ha pasado.  Pero debemos entender que existen buenos y malos testimonios.  Tristemente he visto cómo una familia puede separarse por no compartir a Cristo de la manera correcta y peor aún, cuánta gente termina con resentimiento hacia los “cristianos” por este tipo de actitudes.  ¿Te digo algo?  Dios te ama a ti de la misma manera que ama a tu prójimo.  Dios quiere reconciliarse con tu prójimo de la misma manera en que se quiso reconciliar contigo.  Por gracia de Dios y no por obras eres salvo.  ¡Realmente no hiciste nada!  ¿Por qué juzgar y criticar a aquellos que no pueden o no quieren entender el evangelio?  ¿Acaso eras menos insensible?  ¿Tus oídos y tus ojos sí estaban abiertos?  ¡Por supuesto que no!  Eras igual de pecador y necio.  Por gracia del Señor fuiste rescatado.  ¡No lo olvides!  Entonces, si por gracia y misericordia has vuelto a nacer, lleva ese mismo mensaje a los demás.  Date cuenta que las personas que estaban con Pablo llevaban todo el día discutiendo y escuchando sobre el evangelio.  ¡Tenían ganas de aprender!  De lo contrario ya se hubieran ido.  El versículo 23 nos dice que desde la mañana hasta la tarde estuvieron hablando.  Decidieron irse en el momento en que Pablo les dijo que sus ojos no veían y sus oídos no oían.  ¿Te das cuenta de cómo podemos cometer errores bien intencionados?  Probablemente Pablo quería sacudirlos y hacerlos entender de lo que estaba hablando, pero cayó en un gran error al atacarlos con estas palabras.  Si bien, son ciertas, pienso que no tuvo ningún beneficio el mencionarlas sino al contrario, provocó el enojo y la salida de varios que estaban reunidos.
Nuestro deber es imitar a Jesús.  Antes de hablar, piensa si tus palabras edifican y están llenas de amor hacia aquellos que las reciben.  Si no cumplen con estos principios, mejor no digas nada.

Oración
Padre nuestro: eres grande y poderoso pero tu amor realmente sobrepasa todo entendimiento.  Gracias por amarme y aceptarme tal como soy.  Ayúdame a ser testimonio de Cristo y a no criticar ni juzgar pues solamente he recibido gracia y misericordia de tu parte.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

jueves, 23 de octubre de 2014

Gálatas 5:16-18

Gálatas 5:16-18


Así que les digo: vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.  Porque ésta desea lo contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella.  Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren.  Pero si los guía el Espíritu, no están bajo la ley.



A mucha gente le gusta decir que la biblia está mal porque toma posiciones absolutas.  Esto quiere decir que no existe un intermedio o una mezcla de una extremo con el otro.    Por el contrario, como humanos, tratamos constantemente de querer acomodar nuestros pensamientos y deseos a los de Dios y tratamos de que coexistan.  De hecho, podemos ver que, dentro de la naturaleza pecaminosa, transformamos la verdad por mentira, la luz por tinieblas y a lo malo lo llamamos bueno (Isaías 5:20).  Nuestro orgullo nos confunde.  Nuestras pasiones nos quitan la claridad y nuestros deseos nos encadenan.  El pasaje de hoy nos enseña que no podemos llevar una doble vida.  No podemos acomodar o mezclar los principios de Dios con aquellos de la carne.  Son agua y aceite.  De hecho, son mutuamente excluyentes.  Pero a nosotros nos gusta pensar distinto.  Seamos honestos.  Queremos seguir arrastrando nuestra manera de vivir y de pensar.  Pensamos que no estamos tan mal.  Pensamos que sabemos más que Dios y en nuestra mente logramos convencernos.  El Espíritu desea lo contrario a la carne y viceversa.  No hay punto medio.  No podemos hacer nada al respecto.  No es que sea exagerado.  Simplemente así lo dice Jehová.
Ahora, ¿de qué te sirve entender y vivir bajo este principio?  Piensa en esto: si alguien te ha causado un mal, ¿Es mejor guardarle rencor y buscar venganza o pedir al Señor porque ponga perdón en tu corazón y poder tener paz?  Si ahora estás tranquilo y nadie te ha hecho nada, fácilmente optarás por la segunda opción.  Pero espera al momento en que te lastimen y verás con qué facilidad los deseos de venganza surgen y con qué poco ánimo quieres perdonar.  La diferencia entre una opción y la otra no son fáciles de detectar en cuanto a sus consecuencias pues son meramente internas.  Solamente tú podrás experimentar la paz que trae el Espíritu Santo a tu vida al pedir que te llene de perdón y quite los deseos de venganza de tu vida versus mantener en tu interior todas esas raíces de enojo, odio y corajes.  ¿Alguna vez te has dado cuenta de cómo la furia te consume por dentro?  ¿Has notado cómo tomas decisiones incorrectas por dejar que tus impulsos tomen control?  Dios te ama.  Quiere que tu vida sea llena de bendiciones y quiere prevenirte de aquello que te destruye.  Por esta razón nos enseña lo que es seguir a la carne contra seguir a Su Espíritu.  ¡Es por nuestro propio bien!  Hay cantidad de novelas que narran sobre los conflictos entre familias e incluso países porque nunca lograron perdonarse.  Los años pasaron y con ellos varias generaciones.  Sin embargo, el odio, el rencor y el deseo de venganza siempre se cultivó y mantuvo firme.  ¿Qué se logró?  Pura destrucción.  No tenemos que seguir con nuestra necedad.  No tenemos que seguir siendo tercos y cabeza dura.  Hoy podemos elegir distinto.  Hoy puedes elegir vivir para Dios, vivir por el Espíritu y no por la carne.  Es una decisión individual.  Medita en tu vida y lo que hay en tu corazón.  Pide a Dios que te muestre lo que hay en él y toma la decisión de cambiar y comenzar a vivir por el Espíritu.  Tú serás el primero en ser bendecido pero también llevarás bendición a los que te rodean.

Oración
Padre: alabado seas.  Gracias por darle sentido a mi vida.  Gracias por enseñarme que tu camino edifica mientras que mi naturaleza pecaminosa destruye.  Quiero aprender a morir a mi mismo para que Tú reines.  Guíame Señor conforme a tu voluntad.  Te lo pido  en Cristo Jesús.  Amén

miércoles, 22 de octubre de 2014

Gálatas 6:9-10

Gálatas 6:9-10


No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.  Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.



Hace poco tiempo recibí una carta diciendo que me estaban demandando por una pelea que mi perro tuvo con otro perro.  Aunque la pelea sí ocurrió, los hechos como los describen son incorrectos.  En pocas palabras, están mintiendo.  La persona que me está queriendo demandar es mi vecina.  A unas cuantas casas la tengo que ver cuando camino con mi perro.  A veces me dan ganas de ir y decirle que es una basura de persona, que es una lástima que exista gente como ella y que es triste que quiera ganar dinero mintiendo y aprovechándose de una situación.  Mis deseos son enfocados  a que se sienta mal.  Tratar de ver si puedo lastimarla o por lo menos que se de cuenta de lo que pienso.  Me gustaría humillarla.  Me gustaría que todos los vecinos supieran el tipo de persona que es.  ¿Por qué te estoy describiendo todo esto?  Porque así es nuestra naturaleza pecaminosa.  Así son los deseos de la carne.  Extremadamente alejados del Espíritu y de lo que edifica.  El hecho de que escriba todos los días sobre la palabra de Dios no quiere decir que no me enoje y tenga puros buenos deseos.  Soy como tú.  Lo único que busco es entregar mi día a día a la voluntad de Dios.  Por esta razón, el Señor nos dice, no nos cansemos de hacer el bien, a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.  ¡Honestamente no quiero hacer el bien con esta persona!  ¿Cómo hacer el bien con alguien que está mintiendo y me está perjudicando?  Pero Dios es más sabio que yo.  Si Él me dice que lo mejor que puedo hacer es perdonar, no guardar corajes ni resentimientos, amar a mi prójimo y buscar hacer siempre el bien, eso es lo que voy a hacer y te animo a que tú también lo hagas.  No porque no vas a tener sentimientos contrarios.  No porque todo de ahora en adelante vaya a ser maravilloso.  ¡No!  Hoy estamos decidiendo poner a Dios por encima de todo.  Estamos aprendiendo a morir a nuestro orgullo.  Estamos aprendiendo a vivir bajo la cruz.  Nos dice que no nos demos por vencidos.  A su debido tiempo, esto quiere decir, en el futuro, cosecharemos.  No lo olvides.  Todo lo que se siembra se cosecha.  A veces hay que esperar poco y en otras ocasiones se espera mucho.  Pero nosotros debemos esperar con fe y no desanimarnos para seguir sembrando lo bueno.  No te canses de hacer el bien.  Sé que allá afuera pareciera que todo está en tu contra.  Confía.  Has el bien.  No te dejes convencer por los demás.  Sigue los principios de Cristo y has el bien en todo.
Siempre que tengas la oportunidad, has el bien.  No te voltees.  No des la espalda.  Sin importar quién o cómo, has el bien.  Muchas veces querrás hacer lo contrario.  Por eso te platiqué mi historia.  Llevo ya tiempo en oración.  Pido porque Dios ponga amor y perdón en mi corazón.  Yo no quiero hacer mi voluntad, pero para ello necesito estar pegado al Señor pues en el momento en que me separo, lee la lista de arriba para que te des cuenta de lo que pasa por mi mente.  Hacer el bien es más difícil que hacer tu voluntad.  Necesitas fe y determinación a querer agradar al Señor.  ¿Qué vas a hacer?

Oración
Señor: quiero hacer tu voluntad.  Sé que buscas lo mejor para mí y por ello te pido que pongas fe y convicción en mi mente y en mi corazón para seguirte y obedecerte sin importar las circunstancias.  Pon amor y perdón en mi corazón.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

martes, 21 de octubre de 2014

Santiago 3:2

Santiago 3:2
Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo.



La versión internacional lo traduce así: todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta capaz de controlar todo su cuerpo. Si hay algo difícil de hacer es poder controlar a la perfección todo lo que dices. ¿Cuántas veces has dicho algo y después te arrepientes o cuestionas el por qué de haberlo dicho? Sé que también hay personas que ofenden y no muestran muchos rasgos de arrepentimiento, pero hoy me estoy refiriendo a aquellos que quieren hacer las cosas diferentes y caminar por donde Dios pone el camino.
Todos ofendemos, todos fallamos. No poco, sino mucho. Así lo describe Dios. Piensa en esto por un momento. ¿Puedes recordar las ocasiones en que has ofendido a tu prójimo? Tal vez no lo pensaste o no era tu intención, pero aún así ocurrió. ¿Qué hiciste después? ¿Pediste perdón? ¿Lo ignoraste?
Como puedes ver, la Biblia nos dice que aquél que no ofende, que no falla en lo que dice, es un varón perfecto, capaz de controlar todo su cuerpo. Esto me lleva a una conclusión: es necesario aprender a dominar lo que decimos para poder controlar nuestro cuerpo en su totalidad. Es común pensar que hay que ocuparse primero de muchas otras cosas antes que lo que se dice. Hoy puedes darte cuenta que no es así sino todo lo contrario.
Imagino que tienes deseos y metas en tu vida.
Hoy quiero animarte a agregar una más en tu lista: no ofender en palabra, no fallar en lo que dices. No será fácil. Definitivamente no es sencillo, pero es el camino correcto a seguir. Es la dirección que Dios está mostrando para la perfección que Él desea que tengas.
Por otro lado, debes encontrarte dentro de dos categorías: los que reconocen que deben hacer algo al respecto con lo que dicen o con aquellos que no. Si eres de los segundos, puedo decirte que ya sea hoy o en varios años, Dios se encargará de mostrarte lo importante que es el no ofender con tus palabras y lo único que pasará es que con el tiempo se volverá cada vez más difícil eliminarlo de tu vida, pero debes saber que siempre desagrada a Dios esta actitud. Por el contrario, si te encuentras dentro de los primeros, quiero recordarte que Dios solamente busca nuestro bien y que en su amor infinito quiere mostrarnos sus caminos que son superiores a los nuestros. Espero que puedas hacer hoy un compromiso con el Señor. Solamente tú y Él. Nadie más. Tú sabes si has ofendido y fallado en lo que dices. Tú. Dios. Solos. Comprométete a cambiar de rumbo y buscar esa perfección del Señor.

Oración
Padre: perdona mis pecados. Entiendo que he ofendido a otras personas y es probable que en ocasiones ni me diera cuenta o tuviera remordimiento de haberlo hecho. Hoy quiero comprometerme contigo para poder encaminarme a la perfección que Tú tienes para mí. Controla lo que digo Señor, permite que sea sensible al alcance de mis palabras. No permitas que olvide esta enseñanza y te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

lunes, 20 de octubre de 2014

Santiago 3:9-12

Santiago 3:9-12
Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada? Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.


Vuelve a leer el pasaje con detenimiento…
En los primeros versículos de la carta de Santiago, se hace referencia al hombre inconstante advirtiendo que no obtendrá nada del Señor. La inconstancia es el peor mal que ataca a una persona que quiere seguir a Cristo. No puedes tener un domingo lleno de vida espiritual y gozo con Dios para después tener una semana llena de ti, de tus vicios, de tus mañas y sin el Señor por ningún lado.
Constancia y coherencia.
¿Puede salir agua dulce y agua salada de una misma fuente? ¡Seguro que no! ¿Puede una higuera dar olivos? ¡Tampoco! Entonces ¿qué haces teniendo una “doble” vida? Con la misma facilidad que contestas negativamente a estas preguntas debes contestar sobre tu lengua y entender que debe ser controlada. No puedes estar teniendo “doble” personalidad. No es correcto que tengas varios comportamientos dependiendo el lugar. Si amas a Dios, tu compromiso debe ser el controlar tu lengua. Hablar y comportarte de la misma forma en cada lugar en el que estés: como un hijo de Dios. Tal vez, en todos estos años, has engañado a la gente. Pueden creer que eres una excelente persona. Dios no puede ser burlado. Él conoce tu corazón y más profundo. No te engañes.
El día de hoy quiero llevarte a reflexionar sobre tu actitud hacia el controlar tu lengua, controlar tus acciones y llevar una vida cien por ciento entregada al Señor. Así como no puede salir bendición y maldición de una misma lengua, tampoco puedes llevar una vida en la que se ame a Dios unos días y lo niegues con tus actos en otros. ¿Te das cuenta? ¡Es un compromiso total!
Conozco a personas sumamente entregadas y comprometidas con Dios. A veces he pensado que exageran. Con versículos como estos, me doy cuenta que no exageran sino que yo estoy tratando de cambiar a Dios a mi manera y ellos están obedeciendo a Dios siendo transformados a Su manera. Hoy has aprendido que la Biblia te pide que de tu boca solamente salga bendición y que dejes a un lado el pensamiento o creencia que puedes estar llevando esta doble actitud dependiendo tu circunstancia. No puede haber dos personas en una sola. Dios quiere que haya constancia en tu vida. Esta es una excelente prueba para saber si realmente amas a Dios. Es el principio de negarte a ti mismo y comenzar a obedecer el primer mandamiento: amar a Dios sobre todas las cosas (¡incluyéndote a ti mismo!).

Oración
Padre: entiendo tu enseñanza del día de hoy y te pido que me perdones por no amarte sobre todas las cosas. Quiero que mi vida sea constante y no de dobles actitudes, guíame par que pueda lograrlo Señor. Gracias por amarme y mostrarme un nuevo camino para vivir en el que tú siempre estás a mi lado. Gracias en el nombre de Jesús
Amén

domingo, 19 de octubre de 2014

Mateo 1:1

Mateo 1:1
Tabla genealógica de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.





Empezando por Abraham, seguido por Isaac y luego Jacob, la ascendencia de Jesús incluye al Rey David, su hijo Salomón y así sucesivamente hasta llegar a un nuevo Jacob quien nombra a su hijo José quien decide unirse en matrimonio con una mujer llamada María de la cual nació Jesús llamado el Cristo (Mt. 1:16). Pasaron varios cientos de años para que se diera el nacimiento de Jesús. Cada año meticulosamente planeado y medido por Dios para que el momento fuera preciso. Hoy quiero escribir acerca de la genealogía de Jesús para descubrir otro atributo de nuestro Dios: la perfección.
¿Con cuánto tiempo de anticipación puedes hacer tus planes? Si bien pueden ser muchos meses e incluso años, voy a limitar un poco más la pregunta anexando lo siguiente ¿sin que tengas que corregirlos o postergarlos de la fecha que escogiste desde un principio? Probablemente no pase de algunos meses si no es que estoy exagerando. Existen demasiadas variables que no controlamos que por más que quieras esforzarte y limitarlas, es imposible. Por mi trabajo, es necesario que tome aviones muy seguido. Cuando compras tu boleto con mayor anticipación, el vuelo es más barato en comparación de unos días antes. ¿Por qué pasa esto? Por que las aerolíneas necesitan asegurarse de cierto número de pasajeros para seguir con sus “planes”. De la misma forma, tú y yo buscamos tener ciertas variables “controladas” para (según nosotros) poder seguir con nuestros planes.
Nuestros planes distan mucho de ser perfectos. Nuestra vida dista de ser perfecta; te voy a recomendar algo: deja que Dios te muestre sus planes en lugar de quererle mostrar los tuyos. Jehová se encargó de planear el mundo y su existencia en cada detalle que puedes ver a tu alrededor, lo hizo con una precisión absoluta e incomprensible para nosotros. Controla el día y la noche, cada animal que fue creado, cada flor, montaña, lagos etc., pero sobre todo: a ti. Tú eres su creación preferida e igualmente perfecta. Así como Jesús tiene su genealogía, tú tienes la tuya. Dios se encargó de que pasaran miles de años (por lo menos unos 8 mil que tiene la tierra de existir) para que nacieras. Naciste en el momento que Dios lo permitió, no antes, no después, viviste lo que tenías que haber vivido, todo en una perfección y precisión que nadie pudo haber controlado. Tuviste a la familia que Dios decidió que debías tener, naciste en el lugar que Dios escogió para ti y tienes el carácter que Dios quiso para ti (¡aunque sea lo que más haya que trabajar!). No creo en las coincidencias. Creo en la exactitud y perfección de Dios Padre. Creo que debes analizar tu vida y tratar de encontrar cómo se manifiesta la perfección de Dios a tu alrededor. Ahora observa tu cuerpo. ¿Acaso le dices a tu corazón que debe trabajar o lo hace por sí solo? ¿Coincidencia o perfección? Estoy seguro que si de ahora en adelante, abres tus ojos y pones atención, podrás darte cuenta de la increíble perfección del Creador. Posteriormente, confiarás más en sus planes que en los tuyos y podrás vivir más fácilmente su camino haciendo el tuyo a un lado.

Oración
Padre: gracias por ser perfecto. Ayúdame a darme cuenta de tu perfección en todo lo que me rodea. Gracias por planear el nacimiento de Jesús. Gracias por planear mi nacimiento. Ahora entiendo que yo no puedo planear con la misma perfección que tú lo haces y por ello quiero entregarte mis planes para que seas Tú quien los guíe. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

sábado, 18 de octubre de 2014

Colosenses 2:15

Colosenses 2:15
(Cristo) desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Él los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.




Como ser humano, no dejo de sorprenderme de la grandeza y perfección de Dios. Su forma de enseñarnos. Su planeación. Al leer estos pasajes y tratar de entender lo que estaba pasando en ese entonces, trasladarlo a hoy y aprender sobre un principio que Dios tiene para mí, simplemente me deja atónito. Es demasiada perfección en un libro escrito hace tanto tiempo. ¡Tenía que ser Dios!
En la versión Reina Valera describe este desfile triunfal como la crucifixión.
¿Cómo es posible que se pueda entender el sacrificio de Jesús, su sufrimiento, su desfiguración, su humillación, todo lo que atravesó en ese calvario como un desfile triunfal? Insisto, Dios nos enseña de formas muy distintas a las que estamos acostumbrados, pero más precisas no podrían ser.
Nuestra tendencia como personas, es relacionar todo con aquello que percibimos. Hacemos relación de lo que escuchamos en la Palabra junto con lo que aprendemos en la calle. Resultado: choque sin sentido. En la calle o en el mundo, aprendes que una entrada o desfile triunfal se da con un rey o una celebridad. Vestida de ropas finas y hermosas. Probablemente no camine sino esté siendo llevada por un transporte lujoso. La gente alrededor se empuja por poder ver siquiera un instante a este personaje. Todos ven con admiración y probablemente respeto. Otro tipo de desfile triunfal sería el de un ejército entrando en alguna ciudad después de haber acabado con sus enemigos. Todos contentos y orgullosos. Muy distinta concepción a la de un ser humano caminando con una cruz encima, recibiendo golpes, insultos, escupitajos, etc.
Pero Jesús no es como nosotros. Sus planes son distintos y llenos de sabiduría. Quizás, este “desfile triunfal” fue lo que desanimó a muchos o la mayoría de sus seguidores. Jesús no estaba pensando en ser una celebridad, en cambiar al gobierno Romano y liberar a los judíos. Los principados y potestades son traducidos en la Biblia de lenguaje sencillo como aquellos espíritus con autoridad. Pero muchos se fueron con la idea de que la libertad que traería el Mesías, vendría sobre la opresión física que estaban sufriendo.
El día de ayer se celebró la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén. Lo exaltaban y adoraban. Unos días después lo insultarían y abandonarían.
No es fácil entender a Jesús. Hoy quiero animarte a meditar sobre tu concepción de Él y tu relación con Él. ¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué significa su muerte? ¿Es el que se encarga de realizar los milagros que necesitas? ¿Es una fuerza o energía que se mueve en el universo? ¿Un gran hombre?
Cristo cumplió la voluntad de Dios al realizar su “desfile triunfal” en la cruz. Logró que el pecado y todo espíritu ajeno a él dejaran de tener cualquier tipo de potestad y nos dio la oportunidad de ser libres y vivir en comunión con Él.
¿De qué lado quieres estar?

Oración
Padre: yo quiero estar de Tu lado. Perdona mis pecados y ayúdame a entender lo que has hecho por mí. Te doy gracias por quitarme las cadenas del pecado y librarme de todo aquello que me oprimía. Te pido que me escuches en Cristo Jesús.
Amén

viernes, 17 de octubre de 2014

Colosenses 2:16-17

Colosenses 2:16-17
No dejen que nadie los critique por lo que comen o beben, o porque no celebran ciertas fiestas ni respetan los días de luna nueva o de descanso. Todo eso no era más que la sombra engañosa de lo que estaba por venir. Lo real y verdadero es Cristo.



El seguir a Cristo me ha permitido dejar atrás malos hábitos y vicios. Ha transformado mi forma de pensar, mi forma de amar, mi forma de vivir. He aprendido a valorar lo importante y a despojarme día a día de lo no importante. En este camino de aprendizaje, me he topado con personas que no aprueban los cambios o “ajustes” que he realizado en mi vida. Por ejemplo: algunos piensan que soy muy exagerado porque decidí dejar de utilizar el alcohol como medio para emborracharme. ¿Irónico no crees? Si es un cambio bueno, ¿por qué encontré rechazo ante esta decisión?
Lo real y verdadero es Cristo. En Él está el camino correcto. El camino que tiene vida abundante y vida eterna. Un camino que reconcilia familias, que devuelve la vida a los perdidos, rescata a los adictos, da sentido a los que no quieren seguir viviendo. Estos son algunos ejemplos de lo que hace Cristo en nuestras vidas. Estoy seguro que tú podrás poner tus propias experiencias con Jesús. Insisto, ¡esto es real, esto es verdadero, esto es Cristo!
Al parecer, no todas las decisiones correctas son bien recibidas por la gente. Pablo lo advirtió hace varios cientos de años y hoy sigue siendo igual.
Pero no se trata solamente de comer o tomar algo, sino también de lo que festejas o a los eventos que acudes. En estos años he meditado sobre las celebraciones de halloween y el día de muertos. Al principio era fácil decir que estaban mal. Después pensé en mis hijos (que todavía no tengo). Serían rechazados y señalados. Probablemente me pedirían disfrazarse como todos sus amigos y yo tendría que decir que no. Incluso pienso que tal vez no estaría tan mal si los disfrazo de algo que no esté relacionado con espíritus o vampiros. Pero finalmente creo que este versículo trae luz a mi vida con respecto a las celebraciones que debemos y no debemos tener. Recibiremos críticas. Sí. Será difícil, también. ¿Lo podemos atravesar? Seguro, todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Fil 4:13).
Ir contra corriente es algo natural cuando sigues a Jesús. No significa que debas hacer tonteras o cosas sin sentido. Lo que debes entender es que habrá gente que no apoye tus ganas de ser transformado por Cristo. Criticarán tus decisiones. Criticarán tus actos. Criticarán todo aquello que es diferente, que no entienden y que probablemente exhibe su error. Cristo es lo real y verdadero. No permitas que las críticas te desalienten o te frenen en tu carrera espiritual. Te invito a que busquemos a Dios y no dejemos que nada ni nadie se oponga en nuestra relación con Él.

Oración
Señor: no permitas que las críticas me desanimen. Dame fortaleza y sabiduría para seguir tu camino con paso firme. Pon en mi el discernimiento correcto para comer, beber y celebrar las cosas correctas, las que son agradables a ti. No permitas que me separe de Ti, en el nombre de Jesús
Amén

jueves, 16 de octubre de 2014

Hechos 9:13-14

Hechos 9:13-14
Entonces Ananías respondió: Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre.



El día de ayer escribí sobre la increíble disposición de Ananías al contestar: Heme aquí. Hoy podemos ver a un Ananías muy humano, muy real comenzando a dudar sobre lo que Dios le está pidiendo. De hecho, no debemos ser muy críticos con él puesto que le estaban pidiendo que fuera frente al enemigo y lo ayudara esperando que no le haría ningún daño. Cuando conocemos el final de la historia, los eventos pierden un poco de valor. Pero si analizamos bien cada hecho sin pensar en lo que ya conocemos, nos ayuda a darle la dimensión correcta y a aprender sobre lo que nosotros debemos o no hacer.
¿Cuántas veces te has encontrado con ganas de seguir a Dios, ser transformado, hacer las cosas diferentes y empezar de nuevo? Espero que muchas. Conforme expresas tu deseo a Dios, Él dice: muy bien, pongamos a prueba ese corazón, y las pruebas en tu vida comienzan. De repente te encuentras en situaciones que no esperabas, con problemas que no tenías y pareciera que estabas mejor antes. No eres el único que lo ha pensado, los judíos cuando se encontraron en el desierto se quejaron contra Moisés pues pensaban que era mejor ser aplastados por los egipcios que vivir en el desierto. El punto es que Dios examina nuestros corazones y esto se da a través de las pruebas. Es necesario “sacar” lo peor de nosotros para que Dios pueda comenzar a moldearnos. Jehová quería seguir moldeando el corazón de Ananías y le pide dar un paso más en su “entrenamiento” de fe al decirle que vaya y se encuentre con aquél que aprehende a los cristianos y permite que sean lapidados o colgados.
He oído cosas terribles de Saulo mi Dios… En otras palabras, le está preguntando a Dios si está seguro de lo que está diciendo. ¿Saulo? ¿Seguro? ¿Saulo de Tarso? Y nosotros preguntamos igual: ¿Señor a mí? ¿Perdonar, a esa persona? ¿Ayudar después de lo que me hicieron? ¿Pedir perdón? ¿Arrepentirme? Señor ¿no te has dado cuenta de todo lo que pasó? Le hablamos a Dios pensando que es como nosotros. ¡Por supuesto que sabe todo lo que ha pasado y lo que te está pidiendo! Pero nos encanta poner pretextos y tener una escusa para echarnos para atrás pensando que estábamos mejor antes. ¿Puedes darte cuenta de estas reacciones en ti? ¿Puedes recordar cómo le has cuestionado a Dios sus planes porque parecen imposibles? Señor, le dice Ananías, Saulo tiene incluso poder en esta zona de aprehenderme. ¿Qué respuesta podemos esperar de Dios? Perdona Ananías se me olvidaba quién era Saulo de Tarso. ¡Por supuesto que no! Más bien, esperamos un: lo sé, Saulo ha hecho cosas terribles, bástate mi gracia pues mi poder se perfecciona en tu debilidad y tengo planes específicos para ti…

Oración
Señor: no dejo de sorprenderme con tu palabra y la perfección que hay en ella. Entiendo hoy que mis pruebas son necesarias y que moldean mi carácter. Te pido que pueda confiar en Ti, depender de Ti y caminar en Ti pues tengo frente a mí a “Saulo” quien no me deja dormir tranquilo pensando en todo lo que pudiera pasar. Te pido por tu paz y gozo en el nombre de Jesús. Amén

miércoles, 15 de octubre de 2014

Hechos 20:4-6

Hechos 20:4-6


Lo acompañaron Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y por último Tíquico y Trófimo, de la provincia de Asia.  Éstos se adelantaron y nos esperaron en Troas.  Pero nosotros zarpamos de Filipos después de la fiesta de los panes sin levadura, y a los cinco días nos reunimos con los otros en Troas, donde pasamos siete días.


Necesitamos de los demás.  Tal vez consideres lo contrario, pero la realidad es que necesitas de tu prójimo.  Dios es tan bueno con nosotros que nos enseña cómo cada personaje de la biblia tenía consigo otros hermanos en la fe que lo ayudaban a seguir adelante.  David tenía a Jonatán y a todo un grupo de seguidores.  La biblia dice que cuando sale a esconderse en tierra filistea, llevaba consigo 400 hombres.  David.  El que venció al gigante Goliat.  ¿No era lo suficientemente hábil para poder estar solo?  Moisés tuvo que dividir su trabajo poniendo a distintos líderes que aconsejaran al pueblo.  Josué tuvo a Caleb.  Esther tuvo a Mardoqueo.  Y así vemos en repetidas ocasiones esta forma de dependencia y el pasaje de hoy no es la excepción.  ¿Por qué Dios los mandaba en parejas o siempre con alguien?  ¿Qué no podrían ir solos?  Definitivamente que no necesitaban de alguien más pues el Señor todo lo puede.  Cualquier milagro y transformación podría realizarse de la mano de un siervo sin necesidad que hubieran más.  Pero el Señor lo hizo y lo hace por nuestro bien.  Lo hace para protegernos y enseñarnos que necesitamos de los demás.  De hecho, pienso que cuando la biblia nos dice que no dejemos de congregarnos no es para que las congregaciones tengan gente ni tampoco porque no puedas estudiar la biblia y tener comunión con Dios por tu parte.  Es para enseñarnos que nuestra vida espiritual se desarrolla a través de la comunión con otros hermanos.  Para mostrarnos que la rendición de cuentas, el discipulado en sí, se perfecciona cuando tienes a otro hermano que te ayuda en tu vida espiritual.  Ya vimos que gracias al consejo que recibió Pablo de los hermanos, no salió a calmar la turba que se había levantado.  Así, tú y yo necesitamos recibir consejos.  Necesitamos convivir con otras personas y principalmente con nuestros hermanos.  ¿Son perfectos?  ¡Por supuesto que no!  ¿Acaso tú eres perfecto o mejor que los demás?  Espero que tu soberbia no se encuentre tan arriba que no te deje ver tus errores.
El pasaje nos dice que Pablo iba acompañando de varios hermanos que le ayudaban preparando camino o en alguna otra tarea que fuera surgiendo.  Podemos pasar por alto estos versículos y pensar: eso funcionó para Pablo pero no es para mí.  Yo quiero seguir sin depender de nadie.  Yo no quiero que los demás puedan opinar de mi vida y de lo que hago o no hago.  No necesito de alguien más para mi comunión con Dios.  ¿Quieres saber la verdad?  La verdad es que no quieres que se descubra tu doble cara.  La verdad es que no estás comprometido con Dios.  La verdad es que eres una persona los domingos y otra los demás días.  No significa que los que nos entregamos a Dios no cometemos errores.  ¡Por supuesto que no!  Al contrario, lo primero que reconocemos es cuánto necesitamos el perdón que ofrece Cristo pues constantemente fallamos.  Como decía Pablo, de los pecadores me considero el peor.  ¿Por qué?  No por darme golpes de pecho sino porque día a día el Señor nos muestra cuánto tenemos que cambiar.  Pero abrimos nuestro corazón y exponemos nuestras pruebas para poder ser exhortados, animados y corregidos por nuestros hermanos en la fe.  Se necesita valor y a la vez humildad pero créeme, una vez que des ese paso y subas el escalón, ya no querrás regresar.
Oración
Padre: ¡Cuántas gracias te doy!  Gracias por fijarte en mí.  Por tenerme presente sin yo merecerlo.  Hoy entiendo que necesito de mis hermanos.  Hoy entiendo que mi vida espiritual se fortalece cuando me congrego.  Hoy entiendo que puedo servirte cuando entre hermanos nos servimos mutuamente.  Yo te pido que mi soberbia no estorbe mi comunión ni entrega.  Transfórmame.  Renuévame.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén 

martes, 14 de octubre de 2014

Filipenses 1:6-8

Filipenses 1:6-8


Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús.  Es justo que yo piense así de todos ustedes porque los llevo en el corazón; pues, ya sea que me encuentre preso o defendiendo y confirmando el evangelio, todos ustedes participan conmigo de la gracia que Dios me ha dado.  Dios es testigo de cuánto los quiero a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús.



Cuando leemos en la Biblia que la iglesia es un solo cuerpo, lo podemos entender con estos versículos que escriben Pablo y Timoteo.  Si estoy en gozo, en prisión o en cualquier otra circunstancia, todos ustedes participan conmigo de la gracia que Dios me ha dado pues somos un mismo cuerpo.  Esto es lo que Pablo está diciendo.  Todos somos hermanos en la fe.  Todos estamos aquí para motivarnos y amarnos en el amor de Cristo Jesús.  Ahora, hay un detalle sumamente importante: el amor que nos tenemos entre hermanos debe provenir del amor de Dios.  No de nosotros pues este amor no es duradero y cuando vienen las pruebas y los conflictos, normalmente desaparece.  Pero el amor que Dios nos da permanece sin importar lo que estemos atravesando.  Es sumamente probable que como hombres fallemos.  Yo te voy a fallar.  Probablemente tu pastor te pueda fallar y tú le vas a fallar a alguien más.  Por eso es de gran importancia que tu amor hacia los hermanos en la fe esté basado en Cristo y no en nuestro comportamiento.  Pongamos la mirada en Jehová y así como Él nos perdona y ama sin restricción, amemos y perdonemos a nuestros hermanos.  Aprendamos a ser un solo cuerpo.  A gozarnos y a entristecernos junto con ellos.  Pensemos menos en nosotros y más en nuestro prójimo.
Por otro lado, es sumamente importante entender quién da el crecimiento espiritual.  Dios.  Cada uno de nosotros tenemos distintas “velocidades”.  Algunos crecen muy rápido y otros pareciera que van caminando.  Ninguno crece a la misma velocidad que el otro.  Como humanos, nos encanta poner patrones y pensar que todo debe ser igual.  Tenemos una educación que nos motiva a pensar así.  Pero con Dios las cosas son distintas.  Podemos tener un joven de 18 años enseñarle a sus padres lo que es seguir al Señor.  De igual forma, dos personas que reciben a Cristo el mismo día, tendrán un crecimiento distinto.  Lo que sabemos es esto: que el Señor, quien comenzó la obra en nuestros corazones, es quien se encarga de irla perfeccionando.  Va a depender de nuestra rebeldía, de nuestros deseos de obedecer, nuestras ganas de entregarnos y sobre todo nuestra voluntad para servir.  No critiques.  No juzgues.  No somos nadie para hacerlo.  Si un hermano lleva tiempo asistiendo a la iglesia y no ves frutos, mejor ora por él y entiende que el Señor quiere seguir perfeccionando su obra.  Tristemente he escuchado personas que señalan y piensan que, por llevar tiempo acudiendo a la iglesia, la gente debería actuar de tal o cual manera.  Esto no funciona así.  Habemos unos más necios que otros.  Habemos unos más orgullosos que otros.  Habemos unos con más prejuicios que otros.  En fin, hay tanto que tenemos en nuestro corazón que debe ser cambiado que solamente el Señor, quien comenzó la obra, puede terminarla hasta la perfección.  Seamos un cuerpo y busquemos crecer juntos respetando la “velocidad” de cada uno.  Amémonos.  Gocémonos en Cristo.  Dejemos que Él siga trabajando en nosotros y aprendamos a servirle en todo lo que hagamos.

Oración
Padre: te pido perdón por mis pecados.  Te pido perdón porque no amo a mi prójimo o a mis hermanos en la fe con Tu amor.  Quiero que tu amor abunde en mi vida y pueda llevarlo a los demás.  Quiero que mi vida sea testimonio de cuánto nos amas y cuánto podemos ser transformados al obedecerte.  Gracias por darle dirección y sentido a mis pasos.  En Cristo Jesús.  Amén

lunes, 13 de octubre de 2014

1 Juan 1:8-10

1 Juan 1:8-10


Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad.  Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.  Si afirmamos que no hemos hecho pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.



Muchas personas tienen la idea (errónea) que deben “cambiar” para poder acercarse a Dios.  Piensan que no son bien recibidos tal cual y como están y por ello no tienen comunión con Él.  Además, hay aquellos que simplemente no les gusta el principio de reconocer que han pecado.  En otras palabras, ¿por qué aceptar que estoy mal?  Los entiendo.  No es fácil aceptarlo.  Y por último, tristemente tenemos a aquellos que ya a tienen comunión con Dios y por esta razón creen que todo lo que hacen está “bien” y los demás son los que están mal.  ¿Ya te identificaste?  Para los primeros, les tengo una gran noticia: Dios te ama tal cual eres el día de hoy.  Leíste bien.  Dios te ama tal y como estás y eres.  Él vino a rescatar a los enfermos.  Vino por el desamparado.  Vino por el perdido.  Vino por ti.  Cristo convivió con aquellas personas que eran expulsadas de las ciudades.  Y no solo eso, las tocaba y abrazaba.  Así hoy, el Señor quiere abrazarte y consolarte.  Ven a Él.  Pide perdón.  No importa lo que hayas hecho.  La muerte de Jesús cubre absolutamente todo.  El mensaje de Juan nos dice que Dios es fiel para perdonarnos y limpiarnos cuando confesamos nuestros pecados.  No lo pienses más.  Confiésate ante Dios.  No necesitas a otra persona.  Tú solo.  Dile a Dios que estás arrepentido.
El segundo grupo de personas resulta más triste su historia.  A nosotros nos corresponde orar por ellos.  Si tú te encuentras en esa categoría, debes saber que las reglas no las ponemos nosotros sino Dios.  No se trata que estés o no de acuerdo.  Dios es soberano y está por encima de ti y de mí.  Nuestra naturaleza es caída.  El pecado habita en nosotros y no podemos hacer nada más que reconocerlo y acudir a Cristo para ser perdonados.  Sé que difícil aceptarlo.  Sé que tienes muchas dudas.  Te recomiendo que abras tu entendimiento.  Baja tu guardia y escucha de la palabra de Dios para que sea Él quien hable a tu corazón.
Por último, están aquellos que no han comprendido el mensaje.  Juan nos dice: si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos.  El hecho de aceptar a Cristo no quiere decir que nos hemos convertido en una especie de ser “perfecto”.  ¡Seguimos teniendo la misma naturaleza pecaminosa!  ¿Entonces por qué la biblia habla de nacer de nuevo?  Se refiere al nacimiento espiritual y no carnal.
Cada uno de nosotros somos pecadores.  No somos perfectos y nunca lo seremos.  Lo que sí puedes ser es una persona que busca constantemente ser transformado por Dios y dejar atrás todo aquello que no le agrada.  Puedes ser una persona que anuncia el evangelio de Cristo como lo hizo Juan en esta carta.  Puedes decirle a la gente que Dios quiere perdonar a todos aquellos que confesamos nuestros pecados.  Puedes anunciar que no necesitamos ser “buenos” para recibir este perdón.  Puedes trabajar día a día para que el Espíritu tome control de cada área de tu vida y tu carne se vuelva menos importante.  Recuerda, no somos perfectos.  Debemos ser humildes y reconocer nuestra necesidad de Dios.  Así como lo hizo Juan, ¡anuncia el mensaje!

Oración
Padre: yo quiero recibir tu perdón.  Confieso que soy pecador.  Confieso que no soy digno de presentarme ante Ti.  Hoy aprendí que me amas y me perdonas y te pido que así sea en mi vida.  Reconozco mi necesidad de Ti.  Reconozco que Tú eres Dios y tu hijo murió por mí.  Limpia mi vida y permite que nazca de nuevo y seas Tú quien guíe mis pasos.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén 

domingo, 12 de octubre de 2014

Santiago 2:8-9

Santiago 2:8-9
Hacen muy bien si de veras cumplen la ley suprema de la Escritura: Ama a tu prójimo como a ti mismo; pero si muestran algún favoritismo, pecan y son culpables, pues la misma ley los acusa de ser transgresores.



¿Qué no lo había dicho antes? ¿Por qué nos repite y repite que debemos amar a nuestro prójimo y no estar discriminando?
Porque eres humano.
¿Has intentado dejar algún vicio? ¿Has intentado hacer una dieta? ¿Te has propuesto hacer ejercicio? Si tu respuesta es afirmativa, entonces podrás entender mejor el por qué es necesario que nos repitan constantemente las cosas y encaminarnos día por día y no año con año por donde debemos ir.
Qué fácil es llenarse de emoción y decir: se acabó, de hoy en adelante las cosas van a ser diferentes. Ahora sí voy a hacer esto y dejar de hacer aquello. Ya me cansé de tantos intentos fallidos.
¿Te suena familiar?
En tu vida espiritual pasa algo similar. Escuchas de la palabra de Dios y aprendes que no debes discriminar ni dar tratos preferenciales o favoritismos. Reflexionas y te das cuenta que puedes estar fallando a este mandamiento. Oras a Dios y pides porque no siga sucediendo. Después de unos días, te das cuenta que volviste a caer en el mismo error. La vida en Cristo es de lucha constante al igual que la que todos vivimos en este mundo, la única diferencia es que la vida espiritual “recarga energías” a través de la oración y el trabajo del Espíritu Santo en nosotros.
Claramente es una falta el hacer favoritismos o discriminar, “la misma ley los acusa de ser transgresores”. No puedes pensar que no está tan mal el hacer pequeñas diferencias entre una persona y otra. Recuerda: tú eres quien decide con quién estás y cómo eres con las personas que te rodean. Lo que sí te puedo decir, es que si decides relacionarte con aquellos que no aman a Jesús y sobre todo que busquen obedecerlo, tu probabilidad de caer en este tipo de pecados se incrementará exponencialmente. ¡Se realista! ¿Cómo es el mundo? ¿No son los programas de mayor éxito en la televisión aquellos que se ponen a criticar a los artistas? ¿Esto es lo que ves y escuchas? Obviamente si te alimentas de este tipo de cosas, cómo esperas que ames a tu prójimo como a ti mismo si lo que te están enseñando es que por vestirte de una manera u otra y tratar de comportarte de otra, puedes ser “diferente” a los demás.
Discriminar, tener favoritismos, hacer acepción de personas, es pecado. ¡No le agrada a Dios! Piénsalo…

Oración
Padre: perdona mis pecados y abre mis ojos para que no discrimine a mi prójimo. Permite que pueda aprender a amar a mi prójimo como a mí mismo y que no me desanime en el camino. Te doy gracias por corregir mis pasos en el nombre de Jesús.
Amén

sábado, 11 de octubre de 2014

Santiago 4:1

Santiago 4:1
¿De dónde surgen las guerras y los conflictos entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que luchan dentro de ustedes mismos?



En la versión Dios habla hoy, traducen la segunda parte como conclusión: pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior. En cambio, la versión Reina Valera, la de las Américas y la Nueva Versión Internacional lo traducen como pregunta retórica. Me parece interesante poder analizar el versículo con ambas opciones.
Como escribí hace tiempo, Santiago utiliza las preguntas para llevarte a meditar sobre tu vida, tus obras, tus creencias, tu fe entre otros, y con el verso de hoy, busca hacer lo mismo. Quiere que entiendas claramente el por qué de los conflictos que hay, no solo a nivel internacional ni nacional, sino familiar. En varias ocasiones me he preguntado sobre las guerras en el mundo y su injusticia sobre aquellos que no están involucrados con los conflictos pero aún así se ven afectados en gran manera. También pienso sobre los países con problemas de nutrición y falta de servicios básicos. ¿Dónde está Dios para ayudarlos?
La respuesta la encuentras en este versículo. De sus propias pasiones surgen las guerras y los conflictos entre ustedes. De ti y de mí. No hay un tercero involucrado. De tus pasiones. De las mías. ¡Dios no está involucrado! Sé que es fácil echarle la culpa a alguien más y pensar que están peor que tú. Puede ser cierto, pero eso no quita tu parte dentro del problema. A veces las guerras y los conflictos tan grandes que sufre este mundo, te llevan a perderte dentro de tantas telarañas que hay y dejas de poner atención al “micro” mundo que existe a tu alrededor. Este versículo no es para corregir las guerras y conflictos internacionales, es par que corrijas tus guerras y tus conflictos personales. ¡Cuántas familias están peleadas por herencias! ¿Cuántos hermanos se han dejado de hablar por conflictos y desacuerdos? ¿Cuántas amistades se han acabado por dejar que las “guerras” acaben con lo que habían formado? ¿Cuántos hijos han crecido con un solo padre o tal vez sin ninguno de los dos a causa de conflictos entre ellos?
¿Te das cuenta de lo grave que son tus acciones equivocadas? ¿Puedes entender que al dar paso a tus pasiones internas, desembocas una cadena de malas decisiones? Las guerras y los conflictos ¿no surgen de tus pasiones internas? Si no quieres analizarlo así, utilizaré la versión de Dios habla hoy: tus pleitos y conflictos surgen de los malos deseos que están luchando en tu interior. Deja a un lado el pensar que los demás tienen la culpa. Entiende que tú eres causante de grandes problemas por tus propias pasiones. Mejor aprende a entregarlas a Dios.

Oración
Padre: quiero entregarte mis pasiones y pedirte que corrijas mi camino pues no quiero llevar una vida de guerra y conflictos. Guíame para aprender a escuchar y pedir perdón por mis malas decisiones. Ayúdame a transformar mis pensamientos egoístas y entender primero mis errores. No me dejes seguir solo Señor. Te lo pido en el nombre de Jesús
Amén

viernes, 10 de octubre de 2014

Colosenses 2:8

Colosenses 2:8
Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo.



En otra traducción dice por medio de filosofías y huecas sutilezas. ¿Cuáles son esas filosofías engañosas? ¿Cómo puedo darme cuenta entre una y otra? ¿Estoy involucrado en alguna? Estas preguntas debes cuestionártelas y meditarlas
¿Cómo darse cuenta?
Lo primero que debes hacer es contrastar lo que estás escuchando y aprendiendo contra lo que enseña la Biblia. ¿Se contradicen? Por ejemplo: a la gente de hoy en día le gusta pensar que todos los caminos conducen a Dios. Este es una clara contradicción a lo que Jesús nos enseña cuando nos dice que Él es el camino la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí (Jn14:6). ¿Qué hay de la homosexualidad? Igualmente debes acudir a la Palabra y en 1Cor6:9 nos dice que no solamente los homosexuales sino los adúlteros, fornicarios e idólatras no entrarán en el reino de Dios. No soy yo el que exagera. No soy yo el extremista. Es el Señor mismo quien nos pone las reglas y los estándares. El problema es que nos hemos concentrado en deshacer esos principios. Hemos canalizado toda nuestra energía en desobedecer y justificarnos en lugar de obedecer y gozarnos con el Señor. Ahora, es muy importante que entiendas esto: a pesar de su pecado, Dios sigue poniendo a su disposición el perdón a través del arrepentimiento y aceptación de Cristo Jesús. Tú y yo no somos nadie para decidir o juzgar quién va o no va al cielo. Este es otro tipo de filosofía y sutileza hueca: pensar que por estar pegados o tener conocimiento de Dios, podemos jugar a ser sus “pequeños jueces”. No lo eres y nunca lo serás. No juzgues. No critiques. Tampoco mientas o te emborraches. No engañes. La verdad y la santidad son más difíciles de seguir, pero recuerda que no eres tú el motor que las hecha andar sino Cristo en quien todo lo podemos.
Hace algunos meses, la persona que estaba sentada a mi lado en el avión, traía un libro llamado “el código de Moisés”. Le pregunté sobre él y tristemente no tenía nada que ver con la vida de Moisés descrita en la Biblia, ni estaba enfocada a Dios sino a las personas. En otra ocasión comencé a leer un libro que ponía como ejemplo el éxodo y en específico la separación de las aguas en el mar muerto. Según este autor, los israelitas entraron en el agua y éstas no se abrieron sino hasta que les llegaba hasta el cuello a punto de ahogarse. ¡Mentira! La biblia no solo nos dice que las aguas se dividieron sino que cruzaron ¡por tierra seca! Imagina si no hubiera sido así. Hubieran cruzado por puro lodo y pantano. ¡No hubiera sido posible!
Ten cuidado. El mundo nos quiere envolver. Nos quieren quitar nuestro amor por Cristo y distraernos de Él. Nos quieren hacer pensar que está bien buscar por otros lados. Escucha esto: el mundo está en contra de tu relación con Jesús (Jn15:19). Como dijo Pablo: ¡Cuídate de las filosofías engañosas!

Oración
Padre: gracias por amarme sin merecerlo, te pido que perdones mis pecados y me reconcilies contigo. Te pido que vivas en mi corazón y pueda vivir como Cristo enseña. Ayúdame a discernir entre las filosofías del mundo y la tuya. No permitas que me aparte de Ti. En Cristo Jesús te lo pido
Amén

jueves, 9 de octubre de 2014

Hechos 2:12-13

Hechos 2:12-13
Desconcertados y perplejos, se preguntaban: ¿Qué quiere decir esto? Otros se burlaban y decían: Lo que pasa es que están borrachos.



El camino que Jesús nos dejó no es “el camino amarillo” o rosa… te encontrarás con situaciones que no comprenderás y no podrás hacer nada al respecto. Corregimos nuestros pasos. Entendemos que debemos dirigirnos en otra dirección y que nuestra mirada debe estar enfocada al cielo para no separarnos del destino correcto. Pero algunos días recibimos críticas y somos señalados “lo que pasa es que están borrachos” decían algunos sobre los discípulos que estaban hablando en lenguas distintas a las suyas. ¿Por qué la gente juzga cuando no entiende algo? ¿Por qué encontramos reacciones en contra de alguien que está haciendo un bien? Porque los discípulos de Jesús estaban mostrando a ese pueblo que era necesario que se arrepintieran de sus pecados. Les enseñaron que Jesús es el camino a Dios y no lo que ellos pensaran o quisieran. Se sintieron amenazados. Se sintieron expuestos. Muy dentro de sí, sabían que estaban haciendo lo incorrecto. Por esta razón prefirieron burlarse de los discípulos y tratar de quitar la atención sobre de ellos para poder seguir con su vida como siempre lo habían hecho. Además trataron de poner al pueblo en su contra para que “la mayoría” siguiera actuando como antes.
Aunque suene ridículo el pensar que pueda estar una persona en estado de ebriedad y aún así hablar en otro idioma con total perfección, de la misma forma encontramos escusas para no obedecer en plenitud a Dios. Pensamos esto o aquello y al final decimos, bueno, le voy a dar tiempo porque como no lo entiendo mejor no hago nada. Es difícil comprometerse con el Señor. Es difícil reconocer y exponer nuestros pecados al Creador. Cuando crecimos nos enseñaron a esconder lo malo de nosotros y tratar de mostrar lo bueno. Al momento en que nos presentan la verdad de Cristo, todo nuestro ser queda expuesto y tenemos dos opciones: pedir perdón o seguir con nuestra vida pensando que no estamos tan mal.
Como escribí en el versículo anterior, algunos estaban maravillados por el milagro que sucedía frente a ellos. Estoy convencido que estas personas aceptaron a Jesús en sus corazones. Por el otro lado, encontramos personajes como los de hoy que por el contrario rechazaron y ridiculizaron el evangelio. No aceptaron lo evidente y encontraron escusas sin sentido pensando que así podrían seguir con lo suyo como siempre, el problema es que una vez expuesta la verdad, nada es igual. Hoy tienes dos opciones: reconocer tu necesidad de Jesús o evadirla y tratar de ridiculizar a sus seguidores para sentirte mejor. Si has decidido por Jesús quiero animarte y prepararte pues vendrán críticas y juicios a tu vida. Probablemente no tengan sentido pero vendrán y pueden desanimarte. ¡No lo hagas! Sigamos adelante por el camino que Cristo nos ha mostrado…

Oración
Señor: te pido perdón por mis pecados pues quiero reconciliarme contigo. Anteriormente he evitado el reconocer mi necesidad de Ti pero no quiero seguir así. No quiero seguir con pretextos tontos sino por el contrario entregarte mi vida por completo. Te pido escuches mi oración en el nombre de Jesús
Amén

miércoles, 8 de octubre de 2014

Gálatas 3:15-18

Gálatas 3:15-18


Hermanos, hablo en términos humanos: un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.  Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas y a su simiente.  No dice: y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno.  Y a tu simiente, la cual es Cristo.  Esto, pues, digo: el pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.  Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.



Pablo está aclarando que los judíos no son los únicos herederos de la promesa que se realizó a Abraham.  Cristo es la simiente de Abraham y murió por absolutamente todos:   judíos y gentiles.  Pero algunos judíos seguían creyendo que los gentiles no podían ser parte de esas promesas.  Por esta razón, Pablo trae a colación la promesa y explica cómo se hizo de manera singular: tu simiente, así podemos entender que la simiente es Cristo solamente y no toda una descendencia que viniera exclusivamente de la carne.  La promesa que se hizo a Abraham, en Cristo es manifestada y llevada a cabo.  Ahora, todos los que creen en Su nombre, serán contados por justicia.  Esto es un cambio radical en su forma de pensar.
¿Sabes algo?  Hoy en día, esta promesa, debe transformar tu manera de pensar también.  Cristo se entregó por todos.  No por unos cuantos sino por todos.  Vino a servir.  Vino a darnos el mejor testimonio.  Vino a ser tentado y vencer la tentación.  Vino a entregar su cuerpo.  Vino a sufrir por nosotros.  Vino a morir y a mostrarnos que ha vencido a la muerte.  Todas estas descripciones las encontramos en la biblia.  Lo que no encontramos en la biblia es la exclusión de personas que querían seguir haciendo los judíos y con la que nosotros queremos vivir hoy.  Queremos decidir quiénes deben venir a la iglesia de Dios y señalamos a los que no.  Nos sentimos bien con aquellos que aceptamos pero no tanto con los “incómodos”.  Queremos decidir a quién amamos y a quién no.  ¿El Señor dice ama a tu prójimo o ama a quien tú consideres deba ser amado?  Así como los judíos rechazaron a los gentiles, hoy nosotros estamos rechazando a muchas personas por sus “pasados y presentes”.  Tristemente las iglesias no se ven como un hospital donde llegamos enfermos y lastimados y somos restaurados.  Las iglesias allá afuera son vistas como lugares donde uno debe llegar sin problemas y siendo “bueno”.  Un lugar donde serán criticados y señalados por su forma de vivir.  ¿En qué momento nos pasó?  ¿Cómo dejamos de amar al prójimo y seguir el ejemplo de Cristo?  La iglesia debe ser el lugar donde tú y yo podemos expresar nuestros pecados sin miedo a ser juzgados.  Debe ser el lugar en donde seamos animados y guiados para dejar que Cristo nos transforme.  Debemos tener un lugar de amor y aceptación sin importar lo que hayamos hecho.  Ojo, las consecuencias siempre estarán ahí, pero el amor que Dios nos tiene también sigue ahí y por esta razón, nosotros debemos amar también.  ¿Divorciados?  ¿Adúlteros?  ¿Borrachos?  ¿Drogadictos?  ¿Homosexuales?  ¿Mentirosos?  ¿Golpeadores?  ¿Ladrones?  ¿Cómo decidir a quién se acepta y a quién no?  El Señor ya decidió por nosotros.  Él nos ama a todos y quiere reconciliarse con cada uno sin excepción.  Entonces, ¿Quiénes somos para juzgar y señalar?  La justificación viene por la fe y no por las obras.  ¿Cómo pedir que cambie alguien antes de venir a la iglesia?  ¡Es al revés!  Primero vienen a reconciliarse con el Señor y después Él se encarga de corregir sus pasos.  La fe los justifica y no sus actos.  Aprendamos a amar a nuestro prójimo tal y como el Señor nos ama: incondicionalmente.  Aprendamos a llevar ese amor allá afuera pues hace mucha falta.  Seamos vehículos de bendición y no de juicio.

Oración
Padre nuestro: alabado seas.  Tú que reinas y creaste todo lo que hay, te preocupas por mí y buscas mi bien.  ¡Qué grande eres!  Te doy gracias por ello y te entrego todo mi ser.  Perdona mis pecados y guíame en tu voluntad.  No permitas que juzgue o critique sino que ame así como Tú me amas.  Permite que mi vida lleve amor y bendición a los demás y que sea testimonio del gran amor que Tú nos das.  En Cristo Jesús te lo pido.  Amén