miércoles, 30 de junio de 2021

Jesús y la oración

 


Jesús y la oración

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” Mateo 6:6-7

“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14:13

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33

Orar, es hablar con Dios, con la oración establecemos una comunicación directa con Dios el Padre, por la gracia del Hijo y la comunión del Espíritu Santo.

¿Qué significa esto? Que el Hijo de Dios, al morir en la cruz, restableció la comunicación con el Padre, que estaba bloqueada o rota por nuestros delitos y pecados, esto se conoce como la reconciliación, como nos dice Romanos 5:10:” Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” Jesús nos abrió un canal, que nos permite tener una relación directa y personal con el Padre, un nuevo camino vivo por medio de su sangre, quitando el velo que nos separaba de Dios (hebreos 10:19-20).

La comunión del Espíritu Santo se trata de permanencia, es decir, gracias a que nos fue dado un Consolador por medio de la fe en Jesús, podemos permanecer en una relación constante con Dios, pues incluso en nuestras debilidades, cuando no sabemos pedir como conviene, él intercede por nosotros con gemidos indecibles (Romanos 8:26).

El Señor Jesús cuando estaba en la tierra oraba en todo momento, intercediendo por nosotros, cuando clamaba al Padre “Mas no ruego solamente por éstos sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” (Juan 17:20); y para que nosotros podamos reflejar este mismo sentir de Jesús, el Padre ha enviado el Espíritu de su Hijo a vivir en nuestro corazón, por esto cuando oramos, él clama dentro de nosotros: Papá, amado Papá (Gálatas 4:6).

Este privilegio de comunicarnos con Dios por medio de la oración, nos lleva a hacer lo mismo que Jesús, al clamar también por las necesidades de otros, sus trabajos, inconvenientes, enfermedades, orando para que no les falte la fe en medio de sus pruebas (Lucas 22:32). Así que coloquemos en práctica esta enseñanza, llevando toda ansiedad a su presencia y dando a conocer a Dios nuestras peticiones en toda oración y ruego, con acción de gracias; El promete que su paz, que sobrepasa todo entendimiento, guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:6-7).   Oración.

«Papito Dios, por la gracia de Jesús me acerco a ti, para pedirte por mis necesidades, sé que tú suplirás todo lo que me falta, conforme a las promesas que me has dado en Cristo, y también te pido por las necesidades de mis hermanos, los que están enfermos o pasan por dificultades, para que tú les ayudes, porque sé que nada hay imposible para ti. Señor, que tu Hijo Jesús sea glorificado cuando respondas a mi oración. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 29 de junio de 2021

Cristo sea formado en nosotros

 


Cristo sea formado en nosotros

“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,” Gálatas 4:19

” Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20

El anhelo de Pablo, era enseñar la verdad de la Palabra de Dios a la iglesia, hasta que Cristo se reflejara en el pensamiento, los sentimientos y la conducta del creyente. Esta era la meta por la que luchaba arduamente, porque él mismo había renunciado a sí mismo, a su orgullo, a su propia justicia, para ser hallado en la fe de Cristo, con el fin de ser ejemplo a otros creyentes. (Filipenses 3:9)

Este debe ser nuestro mismo sentir, nuestra lucha y meta, no vivir para nosotros mismos sino para aquel que murió y resucitó por nosotros (2 Corintios 5:15); por esto, el Padre envió al Espíritu de su Hijo a habitar en nosotros, para que unidos con él, pudiéramos vivir siendo transformados de gloria en gloria a su semejanza por la acción de su Espíritu en nosotros (2 Corintios 3:18). Es decir, gracias a la acción de su Espíritu Santo en nosotros, cada vez nos parecemos más a Jesús.

Y esto nos lleva a tener el carácter santo de Cristo manifestado en acciones de amor; por ejemplo, cuando clamamos al Padre por otras personas en necesidad, tomamos la identidad de Cristo como dice la escritura: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: !!Abba, Padre!” (Gálatas 4:6); así como Cristo amó y oró por los transgresores (Isaías 53:12), nosotros clamamos, por medio de su Espíritu Santo, por otras personas y por nuestros hermanos en la fe. A esto se refiere Efesios 6:18 cuando dice: “orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; “.

Orar por otros es una de las formas en que Cristo es formado en nosotros día a día, porque hacemos lo que él hizo por nosotros, cuando oró al Padre diciendo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,” (Juan 17:20).    Oración.

«Señor, que Cristo more en mí gracias a la fe en su muerte y resurrección, y que ahora como hijo tuyo, refleje su carácter, su amor y su entrega por otros.

Que yo no viva para satisfacer mis deseos ni para practicar el pecado, sino para agradarte en todo a ti, viviendo una vida de santidad y propósito. En el nombre de tu Hijo amado, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 28 de junio de 2021

Dones y talentos al servicio del prójimo

 

Dones y talentos al servicio del prójimo


“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.” Mateo 25:24-27

“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10

La parábola de los talentos nos enseña que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros dones y talentos que debemos aprovechar para el servicio de los demás y para la gloria de Dios.

Pero, así como el siervo negligente, quedamos paralizados por miedo o por egoísmo, no usamos lo que hemos recibido, sino que lo escondemos.

Por esto la Escritura nos enseña a ser buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, y eso se refiere a que por medio de su Espíritu se nos reparte diferentes dones a cada uno como él quiere (1 Corintios 12:11), también se nos da diferentes talentos, unos de nacimiento más otros forjados a partir de la disciplina y el trabajo constante; pero todos afianzados en nuestro ánimo voluntario de servir.

Tanto los dones espirituales (1 Corintios 12:7-10), ministeriales (Efesios 4:11), motivacionales (Romanos 12:6-8) o talentos, son entregados por Dios para usarlos con amor, en extensión a nuestro prójimo. De seguro algo tenemos de manera específica, de parte de Dios, con lo que podemos hacer la diferencia cuando lo colocamos en acción.

Nuestra vida misma, es un don inmenso que debemos presentar a Dios, para su servicio, como un sacrificio vivo, santo y agradable, usando nuestro cuerpo no para servir a nuestros propios deseos o al pecado, sino para mostrar la gloria del Señor sirviendo con todo ánimo a sus propósitos (Romanos 12:1). Cuando servimos a los demás por medio de los dones o talentos, se manifiesta el amor de Cristo, fluyendo de nosotros hacia los demás. Así que no nos guardemos nada de lo que Dios nos ha dado, sea de nuestro trabajo, capacidades, o aún si pensamos que tenemos muy poco, dispongámoslo al servicio de Dios y del prójimo, para que él lo multiplique y lo encause de acuerdo a su voluntad.  Oración.

«Padre, que todo lo que me das, aun mi vida, sea puesta en servicio con amor a los demás, que en esas buenas obras que en Cristo has preparado de antemano, pueda participar haciendo tu voluntad, en el nombre de Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 27 de junio de 2021

Vino nuevo en odre nuevo

 


Vino nuevo en odre nuevo

“Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva juntamente.” Mateo 9:16-17

Cuando recibimos a Cristo, somos hechos nuevas criaturas; un nacimiento espiritual que cambia nuestro corazón, pues: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17). Si todo es hecho nuevo, no debemos pensar que podemos seguir practicando las antiguas costumbres del viejo hombre, que nos impulsaban a satisfacer nuestros propios deseos, mezcladas con nuevas cosas.

Por esto, la Palabra de Dios nos enseña que en cuanto a la pasada manera de vivir, nos despojemos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, cambiando nuestra forma de pensar y colocándonos el ropaje de la nueva naturaleza creada según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:22-24), es decir nos ha sido dada la justicia y santidad de Cristo.

A esto se refiere el Señor Jesús cuando habla del vestido viejo al que se le pone un remiendo nuevo y del vino nuevo que se echa en odres viejos, se trata de un cambio total, realizado por Dios que debemos aceptar y experimentar día tras día, no un cambio parcial donde guardamos cosas antiguas con cosas nuevas.

Nuestro corazón debe ser un odre nuevo, lleno de toda la gracia y el amor de Dios, despojándonos de viejos hábitos como la mentira y de todo pecado que nos asedia; este nuevo hombre el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno (Colosenses 3:9-10). Ahora tomemos nuestro lugar, como hijos obedientes no nos amoldemos a los malos deseos que teníamos antes, cuando vivíamos en la ignorancia sin Cristo, sino que seamos santos en todo lo que hagamos, pues santo, santo, santo es el que nos llamó. (1 Pedro 1:14-15) Oración.

«Padre amado, tú me has dado una nueva naturaleza por la fe en Cristo, has colocado en mi tu Santo Espíritu para darme la fuerza y la voluntad de vivir en obediencia. Hoy quiero, motivado por el gran amor que me diste, despojarme completamente del viejo hombre y renunciar a los malos deseos del mundo, a viejos hábitos y a todo pecado que asedia mi vida, para vivir en la santidad que me has otorgado en Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 26 de junio de 2021

El amor de Dios en el Espíritu Santo

 

El amor de Dios en el Espíritu Santo

“Así que, exaltado por la diestra de D


ios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”, Hechos 2:33

“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”, Romanos 5:5

Luego de que Jesús subió a la diestra de Dios, cumple su promesa, cuando dijo en Juan 14:16: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:”, así que todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido esta esperanza firme y segura del Espíritu Santo, que hace real y viva nuestra identidad con Cristo, pues el Padre derramó el mismo Espíritu de su Hijo en nosotros: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6). Es decir, si ahora podemos acercarnos libremente y tener una relación con el Padre, es porque el Hijo habita en nosotros por medio del Espíritu Santo, no solo para decirle “Papito” sino también para vivir en obediencia, tal y como Jesús lo hizo cuando vino a la tierra a morir por nosotros; recordemos que Él fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:8).

Pero el hecho práctico y vivencial que debemos experimentar día a día, que demuestra la presencia del Espíritu de Dios en nosotros y nuestra obediencia, es la comunión con el Padre y el Hijo, manifestada en el amor a nuestros hermanos, porque Cristo oró pidiendo que fuéramos uno, tal como Él lo es con el Padre, que tuviéramos perfección en la unidad para que el mundo conozca a Jesús por medio del vínculo perfecto que tienen sus discípulos (Juan 17:21-23).

Y el vínculo perfecto de su amor, es el camino de excelencia espiritual y moral que tenemos hoy en nosotros, que podemos expresar hacia los demás en paciencia, bondad, dejando toda envidia, jactancia y orgullo. No haciendo nada indebido, ni actuando con egoísmo, no enojándonos fácilmente, ni guardando rencor. No gozándonos de la injusticia, sino regocijándonos de la verdad. Que este amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, se manifieste abundantemente de nosotros hacia nuestro prójimo, fluyendo constantemente, gracias a que habita en nuestro corazón el Espíritu de Dios. (1 Corintios 13:4-7).

Podemos empezar a practicar el amor al prójimo y a nuestros hermanos, de manera inmediata, práctica y notoria, porque nos ha sido provisto por Dios la capacidad para hacerlo, ¿y tú, ya comenzaste a caminar por este camino de excelencia?   Oración.

«Padre, me has amado con amor eterno y por la gracia de Cristo, derramaste en mi corazón el Espíritu de la promesa, para que ahora pueda vivir en comunión con mis hermanos y llevando el verdadero amor a mi prójimo. Te ruego que tu amor me impulse cada día a andar este camino de excelencia y plenitud, en Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 25 de junio de 2021

La vieja levadura

 


La vieja levadura

“¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.”, Mateo 16:11-12

La levadura de los fariseos y saduceos representa la hipocresía religiosa (Lucas 12:1), que se da cuando nos mostramos externamente piadosos y cumpliendo ritos, pidiendo a los demás que cumplan los mandamientos y observancias que exige la ley, pero con un corazón alejado de Dios.

El Señor Jesús explicaba que estos religiosos se sentaban sobre lo enseñado por Moisés, pero no hacían lo que decían (Mateo 23:2-3), atando cargas pesadas en los demás que ni ellos mismos eran capaces de llevar, pero se mostraban públicamente buenos y pretendían ser llamados maestros. (Mateo 23:4-6).

El Señor Jesús los denuncia contundentemente porque no dejan que la luz de Cristo alumbre los corazones de las personas, por eso les dice: “Mas ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.” (Mateo 23:13).

Hoy en día vemos a muchos religiosos haciendo lo mismo, pero también nosotros hemos caído muchas veces en esta hipocresía, teniendo un conocimiento equivocado acerca del mensaje que nos entregó nuestro Señor Jesucristo. El evangelio no se trata de que seamos hombres viejos mejorados, o una mejor versión de nosotros, tampoco viejas costumbres mezcladas con nuevas costumbres y menos una mezcla entre ley y gracia, sino que se trata entonces de aceptar que somos personas nuevas, listas para experimentar el perdón que Cristo nos dio en la cruz y como consecuencia, no tenemos que permanecer practicando ningún pecado fruto de la vieja naturaleza. Debemos, por tanto, identificarnos como nuevas criaturas que han sido recreadas en la fe de Cristo.

Por esto, hablando acerca de un pecado que sucedió en la iglesia primitiva, Pablo por el Espíritu Santo dice: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Corintios 5:7)

Hermanos, estamos llamados a quitar de nosotros toda idea que pretenda cambiar nuestra forma de pensar y de actuar conforme a la Palabra de Dios, o cualquier tendencia que quiera llevarnos a apartarnos de la fe pura y sincera en Cristo.   Oración.

«Padre, guíame con tu Santo Espíritu, en la luz de tu Palabra, a vivir una vida de verdadera piedad, practicando el amor a mi prójimo; quita de mi corazón toda hipocresía y fanatismo religioso, para que ahora viva como el nuevo hombre que ha nacido de nuevo por medio de la fe en Jesucristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 24 de junio de 2021

Una fe que mueve montañas. Parte 2

 


Una fe que mueve montañas. Parte 2

“que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.” Hebreos 11:33-35

El problema del mal entendimiento de la fe, es que pedimos o tenemos fe en lo posible, en lo seguro, en lo que consideramos que es viable, pero vemos en Hebreos capítulo 11 testimonios impactantes de hombres que pusieron su mirada en cosas muy altas, en las celestiales, y que lograron cosas imposibles. (hebreos 11:16)

Así que la verdadera fe, tiene que ver con aquellas cosas imposibles, pero que son conforme a la voluntad de Dios, y que no son para satisfacer nuestros deseos egoístas, sino que tienen un propósito y una misión para la gloria de Dios.

Por esta razón, la fe tiene dos propósitos claros: nuestra salvación por gracia cuando creemos en Cristo, como dice Romanos 5:2 “por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”, pero además, con nuestra provisión presente para suplir nuestra necesidades en la tierra y para cumplir el propósito de Dios en nuestra vida, cuando nos enseña la Palabra: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;” (2 Corintios 9:8). Es decir, Dios a través de la fe nos salva, suple nuestras necesidades, actúa poderosamente para sanar nuestras enfermedades físicas y cualquier otra necesidad que veamos lejana en nuestro entendimiento.

Pero limitamos el accionar de Dios en nosotros, por tener una fe acomodada a cosas posibles, pues si mediante nuestra fe Dios nos salva y nos sustenta abundantemente en todas las cosas para cumplir con el propósito de que el Padre sea glorificado en el Hijo (Juan 14:13), no debemos dudar sino pedir a Dios esa convicción que nos da mediante su Espíritu y permanecer en la seguridad de sus promesas, pues conforme a su Palabra nos alienta a que: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13).   Oración.

«Padre, ayúdame en mis limitaciones, cambia mi mente y mi corazón para entender que para ti no hay nada imposible y que por lo tanto debo fijar mi mirada y colocar mi esperanza en el reino de Dios y su justicia, anhelo ser un héroe de la fe, para darte a ti la gloria y la honra. En Cristo Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 23 de junio de 2021

Una fe que mueve montañas. Parte 1

 


Una fe que mueve montañas. Parte 1

“Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.” Marcos 11:23

Las montañas representan las dificultades, los imposibles, aquello que vemos tan grande, que percibimos imposible en nuestra humanidad, pero Dios en su divinidad, no lo percibe así, para Él no hay nada imposible (Lucas 1:37). Acerca de esta fe que mueve montañas Jesús nos enseña dos cosas: Dijere y no dudare en su corazón.

Dijere se refiere a lo que declaramos, pero no debemos entender mal creyendo que lo que declaremos será hecho, sino que cuando declaramos la verdad de Dios, la verdad de su Palabra, en cualquier situación y creemos, conforme a su voluntad, será hecho.

Y no dudare, habla de dejar toda incredulidad, y mejor entender que aquello en lo que debemos fijar la mirada para tener seguridad, el objeto de nuestra fe, es Cristo mismo; porque muchas veces ponemos la mirada en cosas temporales y dudamos ante las circunstancias difíciles, porque claramente hemos colocado nuestra mirada en la tormenta y no en el Dios que la puede calmar. En este punto se trata de pedir con fe, conforme a la seguridad y garantía de sus promesas, no dudando de aquel que las hizo (Santiago 1:6) y considerando que poderoso es Dios para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros (Efesios 3:20). Oración.

«Padre, guíame a tener una fe que mueva las montañas de las dificultades y las quite de en medio, para mostrar tu gloria en mi vida, pues tienes el control y para ti no hay nada imposible. Te entrego Señor mi corazón para que quites toda duda y lo llenes de la convicción que solo tu Espíritu nos da. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 22 de junio de 2021

Agradecidos

 


Agradecidos

“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” Colosenses 3:16

¿Por cuántas cosas debemos estar agradecidos con Dios?, con toda seguridad, por muchas, pero a veces caemos en ingratitud, se nos olvida de donde nos ha sacado el Señor. Esta situación la observamos en la Palabra de Dios, a través del pueblo de Israel, cuando Dios los liberó de la esclavitud, los bendijo y les proveyó para todas sus necesidades, pero ellos se olvidaban de Él, una vez se sentían cómodos, para ir detrás de ídolos.

El Señor antes de que entraran a la tierra prometida, les prevenía para que no llenaran de orgullo su corazón y se olvidaran de Él, para ir tras otros dioses, (Deuteronomio 8:14), y también de considerar equivocadamente que el pueblo por su propio poder y fuerza había logrado las bendiciones y riquezas que tendrían (Deuteronomio 8:17).

Ahora, a su iglesia, el Señor Jesucristo nos previene de no olvidarnos del gran amor que fue derramado en nuestro corazón, ese primer amor que sucedió cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, y nos amonesta a arrepentirnos y a recordar de dónde nos sacó, para no olvidarnos de Él, y ser agradecidos, obedeciendo a su amor y su guía. (Apocalipsis 2:4-5)

En pocas palabras, la mejor expresión de agradecimiento a Dios es nuestra obediencia. Un corazón agradecido no se olvida de su Redentor, de aquel que pagó un alto precio para que ahora nosotros tengamos libertad, gozo, abundantes bendiciones espirituales y provisión para nuestras necesidades. Por esto, debemos recordarnos unos a otros, exhortándonos y enseñándonos unos a otros con amor la palabra de Dios, no sea que ahora viviendo en nuestra tierra prometida, que es Cristo mismo, estemos adormecidos en las bendiciones de nuestro generoso Dios, colocando nuestra mirada en las cosas y no en el dador, que es bendito por siempre, amén.  Oración.

«Padre, no quiero olvidarme de todo lo que hiciste por mí, cuán agradecido estoy por liberarme del pecado y de sus terribles consecuencias, quiero honrarte obedeciendo por amor a Cristo, la ley del amor, amando a mi prójimo con la abundante gracia que colocaste en mi corazón. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 21 de junio de 2021

¿Podremos acaso ser salvos?

 ¿Podremos acaso ser salvos?

“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” Juan 8:34

“Saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos; he aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?” Isaías 64:5

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” Lucas 4:18-19

El pecado es el problema esencial de todo hombre, si observamos nuestros conflictos, dificultades, enfermedades, derivan de una forma u otra del pecado, ya sea propio o de otros, de una manera u otra nos afecta a todos. Y para esto vino Jesús, para liberar a los cautivos, romper las cadenas y liberar a los presos, sí, liberarnos del pecado, que nos coloca en la prisión de la cual ningún hombre puede salir por sí mismo.

Estas son las buenas noticias que Cristo vino a pregonar, que Dios por medio de la fe en Él, perdona nuestros pecados, porque Él siendo inocente murió por nosotros los culpables, para liberarnos del yugo de esclavitud, pero es necesario acercarse a la cruz, cambiar nuestra forma de pensar, a esto se refiere el arrepentimiento, dejar de pensar que ya no tenemos arreglo, o que nada ni nadie nos puede cambiar, ¡Jesús sí puede! Por esta razón nos envió a muchos a anunciar esta buena noticia: “y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47).

Ahora, ¿qué vas a hacer tú, frente a esta buena nueva? Te puedes quedar como un simple lector u oyente pasivo, o puedes tomar para ti este regalo de su gracia y amor, entonces ¿podremos acaso ser salvos?, claro que sí, pues en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos, solo en Jesús (Hechos 4:12).    Oración.

«Señor Jesús, salva mi vida hoy, liberándome del pecado que me esclaviza, no puedo en mis fuerzas, reconozco que mi soberbia y mi orgullo me han alejado de ti, pero quiero ahora depender totalmente de tu gran amor, lávame de mi maldad y haz de mí una nueva creación, cambia mi corazón para obedecerte, hoy me rindo ante ti. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 20 de junio de 2021

La revelación de Cristo en nosotros

 

La revelación de Cristo en nosotros


“En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. “Lucas 10:21-22

De los labios de los más sencillos el Señor revela las cosas más profundas, por esto se regocijó Jesús, porque la revelación del reino de Dios y su justicia no se dio a los que creen mediante la sabiduría humana, ni tampoco por medio de señales, sino a través de ‘la locura de la predicación’, como lo muestra la escritura, cuando dice: “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; más para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.” (1 Corintios 1:22-24).

Y ahora, en el presente, el mismo Cristo que es poder y sabiduría de Dios, se da a conocer por medio de todos los que lo recibimos, de los que creemos en su nombre cuando aceptamos el evangelio, por esto, el Señor nos enseña a volvernos como niños: “y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.”, en el sentido de entregarle voluntariamente nuestra vida, confiando plenamente en Él, doblegando nuestro orgullo y autosuficiencia; por esto dice a continuación: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” (Mateo 18:4).

Así mismo, el Señor muestra su verdad y se da a conocer a quienes le buscan con corazón dispuesto, por lo tanto como nos enseña Jeremías 33:3 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”, pidamos a Dios en oración que nos revele aquellas cosas ocultas que necesitamos conocer para alcanzar nuestra madurez espiritual y crecer cada día en el conocimiento de Cristo, que nos dé la profundidad de entender todas las bendiciones que tenemos en Él, para que toda su gracia y amor sean reflejados en nuestra vida.   Oración.

«Padre, que la sabiduría y poder de Cristo, sean reflejadas a través de mi vida, por esto te pido que me ayudes con la guía de tu Espíritu a tener un testimonio diario de amor hacia mi prójimo, mostrando el fruto de mi fe. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 19 de junio de 2021

Sanidad del cuerpo

 

Sanidad del cuerpo


“Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias;” Salmos 103:3

“Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía.” Marcos 1:30-31

Hoy estamos llamados a clamar por los enfermos, por aquellos que están pasando por esta dificultad, para que el Señor los conforte y aliente en el lecho de dolor (Salmos 41:3). Mañana podríamos ser nosotros, nadie está exento pues vivimos en un mundo caído que heredó la enfermedad y la muerte, fruto del pecado de Adán. Pero así como entró la enfermedad y la muerte por Adán, por medio de Cristo, entró la sanidad y la vida abundante, y en la futura redención de nuestros cuerpos, la vida eterna. (1 Corintios 15:21).

Confiemos en lo que declara la escritura “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.” (1 Corintios 15:22), pues Dios es poderoso para devolver la salud física; así como hizo con la suegra de Pedro, pidamos hoy que tome de la mano a los enfermos y ellos recuperen la salud, para que puedan servirle.

No tenemos un Dios ajeno a nuestras dolencias, aunque nos hemos apartado y colocado nuestra confianza en el mundo, es momento de volver a Él, pues sus oídos están atentos a nuestras oraciones, pero nuestra fe y esperanza debe estar hoy puesta en Jesús, pues toda sanidad es fruto de nuestra fe en sus promesas; hoy acordémonos de lo que Él es y de lo que Él puede hacer por nosotros, por nuestros amigos y familiares en enfermedad, y oremos a Dios con toda confianza meditando en su Palabra y tomándola para nosotros, declarando: Señor, perdona todas mis iniquidades y sana todas mis dolencias y las dolencias de mis familiares y amigos.

“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Romanos 8:11)    Oración.

«Padre, nada hay imposible para ti, por medio de Cristo me has salvado y me has sanado de mi enfermedad espiritual, y también hoy quiero recibir sanidad de mis dolencias físicas. Te clamo mi Dios sanador, por todos los que están en su lecho de dolor y enfermedad para que los tomes de tu mano, les des fortaleza en medio de su dificultad y conforme a tu voluntad restaures su salud. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 18 de junio de 2021

Todo lo que necesito. Parte 2

 


Todo lo que necesito. Parte 2

“Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” 1 Crónicas 29:14

“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” Colosenses 2:9-10

Él me da todo lo que necesito, porque: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,” (2 Pedro 1:3), en Él tengo toda bendición gracias a sus preciosas promesas que suplen nuestras necesidades, primero espirituales, y luego todo lo que en su voluntad y dirección pudiéramos requerir según sus propósitos. (2 Pedro 1:4)

Y al final, ¿qué pudiéramos devolverle si todo es suyo?; en esto reflexionó David, y solo podemos ofrecerle alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre, que reconocen el gran favor de Dios y esto debe llevarnos a que el orgullo no habite en nosotros, pues realmente de Él viene todo lo bueno que nos puede pasar y que pudiéramos tener (Santiago 1:17).

Dios nos da su favor y bendición espiritual al mostrarnos y revelarnos a Cristo, y también nos llena de bendición material al suplir todas nuestras necesidades conforme a las riquezas en gloria en Cristo (Filipenses 4:19).

Así que, si hemos invitado a Cristo a morar en nuestro corazón, si hemos recibido su evangelio, entonces en nosotros habita toda su plenitud y por lo tanto estamos completos en Él. Nuestro sustento viene de Él, no de los hombres, porque Dios nos ha dado un gran valor en Cristo, por eso nos dice en la escritura “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26).

Y como consecuencia de recibir de su plenitud, ahora debemos ser generosos en todo, si Él me ha enriquecido en todo para toda liberalidad, es para dar a otros con la misma generosidad con que Dios me ha dado y los que reciben de nuestra abundancia glorifiquen a Dios al ver nuestro testimonio. (2 corintios 9:10-12)   Oración.

«Padre, que toda bendición que tú me das de tu mano generosa, pueda retribuirla de la misma manera a otros, con la misma plenitud y favor que me has dado en Cristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 17 de junio de 2021

Caer de la gracia

 

Caer de la gracia

“De Cristo os desligas


teis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”, Gálatas 5:4

Muchos podemos caer de la gracia, no perdemos la salvación, pero regresamos a ser guiados por nuestra vieja naturaleza, por varias razones:

Primero, porque nos dejamos engañar por doctrinas equivocadas que quieren colocar cargas de condenación, para llevarnos a tratar de agradar a Dios por medio de rudimentos y mandamientos de hombres, que aparentan piedad pero que nada pueden hacer frente a los apetitos de la carne, como lo explica el libro de Colosenses que podemos estudiar para entender, que la forma más fácil de caer de la gracia es volvernos religiosos, tratando de agradar a Dios por las obras de nuestra propia justicia (Colosenses 2:20-23).

Entonces la fe que obra por el amor es la fuente que ahora nos impulsa a que tengamos un testimonio real de NO obedecer al pecado. Y si Cristo nos liberó, nuestra libertad no debemos usarla como ocasión para la carne, sino para servir por amor a otros, porque el que ama cumple toda la ley. (Gálatas 5:13-14)

Lo anterior nos lleva al segundo aspecto que nos puede hacer caer de la gracia de Dios, y es andar en la carne, obedeciendo nuevamente a nuestros deseos y no andando guiados por el Espíritu, pues si somos guiados por él, no estamos bajo la ley, por lo tanto no hay condenación ni maldición como consecuencia de no cumplirla (Deuteronomio 11:26-28).

Si andamos por el Espíritu somos guiados por él y el pecado no tiene poder sobre nosotros, así que no nos hagamos orgullosos y llenos de vanagloria, soltémonos del yugo de dependencia de nosotros mismos, y crucifiquemos a diario la carne colocando nuestra confianza en la guía del Espíritu de amor que ahora mora en nosotros.

El tercer aspecto que puede hacernos caer de la gracia, al desligarnos de la dependencia a Cristo, es tergiversar o adulterar la verdadera gracia de Dios, cambiándola por libertinaje o un permiso para pecar, por la ignorancia de la verdadera doctrina de Cristo, pensando que no hay consecuencia por el pecado, ir del extremo religioso de hipocresía que demanda perfecta obediencia a la ley, al extremo de ignorar al maligno y sus maquinaciones, y de ignorar que el pecado trae consecuencias destructivas y dolorosas a nuestra vida, y solo la verdadera gracia de Dios nos da la fuerza para no ceder ante el pecado.

Hermano, la gracia de Dios nos sostiene para no pecar, pero también nos bendice para dar; la ley demanda, la gracia provee. Si nos ha proveído tantas riquezas espirituales, tanta bendición sobreabundante, ¿hemos de ser esclavos nuevamente y caer de la gracia o mejor es obedecer permaneciendo en el gran amor inmensurable de Dios en Cristo?  Oración.

«Señor, quiero permanecer en ti, que tu gracia y amor rebosen en mi, porque ninguna condenación hay para los que estamos en Cristo Jesús, porque al morir en Cristo a mi vieja naturaleza, el pecado no tiene poder sobre mi, soy libre para vivir una vida en santidad y servicio a ti, en el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 16 de junio de 2021

No seamos engañados por el mal

 

No seamos engañados por el mal


“Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará.”, Daniel 11:32

“inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.”, 2 Tesalonicenses 2:9-12

La Palabra de Dios, predice la venida de un ser que encarna la maldad de Satanás, un ser que se opone a la verdad de Cristo y que su principal arma es la mentira y el engaño, para hacer desviar a todos los que no reciben el amor de la verdad (a Jesús) para ser salvos.

Pero ya han venido y están surgiendo muchos anticristos, con estas mismas características, lo anticipa el apóstol Juan, el último apóstol que vivió, “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene, así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo.” (1 Juan 2:18) y estos son aquellos que se desviaron de la fe tomando como verdad ideologías humanas, o mezclando el evangelio de la gracia de Dios con las obras que demanda la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gálatas 2:16).

Y todo aquel que se opone al amor y la verdad de Cristo, busca su propia gloria, se ha llenado de orgullo; por esto necesitamos volver a las sendas antiguas, preguntar por ellas, buscarlas con todo esmero, volver a la sana doctrina, para estar preparados y no ser víctimas del engaño, debido a nuestra ignorancia de las escrituras. Pero muchos no quieren andar por ellas, como nos dice Jeremías 6:16: ”Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”, pues también muchos han perdido el interés por el buen camino, por causa de los mercaderes de la fe, los cuales por el amor al dinero, por codiciarlo, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1Timoteo 6:10). Se causaron daño a sí mismos y a otros, por buscar el dinero, antes que glorificar a Cristo.

También el Espíritu Santo anticipa estos tiempos, anunciándonos que muchos se apartarán de la fe, escuchando a personas con espíritu de engaño, y enseñanzas que provienen de demonios, que querrán agregar leyes y rudimentos religiosos (1 Timoteo 4:1-3), pero, ¿qué debemos hacer nosotros frente al panorama actual de apostasía, de muchos que abandonan o se oponen a la fe? Como nos enseña el versículo de hoy, el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará, ante los engañadores, anunciando hoy más que nunca el evangelio puro y lleno de amor que Cristo nos enseñó.

Si hemos recibido el amor de Cristo para ser salvos, preparémonos diligentemente en conocer la sana doctrina y apropiarnos de toda su gracia y justicia, para que el pecado no more en nuestros cuerpos mortales y podamos ser instrumentos usados por Dios para esforzarnos y actuar llevando el evangelio de la paz a todo ser humano, para que muchos por nuestro testimonio, amor y verdad puedan ser salvados por Cristo mismo y sea despertada su conciencia para no seguir en el engaño del maligno.  Oración.

«Padre, no quiero estar adormecido, he creído en el nombre de tu hijo amado Jesucristo, para ser verdaderamente libre y no ser víctima del engaño del maligno, por esto quiero hacer tu voluntad, esforzarme y actuar en reflejar la imagen viva de Cristo en mí, siendo testimonio en amor, buenas obras y anunciando el evangelio de la gracia a todos mis vecinos, hermanos y familiares. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 15 de junio de 2021

La gracia de Cristo y la libertad de la condenación.

 

La gracia de Cristo y la libertad de la condenación.


“Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios;” Romanos 10:3

“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” Gálatas 3:10

El evangelio no trata sobre el comportamiento correcto, sino sobre la creencia correcta, que produce un comportamiento correcto.

La ley es santa y el mandamiento es santo, justo y bueno. (Romanos 7:12), pero debido a nuestra naturaleza de pecado, a nuestra tendencia a pecar, no podemos cumplirla, aún si nos propusiéramos hacerlo; pero fallaría quien guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. (Santiago 2:10). Sin embargo, debemos estudiar, enseñar y entender cuál es el propósito de la ley, y claro que debemos cumplirla, pero no en nuestra fuerza, sino por amor; nuestra obediencia es la respuesta a la gracia y al amor derramado en nuestro corazón. (Mateo 5:19)

Si no podemos, debido a nuestra naturaleza, cumplir el mandamiento justo de Dios, entonces somos condenados y viene sobre nosotros la maldición, (Deuteronomio 11:26-27, Deuteronomio 28:15-20). Entonces la ley de Dios, nos revela nuestra condición real y nuestra necesidad urgente de un Salvador, de alguien que nos redima; por esto, Cristo no vino a derogar la ley sino a cumplirla (Mateo 5:17), cuando nuestro Señor muere en la cruz, anula el acta de decretos que estaba en nuestra contra y reclamaba nuestra muerte por ser culpables debido a nuestros delitos y pecados, (Colosenses 2:14) y se hace maldición por nosotros como nos explica claramente la escritura: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero,” (Gálatas 3:13).

Entonces debemos entender que la ley exige santidad, que ahora la gracia de Cristo provee para nosotros, para que podamos ser santos como Dios es santo (1 Pedro 1:16) y la ley demanda justicia ante el pecado que la gracia de Cristo nos ofrece gratuitamente, el don de justicia por medio de la fe: “porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4). Por lo tanto, si somos justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, (Romanos 3:24), tenemos paz con Dios y somos libres, no para usar la libertad para pecar, sino para vencer el pecado, para no practicarlo más, porque hemos muerto juntamente con Cristo y si el viejo hombre fue muerto, el pecado no tiene poder sobre nosotros, precisamente porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Romanos 6:14).

 

Hermanos, la misma gracia que nos salvó, es ahora la misma gracia que nos sostiene para que el pecado no domine en nuestra vida, y podamos vivir vidas santas y agradables a Dios, haciendo su voluntad. Entender el mensaje de gracia del evangelio de Cristo, lo cambia todo, porque no podemos procurar colocar nuestra propia justicia, sino ser hallados en Cristo por medio de la fe, como el Espíritu revela a Pablo, el cual fue un hombre que inicialmente vivía en la ley: “y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;” (Filipenses 3:9). Clamo a Dios, que meditemos en estas enseñanzas y nos sea revelado este conocimiento para vivir vidas libres de condenación y vidas santas como consecuencia de recibir el gran amor de Dios que ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo.   Oración

«Padre, por la fe en tu hijo Jesús me has rescatado para ser verdaderamente libre, quiero entender profundamente toda la dimensión de la gracia que has derramado en mí, para ser sostenido y que el pecado no tenga dominio sobre mí. En el nombre de Jesús, mi Redentor. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 14 de junio de 2021

Cinco palabras para

 


                                                             Cinco palabras para memorizarlas.                                                 Hay cinco palabras que todo creyente debe saber y poder explicar. Para demostrar nuestra Fe y Tener confianza en lo que creemos es muy importante, ya que las culturas se vuelven cada vez más decididas en su persecución a los cristianos.

Redimidos: La sangre derramada del Señor Jesús redime a los creyentes (1 Pedro. 1.18, 19). Esto significa que somos comprados de una vida de esclavitud al pecado. Perdonados: Además, recibimos perdón; los errores de nuestro pasado, presente y futuro son quitados totalmente (Efesios. 1.7, 8). Para el resto de la eternidad, Dios ve a sus hijos a través del "velo" de la sangre de Cristo, que los hace puros y santos. Todo aquel que confía en Jesús es declarado inocente (justificado, según Romanos 5.8, 9), y puesto en relación con Dios (reconciliado, según Colosenses 1.19-22). Santificado: Este cambio inalterable de la condición de pecador a santo, sucede en el momento que una persona recibe a Cristo como Salvador.

La última palabra, santificado, describe el proceso de maduración que dura toda la vida, que comienza cuando una persona pone su fe en el Salvador (He 13.12). El santo es apartado del resto de la humanidad con el propósito de hacerlo parecido a Cristo. Por medio de las pruebas y la enseñanza, Dios "vacía" nuestro viejo yo, y llena nuestro corazón y nuestra vida con la vida de Jesucristo.

Estas cinco palabras cuentan la verdad de nuestra fe. Medite en los versículos relacionados con cada una de ellas, y pídale a Dios que escriba el significado de ellos en su corazón. Si confiamos en lo que creemos, podremos ser una luz para los demás, inclusive ante la amenaza de dolor. Estas cinco palabras cuentan la historia de nuestra fe y el entenderlas puede cambiar su vida. Oración. Padre santo ayúdame a que estas cinco palabras las haga rema en mi corazon. Que son. Redimidos. Perdonados. Justificados. Reconciliados. Santificados. Amen. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 13 de junio de 2021

Exceso de cosas materiales

 

Exceso de cosas materiales


“porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:7-10

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” Mateo 6:33-34

Estamos viendo cómo se nos está llevando cada vez más a consumir en exceso productos y servicios, que luego nos autodestruyen, dañando nuestra salud y produciendo dependencias. Claro que el Señor nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos, pero no debemos poner la esperanza en las cosas y menos en las riquezas de este mundo, actuando con altivez (1 Timoteo 6:17), es decir, el problema inicia cuando son las cosas materiales las que nos controlan, cuando tenemos deseos incontenibles por tener o por consumir algo. En muchos casos son situaciones en que debemos buscar ayuda médica, pero esencialmente estamos llamados a colocar nuestra esperanza solo en Dios.

Por esto el Señor Jesús, nos enseña a no afanarnos por el tener, sino por el ser; eso es lo que significa “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia”, ya que por medio de la fe en él, somos hechos nuevas criaturas que reciben el don de justicia de Dios y somos regenerados para vivir agradando a Dios, no para dar gusto a nuestros sentidos sino para usar nuestro cuerpo como instrumento de justicia (Romanos 6:13).

Entonces, siendo reconciliados con Dios por medio de Cristo, tenemos paz y somos libres de pecado y de toda dependencia, podemos de esta manera depositar toda nuestra ansiedad por medio de la oración a nuestro Padre Dios, ya que Él cuida de nosotros (Filipenses 4:6-7), nos libra de los excesos para tener una vida donde podamos colocar en práctica la justicia, la piedad y dominio propio, por la gracia de Dios (Tito 2:11-12).   Oración.

«Señor, tú sabes que te necesito, que tú eres quien me llena de amor y quita toda ansiedad, puedo estar en paz y saber que todo lo que necesito me lo das, conforme a tu voluntad, así mismo me das la capacidad de disfrutar todas las cosas sin que estas me lleven a los excesos, guíame con tu Espíritu a vivir una vida que te agrade, practicando el dominio propio y el amor que has colocado en mi corazón, por medio de la fe en Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 12 de junio de 2021

Un corazón endurecido

 


Un corazón endurecido

“porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, ¡no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.” Marcos 6:50-52

Jesús había alimentado a 5000 hombres, con cinco panes y dos peces, y había andado sobre el mar, pero aun así, sus discípulos temían y desconfiaban, su corazón estaba endurecido, a pesar de mirar el gran poder de Cristo, no entendían la magnitud de lo que había pasado ni quién era el que había demostrado tal poder.

Para Dios no hay nada imposible, pero nosotros muchas veces lo dudamos, así como sus discípulos, si nuestro corazón está endurecido no comprendemos el gran poder de Dios, y no percibimos sus maravillas.

Y la raíz de un corazón endurecido tiene que ver con la confianza que tenemos en Dios o en quien la colocamos, si es en el hombre, o en nuestra propia fuerza o capacidad, no veremos cuando venga el bien o la bendición, porque nuestra atención está cautivada por lo que podamos hacer nosotros o por lo que esperamos de otros, no tenemos la expectativa ni la perspectiva en Dios, como dice Jeremías 17:5-6 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada”. Como consecuencia de persistir en no confiar en Dios, nuestro corazón se endurece y no entendemos su propósito para nuestra vida y tampoco podemos andar en él.

Pero si nuestra confianza está puesta en Dios, nuestra mirada en Jesús, en lo que él es, lo que él hace en nuestra vida y en su provisión, seremos tal como dice Jeremías 17: 7-8 “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”, no solo veremos la bendición sino que estaremos en la capacidad de tomarla, de disfrutarla y así bendecir a otros.

Puedes no solo maravillarte de lo que hace Dios, sino también disfrutar de su amor, su protección y de su provisión, si abandonas la autosuficiencia y dejas de tener esperanza en otro ser humano para que te ofrezca algo o te ayude, pues solo en el Señor debe estar puesta nuestra confianza. Entonces, ¿En quién confías, en el Dios que calma las tormentas, en tu propia fuerza o en la fuerza de otro ser humano?   Oración.

«Padre, ayúdame para que mi corazón esté siempre confiado en ti, para que no se endurezca y se vuelva insensible a tu llamado, permíteme estar atento a la guía de tu Santo Espíritu por medio de tu Palabra, que me llevan a toda bendición y a ser luz para los demás. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 11 de junio de 2021

¿Cómo deleitarnos en el Señor?

 


¿Cómo deleitarnos en el Señor?

“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”, Salmo 37:4

“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”, Sofonías 3:17

Deleitarme en el Señor se trata de saber que en medio de circunstancias externas no favorables, mi atención, esperanza y recompensa están en Dios, en todo lo que Él tiene para mí y en su propósito para mi vida.

Me deleito en algo no solo porque me gusta o me hace sentir bien, sino porque tengo la seguridad de que lo que vendrá será lo mejor que me pueda pasar, entonces deleitarse no se trata de estar feliz pensando equivocadamente que el Señor satisfará todos mis caprichos, sino porque lo que Él me dará es más alto, sublime y mucho mejor, que aquello que espero o puedo desear, “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Podemos específicamente deleitarnos en las siguientes cosas:

En su Palabra: así como Jesús nos dijo en Juan 15:11: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” y también dice el Salmo “Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.” (Salmos 119:16). Nos deleitamos en la presencia de Dios cuando la encontramos en la intimidad de la oración, “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. (Salmo 16:11), también en hacer su voluntad siguiendo el plan de Dios para nuestra vida que está revelado en la Escritura, “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.” (Salmo 40:8), en la provisión y providencia de Dios en nuestra vida, “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24)

Así que me deleito en su Palabra, en la presencia de Dios, en hacer su voluntad y en su generosa providencia, esto me llena de su amor, que lo llena todo y completa mi gozo. Pero hay un resultado maravilloso de deleitarnos en el Señor y es que trae también gozo a Dios, porque lo que hacemos le agrada; al tener una vida aprobada por Dios, hay deleite para nosotros y regocijo para Dios. Como un padre que se alegra por los buenos frutos y obediencia de sus hijos, así mismo nuestro Padre Celestial se goza porque hacemos su voluntad identificados con Jesús. Nuestro deleite en Cristo agrada a Dios. Así que no perdamos oportunidad para deleitarnos en el Señor.  Oración.

«Me deleito mi Señor en tu presencia, en obedecer tu Palabra gracias al amor puesto en mi corazón, guía mi camino para que todas mis acciones te glorifiquen y te agraden, quiero ser un siervo aprobado, un hijo obediente del cual sientas regocijo, por medio de la fe en Cristo Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 10 de junio de 2021

Cristo está vivo

 


Cristo está vivo

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”, Hechos 1:6-11

El Señor Jesús antes de ascender a los cielos dio pruebas de su resurrección a muchos de nuestros hermanos del primer siglo, lo hizo para que afianzaran su fe y siguieran anunciando las buenas nuevas, aceptaron este desafío en un tiempo donde muchos negaban este hecho. Muchos aún niegan el realismo de la resurrección corporal de Cristo y rechazan la declaración de San Lucas cuando afirmó que Jesús estaba vivo y fue visto por un gran número de personas. Lastimosamente, para muchos Jesús está muerto y la única imagen que observan es su cuerpo clavado en la cruz.

Sin embargo, Cristo está vivo y sigue cambiando y transformando las vidas de todos los que depositan su fe en Él. El diablo sabe eso y por eso levanta argumentos para atacar la estructura de la doctrina cristiana y en estos últimos tiempos la apostasía ha llegado a muchos corazones.

Nuestra vida y testimonio es otra prueba indubitable de que Cristo es un Dios vivo que puede hacer grandes cosas en este mundo incrédulo. Dichosos los que creen en Él sin haberlo visto, los que lo sentimos y lo dejamos vivir en nosotros a través de su Santo Espíritu. Como dice Romanos 8:11” Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Cada creyente renovado es un testimonio del Dios vivo.  Oración.

Gracias Jesús porque resucitaste, con esto nos has dado una prueba indudable para nuestra fe, eres el Dios Vivo que merece todo honor y gloria por los siglos, por eso no debemos temer, pues tú estás por encima de la muerte. Gracias por darnos la esperanza de la resurrección. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 9 de junio de 2021

Confía en el Señor y deléitate en él

 


Confía en el Señor y deléitate en él

“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmos 37:3-4

Uno de los grandes problemas de los seres humanos, es que por falta de confianza en Dios, hacemos las cosas en nuestra fuerza y terminamos sufriendo las consecuencias. Hacemos un negocio pensando que saldrá bien y hasta decimos “con la ayuda de Dios”, pero no lo hemos consultado, no sabemos lo que Él dice acerca de ese asunto en su Palabra, o no hemos orado ni mucho menos esperado su respuesta.

Tampoco hemos consultado a alguien de la iglesia, maduro espiritualmente, sino que al final ha sido nuestra “voluntad” o en muchas ocasiones nuestro capricho. Con esto demostramos que no confiamos y que no esperamos en su providencia.

En el Salmo 37:4, la exhortación para ‘deleitarte en el Señor’, se traduce de la palabra hebrea «anag», que significa ‘ser suave o flexible’, es decir, que denota que alguien que se deleita en el Señor, se deja moldear por Él, se extiende en los brazos del Señor con absoluta confianza. Por eso, no tiene que ver con nuestras emociones, sino con nuestra voluntad, de depositar nuestra esperanza y confianza total en lo que Dios es y en lo que Él hará.

Por esta razón, el Salmo de hoy nos invita a confiar en Dios, pero con un detalle muy poderoso, deleitándonos a sí mismos en Él, lo que también significa que en la presencia de Dios experimentamos plenitud de gozo, como se confirma en el Salmo 16:11 “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”, es decir, si confiamos plenamente en Él, nos deleitamos en su presencia, aún en medio de las dificultades, pero también lo tenemos en cuenta en todas nuestras decisiones, es decir, en todo tiempo.

¿Te dejas moldear por el Señor? Entonces con toda seguridad te deleitas en Él, ¿consultas a Dios antes de tomar cualquier decisión por pequeña que sea?, con certeza, te estás deleitando en el Señor. ¿Aceptas la prueba como parte de tu crecimiento y perseveras en su Palabra a pesar de las dificultades? Esto es evidencia de que Dios está formando el carácter de Cristo en ti y que has aceptado que el Alfarero te moldee con su amor. Si no te deleitas en el Señor, es momento de confiar plenamente en Él, e ir de rodillas, extendiendo tus brazos y como consecuencia, todo lo que pidas será concedido porque pides de acuerdo a su voluntad.

Confianza, dependencia y permanencia en Dios, es nuestro verdadero deleite.   Oración.

«Señor, en tu presencia encuentro la plenitud y la llenura que no encuentro en el mundo, por eso me deleito en ti, a pesar de las dificultades, sé que cada situación es para mí edificación y que al final, tu gloria se manifestará en mi vida, la obra que haces en mi será vista por otros, para que se acerquen a ti y juntos nos deleitemos en tu presencia, con alabanza y agradecimiento, por tu gran amor. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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