martes, 31 de agosto de 2021

El compromiso con nuestra generación

 


El compromiso con nuestra generación

“Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras”. Proverbios 24:11-12

“Sécase la hierba, marchítase la flor; más la palabra del Dios nuestro permanece para siempre. Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro! He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo señoreará; he aquí que su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro”. Isaías 40:8-10

En el mundo hay dos clases de personas, las que han escuchado el evangelio y las que no. Estas porciones de la Palabra de Dios son una exhortación para nosotros los creyentes porque nos recuerdan que somos responsables ante Dios y ante esta generación de anunciar el evangelio. Si los que lo conocemos nos rehusamos a anunciarlo, el Señor nos recompensará de acuerdo a nuestras obras.

Aquí se subraya el valor de la salvación para cada persona en este mundo, porque cada día se enfrenta en una situación de extrema urgencia frente a la muerte, no tanto física sino espiritual. También nos muestra esa actitud de indiferencia que a veces tenemos con los perdidos y que Dios no pasará por alto, pues nos ha puesto como luz del mundo para llevar su palabra y llamar a los pecadores al arrepentimiento, para que no digamos: “Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?”.

Si sabemos que nuestro prójimo está en peligro, estamos obligados a hacer lo que esté a nuestro alcance para ayudarlo y librarlo, y más cuando se trata de estar en riesgo de perderse eternamente por el desconocimiento de Dios. ¿Será que podremos soportar que algunos se pierdan por nuestra indiferencia?

Pidamos a Dios que nos llene de pasión por el evangelio, sabiendo que tenemos la obligación de rescatar al ignorante que va camino a su destrucción espiritual. El Señor no aceptará nuestras excusas. La única generación por la que Dios nos hace responsables es la nuestra. Es nuestro compromiso evangelizar y darles la oportunidad a otros de ser salvos; animémonos a hacerlo recordando estas palabras: “Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!”   Oración.

«Señor, gracias por darme la oportunidad de conocer el evangelio, esto me hace responsable de compartir las buenas nuevas a esta generación. No permitas que caiga en la indiferencia espiritual y calle tu mensaje, porque es la única oportunidad que tienen muchos de ser salvos y cambiar su destino eterno. Hazme entender que en esta tarea no estoy solo, tengo al Espíritu Santo quien me habilita y capacita para hacerlo. En Cristo Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 30 de agosto de 2021

Antorcha que arde y alumbra

 


Antorcha que arde y alumbra

“Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; más digo esto, para que vosotros seáis salvos. Él era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz”. Juan 5:31-35

Uno de los temas que más menciona Juan en su evangelio es “el testimonio” y por eso destaca el elogio que da Jesús a Juan Bautista cuando lo compara con una antorcha que ardía e iluminaba. Juan tenía ardor porque su mensaje no era algo frío que venía de su intelecto, sino un mensaje ardiente de un corazón encendido por Dios. Juan tenía luz, su función era guiar a la gente al arrepentimiento y hacia el Señor. Y así como la lámpara se va agotando, porque al dar luz se consume a sí misma, Juan iba disminuyendo mientras Jesús iba aumentando. El verdadero testigo se consume por Dios y Juan lo sabía, por eso dijo en Juan 3:30 “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”.

Haciendo este elogio, Jesús estaba acusando a los judíos porque estaban dispuestos a complacerse con Juan mientras él dijera lo que ellos esperaban, pero cuando no lo hizo lo rechazaron. Igualmente pasa con mucha gente que escucha la palabra de Dios, la acepta mientras esta no los confronte con sus errores.

Juan dio testimonio de la Verdad que era Jesús y solo buscaba que las personas se arrepintieran y se acercaran a Él. Jesús mismo era la luz, pero Juan prendió su lámpara a la luz de aquel que lo alumbraba todo.

Juan Bautista era un hombre de Dios con una misión: preparar el camino del Señor; pero fue menguando ante los ojos de todos para que Jesús fuera creciendo ante ellos. Y esto es precisamente lo que Dios espera de nosotros para que seamos verdaderas antorchas que alumbren este mundo, que mengüemos para que Él crezca y sea su luz la que ilumine a los hombres.

Hermosas palabras las de Jesús para Juan: “Él era antorcha que ardía y alumbraba”. Sería maravilloso que el Señor pudiera decir de nosotros lo mismo, porque deberíamos ser antorchas que no dejen de arder para que demos testimonio de su amor y su verdad. Mateo 5:14-16 dice “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

¿Qué estamos haciendo para ser luz del mundo? Recordemos Filipenses 2:15 “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. No solo deberíamos alumbrar, sino arder dejando ver la llama del evangelio en nosotros, esa luz que desvanece las tinieblas, que saca a flote el pecado y lleva al arrepentimiento.   Oración.

«Padre Eterno, gracias por sacarme de las tinieblas y trasladarme al reino de tu Amado Hijo. Ayúdame a entender mi misión en este mundo, la de ser antorcha que arda y alumbre la vida de otros; deseo ser esa luz que Tú dices que soy y aprovechar cada oportunidad que me das de testificar de ti. En el nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 29 de agosto de 2021

Viviendo bajo tu amparo y protección

 


Viviendo bajo tu amparo y protección

“En Jehová Dios de Israel puso su esperanza; ni después ni antes de él hubo otro como él entre todos los reyes de Judá. Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. Él se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió”. 2 Reyes 18:5-7

Esta porción de la Biblia muestra a un hombre que por buscar primeramente a Dios fue bendecido y prosperado. Se trata de Ezequías, coronado rey a los 25 años, quien asumió el cargo muy joven y entendió el propósito de Dios para su pueblo Judá que se encontraba en muchos problemas, había hambre, violencia, muerte y mucha frialdad espiritual, nada ajeno a nuestra realidad de hoy. Pero este rey tomó una decisión y puso su esperanza solo en Dios, lo siguió sin vacilación y no se apartó de sus mandamientos obedeciéndolo en todo. Esto hizo mover el corazón de Dios a su favor por lo que dice “Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba”.

Cuando somos determinados con Dios, Él respalda nuestras decisiones. Ezequías hizo un pacto con el Dios Eterno, en 2 Crónicas 29:10 dice “Ahora, pues, yo he determinado hacer pacto con Jehová el Dios de Israel, para que aparte de nosotros el ardor de su ira”. Abrió las puertas de la casa de Dios que habían permanecido cerradas e hizo que todos le buscaran, oró por su pueblo según 2 Crónicas 30:20 “Y oyó Jehová a Ezequías, y sanó al pueblo”. Dios mueve su mano poderosa cuando le invocamos con sinceridad e intercedemos fervientemente por las necesidades de otros. Jesús dice en Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. El secreto de ser bendecidos y recibir respuestas está en colocar al Señor en primer lugar en nuestros corazones.

Ezequías hizo que Dios se inclinara a su favor porque todo lo hizo de corazón. Miremos 2 Crónicas 31:21 “En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado”.

Viendo este gran testimonio ¿qué debemos hacer nosotros? Pensemos primero qué problemas hay en nuestra casa, qué sucede en nuestra familia o en nuestro entorno, quizá la razón más grande es que las personas se han alejado de Dios y no están viviendo bajo su amparo y bendición. Sabemos que la mejor manera de ayudarlos es que conozcan de Él y le entreguen su vida, así como Ezequías lo hizo. Hagamos un pacto con Dios de buscarlo de ahora en adelante como nuestra prioridad para que cambie nuestros problemas en bendición, traiga descanso a nuestras almas, sanidad a nuestro cuerpo y paz en medio de las dificultades. Hoy más que nunca necesitamos abrir las puertas de nuestra vida y de nuestra casa al Señor, para que pueda estar a nuestro lado y llevar a nuestra familia y conocidos a que lo busquen de corazón, solo así veremos bendición y respuestas a nuestras necesidades.   Oración.

«Señor Jesucristo, ayúdame a ser fiel a Ti, a confiar y poner mi esperanza en tu Palabra, a entender que una vida obediente trae bendición, y a tener certeza de que estás a mi lado en los momentos difíciles para ayudarme, levantarme y sostenerme. Quiero que seas el primero en mi corazón, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 28 de agosto de 2021

El trigo y la cizaña

 

El trigo y la cizaña


“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”. Mateo 13:24- 30

La buena semilla es sembrada por Jesús y el campo es el mundo, el trigo representa a los hijos de Dios y la cizaña a los hijos del maligno, que también ha hecho su obra sembrando la mala semilla. Habrá una cosecha al final de los tiempos, dice que de la manera como se recogerá la cizaña para echarla en el fuego, nuestro amado Señor mandará a sus ángeles a recoger el trigo, a los hijos de Dios, que resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre.

Al principio de la germinación de las semillas, la cizaña se parece mucho al trigo que a veces es imposible distinguirlos, pero después de un tiempo se comienzan a notar las diferencias, por eso hay que dejarlos crecer al mismo tiempo hasta la siega. El grano de la cizaña es ligeramente venenoso y de otro color, hay que separarlo en el momento en que se hace la trilla.

Se puede decir que esta es una de las enseñanzas más prácticas que Jesús contó, recordando que siempre hay un poder hostil en este mundo esperando destruir la buena semilla. Sabemos que esto se refiere a las influencias que actúan en nuestra vida; unas nos ayudan a florecer y producir buen fruto, como lo es la palabra de Dios; y otras, las del mundo, nos engañan con sus deseos, placeres y vanagloria, y tratan de destruir la obra de Dios en nosotros. También enseña lo difícil que es distinguir entre los que son del reino de Dios y los que no, porque el mal se disfraza de bondad muchas veces y nos confunde. Podemos caer en juicios apresurados y arrancar lo malo con lo bueno, por lo que hay que esperar hasta el final, ya que cada persona será juzgada no por una sola acción, sino por toda su vida. Nos enseña que el juicio llegará irremisiblemente y que el único que tiene derecho a juzgar es Dios y no nosotros.

Esta parábola nos enseña que los creyentes y los incrédulos vivimos juntos en esta tierra, quizá con muchas características parecidas como el trigo y la cizaña, que pasan por las mismas experiencias, sol, calor, lluvia, frío, sequía, entre otras; en palabras actuales, serían situaciones comunes como las que estamos viviendo hoy, pandemia, crisis económicas, problemas familiares, enfermedades, fracasos, porque ninguno está exento de eso. Jesús no nos prometió una vida sin aflicción, pero sí nos aseguró gracia suficiente para soportar las adversidades en este mundo. Recordemos lo que dice 2 Corintios 12:9 “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. La gran diferencia es que en los que creemos reposa el poder de Cristo para vivir en victoria, por la presencia del Espíritu Santo.

La intención de Jesús nunca fue separar a sus seguidores del mundo, porque es aquí donde nos necesita para que seamos testimonio a los incrédulos de su amor y su gracia. No estamos comprometidos ni identificados con el mundo sino con Él y por eso oró por todos nosotros para que fuéramos guardados del mal en Juan 17:15 “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. Nuestra labor entonces es influenciar a las personas con el mensaje de Jesús y atraerlos a Él. Ahora, como iglesia estamos encargados de sembrar la buena semilla.   Oración.

«Señor, estoy en este mundo, aunque ya no pertenezco a él, me has dejado con el propósito de sembrar la buena semilla para que muchos se conviertan y vuelvan su mirada a ti. Ayúdame a ser testimonio en medio del caos y confusión en el que vivo, siendo luz para los que me rodean, sin juzgar a ninguno porque Tú eres el que conoce los corazones, juzgas rectamente y sabes quienes son trigo o cizaña. En el nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 27 de agosto de 2021

El deseo del corazón de Dios

 


El deseo del corazón de Dios

“Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” Ezequiel 33:11

“Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”. 2 corintios 5:19

La Biblia siempre presenta a un Dios que desea que todos los hombres se vuelvan a Él y se salven, porque su amor es infinito y se deleita en misericordia; pero, aunque Dios siempre tiene la iniciativa y hace todo lo imposible para acercarse a nosotros, la decisión a favor o en contra de volvernos a Él depende de cada persona.

Dios deja muy claro cuál es su propósito con la humanidad y el apóstol Pedro nos lo recuerda en 2 Pedro 3:9 “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. Esto nos muestra la bondad y la paciencia de nuestro amoroso Dios que está esperando que muchos conozcan el evangelio y se conviertan, por eso, aunque la promesa de su regreso está por cumplirse, el Señor sigue dando la oportunidad a este mundo para que se arrepienta. La responsabilidad final recae sobre nosotros, pues el Reino de Dios está abierto para todos sin exclusión, aquellos que quieran entrar porque han puesto su fe en el Hijo de Dios.

Juan 3:17-18 nos dice “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”. Dios nos ha dado su provisión de salvación a través de su Hijo Jesucristo, quien se entregó en una cruz para quitar el pecado del mundo y restaurar nuestra relación con el Padre. La decisión de aceptar lo que Jesús hizo y creer en Él depende solo de los seres humanos.

El Señor Jesús inició la siembra de la palabra del Reino, después los discípulos serían comisionados para continuarla. Si nos preguntamos ¿por qué el Señor nos escogió y nos llamó a ser cristianos?, debemos entender que lo hizo para cumplir su propósito en este planeta de llevar el mensaje de reconciliación a todos los hombres. Ahora, cada creyente es el comisionado para extender su Reino como dice 2 Corintios 5:20 “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”.

Entender por qué fuimos llamados, nos aclara el propósito de lo que Dios quiere hacer a través de nuestras vidas. Siempre le decimos que queremos hacer su voluntad, entonces ¿estamos dispuestos a colaborarle a Dios para cumplir su plan de salvación? Dios usará todo de nosotros, nuestra vida, nuestra profesión, nuestros recursos y nuestras habilidades, así como el entorno donde nos ha colocado, pidámosle que seamos sensibles a su voz para que nos lleve a las personas que necesitan de Él.   Oración.

«Amado Padre, gracias por el deseo de tu corazón de que todos los hombres sean salvos y te conozcan; quiero ser parte de ese propósito y comprender que me escogiste y me llamaste para ser un embajador tuyo, llevando la palabra de reconciliación para que muchos se conviertan de sus malos caminos y alcancen la vida eterna. Haz que mis planes personales se alineen con tu Plan de Salvación y que siempre haga tu voluntad en esta tierra. En Cristo Jesús, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 26 de agosto de 2021

Un tesoro más valioso que nuestras posesiones

 


Un tesoro más valioso que nuestras posesiones

“Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo”. Mateo 13:44

“Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia; porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras preciosas; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de días está en su mano derecha; en su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, y bienaventurados son los que la retienen”. Proverbios 3:13-18

Este hombre de la parábola descubrió el tesoro sin haberlo buscado y tuvo que tomar una decisión. Se dio cuenta del inmenso valor que tenía y vendió todo lo que poseía para obtenerlo. Las cosas de las que se deshizo no le causaron pena sino gozo.

Esto es una paradoja ya que la salvación es gratis y sin embargo nos cuesta todo. El reino de los cielos es comparado con ese tesoro, entonces vale la pena sacrificarlo todo para obtenerlo. El tesoro escondido es el evangelio disponible para todos, sin embargo, muchos no lo descubren, porque a pesar que se predica de muchas maneras y en todo lugar, no lo ven, no le ponen atención y pasa desapercibido ante sus ojos que sólo miran lo banal de esta vida.

No es lo mismo con los que encuentran la Palabra de Dios y la escudriñan, hallan ese gran tesoro que es Cristo, encuentran todas las bendiciones espirituales y la vida eterna. Como dice Juan 5:39 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.

Cristo es el tesoro valioso, por eso debemos apropiarnos de Él a cualquier costo, es nuestro Salvador de gracia, todo pierde valor comparado con conocerlo, como decía el apóstol Pablo en Filipenses 3:8 “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. El reino de los cielos es más valioso que cualquier cosa que podamos tener.

Este mundo sólo nos ofrece falsificaciones de la verdadera riqueza, tesoros que se corrompen, que se dañan, que son perecederos y no dan felicidad.

Entonces: ¿Cuál es nuestro tesoro?, ¿nuestra casa, trabajo, posesiones, nuestra familia, amigos, pareja, etc?. La palabra de Dios dice que donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón.

Jesús claramente dice que el reino de los cielos es nuestro tesoro, pero no todos lo ven. Muchos pasan la vida acumulando riquezas porque creen que sin dinero no pueden hacer nada, pero la Biblia nos aclara que es sin Cristo que nada podemos hacer, la ganancia espiritual es más valiosa que el oro y las piedras preciosas, como lo explica proverbios en la cita de hoy, porque ningún tesoro terrenal nos dará vida, deleite y paz como el conocimiento de Dios.

La invitación que hoy nos hace el Señor es que para obtener ese tesoro debemos entregarle nuestra vida a Él y entender que sólo Cristo nos puede satisfacer plenamente, no podemos servir al mundo y sus placeres y al mismo tiempo servir al Señor, por eso, hoy preguntémonos ¿Dónde está nuestro corazón? Recordemos que Jesús lo dio todo por amor para asegurarnos su reino.   Oración.

«Amado Jesús, gracias porque me alumbraste con la luz del evangelio, porque lo diste todo en la cruz del calvario para asegurarme el reino de los cielos. A través del Espíritu Santo me has dado a conocer los misterios del reino y por eso, todo lo de este mundo, lo considero sin valía, comparado con el conocimiento tuyo, con la riqueza de tu Palabra, con el deleite de tu Presencia en mí. Señor Jesús gracias por ser mi tesoro. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 25 de agosto de 2021

¿De qué nos ufanamos?

 

¿De qué nos ufanamos?


“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. Filipenses 2:3-4

“Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; más la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”. 1 Pedro 1:24-25

Vivimos en un mundo que nos dice que nada es suficiente, por eso siempre estamos descontentos. Esta sociedad promueve la insatisfacción del ser humano. Cada día queremos más y más y competimos unos con otros a todo nivel. La humildad ha ido desapareciendo porque medimos nuestra valía por lo que tenemos o alcanzamos, y dejamos de reconocer que somos débiles y que tenemos fallas, nos hemos vuelto vacíos y egoístas porque no nos importan los demás, sólo nos preocupamos por nosotros mismos.

La Biblia aquí nos enseña qué es la humildad; y esta comienza con la intención de nuestro corazón. ¿Hacemos las cosas para nuestra vanagloria, para compararnos con los demás y sentirnos superiores?; o ¿lo hacemos para la gloria de nuestro amado Dios, valorando las oportunidades que nos da y el deseo de servir a otros con lo que tenemos o hagamos?

La soberbia siempre producirá contienda. Miremos lo que dice Proverbios 13:10 “Ciertamente la soberbia concebirá contienda; mas con los avisados está la sabiduría”. Y la vanagloria proviene del mundo como dice 1 Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”. Entonces: ¿de qué nos ufanamos? Cualquier cosa que logremos es vana, trivial y se va a quedar aquí en este mundo donde pertenece. Lo único que trasciende es lo espiritual cuando le permitimos a Dios ser transformados por Él. La humildad promoverá valía, honra, respeto y hará que nos interesemos en los demás para servirles, ayudarles y encontrar el verdadero propósito de estar todavía en esta tierra.

Dice Colosenses 2:10 “y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”. Sólo Jesús trae verdadera satisfacción a nuestro ser y en Él estamos completos y lo tenemos todo. Cuando entendamos esto, todo lo que hagamos y todo lo que tengamos es solo para su gloria y honra.   Oración.

«Señor Jesús, gracias por todo lo que me has permitido hacer y tener. No dejes que me llene de vanagloria personal, sino que te glorifique a ti a través de mi vida, sirviendo y ayudando a los que me rodean. La vida es corta y nada perecedero llevaré para la eternidad, sólo el fruto de vivir una vida espiritual, por eso, has que no pierda mi enfoque y coloque mi mirada en lo que me tienes reservado en el cielo. En Cristo Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 24 de agosto de 2021

No juzguemos para no ser juzgados

 

No juzguemos para no ser juzgados


Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Lucas 7:37-39

Esta escena que se describe en el evangelio de Lucas, podemos decir que no es ajena a nuestras vidas, pues nosotros, muchas veces, aun siendo cristianos, juzgamos a la ligera a las personas que vienen en busca del Señor, nos centramos en sus pecados, los calificamos según sus hechos y nos comparamos con ellos creyéndonos mejores y perfectos. Esas personas están pasando por las mismas luchas interiores que una vez pasamos nosotros cuando estábamos sin Cristo; quizá llorando, porque se sienten vacíos, juzgados y aun discriminados por todos. Nos hemos olvidado que el Señor nos sacó del lodo cenagoso, que todos los pecados son iguales ante Él y que debe inundarnos el amor incondicional como fruto del Espíritu Santo en nuestros corazones.

¿Cómo vamos a atraer a otros a los pies de Cristo, si lo que nos mueve son las barreras sociales y los prejuicios? El Señor Jesús nunca hizo acepción de personas, para Él, el pecado es el mismo ya sea adúltero, borracho, mentiroso, fornicario, chismoso, orgulloso, homosexual, trans, glotón, drogadicto, avaro, entre otros. Él solo ve los corazones rotos, las mentes confundidas, ve las ataduras que el pecado ha formado en sus almas y que necesitan ser rotas con su amor y su perdón. Por eso, no debemos ser excluyentes como ese fariseo, que juzgó a la mujer pecadora y la miró con desprecio. Hoy más que nunca el evangelio debe ser llevado con amor y por creyentes llenos y controlados por el Espíritu Santo, porque Él es quien verdaderamente conoce el corazón de las personas y sabe cuáles son las batallas por las que están pasando.

Juzgar es muy fácil cuando el pecado no tiene cara, ni nombre, en otras palabras, cuando no conocemos a las personas. Mateo 7:1 dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Por tanto, no nos corresponde a nosotros señalar a nadie, sino, tratar a todos los seres humanos con amor y respeto. Dios siempre nos ha amado y quiere acercarnos a Él. Su problema no es con las personas, sino con su pecado, el cual Jesús ya llevó en la cruz del calvario. Recordemos que Él se dio así mismo, muriendo por todos sin excepción y cargó el pecado de la humanidad sobre su cuerpo en la cruz y lo hizo por amor. Gálatas 1:4 dice: “El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”.

Hoy mirémonos y revisemos si hemos caído en esta actitud de juicio y condenación, para rogar al Señor Jesús que nos llene de su amor, misericordia y compasión, pues como dice Juan 3:17 “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”.  Oración.

«Amado Señor Jesús, examina mi corazón y mira si en él hay perversidad y guíame por el camino eterno, que ninguna actitud de condenación y juicio se apodere de mí, lléname de tu amor incondicional para mirar a todos por igual, para amarlos como son y acercarlos a ti. Atráelos con cuerdas de amor a través de mi vida. En Cristo Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 23 de agosto de 2021

Somos fruto de su aflicción

 


Somos fruto de su aflicción

“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos”. Isaías 53:11

“En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues, aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí”. Isaías 12:1-2

“El pasaje de la Escritura que leía era este: Como oveja a la muerte fue llevado; Y como cordero mudo delante del que lo trasquila, Así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; Mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida”. Hechos 8:32-33

El esfuerzo y sacrificio de Cristo en la cruz, profetizados desde el Antiguo Testamento, dio a luz a muchos hijos: su iglesia. Su sangre preciosa será rociada, por medio del evangelio, a todas las naciones y Él verá su simiente esparcida a multitudes, tribus y lenguas. Ese será un gran despertar en los últimos tiempos, cuando el evangelio sea predicado hasta el último rincón de la tierra, como dice Mateo 24:14 “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”.

Cristo anunció la rápida difusión del evangelio en el mundo. Así como viene ese gran avivamiento mundial, también es desalentador como crecen las falsas doctrinas y las falsas religiones, que la iglesia de Cristo se ve tan insignificante en número; pero el Señor quiere que nuestra actitud sea de regocijo, porque es parte de las profecías que se cumplirán en los últimos tiempos antes de su segunda venida, como dice Mateo 24:11-12 “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”.

Todo ese espíritu de prosperidad, comodidad, inmoralidad y placer va a ser derrotado por la palabra de Dios; toda falsedad, violencia, avaricia y rebelión serán echados fuera, porque el Señor sacudirá todas las cosas para manifestar su poder a través del Espíritu Santo, habrá un gran despertar espiritual para la humanidad por medio de su iglesia. Este será un gran acto de amor de nuestro Dios, quien quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen al conocimiento de su Verdad.

En estos atribulados tiempos estamos empezando a ver el cumplimiento de su plan divino que llegará a feliz término, porque el gran día se acerca cuando la iglesia dejará este mundo con un canto de victoria cuando Jesús regrese por ella.

Nos corresponde estar alertas, preparados, en oración y creciendo en santidad para que seamos esa iglesia pura y sin mancha que el Señor llevará a las bodas del cordero como dice Apocalipsis 19:7 “Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado”.

El Señor verá por fin todo el fruto de su aflicción y se gozará con nosotros en el cielo, y seremos bienaventurados según Apocalipsis 19:9 “Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”.

Podemos ver que Cristo nos amó, ocupó nuestro lugar en la cruz, dio su vida por el rescate de muchos y quitó el pecado del mundo para que fuéramos libres. Los propósitos de Dios tendrán su efecto, porque se encargará de cumplirlo en la conversión y salvación de muchos pecadores.    Oración.

«Gracias Señor Jesús porque soy fruto de tu aflicción en la cruz, tengo gozo en mi corazón, porque creo en lo que hiciste por mí. Me justificaste y me hiciste libre, venciste las tinieblas y las sometiste bajo tus pies. Soy la adquisición de tu sangre preciosa, pertenezco ahora al reino de los cielos, por eso quiero ser parte de ese avivamiento mundial, para que muchos se conviertan y conozcan de tu amor. Gracias Señor Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 22 de agosto de 2021

Gracias por lo que has hecho conmigo

 


Gracias por lo que has hecho conmigo

“En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él”. Eclesiastés 7:14

“Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”. Mateo 6:34

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. 1 tesalonicenses 5:18

Como parte de la vida Dios ha permitido el bien y el mal de manera que no podemos determinar qué es lo que nos espera en el futuro, por eso debemos siempre depender del Señor, porque es el único que sabe que nos deparará.

Debemos ser agradecidos porque la vida es un regalo de Dios y cuando hay momentos malos son para considerar por qué el Señor nos permite pasarlos, pues todo tiene un propósito dentro de su voluntad que tarde o temprano descubriremos. Por eso no debemos quejarnos, la Biblia nos dice que seamos agradecidos en todo y esto incluye no solo los momentos buenos, sino también los adversos.

Cuando hay situaciones fluctuantes, unas buenas y otras malas, algunas nos conducirán al gozo y otras a la reflexión; para que no tomemos las cosas que nos suceden a la ligera, Él sabe lo que necesitamos para mejorar y cambiar, porque todo tiene un significado dentro de sus propósitos.

En los momentos de prosperidad podemos quedarnos contemplando la gloria y de pronto pensar que la vida es normal y segura, pero no debemos considerar esto, ya que muchas veces esa autosatisfacción nos aleja de buscar el rostro de Dios. Recordemos que estamos en un mundo en tinieblas y nunca debemos sentirnos demasiado complacientes; nuestra única seguridad es Cristo, así que cuando vengan las dificultades y cuando todo se torne incierto e incontrolable, como los momentos que estamos viviendo, no nos desesperemos, sino que busquemos nuestro refugio en Él, que sacará cosas buenas de nuestros tiempos difíciles, como dice Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.

Cada día tiene su propio afán, por eso no debemos llenarnos de ansiedad. Alguien dijo “el día de hoy es el mañana que nos preocupó ayer”. El Señor quiere que entreguemos cada día en sus manos y que lo pongamos a Él como nuestra prioridad para no afanarnos, pues dependemos de Él, como dice Mateo 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Oración.

«Amado Dios, sé que todo proviene de ti, los buenos y los malos tiempos, la diferencia es qué hago con ellos; no están aquí sólo por causa de este mundo caído, sino que también están con un propósito para que pueda aprovecharlos. Quiero descubrir mis habilidades y dones para usarlos para tu gloria y aprender de mi experiencia para ayudar a otros. Gracias Señor por todo. En Cristo Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 21 de agosto de 2021

No caigamos en vanas discusiones

 

No caigamos en vanas discusiones


“Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. 2 Timoteo 2:14-16

¿Para qué discutimos? Cuando contiendo con otras personas sobre palabras, temas y asuntos que nos llevan a la discordia y al enojo, la biblia dice que de nada aprovecha y si queremos llevar a otros a Cristo en vez de acercarlos a Él, los estamos alejando. Qué gran responsabilidad descansa sobre nuestros hombros, porque como creyentes debemos usar bien la Palabra de Dios y estar siempre preparados para presentar defensa de nuestra fe con mansedumbre. Se nos aconseja en 1 Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.

Nuestra actitud entonces debe ser de santidad y humildad. Se nos dan tres consejos: primero, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse”, en otras palabras, seamos celosos o diligentes para presentarnos a nosotros mismos diferentes delante de Dios, porque nos hemos conducido correctamente y crecido en el conocimiento de su palabra y en nuestro testimonio de vida. Segundo, “que usa bien la palabra de verdad”, indica que debemos hacer camino derecho para la palabra, sin desviarnos ni a izquierda ni a derecha, no enseñando otra doctrina diferente a la que el Espíritu Santo nos ha dado, discerniendo correctamente la verdad y captando su sentido. Y tercero, “evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”; las disputas de palabras destruyen las cosas de Dios, por eso debemos tomar consciencia de nuestro deber cristiano, ser vasos santos que se llenen de la plenitud de Dios para poder compartir sabiamente y con amor de Cristo.

La única manera de “santificar a Dios” es que se entronice en nuestros corazones. Como morada de su Espíritu debemos estar siempre listos para dar razón de nuestra fe en Cristo con humildad, no con arrogancia, sino con reverencia, con respeto a las personas y en el temor de Dios. Busquemos tener buena conciencia sin ser ofensivos al presentar nuestra fe a otros, nuestra conducta debe invitarlos a honrar y glorificar a Dios.

Si queremos ser obreros de Dios aprobados, debemos leer, estudiar y aprender la palabra de Dios, que es la única fuente de sabiduría, conocimiento y comprensión de las verdades supremas, que libertan, enriquecen a los que la buscan y es el más poderoso freno para el pecado, como nos recuerda el salmo 119:11 “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”. La palabra de Dios debe ser nuestra espada lista a la hora de hablar de Cristo y el arma más efectiva en nuestras batallas espirituales. ¿Estamos preparados para decirle a otros lo que Cristo ha hecho por todos en la cruz, con humildad, mansedumbre y santidad?    Oración.

«Señor Jesús, Tú eres el mejor ejemplo de mansedumbre, me invitas a que aprenda de ti que eres manso y humilde de corazón como la única manera de compartir mi fe a otros, para que se acerquen a ti y encuentren descanso para sus almas, se reconcilien con Dios Padre y sean encaminados a la gloria eterna. No permitas que entre en discusiones sin sentido, que me alejen de la piedad y aparten a las personas de ti. No quiero ser piedra de tropiezo. En Cristo Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 20 de agosto de 2021

Contigo estoy para librarte

 


Contigo estoy para librarte

“No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová”. Jeremías 1:8

“Más Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”. Jeremías 20:11

El Señor, a través del profeta Jeremías, nos dice que “no temamos delante de ellos”; ¿Qué o quiénes pueden ser esos “ellos” para nosotros?, pueden ser problemas, personas, desafíos, enfermedades o emociones que nos están afectando y llenando de temor. Dios puede obrar de dos maneras, podrá librarnos de ellos inmediatamente o dejarlos por un tiempo para tratar nuestro corazón, formar nuestro carácter cristiano y manifestar su poder a través de nosotros.

Tenemos que entender que no importa quién se nos opone o qué nos atemorice, Dios sigue siendo nuestra defensa, como dice Isaías 54:15 “Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti conspirare, delante de ti caerá”.

Y cuando esos “ellos” gritan frente a nosotros que “no podemos, que nos vencerán, entre otros”, es cuando debemos rendirnos ante la Presencia de Dios con la certeza de que Él va delante de nosotros como poderoso gigante. Moisés experimentó esto cuando dijo en Éxodo 33:14: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Ser conscientes de que Dios nos rodea y nos protege, nos da la seguridad de su respaldo, de que está con nosotros y nos defiende. Recordemos Isaías 54:17 “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová”.

Dios estará allí como nuestro Redentor y nuestro Rey, escuchará cada grito de amenaza, de burla, cada palabra de desaliento y nos recordará que Él es quien pelea nuestras batallas; y que, así como David, podremos desafiar todo ataque en nuestra contra, como dice 1 Samuel 17:45 “Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado”. Nosotros los creyentes en el Nombre de Jesús, “seremos más que vencedores”.

Jesús ganó la batalla en la cruz y obtuvo la victoria sobre todo lo que quiere dañarnos y condenarnos; con su sangre derramada, anuló el acta de decretos en nuestra contra y estableció un nuevo pacto eterno que nos recuerda que somos libres y estamos a salvo en Él. Si estamos pasando por momentos de temor y angustia, apropiémonos de la promesa en Salmos 91:15 “Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré”. No es solo que lo invoquemos, sino que creamos que vendrá en nuestro rescate y nos honrará. Cada vez que pasamos por un desierto Él adereza mesa, unge nuestra cabeza con aceite delante de nuestros angustiadores y nos libra. Él estará allí y honrará al que haya pasado la prueba.  Oración.

«Amado Señor Jesucristo, en momentos de debilidad, angustia, enfermedad e incertidumbre, no permitas que el temor se apodere de mí, recuérdame que Tú eres mi defensa y que como poderoso gigante vas delante de mí para protegerme y librarme. Tú venciste en la cruz, obtuviste la victoria por mí, por eso, en tu nombre enfrentaré todas mis batallas y soy más que vencedor. Gracias por darme la seguridad de tu Presencia. En Cristo Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 19 de agosto de 2021

¡Cuán preciosa es, oh Cristo, tu misericordia!

 


¡Cuán preciosa es, oh Cristo, tu misericordia!

“Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reñiré. Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti”. Isaías 54:9-10

Estos versos nos muestran el pacto de amor eterno de Dios con nosotros, el cual estableció hace miles de años cuando dijo que ninguna carne volvería a ser exterminada con un diluvio. Este pacto se basa en la eterna compasión del Señor, que nos expresa también en Jeremías 31:3 “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. Su pacto de paz no lo quebrantará porque se cumplió en Jesucristo.

Dios es grande en misericordia y tardo para airarse, su fidelidad alcanza las alturas como dice el Salmo 36:5 “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes”. Él nos recuerda constantemente su consuelo y amor, porque un día se reunirá eternamente con nosotros para que disfrutemos de su eterna bondad; por eso, no debemos desesperarnos bajo las aflicciones ni perder la esperanza. Los montes serán estremecidos y se removerán, pero las promesas de Dios nunca serán quebrantadas por ningún suceso, por lo tanto, no debemos temer, confiemos en lo que dice el Salmo 46:1-2 “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar”.

La misericordia de Dios hace que disfrutemos en abundancia de su justicia, bondad, refugio, bendición, vida y luz como dice el Salmo 36:7-9 “Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa, Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz”.

Animémonos a seguir adelante de la mano de nuestro Dios justo que cumplirá sus promesas. Entonces, cuando Jesús regrese, que no nos encuentre débiles en la fe. Recordemos lo que dijo en Lucas 18:8 “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”  Oración.

«Señor Jesús, anímame hasta que Tú regreses, a pesar de los acontecimientos que están haciendo temblar a este globo terráqueo. Tú sabes todo lo que tengo que enfrentar mientras tránsito en este mundo; rodéame de tu misericordia y ayúdame a confiar en tu fidelidad que es nueva cada día. Por eso me quiero amparar bajo la sombra de tus alas, saciarme de la grosura de tu casa y abrevar del torrente de tus delicias, porque contigo está el manantial de la vida. Que sean tu justicia y tu misericordia para siempre en mí, Amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 18 de agosto de 2021

Jesús el Soberano de las naciones

 

Jesús el Soberano de las naciones


“Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”. Salmo 2:2-8

“Que por boca de David tu siervo dijiste: ¿Por qué se amotinan las gentes, Y los pueblos piensan cosas vanas? Se reunieron los reyes de la tierra, y los príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo”. Hechos 4:25-26

Este Salmo de David es un himno a Dios, quien es el Rey sobre todo y que realiza su dominio sobre la tierra por medio de su Ungido. El reino temporal de la línea davídica señala adelante hacia el reino eterno, cuyo rey será el Mesías Cristo. Entonces, este pasaje del antiguo testamento prefigura y apunta hacia la persona de Jesús, porque en Él se encuentra su pleno cumplimiento como Rey de reyes y Señor de señores.

Aquí se nos dice que los reyes de la tierra y príncipes aparecerán como los adversarios de Cristo, también los inconversos que van a ser incitados por Satanás, gobernador de este mundo, a atacar toda causa de Dios. Y esto es lo que estamos viendo en este tiempo, porque todos los gobiernos de este mundo, con sus ambiciosos y corruptos proyectos, están en contra de todas las verdades y preceptos cristianos, rompiendo las ligaduras de la conciencia y quitando en todo ámbito los mandamientos de Dios, oponiéndose al gobierno justo y santo del Señor.

Recordemos, por lo tanto, que toda potestad le fue dada a Jesús en el cielo y en la tierra, su trono está establecido por los siglos de los siglos, por lo que dice que Dios se reirá de todos los que se unan en contra de su Ungido, como dice “El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira”. Así que, aunque se levanten poderes seculares que quieren proscribir el cristianismo, jactándose de que gobernarán el mundo, persiguiendo la iglesia porque la ven como una amenaza, como un estorbo moral y espiritual, no lo podrán lograr. No importa cuán desesperante se vean las cosas, todo permanecerá bajo el control total de Dios, porque Jesús dijo muy claro en Mateo 16:18 “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Cristo es nuestra Roca firme y nuestra esperanza segura.

Por muy difíciles que sean los tiempos que estamos viviendo, es momento de confiar y humillarnos delante de nuestro Dios, quien nos levantará, fortalecerá y avivará, aún en medio del caos que estamos pasando, porque la iglesia tiene las llaves que abre las puertas a Cristo, Él tiene sus ojos puestos en nosotros para guardarnos y darnos la victoria. Él sigue siendo el Señor Soberano, aunque el mundo se rebele contra Él. Como dice Isaías 40:22-23 “Él está sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar. Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como cosa vana” Oración.

«Gracias amado Padre porque todas las cosas están sujetas a Ti, aun en estos tiempos de tanta frialdad espiritual, rebeldía, odio y violencia de los hombres, Tú eres el que tiene el control y llevarás a cabo tu propósito de establecer tu reino eterno, justo y santo en esta tierra, por medio de nuestro Señor Jesucristo, a quien hoy alabo con todo mi ser, reconociendo su señorío y preparándome para su regreso como el poderoso y triunfante Rey, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 17 de agosto de 2021

Preparando nuestro corazón

 

Preparando nuestro corazón


“Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos”. Esdras 7:10

Esdras era un sacerdote y escriba, versado en los mandamientos de Dios; como dice Esdras 7:11, Su deseo predominante había sido estudiar la ley divina y tenía presente los principios de Dios en su vida, por eso, tenía un vivo celo y amor por enseñarlos, a tal punto que su misión y propósito personal fue instruir, reformar y edificar al pueblo de Israel.

Hemos sido llamados por Cristo a enseñar a otros su Palabra, hasta que Él regrese, como dice Mateo 28:20 “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Esa es la labor de la iglesia militante en el mundo, que prediquemos y hagamos discípulos para el reino de Dios. Debemos estar dispuestos y preparados pidiéndole al Espíritu Santo, que es nuestro maestro por excelencia, que nos enseñe e instruya en la Palabra, para esa labor.

Llama mucho la atención cuando dice que “Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar”, tres características que debemos fomentar para ser los maestros que el Señor quiere. Preparar el corazón es despojarse de todo esquema mental, toda lógica y razonamiento humano que impiden que nuestra mente sea moldeada y renovada por los pensamientos de Dios; esto requiere una vida de comunión e intimidad diaria con el Señor. Bien decía Pablo en Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

También Pablo aconsejando a Timoteo le dijo en 2 de Timoteo 2:15 “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. Para ser aptos en la enseñanza debemos ser diligentes en aprender. Se nos dice, que no solo Esdras estudió y profundizó en las Escrituras, sino que estuvo dispuesto a obedecerlas y cumplirlas y esto es esencial en la instrucción cristiana, pues no podemos hablar o enseñar lo que no practicamos.

Esdras enseñó tanto con su predicación como con su ejemplo. Esto debe motivarnos a que haya un deseo profundo en nosotros de impactar la vida de otras personas con la Palabra de Dios y con nuestro testimonio, dejando que el amor de Dios nos inunde al llevar sus enseñanzas como Jesús lo hacía, pero también debemos decidirnos tanto a estudiar como a obedecer la Palabra de Dios.

Recordemos Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno”. Preparemos entonces nuestro corazón, para que sea esa buena tierra, blanda, profunda y limpia que reciba la semilla de la Palabra de Dios, para que crezca en nosotros y podamos dar el fruto que el Señor espera.    Oración.

«Amado Señor, quiero que coloques en mí la triple intención que tuvo Esdras, de estudiar, cumplir y enseñar la Palabra de Dios; prepara mi corazón para recibir tus enseñanzas y dame mucho amor y celo por tus principios, para poder también enseñarlos a otros con ejemplo y sabiduría. Quiero impactar la vida de otras personas con tu Palabra, ayúdame a conocerla y vivirla, a ser no sólo un oyente, sino un hacedor de ella. En el nombre de Jesús, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 16 de agosto de 2021

Como árbol plantado junto a corrientes de agua

 

Como árbol plantado junto a corrientes de agua


“Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”. Salmo 1:2-3

“Pero yo estoy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre”. Salmo 52:8

Felices y bendecidos los que se deleitan en la Palabra de Dios, porque permanecen en Él y en sus principios, no basta con conocer su Palabra, hay que vivirla. El propósito de guardarla con abundancia, en nuestra mente y corazón, no es que acumulemos mucho conocimiento, sino que nuestro ser sea transformado, dejando que el Espíritu Santo llene y aplique sus enseñanzas en nosotros. Colosenses 3:16 nos dice “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”.

Meditar significa susurrar, indica que debemos asimilar la Palabra, pensarla y aplicarla, porque en ella encontramos la felicidad de la vida.

Cuando estamos cimentados en la Palabra permanecemos siempre fructíferos, como el árbol plantado junto a corrientes de agua, que está siempre verde y no se marchita. Eso es lo que Dios tiene planeado para cada uno de nosotros, para que todo lo que hagamos esté lleno de gozo y propósito. No quiere decir que no afrontemos dificultades, sino que cuando vengan los problemas, la Palabra de Dios nos sostendrá firmes ante cualquier viento de adversidad, confiando siempre en la misericordia de Dios.

Hermanos, seamos como árboles plantados en los atrios de Dios, nutriéndonos constantemente en nuestra comunión diaria con el Señor, confiando que su Palabra es verdad y es infalible, con total confianza en sus promesas porque Dios nunca nos defraudará. Tenemos el potencial por medio del Espíritu Santo, de hablar vida, restauración, de hablar palabra de aliento que venga del corazón de Dios. Traigamos paz a los corazones angustiados como dice proverbios 12:25 “La congoja en el corazón del hombre lo abate; más la buena palabra lo alegra”. Una buena palabra de Dios aplicada por fe, alegra al corazón.  Oración.

«Amado Dios, en tu Revelación está mi delicia y no hay sustituto para tu Palabra, ya que es mi sustento diario que me permite conocer de ti cada día más; me gozo en meditarla de día y de noche para poder hacer tu santa voluntad. Seré ejemplo de frescura y firmeza, y el fruto que dé será el resultado natural de estar unido a ti, mi fuente de vida. Ayúdame a permanecer en comunión contigo para tener siempre tu Palabra en mis labios para consolar, edificar y enseñar a otros, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 15 de agosto de 2021

Tocados por el poder de la cruz

 


Tocados por el poder de la cruz

“Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de Él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”. Mateo 27:50-53

“Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. Romanos 6:22

En el preciso instante en que Jesús murió sucedieron cosas extraordinarias, un terremoto que partió las rocas y abrió los sepulcros de personas creyentes que resucitaron y que después fueron vistas en la ciudad cuando Cristo se levantó de los muertos, y el velo del templo que se partió en dos. Esto tiene un gran significado espiritual para nosotros los que hemos creído en su muerte y resurrección. En primer lugar, en el santísimo lugar solo podía entrar el sumo sacerdote una vez al año para hacer la remisión de pecados con la sangre de animales sacrificados y ofrecerla a Dios, por él mismo y por el pueblo.

Observemos que la cortina fue partida de arriba abajo, y no al contrario, implicando que fue rasgada por Dios y no hubo intervención humana. Ese velo es un símbolo del cuerpo de Cristo, cuando fue desgarrado sobre la cruz al pagar el castigo de nuestro pecado y con esto abrió el camino a la presencia de Dios. Ya no necesitamos de un intermediario, porque Jesús mismo es nuestro mediador y sacerdote y podemos acudir directamente al trono de Dios por medio de Él, como lo dice 1 Timoteo 2:5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.

El evento de que los sepulcros se abrieron y los cuerpos de muchos santos resucitaron, los cuales aparecieron y entraron a la ciudad después de la resurrección de Jesús, es relatado solo en el libro de Mateo, pero hubo muchos testigos de este acontecimiento, lo que da testimonio de que las palabras de Jesús se cumplirán en todo creyente cuando dice en Juan 11:25-26 “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Si creemos en Jesús, tenemos una vida con Él por la eternidad.

Ese día, todos aquellos que se situaron debajo de la cruz de Cristo, como el centurión y los que estaban custodiándola, fueron tocados por el poder de la cruz y presenciaron estos hechos milagrosos pudiendo exclamar “en verdad este era el Hijo de Dios”. Esto es lo que Dios nos pide a nosotros los pecadores, que ocupemos un lugar bajo la cruz de Cristo y miremos lo que hizo por nosotros. Su obra fue perfecta, nos ha dado libertad, abrió la puerta de entrada al lugar santísimo para que podamos adorar a nuestro Padre y nos dio vida eterna para que la disfrutemos junto a Él.   Oración.

«Jesucristo, quiero colocarme bajo tu cruz y darte gracias por quebrantar tu cuerpo para derramar tu preciosa sangre en sacrificio por mis pecados y darme libertad para acercarme a la presencia del Padre; eres mi único mediador e intercesor ante Él. Abriste un camino nuevo para que pudiera llegar a Dios y me regalaste vida eterna; qué seguridad tan grande saber que tengo un destino eterno junto a ti. En Cristo Jesús, Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 14 de agosto de 2021

Lo que más quiero es agradarte

 

Lo que más quiero es agradarte


“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Hebreos 11:6

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. Santiago 1:2-4

Hoy más que nunca hay incertidumbre en el mundo, las personas están tratando de encontrar la verdad, pero hay demasiada confusión a todo nivel ideológicamente, económicamente y hasta teológicamente, los seres humanos quieren darle una explicación a todo lo que está pasando y encontrar el camino para darle un sentido y un destino a sus vidas.

El que tiene la respuesta a tantos interrogantes hace más de dos mil años afirmó: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” en Juan 14:6; Jesús no sólo dijo que era el camino, la verdad y la vida, sino que también indicó nuestro destino que es el cielo junto al Padre Eterno.

Pero hay tanta ignorancia sobre Dios en este tiempo, que las personas no saben qué esperar de su futuro, pues viven en tanta falta de fe que no pueden agradarlo, actuando a su propia manera, según sus pensamientos y deseos. La fe en estos momentos difíciles es un verdadero desafío para los creyentes que tenemos que vivir en este mundo convulsionado, afrontando las adversidades que hay en él; es por eso que el autor de Hebreos nos anima a confiar en Dios como el Único que puede suplir todo lo que necesitamos para poder saber qué hacer; y el apóstol Santiago nos dice que asumamos las pruebas con gozo para formar nuestra paciencia, porque a través de ellas Dios está perfeccionándonos, enseñándonos y supliendo nuestros faltantes para que nuestra fe pueda brillar en medio de tanta duda.

La paciencia es una virtud elemental para tomar decisiones sabias en momentos donde somos probados y para tener una actitud correcta ante la vida. Dios mostrará su gloria cuando le creemos a Él por encima de las circunstancias, nos capacitará con su Santo Espíritu para que podamos comunicar su Palabra a aquellos que no tienen esperanza y que están perdidos buscando el propósito de sus vidas y suplirá todo cuanto nos falta porque Él es el galardonador de los que le buscamos de corazón.

El desafío de la fe comienza cuando entendemos que siempre seremos probados. Pidamos a Dios que nos de fe para agradarlo.  Oración inicial

«Señor Jesús, gracias te doy por ser el camino, la verdad y la vida, por darme la certeza de un futuro eterno junto a mi Padre celestial. Lo que más quiero es agradarte con mi fe en medio de las pruebas y desafíos de este mundo. Lléname de gozo, enséñame paciencia y dame sabiduría para tomar buenas decisiones en medio de las dificultades y capacítame para conducir a tu verdad a aquellos que están perdidos. Señor Jesús, eres la única esperanza para este mundo incierto. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 13 de agosto de 2021

La obediencia trae bendición

 


La obediencia trae bendición

“Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere”. Juan 2:2-5

“¿Estás en problemas? Haz todo lo que Él te diga”. Este sabio consejo de María está vigente para nosotros. Si somos obedientes a su Palabra seremos bendecidos y veremos manifestaciones del poder de Dios en nuestras vidas. Como Jesús lo dijo en Juan 14:21 “El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.

Obedecer a Dios es el compromiso de alinear nuestra vida con la voluntad de Dios. La obediencia se pone en evidencia cuando estamos pasando por dificultades y tomamos la determinación de hacer las cosas como Dios nos pide en su Palabra y no como nosotros pensamos, pues muchas veces va en contra de nuestra lógica humana, como amar a nuestros enemigos, o colocar la otra mejilla cuando nos agravian, o bendecir en lugar de maldecir, o dar gracias en todo, sea bueno o malo, o a no vengarnos nosotros sino dejarle nuestro asunto a Dios, que es nuestro Juez, etc.

María tenía una gran fe en aquel que es el Hijo de Dios y que había sido concebido sin pecado, tenía su confianza puesta en aquel hijo que cargó en su vientre y en su divino poder que todavía no se había manifestado, pues este sería el primer milagro que realizaría ya que apenas estaba empezando su ministerio. Esta sencilla y directa instrucción de María es la que debemos decirles a otras personas cuando no saben qué hacer frente a las situaciones de la vida: “haced todo lo que Él os dijere”.

María era una mujer que confiaba enteramente en la Palabra de Dios, pues en su experiencia había aceptado sin condiciones lo que Dios le había pedido, aun sabiendo el riesgo que correría al concebir un hijo fuera del matrimonio, pero ella dijo sin vacilación: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. (Lucas 1:38)

La obediencia empieza con actos de fe tan sencillos como buscar cada día la comunión con nuestro Padre, orar con una intención sincera, estudiar su Palabra, compartir el evangelio a los que nos rodean, etc. Esta fe sencilla con el tiempo puede transformarse en una fe dinámica que manifieste el poder de Dios a otros, cuando surjan los grandes desafíos, porque nos hará crecer en amor, gracia, fortaleza y conocimiento, para que otras personas sean bendecidas por Dios a través de nosotros.

Nuestra obediencia es la mejor ofrenda de amor que podemos darle a nuestro amado Señor. Entonces, cuando se nos dice que hagamos lo que Jesús nos dice, ¿estaremos dispuestos a obedecer sin reparos?    Oración inicial

«Amado Señor Jesús, gracias por tu Palabra Viva, que me da fe para guiar mi vida. Quiero obedecerte y hacer siempre tu voluntad, así como a esas tinajas de barro, lléname con tu Espíritu Santo para que puedas transformarme en la persona que tú quieres, así como transformaste el agua en vino. Enséñame cada día a confiar en ti y a hacer todo lo que tú me digas. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 10 de agosto de 2021

Glorificando a Dios

 

Glorificando a Dios


“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Juan 17:3-5

Muchas veces pensamos la manera en cómo glorificar y exaltar a Dios a través de nuestras vidas. Nadie glorificó al Padre como Jesús lo hizo y nadie glorifica al Hijo como el Espíritu Santo lo hace, por eso debemos pedirle al Espíritu que nos enseñe cómo hacerlo.

Para poder glorificar a Dios debemos en primer lugar conocerlo, como dice Jesús: “Esta es la vida eterna que te conozcan a ti y a quien has enviado”. La única forma de lograrlo es con una relación personal e íntima con Él, donde recibimos su revelación para poder entender su voluntad y poder obedecerlo, permitiéndole que ejerza su paternidad divina sobre nosotros sus hijos, para que restaure y sane nuestro corazón roto por el pecado. Nos recuerda que es Dios quien levanta y restaura; y por eso toda la gloria es de Dios. La frase “al lado tuyo” nos hace concluir que la mayor gloria del ser humano es habitar en la Presencia de Dios.

Conocer su Palabra también nos hace glorificarlo, por eso Jesús también dijo: “conoceréis la Verdad y os hará libres” y como dice 1 Corintios 2:12 hemos recibido al Espíritu Santo que proviene de Dios para que sepamos lo que Él nos ha concedido, quien nos enseña y guía a la Verdad. Cuando amamos su Palabra y meditamos en ella y la hacemos práctica en nuestra vida, exaltamos el nombre de Dios misericordioso que nos ha revelado a su Hijo por medio de su Espíritu, mostrándonos que Jesús mismo vino a morar entre los hombres, a dar su vida por nosotros en una cruz, para quitar el pecado y para que podamos estar nuevamente en la relación correcta con el Padre.

Los escribas y fariseos que conocían las Escrituras no pudieron reconocerlo, pero, los enfermos, los cojos, los paralíticos, los ciegos, lograron ver quién era el Hijo de Dios y le dieron gloria. Es un gran privilegio para todos aquellos que no le hemos visto, pero creímos y abrimos humildemente nuestro corazón a Jesús para que ahora podamos glorificar y exaltar su poderoso Nombre.

La obediencia es la más alta manera de glorificar a Dios, y esto es también honrar, alabar y rendir nuestra voluntad a Él. Lo honramos cuando nos sometemos a su Palabra, damos gloria a su Nombre cuando le obedecemos y Jesús nos dejó el máximo ejemplo de obediencia al Padre, nos enseña que glorificar a Dios es cumplir con su plan en la tierra, con la obra que nos ha encomendado.

¿Queremos alcanzar el propósito que Dios ha dispuesto para cada uno de nosotros? Entonces preguntémonos: ¿Estoy haciendo lo que Jesús me ha encomendado? ¡Esto es lo que lo glorifica a Él!   Oración.

«Amado Dios, quiero glorificarte con todo mi ser, seguir el ejemplo de Jesús que vino a exaltar tu Nombre en esta tierra haciendo tu voluntad y siendo obediente a tu Palabra, entendiendo que una vida de comunión íntima contigo es la más grande gloria para mí, porque puedo conocerte por medio de tu Espíritu Santo y entender que con la obra de Cristo en la cruz fue restaurada mi relación contigo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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