lunes, 29 de noviembre de 2021

El reino de los cielos nos espera

 

El reino de los cielos nos espera


“En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” Juan 14:2-3.

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” Apocalipsis 21:1-4.

Pensemos en estas palabras de Jesús, que nos dan tanta seguridad frente al futuro que nos espera; y es que no somos de este mundo, aunque temporalmente estemos aquí, y quizá sentimos muchas veces que no encajamos en él. El hecho de ser creyentes hará que muchos nos rechacen, pero tenemos un lugar eterno en los planes de Dios, donde habrá un espacio para cada uno y lo mejor de todo es que Jesús estará allí con nosotros.

Por su gracia pertenecemos a ese lugar, el reino de los cielos que nos fue dado como respuesta a nuestra fe en Jesús, en el que encajamos perfectamente por la sangre preciosa derramada en la cruz, que nos hizo justos y santos para Dios, y por la que nuestros nombres están escritos en el libro de la vida, para vivir allí por siempre.

Esta nueva Jerusalén, es la iglesia de Dios, en el nuevo estado perfecto, la iglesia triunfante. La presencia de Dios no será interrumpida como en la tierra, porque Él habitará con nosotros eternamente y lo mejor, es que habrán terminado la muerte, el dolor, la aflicción, el llanto y no tendremos más recuerdo de lo que padecimos en nuestra vida terrenal, porque Cristo hará nuevas todas las cosas.

Recordemos 2 Corintios 5:17 que dice “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”; se refiere a la acción divina en la nueva creación, que fue comenzada en la resurrección de Cristo y es experimentada por todos los creyentes en el presente. Esta tierra que conocemos no permanecerá para siempre; luego del juicio divino, Él creará una tierra nueva y eterna, tal como lo prometió en Isaías 65:17 “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” Oración.

«Mi Jesús amado, gracias por esta promesa de un futuro contigo, mi corazón está guardado con toda confianza en ti. Y aunque a veces las dificultades de esta vida me abrumen, mi consuelo está en tu palabra que me anima a seguir adelante. Me hablas de la dicha del cielo que has preparado para mí, como volver a la casa de mi Padre, donde disfrutaré de tu amor y de tu gloria eterna. En el nombre de Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

domingo, 28 de noviembre de 2021

La intensidad y la diligencia en la oración

 

La intensidad y la diligencia en la oración


“Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” Jeremías 29:12-13.

No importa de dónde seamos o qué idioma hablemos, hay un lenguaje que nos une como creyentes, la oración. En estos tiempos de pandemia y crisis económica, social y moral en el mundo, debemos unirnos a clamar a nuestro Padre celestial por misericordia y por una nueva oportunidad para todos los que se hallan lejos de Él.

Cuando el Señor derrama un espíritu especial de oración, está viniendo a nosotros con su misericordia, porque dice “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”; esto implica un nivel de intensidad superior a la oración que ordinariamente hacemos. La palabra buscar, “darash” aquí en el hebreo, sugiere un deseo vehemente en hallar una respuesta de Dios.

Nunca lo estaremos buscando en vano si lo hacemos de corazón, porque siempre está dispuesto a escuchar cuando lo invocamos en confianza y en verdad. Él no se ha olvidado de nosotros, quizá somos nosotros los que lo hemos rechazado y nos hemos alejado cuando nos hallamos en problemas o en momentos de profundo dolor, porque dejamos de confiar.

Hoy recordemos que podemos buscar y encontrar a Dios cuando lo invocamos de todo corazón; que nada de lo que nos suceda en esta vida interrumpa nuestra comunión. Digamos como el salmista: “Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré” Salmos 5:1-3. Este versículo nos habla de la intensidad y la diligencia en la oración de parte de nosotros.

Daniel nos da un gran ejemplo de perseverancia y dedicación a la oración cuando su fe fue puesta a prueba en Babilonia “Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes” Daniel 6:10.

Te animo a seguir orando y a unirnos en clamor los unos por los otros; es el mejor tiempo invertido.    Oración.

«Amado Jesús, sé que me escuchas cuando te invoco de todo corazón. Junto con otros cristianos, que hacemos parte de tu iglesia universal, queremos unirnos en una sola voz y un solo sentir para clamar por este mundo en tinieblas. Señor, dispón mi corazón para orar e interceder por mis semejantes y por todo lo que viene a este mundo, para estar preparado y fortalecido esperando solo en ti. En Cristo Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

sábado, 27 de noviembre de 2021

Más vive Cristo en mi

 

Más vive Cristo en mi


“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Gálatas 2:20

Esta porción bíblica es una confesión de fe, porque creer en Cristo crucificado es creer también que hemos sido crucificados juntamente con Él, reconociendo la naturaleza de la gracia de Dios, que no puede estar unida al mérito del hombre, por el contrario, es algo que recibimos gratuitamente.

Pablo describe la experiencia espiritual de los creyentes cuando su viejo hombre ha sido crucificado, y nace un nuevo hombre según Cristo. Ya no dependemos de nosotros, no vivimos según la carne, sino que vivimos por la fe del Hijo de Dios. Cristo ahora vive y reina en nuestro ser.

Dios legalmente nos ve como si hubiéramos muerto con Cristo, porque nuestros pecados murieron con Él y ya no estamos más condenados y llegamos a ser uno con Cristo y sus experiencias son nuestras, la vida cristiana comienza cuando en unidad con Cristo morimos a la vieja vida y resucitamos con Él a una nueva creación. Somos libres para crecer a la semejanza de Cristo. No estamos solos, Cristo vive en nosotros, esta es nuestra razón para vivir y nuestra esperanza para el futuro. Dice Colosenses 1:27: “a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria”.

¿Cómo podemos vivir la vida de Cristo si las dudas y las debilidades son las que nos gobiernan? Pablo nos dice claramente que todo lo que vivimos en nuestra humanidad lo vivimos en la fe del Hijo de Dios, esa fe que hizo que Cristo mirara consumado el plan de salvación en la cruz y nosotros fuimos su gozo al vernos redimidos, como dice hebreos 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

Si tan sólo comprendiéramos que esta es la fe que necesitamos, nuestra vida espiritual sería diferente, porque tenemos todo para vivir en la voluntad de Dios, es la fe del Hijo que nos da la convicción de lo que aún no vemos, más dinámica y efectiva, no una fe voluble y circunstancial que nos lleva a la duda cuando no vemos respuestas.

Es la fe del Hijo la que agrada a Dios, es una fe perfecta que fue consumada en la cruz, por eso Jesús es el autor y consumador de nuestra fe. La fe que ignora lo que Jesús ya hizo esclaviza. Jesús nos dio su vida, su mente y su fe, para que vivamos en la libertad que ya tenemos en Él.     Oración.

«Amado Jesús, cuando te conocí, todo se hizo nuevo en mí, ya no vivo yo, más tú vives en mí, tengo tu mente, tu vida y tu fe para vivir en libertad, ya nada me esclaviza, tengo toda bendición espiritual y nadie puede revocar esto. Tengo la fe del Hijo de Dios con la que puedo enfrentar mi día a día, sabiendo que tu verdad me ha hecho libre. En el Nombre de Jesús. Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

viernes, 26 de noviembre de 2021

Jesús revelado en mí

 

Jesús revelado en mí


“Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia, y volví de nuevo a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para ver a Pedro, y permanecí con él quince días” Gálatas 1:15-18

“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. 2 corintios 4:6

Estas palabras del apóstol Pablo muestran que su apostolado no vino por medio de hombres, sino que fue recibido directamente de Jesucristo, por eso, todo su ministerio está basado en el Cristo resucitado, con el que tuvo su primer encuentro en Damasco para su conversión y luego durante tres años recibió instrucción directa de Él en Arabia.

Que experiencia tan particular, Pablo fue llevado al conocimiento y a la fe por el mismo Señor Jesucristo. Todos los que hemos sido convertidos para salvación, hemos sido llamados por su gracia transformadora. La conversión es obra del poder de Dios, por eso Cristo no solo debe ser revelado a nosotros, sino que también debe ser revelado en nosotros, y esto es lo que Pablo afirma en Gálatas 2:20 “Más vive Cristo en mí”.

Todos necesitamos esa revelación del Hijo en nosotros porque hace que cambiemos nuestra perspectiva espiritual. No se trata de saber mucho de una religión o que digamos que Jesús fue un gran maestro o profeta, o hablemos de cualquier cosa histórica sobre Él, sino que debe ser una verdad revelada en nuestra vida. Desafortunadamente la mayoría de las personas tienen solo un conocimiento externo de Jesús; saben de Él, porque dividió la historia en dos o porque se le menciona histórica y culturalmente cuando se celebra Semana Santa o Navidad; otros solo tienen un conocimiento bíblico porque han leído los evangelios o las epístolas y saben lo que hizo en su ministerio terrenal, pero es simple conocimiento.

Algo diferente es la experiencia espiritual cuando el Padre por medio de su Santo Espíritu revela su presencia en nosotros, es un encuentro espiritual y vital con la persona de Jesús, que trae un cambio radical dentro de nuestro ser y que nos lleva a encontrar nuestra gloria en lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Jesucristo. En Él está la plenitud de Dios, de tal manera que nada quedó fuera de Él y de esa plenitud tomamos todos. Como lo expresa Juan 1:16 “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.

Así como a Pablo, el Señor nos escogió antes de que naciéramos y nos apartó, para que cumpliéramos los propósitos de su amor soberano y así manifestar en nosotros su buena voluntad. A Dios Padre le agradó revelarnos a Jesús para que resplandeciese en nuestros corazones.   Oración.

«Gracias Señor Jesucristo por escogerme desde el vientre de mi madre, por entender que soy parte de tu plan eterno de salvación; gracias porque fui salvado para que Cristo resplandeciera en mi corazón y así cumpliera con la tarea especial de compartir de Él hasta lo último de la tierra. En el Nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

jueves, 25 de noviembre de 2021

Dios es nuestro centinela

 

Dios es nuestro centinela


“Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos”. Proverbios 15:3

“Él señorea con su poder para siempre; sus ojos atalayan sobre las naciones; los rebeldes no serán enaltecidos”. Salmo 66:7

Estas porciones bíblicas nos hablan de la omnipresencia y omnisciencia de Dios. Hay muchos que piensan que Dios se ha olvidado de nosotros, pero esto no es así, Dios nos observa día a día y no ignora lo que sucede en esta tierra, sea bueno o sea malo, Él lo ve todo con claridad, ve las acciones y las intenciones de los corazones de los seres humanos. Miremos Proverbios 15:11 “El Seol y el Abadón están delante de Jehová; ¡cuánto más los corazones de los hombres! “

Dios está activo y preocupado por todo lo que sucede en este mundo, los hilos de la historia están en sus manos y llegará el día en que pondrá todo en orden como ya lo ha revelado en su Palabra, borrará el mal y establecerá el bien y recompensará a todos los que hacen su voluntad en esta tierra, como lo dice el Salmo 66:7 “que sus ojos atalayan sobre las naciones”. Esta palabra en el hebreo “atalayar” tiene varios significados, como: “inclinarse hacia adelante, atisbar a la distancia; observar, aguardar, acechar, considerar, esperar, extender, mirar, vigilar”, es como un centinela que nos cuida de día y de noche.

Dios está entonces en la ecuación de la vida humana, no podemos ignorarlo y sacarlo de nuestra existencia, sus ojos están en todo lugar, todo lo ve, por eso debemos vivir agradándole en todo. Nada, absolutamente nada se sale de su radar, tarde o temprano tendremos que dar cuenta de nuestra vida. Veamos lo que dice Hebreos 4:13 “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.

Como iglesia, hoy más que nunca. debemos levantar nuestra voz para proclamar el Nombre de Cristo, para glorificarlo no sólo con palabras sino con hechos que muestren a este mundo que hay un Dios amoroso que no es ajeno a lo que nos sucede y que quiere darle la oportunidad a muchos de que se arrepientan, sean salvos, liberados de la esclavitud del pecado y transformados por su gracia, para que anden conforme a su voluntad.  Oración.

«Padre celestial gracias por cuidar de mí y de toda esta tierra, tus ojos están vigilantes a todo lo que sucede en ella, manifiestas tu soberanía sobre todo lo creado. Eres un Dios justo y bueno; sé que algún día tendré que rendir cuenta de mi vida. Quiero agradarte en todo, obedeciendo tus mandamientos y descansando en tus promesas. Guíame por sendas de rectitud por amor a tu Nombre. En Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

miércoles, 24 de noviembre de 2021

¿Cuál es nuestra historia?

 

¿Cuál es nuestra historia?

“Envió un varón delante de ellos; a José, que f


ue vendido por siervo. Afligieron sus pies con grillos; en cárcel fue puesta su persona. Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová le probó”. Salmos 105:17-19

“De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. Gálatas 6:17

Muchas de las marcas en nuestro cuerpo y alma fueron causadas por nuestro pecado, consecuencia de una vida manejada por nuestras propias decisiones. También, por momentos difíciles donde otros nos lastimaron dejando cicatrices en lo más hondo de nuestro ser, pues antes de conocer al Señor Jesucristo fuimos marcados por nuestra rebeldía y orgullo que endureció nuestro corazón. Así fue que nos encontró nuestro Dios, heridos y rotos; como la mujer Samaritana, como José cuando fue vendido como esclavo por sus hermanos. Pero, así como a ellos, nos amó, nos restauró y usó las heridas para dar testimonio a otras personas, de su poder en nosotros. Cuando Jesús aparece, nuestra vida es sanada en lo más profundo y todo tiene un nuevo sentido y es usado para su gloria.

En el libro de Gálatas, Pablo está pidiendo a los judíos que no lo molesten más, porque él ahora lleva en su cuerpo las marcas de Cristo. La palabra “marcas” significa en el griego “stigma” y se refiere a las marcas de propiedad que se le ponían a los esclavos y animales para decir que eran de alguien. Las cicatrices de Pablo eran aquellas que le fueron causadas por las persecuciones que padeció por el Nombre de Cristo. ¡Con qué orgullo llevaba esas marcas por causa del evangelio! Preguntémonos hoy: ¿las cicatrices en nuestros cuerpos, mentes y corazones, son por causa de complacer nuestra naturaleza pecaminosa o por pertenecer a Cristo?

¿Cuál es nuestra historia? Las marcas de José causadas por la injusticia de sus hermanos, forjaron su carácter para llegar a ser el segundo al mando en Egipto y por eso pudo decir: “Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros” Génesis 45:5

Hoy, recordemos que Cristo con su sufrimiento en la cruz y sus heridas, trajo a nosotros salvación, liberación y sanidad. Permitamos que nuestro testimonio, nuestra historia, sea usada para alcanzar a otros para el reino de Dios.    Oración.

«Señor Jesús, gracias por hallarme cuando estaba perdido y herido por mi pecado, y sanar mi ser, para que ahora sea un canal de bendición. Gracias por todas las circunstancias adversas que forjaron mi carácter. Sé que no puedo elegir que haya heridas o no en este mundo caído, pero sí puedo pedirte que transformes mi dolor en un nuevo propósito para servir a través de mi testimonio a otros. En el Nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

martes, 23 de noviembre de 2021

Persevera, Jesús viene pronto

 

Persevera, Jesús viene pronto


“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que, habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma”. Hebreos 10:35-38

Dios nos tiene reservada la más excelente promesa, nuestro reencuentro con Jesucristo en el día del rapto de la iglesia. Se nos anima a no perder nuestra confianza en el Señor que vendrá con gran recompensa, como dice 2 Timoteo 4:8 “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.”

Las muchas aflicciones que tenemos que sufrir en esta tierra, no pueden nublar nuestra esperanza, por eso debemos perseverar con paciencia hasta ese glorioso día, donde terminarán todos nuestros padecimientos. Si nos hemos mantenido fieles hasta ahora, ante las pruebas, debemos descansar en la gracia del Señor para continuar viviendo por fe hasta que recibamos lo que nos ha prometido.

Necesitamos mantener nuestra esperanza siempre delante de nosotros como los atletas, que tienen su mirada puesta en la meta y esto los anima a seguir hasta el final. Con mayor razón, nosotros como cristianos que vamos camino a la eternidad, debemos esforzarnos y dar lo máximo, hasta que recibamos nuestro premio: nuestro encuentro con nuestro amado Jesús.

En este peregrinaje no estamos solos, el Señor siempre nos acompaña. Anhelemos su regreso que pondrá fin a nuestra aflicción, caminando en santidad, creciendo espiritualmente y viviendo en comunión con Él. 1 Pedro 2 :11-12a dice: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles”.

Alentémonos perseverando en la fe que encontramos en la seguridad de que Cristo volverá y no tardará en terminar su plan de salvación para la humanidad, cuando dice: “porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.   Oración.

«Señor Jesús, no quiero perder la confianza en ti en medio de las aflicciones que debo enfrentar cada día, hasta que regreses por mí. Ayúdame a perseverar colocando mis ojos en la promesa de la eternidad que me espera junto a ti, manteniendo una vida santa, creciendo en tu amor y conocimiento para que el día en que regreses me halles fiel y agradándote en todo. En el Nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                           

lunes, 22 de noviembre de 2021

La más sublime revelación de Dios

 


La más sublime revelación de Dios

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”. Hebreos 1:1-3

Dios siempre ha hablado a la humanidad desde tiempos antiguos; es un Dios que ha buscado al ser humano para tener una relación con Él y lo ha hecho de diversas maneras, a veces por instrucciones o por sueños o por visiones y por su influencia divina a través de los profetas que lo percibieron de diferentes formas. Pero no nos cabe duda que la más sublime revelación de Dios es el evangelio hecho a través de su Hijo Jesucristo y que supera todo lo anterior.

Colosenses 1:15 nos dice que “Jesús es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación”. Cristo en su naturaleza humana es la revelación visible del Dios invisible, por eso le dijo a sus discípulos que quien lo ha visto a Él ha visto al Padre. Al contemplar el poder, la sabiduría y la bondad en la persona de Jesús también contemplamos el poder, la sabiduría y la bondad de nuestro Padre celestial.

El Hijo vino de la eternidad y todas las cosas fueron creadas por Él y para Él, todo lo sustenta por la Palabra de su poder, veamos Juan 1:1-3 “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Él es la última y la más sublime manifestación de Dios, como lo dijo el apóstol en Juan 1:18 “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.

Jesús sustentó con amor inagotable su obra redentora en la cruz, su sufrimiento tuvo tal mérito que satisfizo la demanda de justicia del corazón de Dios; llevó sobre su cuerpo todos nuestros pecados que ofendieron al Padre y nos tenían separados de Él. La mayor revelación de todas es Jesucristo, quien habiendo terminado la redención ahora está entronizado a la diestra de Dios.

Nunca podremos estar suficientemente agradecidos de que Dios nos haya hablado de la salvación en tantas formas y con claridad creciente, siendo nosotros pecadores; por eso, hoy te invito a que nos inclinemos ante Él en admiración, gratitud y alabanza, porque Jesús es digno de toda honra y gloria.    Oración.

«Gracias Padre celestial por amarme incondicionalmente. Buscaste, de tantas maneras, revelarte al mundo para que yo te pudiera conocer a través de Jesucristo y me has dado tu salvación. Mi corazón te adora y se llena de alabanza por tu Hijo amado que se entregó en mi lugar en esa cruz, a Él toda la gloria, la honra y la alabanza por los siglos de los siglos, Amén.           Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.                                          

domingo, 21 de noviembre de 2021

En Cristo no hay vacilación

 

En Cristo no hay vacilación, tampoco en sus promesas


“Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; más ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios. Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones”. 2 corintios 1:19-22

Jesús es el cumplimiento de todas las promesas del Antiguo Testamento, la misión que llevó a cabo en esta tierra, terminó con el establecimiento de la iglesia cristiana. Dios, a través de su Hijo, ofrece la obra redentora a todos los hombres y la parte que nos corresponde es aceptarla. El “si” es de Dios y el “amén” es de nosotros. Es la manera en que aceptamos o estamos de acuerdo con lo que Jesús hizo por la humanidad. Cuando decimos amén, estamos resaltando el cumplimiento de las promesas en el hablar y en el actuar, enalteciendo a Cristo.

Porque en Cristo es la consumación de todas las promesas de Dios porque es la suma y la sustancia de ellas. Y que como creyentes decimos “amén” en respuesta a Dios.

El propósito del Dios Trino, no es darnos un credo, sino que expresemos la fe y la experiencia sobre la cual se basa la doctrina, que Padre, Hijo y Espíritu Santo participan de la obra redentora. Dios nos ha ungido y nos ha sellado identificándonos con Él. Es una garantía del pago por adelantado en señal de prenda, somos pertenencia suya, esto destaca la seguridad de una relación inquebrantable de Dios con nosotros, que va más allá de la vida terrenal, hasta la eternidad.

 

El Espíritu Santo garantiza nuestra salvación y todo lo que recibiremos con el regreso de Cristo, como dice Efesios 1:13-14 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

El consuelo del Espíritu Santo es como el adelanto o anticipo en esta vida terrenal, de todo lo que tendremos en la vida eterna en la presencia de Dios. Su compromiso divino es completar su obra en nosotros, confirmando el “Si” que representa Jesús.

Entonces ¿por qué temer? Si nuestro destino con Cristo ya está asegurado, vivamos ahora para Él, permitiendo que todas sus promesas se cumplan en nuestras vidas para la gloria de Dios.   Oración.

«Gracias Jesús, porque en ti no hay vacilación, todas las promesas en ti son sí y amén, para la gloria de Dios. Esto trae la seguridad a mi corazón de que con tu obra redentora soy salvo y me has marcado con el sello del Espíritu Santo para el día de tu regreso, cuando podré gozar de la plenitud de tu presencia. Esto quita todo miedo al futuro, el saber que te pertenezco y que volverás para llevarme a tu gloria eterna. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito

sábado, 20 de noviembre de 2021

Que tu Palabra me haga volver a ti

 

Que tu Palabra me haga volver a ti


“Pero de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida”. Salmo 42:8

“Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza”. Nehemías 8:10

Aparentemente el salmista está desterrado en un lugar montañoso y árido y se siente alejado de Dios. Compara su ansia por agua con la sed de un siervo que brama por ella. Así debemos sentirnos cuando estamos sin comunión con Dios, porque Él es la fuente de agua viva. Cuando ya hemos experimentado el gozo de su presencia y nos apartamos, nunca estaremos satisfechos si la comunión es interrumpida, porque nos llenamos de tristeza.

David, agobiado por el sufrimiento y las dudas, vuelve a pensar en su experiencia pasada en la presencia de Dios, donde ha visto su poder y su gloria, recuerda la comunión junto al pueblo y aunque aumenta su nostalgia, esto le da esperanza. Dialoga consigo mismo diciendo: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío”.

En momentos de desespero y angustia debemos recordar las veces que Dios nos respondió mostrándonos su grandeza y misericordia, para que oremos y le alabemos, como lo hizo David: “de día mandará Jehová su misericordia, y de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida”. No debemos permitir que la dificultad más grande nos separe de Él, ni que lo que sintamos nos robe el lugar de adoración y la plenitud del gozo de estar en su presencia.

Igualmente le pasó al pueblo de Israel en tiempos de Nehemías, que se entristecieron profundamente cuando leyeron la Ley de Dios y se dieron cuenta de cuán alejados se encontraban de Él, porque los confrontó con su pecado y entendieron cuál era su voluntad. Esto conmovió la conciencia del pueblo para que reconocieran que la situación que estaban viviendo era porque se habían apartado de las normas de Dios. Esdras y los levitas los alentaron a alegrarse, a tener gratitud y a que celebraran con regocijo el día dedicado al Señor, en que debían recordar el amor, la gracia y la salvación que Él les había manifestado.

Lo mismo que ocurrió con la predicación de Pedro que llevó a los oyentes al arrepentimiento y a reconocer a Jesús como su Salvador, en Hechos 2 :37-38 “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, dejemos que la Palabra que oímos convierta nuestros corazones y nos haga volver en comunión con Dios.   Oración.

«Señor, que mi corazón esté tierno cuando escuche tu Palabra, sacia mi hambre y mi sed de ti. Si las situaciones de mi vida me han alejado de tu presencia y me han quitado el gozo, quiero refugiarme nuevamente en tus brazos. Gracias por confrontarme con mis pecados y llevarme al arrepentimiento, anhelo tu perdón y tu consuelo. Haz que no vuelva a caer en oscuridad por ignorar tus preceptos. En Cristo Jesús Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Un verdadero seguidor de Cristo

 

Un verdadero seguidor de Cristo


“Andando Jesús junto al mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron” Mateo 4:18-20.

¿Somos realmente seguidores de Cristo?

Para ser seguidor de Cristo debemos nacer de nuevo, o sea, hacer nuestra confesión de arrepentimiento y entrega a Cristo como Señor y Salvador. Esto fue lo que Jesús le dijo a Nicodemo en Juan 3:3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”.

Debemos tener una relación personal con Él, dando cabida a la oración como parte de nuestra vida, anhelando su presencia. Jesús nos dejó su ejemplo en Lucas 6:12 “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios”.

Debemos siempre estar dispuestos a escuchar la voz de Jesús, conociendo y estudiando su palabra; Juan 5:39 dice “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Recordemos también Mateo 17:5b “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd”.

Lo anterior debe llevarnos a amarlo, obedecerlo y creer en Él. Nuestro amor se manifiesta con obediencia; Jesús dijo en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Debemos vivir por fe, creyendo en Él, como dice Juan 20:31 “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre”.

Así entonces podremos compartir de Él, servirle sin reservas y estar dispuestos a sufrir por su causa. Llevar a otros a Cristo es un mandato, como dice Marcos 16:15 “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Anhelemos servir a otros como Jesús lo hizo, Juan 12:26 “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”. Y estemos dispuestos a padecer por causa de Él, como dice Filipenses 1:29 “Porque a vosotros os es concedido a causa de Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”.

Hoy, evaluemos a la luz de su palabra, si somos verdaderamente sus seguidores.   Oración.

«Amado Jesús, tú me elegiste, quiero amarte con todo mi ser, seguirte y obedecerte. Ayúdame a permanecer en mi llamado, creciendo en mi relación contigo, orando fervientemente y conociendo tu palabra; solo así me prepararás para servirte, llevar a otros a Cristo y aun, sufrir por causa de ti. En el nombre de Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

jueves, 18 de noviembre de 2021

Dedo de Dios es este

 


Dedo de Dios es este

“Entonces los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho” Éxodo 8:19.

“Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” Éxodo 14:13-14.

Si recordamos, en el libro del Éxodo, Moisés en compañía de su hermano Aarón le pidieron en repetidas ocasiones al Faraón de Egipto que dejara salir a su pueblo y lo liberase de la esclavitud; pero cada vez endurecía más su corazón, por lo que, ante su negativa, empezó Dios a hacer grandes señales, enviando plagas al pueblo de Egipto. En un principio, los magos de Faraón imitaron algunas de las primeras señales con sus poderes de las tinieblas, pero llegó el momento en que no pudieron hacerlo y dijeron “Dedo de Dios es este”.

Esta imitación de las plagas revela el poder que Satanás tiene para engañar a los seres humanos, y cuando los magos no pudieron deshacerlas, el Faraón estaba tan disgustado que parecía dispuesto a prometer cualquier cosa. Dios lo estaba obligando a reconocer quién era Él, sin embargo, el corazón del Faraón se endureció aún más.

Al final de las diez plagas, que terminaron con la muerte de todos los primogénitos de Egipto, Faraón dejó partir al pueblo de Israel; después cambió de parecer y empezó a perseguirlos hasta las orillas del mar Rojo. Cuando los israelitas no supieron qué hacer, pues estaban atrapados entre la espada del ejército del Faraón, que venía contra ellos, y el mar, pensaron que no tenían escapatoria y empezaron a dudar de Dios y murmuraron contra Moisés. La fe de Moisés fue inquebrantable exhortando al pueblo a no temer, convencido de que Dios haría nuevamente algo sorprendente. Aquí fue donde el Señor desplegó todo su poder para liberarlos, abriendo el mar Rojo ante ellos para que huyeran por camino seco.

Así es con nosotros, a veces dudamos en nuestro corazón cuando nos encontramos entre la espada y la pared con situaciones que parecen imposibles; olvidamos fácilmente que tenemos un Dios poderoso que siempre ha actuado en nuestras vidas y seguirá haciéndolo, abriendo camino para que salgamos adelante. Los incrédulos, como los magos del Faraón, reconocieron el poder de Dios ante sus grandes manifestaciones, esto debe enseñarnos que no importa cuál sea la situación, Dios intervendrá a favor de nosotros cuando confiamos plenamente en Él. Que hoy podamos decir “dedo de Dios es este”, así que no seamos incrédulos.   Oración.

«Mi amado Señor, ante situaciones que parecen imposibles de resolver, dame la fe suficiente para no dudar de ti. Déjame ver el mar abierto de posibilidades delante de mí. Que mi fe pueda mover montañas y abrir caminos donde no los hay, porque eres un Dios de imposibles. Haz que no pierda la esperanza, por el contrario, enséñame a orar con valentía dejando que tú actúes para ver cosas increíbles a mi alrededor. En el nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Vivamos el mensaje del Evangelio

 

Vivamos el mensaje del Evangelio


«La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal» Salmo 19:7-10.

«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.» Santiago 1:22-25.

Estos pasajes nos deben llevar a reflexionar si estamos viviendo el mensaje del evangelio o somos simples oidores, engañándonos a nosotros mismos, ya que debemos actuar de forma consecuente cuando escuchamos la palabra de Dios. No somos cristianos solo por oír, sino cuando lo que oímos se transforma en acciones.

Cuando nos exponemos a la verdad de la palabra, esta revela lo que somos y cómo deberíamos de ser; pero si solo escuchamos y no actuamos, de nada sirve. La palabra es como un espejo que nos muestra la corrupción de nuestra naturaleza y el estado de nuestro corazón, nos habla claramente de cada aspecto de nuestra vida, nos muestra nuestro pecado, nos lleva al arrepentimiento, convierte nuestra alma y nos hace sabios para obrar, porque lo que produce bendición no es el oír la palabra, sino el obedecerla.

El simple conocimiento no basta, porque quien piensa que conocer la Biblia convierte a alguien en piadoso, se engaña a sí mismo; es creyente quien la conoce para recibir la revelación de nuestro Salvador Jesucristo, creer en Él y obedecerle.

Los verdaderos creyentes se identifican por una vida renovada por la palabra. Para esto, tenemos que abrir nuestros oídos espirituales y permitirle al Espíritu Santo que nos dé sabiduría para aplicarla a nuestra vida. La salvación no viene de utilizar métodos humanos, sino de ser humildes y mansos, aceptando la palabra implantada que Dios ha hecho que se arraigue en nuestro corazón al recibir a Jesucristo.  Oración.

«Señor gracias por tu palabra, la cual es la verdad que transformó mi corazón y convirtió mi alma cuando creí, por medio de ella, en mi Salvador y Señor Jesucristo. Ayúdame a escucharla, aplicarla, vivirla con sabiduría, para poder obedecerla en cada aspecto de mi vida, solo así seré bienaventurado en todo lo que haga. En el nombre de Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

martes, 16 de noviembre de 2021

Fieles testigos de su gran amor

 


Fieles testigos de su gran amor

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve” Isaías 43:10-11.

Es interesante que, de todas las religiones del mundo, solo el cristianismo garantiza la salvación. Nuestro Dios no tiene competidor o quién sea semejante a Él; es el único y suficiente Dios para el ser humano, por eso dice con toda certeza “fuera de mí no hay quien salve”.

Además, no les da cabida a otros dioses, porque dice en Isaías 43:12 “Yo anuncié y salvé, hice oír y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice el Señor, que yo soy Dios».

Hemos visto a través de Isaías 43, en los últimos devocionales de estos días, que frente a la esclavitud hubo una nueva liberación, un nuevo éxodo e intervención de Dios para salvar y restaurar a Israel. Vemos a un pueblo que no pagó fidelidad por fidelidad, que no devolvió amor por el amor de Dios, sino que se dejó seducir por la idolatría, adorando a otros dioses. Dios les manifestó que Él es el Dios verdadero y por eso le reclamó a su Pueblo en Isaías 43:22 “Y no me invocaste a mí, oh Jacob, sino que de mí te cansaste, oh Israel”.

Hoy más que nunca tenemos cinco razones para ser fieles y ser testigos de su amor en este mundo, porque este pasaje también es aplicable a nosotros. Recordemos Isaías 43:1 “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”. De lo anterior podemos decir que: 1) Nos creó, le dio origen a nuestra vida, no existimos sino por el poder y el amor de Dios. 2) Nos formó, es el sustentador de nuestra vida, nos mantuvo y nos ha cuidado hasta hoy. 3) Nos redimió, pagó con la vida de su Hijo y quitó el pecado que nos separaba de Él. 4) Nos compró, nos adquirió con su sangre por derecho de redención. 5) Nos adoptó en su familia, nos puso nombre, somos su propiedad, nos amó y nos hizo dignos para Él.

Nos hizo sus siervos para ser testigos del gran amor con que nos amó; amor que hemos experimentado primero en nuestras vidas, para que tengamos la certeza de en quién hemos creído y poder darlo a conocer a muchas personas, para que entiendan que Él es Dios y fuera de Él no hay quien salve.   Oración.

«Gracias Dios por todo lo que hiciste por mí, por amor, soy digno porque me redimiste, cuando a nadie le interesaba, tú me miraste y fui importante para ti. Soy ahora acepto por el sacrificio de tu amado Hijo Jesús. Quiero corresponder a tu amor y fidelidad, amándote, honrándote, reconociéndote como mi único Dios y siendo fiel testigo de tu gran amor. En Cristo Jesús, Amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

lunes, 15 de noviembre de 2021

Gracias por amarnos primero

 

Gracias por amarnos primero


“Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice” Isaías 43:4-7.

En este versículo Dios dice “yo te amé” y en 1 Juan 4:19 nos lo asevera su palabra, la cual dice “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero”.

Hoy debemos estar agradecidos porque no podemos imaginar cuánto amó Dios a Israel, no porque fuera un pueblo sabio y fuerte o más hermoso que otros pueblos, sino porque lo escogió, hizo un pacto con él y lo hizo suyo; Dios no se ha olvidado de Israel a pesar de su infidelidad. Ahora, pensemos cuánto nos ama a nosotros que envió a su Hijo a morir por nuestros pecados y a través de su sacrificio estableció un nuevo pacto para darnos una vida nueva y eternidad.

Los creyentes somos preciosos a sus ojos; su complacencia está en nosotros sobre cualquier cosa, porque fuimos lavados con la sangre de su Hijo. Aunque pasemos por dificultades en este mundo nos afirma que está con nosotros. Nos creó haciéndonos especiales, nos redimió y llamó por nuestro nombre para que fuéramos de Él. Somos como la niña de sus ojos, porque nos amó sin medida y se entregó por nosotros.

Pensemos que por amor hacemos sacrificios por nuestros hijos que no haríamos por otras personas; esta es la manera en que Dios nos ama. Y quizás nos preguntemos: ¿por qué, aun amándonos así, permite sufrimientos en nuestra vida?, porque como padres también tenemos que dejar que nuestros hijos se enfrenten a dificultades para que crezcan y sepan desenvolverse, pues no podemos solucionarles todo siempre. Dios sabe que vivimos en un mundo en conflicto y tenemos que aprender a creer y confiar en Él a pesar de las circunstancias, con la seguridad de que siempre está a nuestro lado.

Dice también “todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”, por lo que debemos entender que, al ser redimidos, llevamos su Nombre como hijos de Dios y se nos da un propósito en la vida, ya que nos creó para su gloria, para vivir según su voluntad y obedecer sus mandamientos reflejando su gloria en esta tierra.   Oración.

«Gracias Padre por amarme primero, darme a conocer tu amor a través del sacrificio de tu Hijo por mí en la cruz y derramar ese amor sin medida en mi corazón por medio de tu Santo Espíritu. Al rescatarme de las tinieblas me has dado un nuevo comienzo y propósito de vida, manifestar tu gloria donde quiera que esté. Ayúdame a obedecer siempre tu voluntad, porque tus caminos son perfectos. En el nombre de Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Pagó por nuestro rescate

 


Pagó por nuestro rescate

«Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti». Isaías 43:1-3

Dios tomó el barro de la tierra, sopló en él el espíritu de vida y formó un ser humano vivo, como dice Génesis 2:7 “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Fuimos creados a su imagen para ser amados, sin embargo, ese ser humano se rebeló y distorsionó su creación al permitir que entrara el pecado; este fue nuestro comienzo y fue un mal comienzo. Provenimos de un pecador rebelde que nos transmitió una naturaleza caída y que no puede ser reformada o reparada por sí sola, sino por su Diseñador.

Ahora Dios nos hace hijos suyos por medio de nuestra confianza en Cristo y nos da una nueva naturaleza. Con su sacrificio en la cruz pagó el rescate por nuestras vidas, con su muerte sepultó nuestro pecado y con su resurrección nos hizo nacer a una vida nueva. Con esta redención maravillosa ya no debemos sentir temor, sino vivir en la libertad que Él nos ha dado a través de su sangre preciosa con la que pagó el precio. Según 1 Corintios 7:23 “Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres”; ahora somos su pertenencia y ya no somos esclavos de nadie.

Estas palabras de Isaías también tienen una aplicación maravillosa para nosotros, ya que a veces, en nuestra experiencia personal, nos hemos introducido en aguas profundas, en las que no podemos tocar el fondo, pero tenemos la certeza de que Dios nos acompaña en esas circunstancias. Aunque parezca que nos hundimos, Él ha prometido que los ríos no nos anegarán, interviniendo y librándonos de esa situación.

Dios usó naciones como Egipto y Etiopía para tratar y disciplinar a Israel y que entendieran que solo Él podría rescatarlos. Igualmente es con nosotros; alguna vez nos hemos preguntado ¿por qué Dios permitió que algunas personas o situaciones se nos cruzaran en nuestro camino y nos causaran problemas?, lo hizo para que volviéramos a Él, a sus propósitos, a su voluntad y para desarrollarnos espiritualmente. Dios utilizó esas circunstancias para liberarnos, por lo que, al rescatarnos nos ofreció una vida mejor. Debemos estar agradecidos porque usó personas para enderezar aspectos de nuestra vida, como dice Proverbios 21:18 “Rescate del justo es el impío, y por los rectos, el prevaricador” Oración.

«Gracias Señor por hacerme nueva criatura, hechura tuya, redimido por la sangre preciosa de tu Hijo amado, quien murió por mi pecado. Fui apartado para ti, ahora soy tuyo y si estás conmigo no temeré, soy libre porque pagaste un precio muy alto en la cruz para que lo fuera, para que no fuera esclavo de nadie. En el nombre de Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Oración mañana tras mañana

 

Oración mañana tras mañana


«Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré». Salmo 5:1-3

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”. Marcos 1:35

La comunicación regular es fundamental en cualquier relación y es necesaria en nuestra comunión con Dios, porque afirma nuestra fe. Necesitamos comunicarnos con Él diariamente. Preguntémonos hoy: ¿pasamos tiempo regular en oración y leemos la Biblia a diario?

Este salmo se centra en una adoración reverente y santa y en una oración por una vida recta, aquí David procura probar que el orden y la perseverancia son necesarios en nuestra comunión diaria. La repetición de la frase «de mañana», nos sugiere que el mejor tiempo de buscar a Dios es antes de empezar nuestra rutina, para poder entregarle los desafíos de nuestro día, buscando su gracia, dirección, ayuda y fortaleza.

Recordemos que la mañana es un milagro que ocurre cada día, porque nueva es cada mañana e inmutable su fidelidad (Lamentaciones 3:23). Lo importante es que no pasen días sin estar en la presencia de Dios. Como dice el Salmo 84:10a «Porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos».

Jesús es nuestro mayor ejemplo de oración, sabía que no podía vivir sin comunión con el Padre, necesitaba reponer sus fuerzas espirituales consumidas por su labor de entrega y servicio a los demás. Para poder ministrar a los hombres, necesitaba primero encontrarse con Dios, por eso, buscaba un lugar desierto, para estar en silencio y sin interrupciones, para no distraerse con el ruido del mundo, y es algo que debemos aprender de Él, estar a solas con el Padre. Y más, cuando nos enfrentamos a las presiones de esta vida terrenal. Aunque sabemos que la oración es un vínculo vital con Dios, a veces no es fácil hacerlo, debemos esforzarnos por encontrar ese tiempo especial, aunque implique tener que madrugar más.

Como el salmista, debemos estar seguros de que el Señor nos escucha, mirándolo a Él como nuestro Rey y Dios, o sea, Él que gobierna nuestra vida y Él que es poderoso para darnos lo que necesitamos, Aprendamos a esperar en Él, aguardando las respuestas a nuestras oraciones.    Oración.

«Señor, quiero tener una firme relación contigo, que no pase ni un día sin buscar tu rostro, y gracias por estar atento a la voz de mi clamor. Eres mi Rey, por eso gobierna todos los asuntos de mi vida y eres mi Dios poderoso para hacer lo que quieras de mí. Gracias por amarme y estar siempre dispuesto a escucharme. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Abre tu mano al hermano y al menesteroso. Parte 2

 


Abre tu mano al hermano y al menesteroso. Parte 2

“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Deuteronomio 15:11

«No debáis a nadie nada, sino el amaro unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”. Romanos 13:8

“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo. No digas a tu prójimo: Anda, y vuelve, y mañana te daré, cuando tienes contigo qué darle”. Proverbios 3:27-28

El amor de Cristo siempre será infinitamente superior al nuestro, pero Jesús no deja brechas en la ley del amor. Cuando el amor lo demande, debemos estar dispuestos a ir aún más allá de los requisitos legales e imitar al Dios de amor. La única deuda que tenemos con Jesús por todo lo que hizo por nosotros es el amor a otras personas.

Dios nos llama a la obediencia a su Palabra. Nos enseña desde el principio a cuidar de nuestros hermanos, por eso ese mandato al pueblo de Israel también se aplica a nosotros. Son verdades eternas y fundamentales para manifestar el amor de Dios en esta tierra. Esto es lo que los creyentes en Cristo deberíamos estar haciendo hoy en día. En la iglesia primitiva había mucha solidaridad entre los creyentes; pero en realidad, los creyentes actuales, en términos generales, no han mantenido esa actitud solidaria.

Era sorprendente la generosidad de la iglesia del primer siglo, veamos Hechos 4:34-35: “Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad”.

El Señor fue muy claro con los israelitas para que no fueran mezquinos de corazón, por eso les dijo en Deuteronomio 15:9 «Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado”.

Es lo mismo que nos dice la porción de Proverbios 3:27-28 del día de hoy, que no nos hagamos los desentendidos cuando tenemos la oportunidad de dar a los demás, lo que tengamos a nuestro alcance. Dios mira nuestro corazón y siempre habrá necesitados a nuestro alrededor. Jesús lo dijo en Mateo 26:11 «Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis». Es nuestra oportunidad, entonces, de tener un corazón generoso, entendiendo que más bienaventurado es dar que recibir.   Oración.

«Amado Dios, recibo con agradecimiento esta palabra de exhortación, porque quiero que mi corazón sea transformado, no quiero ser mezquino con los bienes que me das, porque me has bendecido con todo lo que tengo, quiero ser generoso y poder ayudar al que se encuentre en necesidad. Anhelo también compartir de ti, para suplir los vacíos emocionales y espirituales de los que me rodean. Quiero imitarte mi Dios de amor. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

jueves, 11 de noviembre de 2021

Abre tu mano al hermano y al menesteroso. Parte 1

 

Abre tu mano al hermano y al menesteroso. Parte 1


“Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás a él tu mano liberalmente, y en efecto le prestarás lo que necesite. Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión, y mires con malos ojos a tu hermano menesteroso para no darle; porque él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te contará por pecado. Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Jehová tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas. Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra». Deuteronomio 15:7-11

En el Antiguo testamento vemos a un Dios instruyendo a su pueblo sobre las leyes sociales, dándole a cada hombre una oportunidad igual. La tierra al séptimo año se dejaba descansar, en el año sabático las deudas y las hipotecas eran perdonadas y se distribuía equitativamente la riqueza, evitando la pobreza extrema y la riqueza extrema. Este reglamento debería ser cumplido por todos los israelitas. Cada séptimo año la deuda de los pobres sería cancelada y tendrían una oportunidad de empezar de nuevo. Ahora, si Israel hubiera guardado esta regla cuidadosamente, se habría cumplido lo que dice Deuteronomio 15:4 “Así no habrá mendigos entre los tuyos, pues el Señor te bendecirá con abundancia en la tierra que el Señor, tu Dios, te da por heredad, para que la tomes en posesión».

Los sistemas políticos en la actualidad enfrentan la naturaleza pecaminosa, egoísta del ser humano, por lo cual no hay formulaciones claras sobre justicia social, cada cual quiere tener más que los demás, generando la desigualdad, trayendo pobreza y falta de oportunidad a las personas de cualquier condición.

Dondequiera que uno vaya hoy, en cualquier nación que uno visite, uno queda impresionado por los extremos de pobreza y de riqueza, esto es el resultado del pecado del ser humano. Si los israelitas hubieran obedecido a Dios en cuanto a esto, no habría ningún pobre entre los miembros de aquel pueblo, porque la sociedad se habría caracterizado por un equilibrio de la riqueza. El problema fundamental es entonces el corazón humano, mientras este no sea transformado, no habrá gobiernos justos, ni instituciones, ni sistemas que resuelvan la injusticia.

¿Qué debemos hacer nosotros como creyentes? Estamos llamados en primer lugar a predicar el evangelio, para que los corazones sean transformados, pero tenemos también la obligación de amar a nuestro prójimo. A veces tenemos la idea de que amarse a uno mismo es malo. Pero si este fuera el caso, sería vano amar al prójimo como a nosotros mismos. Este es el tipo de amor que debemos brindar a nuestro prójimo. ¿Nos preocupamos de que otros se alimenten, tengan ropa y vivienda? ¿Nos interesan los problemas de los demás? Amar a otros como a nosotros mismos significa ayudar a otros en la medida en que podamos suplir sus necesidades materiales, aprovechando también la oportunidad para llenar su vacío espiritual, compartiéndoles el amor de Cristo. Si cada uno pusiéramos un granito de arena, juntos ayudaríamos a muchos de nuestros semejantes.

El Señor nos ha dado la ley del amor que debe reemplazar las leyes civiles y religiosas. ¡Cuán fácil es disculpar nuestra indiferencia hacia otros! Por eso debemos estar dispuestos a ayudar a los demás.   Oración-

«Señor, estoy en deuda contigo por tu amor sin límites derramado en la cruz a mi favor. La única forma en que pueda empezar a pagar la deuda es amando a otros, como tú me has enseñado. En medio de tanta injusticia social, quiero aportar mi granito de arena para ayudar a los necesitados y suplir sus faltantes, al igual que me brindes la oportunidad de llevar tu mensaje de amor. En el nombre de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Pídeme lo que quieras que yo te de

 


Pídeme lo que quieras que yo te de

“Y aquella noche apareció Dios a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo a Dios: Tú has tenido con David mi padre gran misericordia, y a mí me has puesto por rey en lugar suyo. Confirmese pues, ahora, oh Jehová Dios, tu palabra dada a David mi padre; porque tú me has puesto por rey sobre un pueblo numeroso como el polvo de la tierra. Dame ahora sabiduría y ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá gobernar a este tu pueblo tan grande?” 2 Crónicas 1:7-10

“Y dijo Dios a Salomón: Por cuanto hubo esto en tu corazón, y no pediste riquezas, bienes o gloria, ni la vida de los que te quieren mal, ni pediste muchos días, sino que has pedido para ti sabiduría y ciencia para gobernar a mi pueblo, sobre el cual te he puesto por rey, sabiduría y ciencia te son dadas; y también te daré riquezas, bienes y gloria, como nunca tuvieron los reyes que han sido antes de ti, ni tendrán los que vengan después de ti”. 2 Crónicas 1:11-12

Si el Señor se nos apareciese una noche como a Salomón y nos hiciera esta pregunta ¿Qué pediríamos? ¿Nos hemos puesto a pensar en eso? Quizás pediríamos dinero, salud, un esposo o esposa, éxito, poder, o bienestar para vivir tranquilamente. Como seres humanos sería lo más lógico que fueran estas cosas las que vinieran a nuestra mente.

Ante esta pregunta Salomón pidió sabiduría para gobernar a Israel. Su desinteresado pedido agradó tanto a Dios que Él le prometió mucho más de lo que había pedido. Le dio riquezas, honor y le dio un corazón sabio y entendido para gobernar a su pueblo.

Quizás la sabiduría es lo que deberíamos pedir siempre ya que la realidad demuestra que no podemos vivir la vida cristiana por nosotros mismos y por eso Dios nunca nos ha pedido que así sea. Nos ha pedido que permitamos que Él viva esa vida, en y a través de nosotros. Recordemos que cuando oramos debemos estar seguros de que entramos a la presencia del Padre, al Dios Todopoderoso y Creador de todo, por eso debemos estar confiados que siempre está expectante y anhela que le busquemos y que le pidamos. El Señor Jesús dijo en Mateo 7:7 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.

Él sabe lo que necesitamos, lo que deseamos, y lo que es bueno para nosotros, y nos lo dará. Cuando el Señor nos dé la oportunidad de tener lo que más deseamos en el mundo, no llenemos nuestra lista de oración de cosas banales y perecederas, pensemos también en lo eterno, en hacer la voluntad de Dios, pidamos crecimiento espiritual, conocimiento de Él y pidamos por la salvación de muchas almas.

No debemos pedir que haga lo que nosotros podemos hacer. Él siempre hará por nosotros lo que nosotros no podemos hacer, lo que se sale de nuestras manos. Allí es donde se manifiesta su poder sobrenatural.   Oración.

«Amado Padre, si me hicieras la misma pregunta que le hiciste a Salomón, yo sólo quiero pedirte que me des mucha sabiduría para vivir mi vida cristiana, que me enseñes a hacer tu voluntad, te pido por mi familia, por los que no te conocen, por sanidad y liberación de los que están enfermos y atados al pecado. Te pido Señor que suplas todas mis necesidades para vivir en tranquilidad, dame lo necesario para no quejarme y lo justo para no vanagloriarme y desviarme de tu camino. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

martes, 9 de noviembre de 2021

Aumenta nuestra fe

 


Aumenta nuestra fe

“Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale. Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería». Lucas 17:4-6

“Auméntanos la fe”. Una sencilla oración hecha por los discípulos de Jesús que deberíamos pronunciar. ¿Qué los llevó a hacer esta petición? La dificultad de perdonar y de evitar tropiezos en la vida cristiana que desafiaban su fe.

El Señor les había dicho: “Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”. Nuestro Señor mostró a sus discípulos la necesidad de tener una profunda humildad y capacidad de soportar las faltas de otros. Fue una genuina petición, porque igual que ellos, necesitamos la fe necesaria para perdonar de esa manera, pero también requerimos fe para los grandes desafíos que Dios nos permite enfrentar y el más grande es alcanzar este mundo para Cristo.

Jesús nos dice que no es la cantidad de fe la que importa, porque ella puede ser como un grano de mostaza, sino con qué intencionalidad la pedimos, pues puede ser simplemente para satisfacer nuestros deseos e intereses personales y no para cumplir el propósito del Señor en nuestras vidas. Nuestra fe nos debe llevar a hacer su voluntad y no la nuestra. Nuestra fe debe ser auténtica, de tal manera que no es algo que mostramos para que otros nos vean como piadosos, sino para manifestar obediencia total y humilde a la voluntad de Dios, haciendo lo que Él manda.

No es la cantidad de fe, sino la clase de fe que tenemos, que nos lleva a glorificar su Nombre, una fe que transforme profundamente nuestras almas capacitándonos para cumplir sus mandamientos y a vivir un estándar de vida espiritual alto, porque con nuestro testimonio debemos ayudar a establecer el reino de Dios en esta tierra. Que, aunque parece imposible, se hace posible por la fe, porque todas las cosas son posibles para el que cree. Dios está con nosotros por eso nos ayudará a lograr sus propósitos eternos.

Pidamos una fe más profunda con oraciones sencillas que toquen el corazón de Dios. A Él le agrada escucharnos orar. Dios no exige palabras elaboradas, ni frases rebuscadas. Dios quiere hablar de nuestros planes, pero también de los suyos, donde busquemos su gloria y poder. Una oración sencilla, pues Dios desea responder a nuestras peticiones y usarnos como instrumentos de salvación para otros.   Oración.

«Señor, aumenta mi fe, para poder depender de ti, obedecer tus mandamientos y hacer tu voluntad, dame un corazón entendido y sabiduría para saber perdonar las ofensas de otros, y el valor para continuar sin desmayar frente a los desafíos que me muestras para alcanzar este mundo para ti. Tú eres el Dios que me sustenta con tu Palabra de verdad. En Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.