jueves, 29 de febrero de 2024

Palabras corrompidas

 Palabras corrompidas

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”, Efesios 4:29.
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”, Gálatas 6:1.
Lo que somos luego de que recibimos a Cristo no está determinado por nuestro esfuerzo o excelente comportamiento, sino por lo que hizo Jesús en la cruz. Por medio de la fe en él, es realizado un cambio interior que se extiende hacia el exterior. ¿Acaso puede un árbol dar buen fruto si está dañado por dentro? (Mateo 7:17-19).
Lo que sucedió en nosotros por obra del Espíritu de Dios y al permanecer en Cristo nos permite manifestar una evidencia real de cambio, al dar fruto abundante (Juan 15:3-5).
Pero este fruto no se cosecha de la noche a la mañana, el Señor ha provisto pastores y maestros en la congregación de creyentes para instruirnos y edificarnos mutuamente en amor (Efesios 4:11), y este amor empieza a transformar cada día más lo que creemos, pensamos y finalmente lo que hacemos, recogiendo así el fruto esperado y evidenciando con nuestras obras que Cristo está en nosotros.
Pero lastimosamente muchas veces vemos a un hermano pasar por una dificultad o caer en pecado, o mostrando los defectos que todos de una u otra forma tenemos y lo primero que viene a nuestra mente es acusarlo y condenarlo. Decimos frases valientes como ‘parece que necesitas orar más’ o ‘seguramente tu relación con Dios está muy debilitada’. Nuestra salvación y nuestra vida Cristiana no está sustentada en nuestro esfuerzo personal o por nuestra propia voluntad o incluso en nuestras propias obras de justicia, sino solamente en la fe.
Gloria a Dios por Jesucristo, pues ninguna condenación hay para nosotros porque estamos en él y él en nosotros. Lo que debemos hacer es orar por ese hermano y buscar en la Palabra de Dios cómo podemos corregirlo con amor, buscando animarlo y edificando el carácter de Cristo en él; como dice uno de los versículos de hoy “con espíritu de mansedumbre” y esto se refiere a un fruto del Espíritu Santo que debe tener quien busca edificar a otro hermano.
Pensemos bien qué palabras estamos usando ya que las palabras de gracia buscarán que el creyente recuerde su posición en Cristo, que viva como hijo en una relación donde el amor del Padre lo sustente y lo motive a dejar malos comportamientos (Romanos 6:13-14). Oración.
«Quita de mí Señor toda palabra corrompida que ataque la identidad de mi hermano y atente contra su fe, dame palabras guiadas por tu Espíritu llenas de verdad, amor, ánimo y de toda palabra que sea buena para la necesaria edificación de mis hermanos, en el nombre de Jesús. Amén.

martes, 27 de febrero de 2024

Reyes sin corona

 


Reyes sin corona

“En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, Efesios 4:22-24.

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”, Efesios 5:1-2.

En el devocional anterior, reflexionamos que nuestro despojo debe ser al contrario de Jesús, pues no teníamos nada, éramos reyes sin corona, reyes de nuestro reino de egoísmo, en un pedestal de mentiras y buenas intenciones, pero realmente esclavos del pecado y del maligno.

Ante los demás no había amor, pues nuestras relaciones estaban pactadas por la conveniencia, “si tú me das yo te ofrezco” una mentalidad de pobreza total. Pero Cristo cambió todo, ¿quién teniéndolo todo, puede dejarlo por amor? Jesucristo.

Debemos entonces despojarnos de lo que no tiene ningún valor para tomar aquello que tiene tan altísimo valor que solo pudo ser pagado con la preciosa sangre de Jesús, como nos enseña el Apóstol Pedro inspirado por el Espíritu: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18-19).

Ya que hemos recibido toda riqueza espiritual esta debe ser usada generosamente en reflejar las virtudes de aquel que nos salvó y nos llamó con llamamiento santo; no por nuestras obras somos merecedores de tal galardón sino por su gracia y de acuerdo a su propósito (2 Timoteo 1:9); este llamamiento santo significa que fuimos apartados para Cristo, para vivir una vida radicalmente diferente a como la llevábamos antes de conocerlo y esto solo lo podemos lograr si andamos guiados por su Espíritu haciendo morir las obras de la carne y nuestra tendencia a actuar de manera independiente, usando todo el amor que ha sido derramado en nuestro corazón. Vivir en amor es la manera correcta de vivir, pues quien ama no hace daño al prójimo (Romanos 13:10) y recordemos que: “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (Romanos 13:12).  Oración.

«Gracias mi Señor, me has concedido todas la bendiciones y riquezas espirituales para dar con generosidad todo tu amor, ya no viviendo como vivía antes de conocerte, sino enfocando mi vida de acuerdo a tu propósito para glorificar al Padre en todo lo que haga por el poder de tu Espíritu en mí, amén.

lunes, 26 de febrero de 2024

Se despojó

 Se despojó

”Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos“, ‭‭2 Corintios‬ ‭8‬:‭9.
“sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”, Filipenses 2:7-9.
El amor tiene una característica muy impactante que nos enseñó Jesús, y es que el que ama se despoja a sí mismo. Reflexionemos en el ejemplo del Señor, que siendo el Rey del universo, el Señor de la creación, se hizo pobre siendo rico, se despojó a sí mismo y se hizo semejante a nosotros, pero fue más allá pues se hizo siervo de todos lavando nuestros pecados en la cruz, pues se entregó a sí mismo para pagar la deuda que teníamos por el pecado; y nos dice la escritura: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),” (Gálatas 3:13). Se hizo por nosotros maldición, para que toda la bendición cayera sobre nosotros y también para que fuéramos herederos de su justicia, pues “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
Qué espectacular noticia, Jesucristo el testigo fiel nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, el que es, el que era y el que ha de venir, el Todopoderoso, que vendrá en la nubes y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él; primero se despojó de su condición para que ahora nosotros poseamos todas las riquezas en gloria en Cristo Jesús y fuésemos hechos reyes y sacerdotes para Dios con el fin de anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (Apocalipsis 1:5-8, Filipenses 4:19, 1 Pedro 2:9).
Nosotros también estamos llamados a despojarnos de todo lo que impide que disfrutemos de su favor inmerecido, de toda carga y esto significa confiando plenamente en la obra de Cristo, no desechando su gracia y despojándonos de nuestra antigua manera de vivir para que disfrutemos de lo que Jesús en la cruz nos entregó. Nuestro despojo es al contrario de Jesús, pues no teníamos nada, tal vez reyes de nuestro reino de orgullo y vanidad, de nuestra vanagloria, así que debemos despojarnos de lo que no tiene ningún valor para tomar aquello que tiene tan altísimo valor que solo pudo ser pagado con su preciosa sangre (Hebreos 12:1, Efesios 4:22-24, Gálatas 2:21). Oración.
«Señor Jesucristo, por ti soy lo que soy y tengo todas tus riquezas en gloria, no lo merezco, pero tú lo diste todo por mí, ahora quiero enseñar a otros tu evangelio con todo amor y gratitud, para gloria de Dios Padre, amén.

domingo, 25 de febrero de 2024

El carácter de Cristo

 


El carácter de Cristo

“Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”, Romanos 5:3-5.
“El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado”, Proverbios 10:9.
Jesús demostró en su venida a la tierra un carácter perfecto, recordando que Él vino también como cien por ciento hombre: “sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:7), además “fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).
Su carácter manso y humilde nos lo dejó como provisión y ejemplo a nosotros, por esto dijo: “​​Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:29), pero no solamente se quedó en decirlo sino en demostrar con sus acciones sabias, con sus respuestas contundentes o con su silencio sabio que era lo que decía ser.
Como nos dice el versículo de hoy, al poner nuestra fe en Jesús recibimos al Espíritu Santo, el mismo amor del Padre derramado en nuestro corazón y por este regalo inmerecido podemos desarrollar en nosotros el carácter de Cristo, y ¿cómo sucede este proceso? Pues es una obra que Dios está construyendo en nosotros día a día y que será perfeccionada hasta que nos encontremos cara a cara con Jesús (Filipenses 1:6), sin embargo Dios usa todas las situaciones para formar nuestro carácter, tanto las cosas buenas como las dificultades prueban nuestro corazón para revelar lo que tenemos dentro y tener la oportunidad de que en una relación de amor con Dios, ser conducidos al arrepentimiento constante, es decir un cambio de mentalidad y de actuar frente al pecado y la tendencia a actuar de manera independiente de Dios (Proverbios 17:3, Romanos 12:2).
Estos sufrimientos que habla el versículo de hoy producen en nosotros esa paciencia (que es parte del fruto del Espíritu Santo) y esta paciencia al mantenerla constante produce entereza de carácter, es decir que cada dificultad enfrentada con absoluta confianza en Cristo, aunque duela momentáneamente, nos hace más fuertes, pero no en nuestra propia fuerza sino que nos entrena en la piedad y nos hace dependientes del poder de Cristo. Oración.
«Padre, anhelo tener el carácter de Cristo para darte gloria, honra y honor, que tu Espíritu me guíe a entender tu Palabra y a ponerla por obra, a depender de ti en cada situación unido en el yugo con Cristo para que mi carga sea liviana. Amén.

sábado, 24 de febrero de 2024

Vuelve a empezar

  Vuelve a empezar

“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.” Miqueas 7:18-19
Por que su misericordia se renueva cada mañana, podemos volver a empezar, claro, corrigiendo, ajustando y cambiando nuestra forma de pensar pero en el poder y la fuerza de su Espíritu (Lamentaciones 3:22-23, Zacarías 4:6), para que podamos comprobar y disfrutar de toda la bondad de Dios y experimentar la plenitud de su amor.
Todos caemos alguna vez, en cualquier área de nuestra vida, y el mundo es implacable, pero Dios es misericordioso por la gracia de Jesús. Si cometemos un error en un empleo podemos perderlo, si nos equivocamos en un negocio podríamos perder dinero, si es en algún deporte perder la competencia; si en las decisiones familiares cometemos un error podríamos enfrentar grandes conflictos y sufrimiento, sin embargo Cristo siempre estará con nosotros, para levantarnos y darnos una nueva oportunidad, pues como dice la escritura: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.”, (2 Corintios 8:9), es decir que es en Él en el que podemos volver a empezar, para que las cosas las hagamos para la gloria de Dios.
Por esto estamos llamados a construir sobre la roca y esta Roca es Cristo, así lleguen dificultades, tempestades que intenten quitarnos la paz, se conmueva nuestra vida, pero nuestra alma, nuestro futuro, están seguros en Jesús (Mateo 7:24-25).
Es mejor volver a empezar luego de una derrota, de tal vez perderlo todo, pero en la riqueza, la verdad y el amor de Cristo, para que todo lo que iniciemos de nuevo tenga propósito, tenga un sentido de vida, porque se hará de la mano del que todo lo puede y no por nuestras emociones, o por nuestro propio entendimiento limitado, así que si hoy has decidido iniciar de nuevo, se prudente y presta atención a las palabras de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, así todo lo que edificares de ahora en adelante tendrá bases profundas y firmes. Oración.
«Señor he fallado en muchos asuntos de mi vida y no puedo resolverlos en mi propia fuerza, pero se que tu Palabra dice que tu misericordia se renueva cada mañana y quiero volver a empezar pero de tu mano, con Cristo en mi corazón gobernando mi vida, mis pensamientos y todas mis acciones, amén.

viernes, 23 de febrero de 2024

Seamos UNO en Cristo

 


Seamos UNO en Cristo

“Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.”, 1Juan 5:7

“para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.”, Juan 17:21

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”, Efesios 4:30-32

Hemos aprendido a través de los anteriores devocionales acerca de la relación de amor, reciprocidad, complacencia y confianza entre el Padre, Hijo y Espíritu Santo; de esa misma manera nosotros podemos y debemos manifestarlo en nuestra relación con nuestros hermanos, a través de ser llenos del amor del Padre, de la gracia del Hijo y de la comunión del Espíritu Santo (2 Corintios 13:14).

Por esto el Señor Jesús hizo una gran oración en Juan 17 y, ¿que pedía al Padre en esencia? ¡¡¡que fuésemos uno, así como Él con el Padre y con el Espíritu son UNO. (Juan 17:21) “. Esto también lo vemos en Juan 10:30 donde el Señor dice: “Yo y el Padre uno somos.”

UNO es lo contrario a la división, al egoísmo, al individualismo extremo, pero para tener una relación de comunión con mis hermanos siendo un ser individual, solo se puede hacer por medio del Espíritu Santo; no es un esfuerzo de la voluntad tener comunión, sino que viene como un don (un regalo) del Espíritu Santo que se manifiesta en nuestra nueva vida en Cristo (la comunión del Espíritu). Entonces se nutre de una relación diaria y consciente con Dios, pero muchas veces contristamos al Espíritu, no lo escuchamos; como consecuencia hacemos lo contrario al carácter de Cristo, pero estamos llamados a quitar de nosotros todo aquello que afecte la comunión, como nos dice el versículo de hoy en Efesios 4:30-32.

Aquellas cosas que dañan nuestras relaciones, interrumpiendo la comunión son temas del carácter, de un mal carácter que ya no tiene razón de ser en nosotros y que debe morir por el Espíritu para que emerja el verdadero carácter del Cristiano, por esto nuestra vista debe estar de continuo en aquel que sí tiene el carácter perfecto: Cristo. Por esta razón dice la escritura: “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,” (Colosenses 3:8-10), observemos que quitarse el viejo vestido implica renunciar a cosas que no reflejan lo que somos y colocarnos otras que si bien son de Cristo, él ya nos las dio a nosotros, las tenemos, es nuestra responsabilidad apropiarnos de esta verdad y pedirle al Espíritu que la desarrolle en nosotros.    Oración.

«Padre, que mi carácter sea forjado en una relación de amor contigo, en comunión con mis hermanos, mostrando al mundo que tú estás en nosotros y nosotros en ti, para gloria de tu nombre. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 22 de febrero de 2024

UNO. Parte 4

 UNO. Parte 4

“y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corp

oral, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia.” Lucas 3:22

Podemos entender cómo es la relación de Padre, Hijo, Espíritu Santo en este enfoque de reciprocidad, confianza y amor que hablamos desde el principio, y aprender cómo nosotros debemos hacerlo de la misma manera:
El Padre expresando su amor por su Hijo y su complacencia:
“hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).
Además de expresar el amor por el Hijo, el Padre denota su confianza plena:
“Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd” (Mateo 17:5).
El Hijo es recíproco al denotar que viene a hacer lo que el Padre le dice, no su propia voluntad, y lo que hace lo hace por medio o en la guía del Espíritu; esto es una relación de amor verdadera, pues se somete al Padre, en obediencia total. Demuestra con su obediencia que tiene una relación con su Padre:
“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38).
“Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” (Juan 5:19).
Amor, confianza, reciprocidad.
Finalmente, en el versículo de hoy, en el evangelio de Lucas, vemos la acción de las 3 personas; nuevamente el Padre mostrando su amor y complacencia a su Hijo, el Espíritu Santo manifestándose en forma corporal descendiendo sobre Jesús.
Así como es la relación del Padre, Hijo y Espíritu Santo, debe ser la nuestra con Dios primeramente y con los demás, y debemos saber que solo Cristo restaura en nosotros esa relación con el Padre, “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación” (2 Corintios 5:18). Miraremos mañana la conclusión de este mensaje de amor que nos revela el Señor por medio de la escritura. Oración.
«Padre, Hijo y Espíritu Santo gracias por enseñarme la relación de amor más hermosa y plena de todas, y por medio del sacrificio de Cristo saber que ahora estoy en esa misma relación de confianza, reciprocidad y amor, porque he sido reconciliado con el Padre y ahora soy también embajador de esta reconciliación, llevando el mensaje de salvación del evangelio, amén.

miércoles, 21 de febrero de 2024

UNO. Parte 3

 UNO. Parte 3

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” Mateo 6:9-13
¿Cómo compensar o equilibrar nuestra singularidad, que es digna y buena, con permanecer en comunión con nuestro prójimo, pareja o con nuestros hermanos? El amor es el vínculo perfecto, y el amor de Dios ha sido derramado en nuestro corazón cuando recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador personal; sin embargo, permanentemente debemos revestirnos de amor para mantener este vínculo (Colosenses 3:14, Romanos 5:5).
Si la comunión del Padre, Hijo, Espíritu Santo es una relación de amor y comunicación permanente y recíproca, también nosotros los creyentes, como seres creados a su imagen y semejanza (además hemos nacidos de nuevo), estamos llamados a mantener la unidad, a luchar por mantenerla y ser totalmente intencionales: “solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.”(Efesios 4:3-6).
Es increíble que, para mantener la unidad, el Señor nos recuerde que somos un solo cuerpo, el cuerpo de Cristo, tenemos el mismo Espíritu en nosotros que hemos recibido por medio de la fe en un hombre, en Cristo, y tenemos el mismo Padre; por esto, en la oración conocida como el Padre nuestro, precisamente Jesús revela a Dios como un Padre dispuesto a escucharnos, ayudarnos, proveernos y protegernos. Es la más maravillosa relación de intimidad que podemos tener por la gracia de Cristo y la comunión del Espíritu Santo: ¡el amor del Padre! Oración.
«Padre eres Santo, que tu reino se establezca plenamente en mi vida y tu voluntad sea hecha en todas las cosas; confío en tu provisión y tu perdón, y estoy dispuesto a dejarme guiar por tu Espíritu para perdonar a mi prójimo y servirle. Protégeme Amado Dios y fortaléceme para cada día reflejar el carácter de Cristo, porque tú tienes toda autoridad y soberanía, en el nombre de Jesús, amén.

martes, 20 de febrero de 2024

UNO. Parte 2

 


               UNO. Parte 2                                                                                    

                      “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra” Génesis 1:26

“Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me disté por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.” Génesis 3:11-13

Podemos analizar en el pasaje de hoy la Triunidad de amor en acción, creando al hombre; y la escritura usa la palabra hebrea “Elojím”, la cual es plural, por lo tanto, se proclama a un Dios que existe eternamente en tres personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Dios existe en la comunión, en un amor y una comunicación ininterrumpida y recíproca entre la Triunidad.

Consecuencia de esto, Dios no nos creó como seres solos, sino que fuimos creados para las relaciones, pues somos hechos a semejanza de Dios.

La verdad bíblica nos enseña que las relaciones no se crean por simple elección, sino que están integradas en la esencia misma de la naturaleza humana. Somos hechos a semejanza de Dios, sobre todo en las relaciones.

Sin embargo, el diablo quiso dañar la creación, dañando la unidad de Dios con el hombre, pero inició atacando la unidad de Adán y Eva, pues si miramos, la serpiente tienta a Eva, no a Adán y Eva. ¿Qué pasaría si hubiesen estado juntos? Finalmente vemos que el ataque consigue dañar la unidad entre Adán y Eva, pues los vemos luego de la caída acusándose mutuamente y posteriormente echándole la culpa a Dios, rompiendo así con toda comunión y armonía presente (Génesis 3:11-13).

En los matrimonio, en nuestras relaciones, en la iglesia (el cuerpo de Cristo), el diablo va a intentar de todas las maneras posibles atacar nuestra unidad para dañar la relación, para fracturarla o para que se vuelva insípida; aislarnos uno del otro es la manera más fácil de lograr tentarnos y derrotarnos. Le hacemos el trabajo fácil si nosotros mismos nos disponemos a romper la unidad, pues la conexión entre comunión y relación es que la relación se alimenta y subsiste en la comunión; esta comunión se nutre del amor de Dios.

Así que, reflexionaremos en el devocional de mañana cómo Dios nos enseña a mantener la comunión para que nuestras relaciones se nutran de su amor y aprendamos a restaurar las relaciones dañadas.  Oración.

«Padre amado, ayúdame a ser instrumento de tu amor para restaurar las relaciones rotas o frías, que sean unidas nuevamente en el vínculo perfecto de tu amor, por la gracia de Jesús y la comunión de tu Espíritu, amén.

lunes, 19 de febrero de 2024

UNO. Parte 1

 


UNO. Parte 1

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.” Génesis 1:1-3

“Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió Jehová el Señor, y su Espíritu” Isaías 48:16

En los primeros tres versículos de Génesis podemos observar algo asombroso; el versículo 1 comienza con Dios, en el versículo 2 se ve la acción del Espíritu Santo y en el versículo 3 se presenta la expresión “Y dijo Dios”, pues se inicia la creación por medio de su palabra; y este versículo 3 tiene escondido lo que luego se va revelando progresivamente en la palabra de Dios acerca de Dios mismo, manifestado en tres personas.

Esto lo podemos ver en Isaías 48:16, donde el Hijo, que ya estaba desde el principio, dice que ha sido enviado por el Padre y el Espíritu; pero se revela plenamente este misterio en el nuevo testamento.

Observemos los primeros versículos del evangelio de Juan y su correspondencia con Génesis, acerca de la revelación de Cristo como la palabra encarnada: “1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” (Juan 1:1-5); claramente se revela a Jesús y se declara contundentemente que todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, hubiese sido hecho. Cristo es la palabra de Dios encarnada, por la cual todo se creó, lo que corresponde con Génesis capítulo 1 versículo 3, como observamos al principio.

 

Padre, Hijo y Espíritu Santo en el principio; un Dios trino, en perfecta armonía creando el universo. Sigamos profundizando en el devocional de mañana en algo que nos llevará a entender la naturaleza misma de Dios y que debe conmover las fibras mismas de nuestro ser. ¡No te pierdas esta revelación de su palabra, que te llevará a una relación íntima con Dios!   Oración.

«Gracias Padre por revelarte a nosotros por medio de Jesús y porque ahora tu Espíritu habita en cada uno de nosotros los creyentes; qué maravilloso que un Dios eterno y poderoso viva en mi corazón gracias a la fe en Jesús, amén.

domingo, 18 de febrero de 2024

La Palabra de su gracia

 La Palabra de su gracia


“Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios” Hechos 14:3
“Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús.” 2 Timoteo 2:1
El verdadero evangelio es diferente a predicar una religión o un conjunto de costumbres basado en calificar el comportamiento humano. Esto no quiere decir que el verdadero evangelio no predique el buen comportamiento de sus creyentes, sino que lo hace del interior hacia el exterior; es decir, un cambio de corazón te llevará a dar buenos frutos, una creencia correcta te lleva a acciones justas y correctas.
En esencia, no predicamos sobre algo, sino sobre alguien, y este alguien es Jesús, el Hijo de Dios, quien por amor a nosotros se hizo hombre, vino en carne para morir por nuestros pecados y resucitó para que nosotros tengamos vida eterna en Él (1 Tesalonicenses 4:14). Él vino lleno de gracia y verdad para traernos a nosotros un favor inmerecido; Él es la gracia de Dios en sí mismo. Esto era lo que predicaban esencialmente los Apóstoles, especialmente Pablo, la palabra de su gracia.
El verdadero evangelio no se trata de lo que haces, sino de lo que crees y más exactamente en quién crees y en quién has puesto tu confianza, puesto que esto determina lo que eres, ya que la única fe que puede transformar tu ser interior en una nueva creación es la fe en Jesús. Cualquier otra esperanza que tengas en algo o incluso en alguien podrá darte probablemente alguna dicha o riqueza temporal y vana, pero la esperanza en Cristo Jesús te dará, indefectiblemente, vida eterna.
Por esto, en lo que le dice Pablo a Timoteo, se usa la palabra griega “endunamóo” que significa “apoderar” o “fortalecer”, que sea fortalecido por medio de la gracia de Dios, es decir, que la fuente de su fuerza está en el favor inmerecido de Dios.
Tener claro quienes somos en Cristo Jesús, lo que hemos recibido de parte de Él y fortalecernos diariamente en su gracia, es decir: identificarnos y fortalecernos en Cristo mismo, nos permite reflejar el carácter de Cristo. No es un tema de esfuerzos humanos, pues esto nos llevará a la frustración, es lo que Él hizo lo que determina lo que somos y lo que hacemos: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Oración.
«Padre, por la Palabra de Cristo y la regeneración por medio de tu Espíritu soy un hombre nuevo, que ahora puede vivir para reflejar a Cristo, andando en buenas obras por estar sostenido diariamente en tu favor inmerecido. Que por el poder de tu Espíritu que mora en mí pueda experimentar la vida abundante que tú me has dado y reflejar el amor y todo el carácter de Cristo, amén.

sábado, 17 de febrero de 2024

Cambio de perspectiva

 Cambio de perspectiva

“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” Efesios 4:28-30
El cambio de perspectiva es cuando miramos las cosas desde un punto de vista radicalmente diferente, y este punto de vista es el del Espíritu. “Andar en el Espíritu” implica que antes de poder andar, debemos pensar como piensa Cristo, pues por la fe en él “tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2:16), precisamente este versículo está en el contexto de la vida de revelación y guía del Espíritu, pues él, la tercera persona de la trinidad, conoce las cosas de Dios y las trae a nosotros, no por nuestro esfuerzo mental, sino por la gracia de Cristo, para que la gloria sea de Dios y no de nosotros.
Para poder tener un cambio de perspectiva es necesario alinearnos a la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu. Como afirma la escritura:“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios” (1 Corintios 2:10), es decir la revelación de Dios está escrita pero necesitamos acercarnos por medio de su Espíritu para entender la Palabra, como nos explica el capítulo que nos ofrece el contexto el dia de Hoy “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).
Este entendimiento y conocimiento que el Espíritu Santo trae a nosotros, por revelación debe producir en nosotros una respuesta de amor, sí, el amor de Dios que se revela para que motivados por ese mismo amor hagamos dos cosas ineludibles:
Primero, prediquemos el evangelio, explicando a otros las cosas del Espíritu de Dios que nos fueron reveladas y segundo, vivamos una vida conforme a esa revelación que hemos recibido, siendo coherentes entre lo que conocemos de Dios y nuestra manera de actuar y vivir ante los demás para demostrar el fruto del Espíritu: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:22-23) Oración.
«Señor quiero llevar mi vida como un testimonio vivo de Cristo en mí, que su amor revelado a mi vida y puesto en acción por el Espíritu sea la manera de comunicar a otros el mensaje maravilloso de tu Palabra, para gloria de Dios Padre, amén.

viernes, 16 de febrero de 2024

Lava tus pies

 Lava tus pies

“Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás

. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.”, Juan 13:8-10

En el tiempo en que nuestro Señor Jesucristo vino en carne al mundo, la costumbre de lavarse los pies era muy común debido a las largas caminatas; en las familias prestantes, esta labor era realizada por la persona de menor rango o se consideraba una tarea de un siervo o esclavo (1 Samuel 25:40-42.).
El Señor Jesús le dice a Pedro, cuando éste lo increpa a no dejarse lavar los pies (pues podría considerar una tarea para un siervo y no para su maestro), que el que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio, esto lo confirma su declaración registrada en el evangelio de Juan, donde les dice a sus discípulos: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” y los insta a permanecer unidos a él (Juan 15:3-5).
Cuando recibimos a Cristo y su Palabra, somos limpiados, pues la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17). La salvación llega a nosotros no por obras sino por fe en Cristo y tenemos un nuevo nacimiento, somos una nueva criatura.
Sin embargo en nuestro caminar diario muchas veces fallamos, resbalamos y claramente hay que decirlo, lastimosamente pecamos. Pero el Cristiano no practica el pecado, está llamado a vivir en santidad y no ser esclavo del pecado, pues ha muerto juntamente con Cristo: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.” (Romanos 6:6). Necesitamos lavar nuestros pies, ir en arrepentimiento genuino a nuestro abogado: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). La expresión “hijitos” contempla el hecho de que el cristiano o hijo de Dios puede, lastimosamente, caer en pecado, pero que no debe quedarse allí; no es el caso ideal y tampoco debe ser tomado nunca como excusa, nuestra libertad en Cristo, para dar lugar a los deseos carnales, sin embargo ocurre y debemos ir en oración a nuestro Señor, para identificarnos con lo que ya somos por su gracia y salir renovados al ser fortalecidos espiritualmente.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:9), es nuestro abogado, es nuestro Consejero admirable que limpia nuestros pies, pero veremos en el devocional de mañana la tarea que nos corresponde a nosotros. Oración.
«Padre vengo a ti por medio de mi abogado Jesucristo, para pedir tu perdón y que me limpies de todo pecado, que tu Espíritu Santo me sostenga, estoy dispuesto a escucharlo y a dejarme guiar para hacer tu voluntad. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 15 de febrero de 2024

La protección de las autoridades

 La protección de las autoridades

“Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos;”, 1 Pedro 2:13-15
Toda autoridad es puesta por Dios. El Señor bendice, protege nuestra vida por medio de ellas, evitando que cometamos errores, y que tomemos malas decisiones, pero sobre todo Dios quiere evitar que nos volvamos seres egoístas, rebeldes y necios (2 Timoteo 3:2).
El someternos a toda autoridad forma el carácter de Cristo en nuestra vida, porque él mismo se sometió para darnos ejemplo, y “Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Filipenses 2:8) y nos pasa esa obediencia a nosotros para que actuemos guiados, direccionados y protegidos.
Someternos a nuestras autoridades, no se trata de obedecer ciegamente o con temor, porque no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo, están dispuestas para nuestro bien para mantener el orden así como para castigar a aquellos que quieren poner en riesgo la seguridad y estabilidad de una sociedad. (Romanos 13:3-5)
Que bueno que nosotros los creyentes seamos ejemplo de obediencia, en nuestra familia y en nuestra sociedad, porque a la vez también en algún momento seremos autoridad de alguien y estaremos llamados a brindar un servicio en el nombre del Señor y también: “Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos” (1 Pedro 2:15) Oración.
«Gracias Padre porque me enseñas a someterme a toda autoridad, teniendo como base que tu eres la autoridad superior de todas y estoy llamado a orar por ellas para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad, así mismo porque esto forma mi carácter de obediencia para estar preparado para ejercer la autoridad y dar ejemplo de servicio. En el nombre de Jesús, amén.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Un principio que bendice nuestra vida

 


Un principio que bendice nuestra vida

“Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” Romanos 13:1-2.

Un principio que nos bendice de manera abundante es el someterse a toda autoridad. Esto contrasta con el mundo actual, donde el ir en contra de la autoridad es una tendencia en aumento: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos” (2 Timoteo 3:2). Pero la Palabra de Dios establece que es Dios el que instaura estas autoridades, en Daniel 2:21 leemos: “Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos”.

¿Y cómo disfrutamos de esta bendición? Todos estamos llamados a estar bajo una autoridad. En nuestras familias, Dios nos coloca bajo la autoridad de nuestros padres (Efesios 6:1), en los matrimonios las esposas al esposo: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (Efesios 5:22-24); pero claramente el esposo debe estar sujeto a Cristo.

En cuanto a la iglesia, el Señor también nos instruye a someternos a las autoridades pastorales, “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”, (hebreos 13:17).

El Señor Jesucristo mismo vino en su naturaleza de hombre sometido totalmente a la autoridad de su Padre, porque se identifica con el hombre para dar su vida en rescate por la humanidad, así que se somete a sus padres terrenales y a su Padre celestial: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras” (Juan 14:10). El Señor Jesús no actuaba de manera independiente o haciendo las cosas por su propia cuenta sino siguiendo las instrucciones de su Padre: “Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Juan 5:19).

Cristo mismo se sometió incluso a las autoridades terrenales, porque él vino a hacer la voluntad del Padre “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38). Obedecer a las autoridades puestas por Dios es la manera más práctica y sencilla de hacer la voluntad de Dios, pero, ¿qué sucede si estas fallan? Estamos llamados a orar por ellas “por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Timoteo 2:2), es decir que es ante Dios que deben responder, mientras nosotros nos sometemos al Señor, él no permitirá que la autoridad terrenal nos lleve a pecar contra Él mismo que es la autoridad superior, o la autoridad máxima de todas las autoridades.  Oración.

«Padre, estoy en Cristo por tu gran amor, y ya no hay condenación, sino que tengo una relación contigo de Padre e hijo, tú me amas, me corriges, me animas y me enseñas por tu Santo Espíritu a tener el carácter de Cristo y por eso estoy llamado a respetar a las autoridades que tú has designado, en amor, para nuestra protección. En el nombre de Jesús, amén.

martes, 13 de febrero de 2024

No hay condenación

 

  

 


                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          No hay condenación                                                                    

“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie”. Zacarías 3:1-5.

En esta visión que Dios le revela al profeta Zacarias, muestra al sacerdote Josué, que está con vestiduras viles, es decir ha caído en algún pecado o desobediencia. Muestra a Satanás acusándole ante Dios y al “ángel de Jehová”, que es nuestro Señor y salvador Jesucristo, pues la escritura revela que Él es nuestro abogado (1 Juan 2:1).

Además, nos ilustra este proceso de cómo Jesús, ante las acusaciones de Satanás, defiende al sacerdote Josué, lo perdona y lo viste de vestiduras blancas, pero también lo amonesta a permanecer en obediencia. Este hecho no lo podría mandar u ordenar un ángel, sino el mismo Dios, así que es una referencia clara al Señor Jesucristo y a su preexistencia (Juan 1:1-3).

La mitra sobre su cabeza representa la restauración de Dios, simboliza la purificación y la renovación de Josué, el sumo sacerdote, frente a las acusaciones de Satanás; pues las acusaciones de Satanás habían causado culpa y dolor porque Josué las había creído, y necesitaba que Dios le recordara su amor, su perdón y su gracia, por esto el Señor le dice a Satanás “¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”, es decir, ya es un hijo de Dios, salvado por gracia mediante la fe (Efesios 2:8-9), entonces queda sin fundamento la condenación de Satanás y lo que hace el Señor es limpiarlo y restaurarlo.

Esto lo podemos tomar para nosotros, para ir a la presencia de Dios sea cual sea la situación en la que estemos, y llevando toda ansiedad, dolor, pecado y toda condenación, y pedir al Señor que nos limpie, pues él es nuestro abogado; esto nos lo confirma la Palabra para que sea determinante en nosotros y se vaya toda condenación: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Si Él intercede por nosotros, no hay condenación y luego de pasar por un conflicto con el pecado o la naturaleza pecaminosa no debemos tardar en ir hacia Cristo, no debemos quedarnos faltando a su amor, no debemos ocultar el pecado ni convivir con él, sino como contundentemente lo dice la escritura: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (hebreos 4:16).   Oración.

«Señor Jesús, no solamente eres mi salvador, sino que también eres mi abogado, me perdonas, me limpias, pero me das también tu amor para ser renovado y no quedarme en la condenación, pues en este estado no puedo dar fruto. Ayúdame a permanecer en ti y a                                                                                                                                                             llevar mucho fruto, viviendo en el Espíritu para hacer la voluntad                                               del Padre. Amén.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala. Después dijo: Pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie”. Zacarías 3:1-5.

En esta visión que Dios le revela al profeta Zacarias, muestra al sacerdote Josué, que está con vestiduras viles, es decir ha caído en algún pecado o desobediencia. Muestra a Satanás acusándole ante Dios y al “ángel de Jehová”, que es nuestro Señor y salvador Jesucristo, pues la escritura revela que Él es nuestro abogado (1 Juan 2:1).

Además, nos ilustra este proceso de cómo Jesús, ante las acusaciones de Satanás, defiende al sacerdote Josué, lo perdona y lo viste de vestiduras blancas, pero también lo amonesta a permanecer en obediencia. Este hecho no lo podría mandar u ordenar un ángel, sino el mismo Dios, así que es una referencia clara al Señor Jesucristo y a su preexistencia (Juan 1:1-3).

La mitra sobre su cabeza representa la restauración de Dios, simboliza la purificación y la renovación de Josué, el sumo sacerdote, frente a las acusaciones de Satanás; pues las acusaciones de Satanás habían causado culpa y dolor porque Josué las había creído, y necesitaba que Dios le recordara su amor, su perdón y su gracia, por esto el Señor le dice a Satanás “¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”, es decir, ya es un hijo de Dios, salvado por gracia mediante la fe (Efesios 2:8-9), entonces queda sin fundamento la condenación de Satanás y lo que hace el Señor es limpiarlo y restaurarlo.

Esto lo podemos tomar para nosotros, para ir a la presencia de Dios sea cual sea la situación en la que estemos, y llevando toda ansiedad, dolor, pecado y toda condenación, y pedir al Señor que nos limpie, pues él es nuestro abogado; esto nos lo confirma la Palabra para que sea determinante en nosotros y se vaya toda condenación: “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” (Romanos 8:34). Si Él intercede por nosotros, no hay condenación y luego de pasar por un conflicto con el pecado o la naturaleza pecaminosa no debemos tardar en ir hacia Cristo, no debemos quedarnos faltando a su amor, no debemos ocultar el pecado ni convivir con él, sino como contundentemente lo dice la escritura: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (hebreos 4:16).   Oración.

«Señor Jesús, no solamente eres mi salvador, sino que también eres mi abogado, me perdonas, me limpias, pero me das también tu amor para ser renovado y no quedarme en la condenación, pues en este estado no puedo dar fruto. Ayúdame a permanecer en ti y a                                                                                                                                                             llevar mucho fruto, viviendo en el Espíritu para hacer la voluntad                                               del Padre. Amén.

lunes, 12 de febrero de 2024

Unge tus ojos con colirio

 


Unge tus ojos con colirio

“unge tus ojos con colirio, para que veas.” Apocalipsis 3:18b

“Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” Filipenses 1:9-11

En el devocional de ayer vimos que Cristo nos dio varios consejos para no andar en la mediocridad espiritual o tibieza. Una de ellas es “unge tus ojos con colirio,”.

El Colirio son gotas o soluciones para el cuidado visual, diseñados para refrescar y lubricar los ojos secos y cansados, representa la necesidad de obtener discernimiento y comprensión espiritual para ver la verdad y solo el Espíritu Santo nos puede mostrar nuestro verdadero estado por medio de la Palabra de Dios (1 Corintios 2:14), para corregir y andar en la voluntad de Dios, puesta la mirada en Jesús el iniciador y consumador de la fe.

Nuestra visión se aclara andando en el Espíritu. “Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” (Gálatas 5:16), finalmente este discernimiento que nos da el Espíritu es necesario para vivir vidas irreprensibles, pues sabemos elegir entre lo bueno y lo malo, entre la verdad y el engaño, como nos enseña la Palabra de Dios: “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.” (Filipenses 1:9-11), es clave que aquí el pasaje nos enseña que ​​el carácter justo que Jesucristo produce en nuestra vida traerá mucha gloria y alabanza a Dios.

Sin embargo, como muchas veces se nos olvidan estos principios y nuestra posición en Cristo, necesitamos que otros hermanos llenos del Espíritu nos recuerden la verdad, porque el engaño del maligno está a la puerta tratando de hacernos olvidar nuestra verdadera condición, la culpa, las acusaciones nos pueden desanimar, frustrar, pero es viendo a Jesús, su justicia, su obediencia y tomándola para cada uno de nosotros, que podemos establecernos y reafirmarnos en lo que Dios dice que somos.

“Unge tus ojos con colirio” es un llamado a salir del engaño, y es importante por esto, no mantener oculta una situación difícil por la que estemos pasando sino que sea conocida por Dios en oración y que nos abramos también a hermanos llenos del Señor para edificarnos mutuamente, muchas veces un hermano te recuerda el principio y nos da ánimo “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”(1 Tesalonicenses 5:11), las palabras de un hermano lleno del Espíritu será como ungir nuestros ojos con colirio para ver nuestra condición e ir hacia el perdón y la restauración en Cristo Jesús.  Oración.

«Señor, muéstrame mi verdadera condición, no me dejes en el engaño de mis sentidos, sino que ayúdame a colocar en acción el discernimiento que me da tu Espíritu, para ir al arrepentimiento y vivir en la llenura de tu Santo Espíritu, haciendo tu voluntad. Amén.

domingo, 11 de febrero de 2024

Solución a la tibieza espiritual

 


Solución a la tibieza espiritual

“Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3:18-20

La tibieza como vimos en el devocional anterior, tiene que ver con andar en un estado de carnalidad y de egoísmo, pero también de desánimo permanente y el Señor reprende a quien toma por hijo y no quiere dejarlo en esa condición de mediocridad espiritual que lo llevará al fracaso, a la pérdida de bendiciones y recompensas, a vivir una vida improductiva.

Por esto llama al arrepentimiento, detallando cada solución:

• “compres oro refinado en fuego”: El oro refinado es nuestra fe: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7). Esto se refiere a volver a la fe, a afianzarnos en la Palabra de Dios, estar firme en lo que Él dice, confiando plenamente en Cristo, pues Él es el iniciador y consumador de nuestra fe, así podemos recuperarnos de toda incredulidad producida por el relajamiento espiritual.

• “vestiduras blancas para vestirte”, las vestiduras blancas representan las acciones justas de los creyentes (Apocalipsis 19:8), entonces el Señor está exhortando a poner en práctica o acción nuestra fe, como dice Santiago 2:18-20: “Pero alguno dirá: tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”, es decir la exhortación del Apóstol Santiago es a tener coherencia entre lo que creemos y lo que hacemos, la forma como vivimos revela lo que creemos y si la fe que decimos tener es una fe viva. Las obras no son la causa de la salvación; son la evidencia de la salvación. La fe en Cristo siempre produce buenas obras.

• Cuando nos habla de colocarnos las vestiduras blancas, también está relacionado con la manera en que nos vemos a nosotros mismos, y más profundamente cómo nos identificamos con lo que Dios dice de nosotros, entonces cuando nuestras vestiduras no son las que debemos tener, primero en oración debemos confesar nuestro pecado a Dios “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Podemos seguir el Salmo 51, pero también recordar lo que dice Dios de nosotros y apropiarnos de esta verdad: “más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

Profundizaremos en el devocional de mañana en el significado de “unge tus ojos con colirio”.      Oración.

«Padre amado, por el poder de tu Espíritu y tu Palabra guíame a vivir firmemente arraigado y sobreedificado en Cristo Jesús, para que cimentado en su amor pueda vivir plenamente demostrando con mis acciones que soy el templo de tu Santo Espíritu, pues ya no quiero vivir como un mediocre espiritual, cuando en el mundo hay tanta necesidad de tu amor. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 10 de febrero de 2024

Tibios

 


Tibios

“Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete” Apocalipsis 3:15-19.

Esta dura exhortación está dirigida a los cristianos, a los miembros de una iglesia que no se han arrepentido de muchas cosas y que viven una vida espiritual mediocre, relajada, sin fruto o con un fruto mediocre, pues pudiendo dar mucho más, no producen frutos en el conocimiento de Cristo y con consecuencia en su comportamiento, es decir, no demuestran su fe con obras de justicia, por eso le llama “miserable” que se aplica a una persona extremadamente tacaño o avaro. Alguien que teniendo mucho no es generoso, que está atravesando realmente la mayor tragedia espiritual de su vida, pues vive en desventura, en vez de vivir en el estado natural de todo cristiano: en la gracia de Dios.

También se le dice pobre, porque aquellas riquezas materiales que posee no lo son y disminuyen la verdadera riqueza del cristiano: su fe. Cuando dice “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”, también denota un orgullo, puesto en su propia fuerza y por tanto ya no depende de Dios que es lo más grave. Ciego, porque no puede mirar claramente su condición o porque su mirada está distraídamente fijada en las cosas del mundo, de la carne y no en las cosas de arriba donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, y desnudo porque su condición real es de vergüenza, no anda con sus nuevas vestiduras, sino que está desprotegido.

Es un panorama crítico, pero incluso aquí, en este estado, el Señor da la solución. Antes de mirar qué solución da el Señor a esta condición en el devocional de mañana, miremos antes los síntomas que nos evidencian que estamos en un estado de tibieza espiritual y podamos tener el diagnóstico:

No ve necesario congregarse y deja de hacerlo. Pudiendo ir o asistir a su iglesia local, prefiere conectarse siempre por internet. No se vincula a un ministerio, donde el creyente puede permanentemente estar siendo edificado en la fe. No tiene amistad con otros hermanos, así que no conecta con otros creyentes porque los juzga en vez de buscar una edificación mutua.

No evidencia su fe con acciones justas, y por lo tanto no refleja el ejemplo que enseña en la Palabra de Dios : “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4:12). Las vestiduras blancas representan las acciones justas de los Santos: “Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8).

Sufre de autosuficiencia, por no tomar la guía del Espíritu, pues sólo por el Espíritu podemos ver nuestro estado verdadero.

El señor nos llama a arrepentirnos, a salir de este estado de tibieza y empecemos a usar la verdadera riqueza espiritual que ya tenemos en Cristo Jesús, veremos entonces en el próximo devocional cuál es la solución que nuestro Señor Jesús nos da.    Oración.

«Señor, quiero conectarme contigo y con la iglesia, pues es el medio de bendición y edificación mutua que tú has provisto para enseñarme y formar en mí tu carácter, que el Santo Espíritu de Dios me guíe a vivir haciendo la voluntad del Padre, tal como tú lo hiciste cuando viniste en carne a morir por mis pecados y a resucitar para darme vida eterna, amén.

viernes, 9 de febrero de 2024

Resurrección, el hecho crucial. Parte 2

 


Resurrección, el hecho crucial. Parte 2

“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” 1 Corintios 15:14

El cuerpo resucitado de Jesús tenía características nuevas:

Podía aparecer y desaparecer a voluntad (Lucas 24:31, 36, 37, 51; Juan 20:19,26).

Ascendió al cielo en su cuerpo físico (Hechos 1:6-11).

Podía comer: el siguiente pasaje lo deja muy claro: “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” (Lucas 24:36-43), no es menor este hecho, significa que es un cuerpo, pero un cuerpo glorioso que disfruta de la comida, sin realmente requerirla para sustento físico.

Conclusión

Todas estas evidencias y aclaraciones deben llevar nuestra fe a otro nivel, pues nuestra fe no es fe ciega, es fe consciente, fundamentada en la Palabra de Dios; es decir descansamos y confiamos plenamente en Cristo no como un simple ejercicio intelectual, sino como algo que es revelado por Dios, por su Santo Espíritu, pero nuestro intelecto nos permite argumentar a otros que no dejamos a un lado la razón, que nuestra fe es una fe razonable y que creemos en algo real, no en un mito o historia ficticia.

La resurrección es un hecho crucial, como dice el pasaje de hoy “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.” (1 Corintios 15:14), predicamos a un Dios vivo, a un Cristo vivo en nosotros, en cada creyente, no como un simple anhelo sino como una verdad que nos motiva a crucificar la carne y a permitir que él actúe a través de nosotros para glorificar al Padre, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:13).

Entonces ya que la resurrección es la esperanza viva que tenemos en el presente, porque seremos resucitados tal como Cristo lo fue, estamos llamados a trabajar arduamente para que otros sean resucitados: “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” (1 Corintios 15:58)   Oración.

«Padre amado, gracias por darnos vida nueva en Cristo Jesús, porque mi fe no es vana, sino real y trascendental para mi vida, pues tengo una esperanza cierta de vida eterna cuando seré resucitado tal como Cristo, mientras tanto quiero trabajar arduamente llevando el mensaje de salvación a muchos que no lo conocen. Amén.