viernes, 30 de junio de 2017

Romanos.8.v14-17


Romanos.8.v14-17 Pablo toma la adopción para ilustrar la nueva relación del creyente con Dios. En la cultura romana, la persona adoptada perdía todos sus derechos en su familia anterior y ganaba los derechos de un hijo legítimo en su nueva familia. Se convertía en heredero de las posesiones de su nuevo padre. Asimismo, cuando uno acepta a Cristo, gana todos los privilegios y responsabilidades de un hijo en la familia de Dios. Uno de estos privilegios notables es recibir la dirección del Espíritu Santo (véase Gal_4:5-6). Quizás no sintamos siempre que pertenecemos a Dios, pero el Espíritu Santo es nuestro testigo. Su presencia en nosotros nos recuerda quiénes somos, y nos anima con su amor divino (Gal_5:5).

8.14-17 Ya no somos esclavos temerosos y viles. Ahora somos hijos del Amo. ¡Qué privilegio! Debido a que somos hijos de Dios, disfrutamos de grandes riquezas como coherederos. Dios ya nos ha dado sus mejores regalos: su Hijo, perdón, vida eterna; y nos anima a pedirle todo lo que necesitemos.

8.17 Identificarse uno con Jesús tiene un precio. Junto con las grandes riquezas que menciona, Pablo habla de los sufrimientos que los cristianos enfrentarán. ¿Qué clase de sufrimientos serán? Para los creyentes del primer siglo hubo consecuencias sociales y económicas, y muchos enfrentaron persecución y muerte. Nosotros también debemos pagar un precio por seguir a Jesús. En muchos lugares del mundo actual, los cristianos enfrentan presiones tan severas como las de los primeros seguidores de Cristo. Aun en países donde el cristianismo se tolera o alienta, los cristianos no deben bajar la guardia. Vivir como Cristo lo hizo (servir a otros, ceder sus derechos, resistir las presiones para conformarse al mundo) siempre exige un precio. Nada que suframos, sin embargo, podrá compararse al gran precio que Jesús pagó por nosotros para salvarnos.

jueves, 29 de junio de 2017

AMAN, EL HOMBRE QUE TRAMÓ DESTRUIR Al PUEBLO DE DIOS


AMAN, EL HOMBRE QUE TRAMÓ DESTRUIR Al PUEBLO DE DIOS Y TERMINÓ AHORCADO.







Amán, era el primer ministro del Rey Azuero, gobernante de 127 provincias, desde La India hasta Etiopía, con su asiento en la ciudad de Susa en Persia.  



Era un hombre lleno de intrigas y maldad, que alcanzó grandes honores y poder en la corte. 



Amán decidió matar a todos los judíos del reino para apoderarse de sus bienes, dada su ambición desmedida.



En su afán y delirio de grandeza, logró que el Rey Azuero le exigiera al pueblo mediante decreto que se arrodillarse ante el, a su paso.  Mardoqueo, un judío justo y creyente en que solo debía arrodillarse ante Dios, no se inclinaba como lo había ordenado el rey. 



Cuando se le preguntó a Mardoqueo por qué traspasaba el mandato real, él declara que es judío y por mandamiento religioso no puede acceder a tal cosa ya que Amán (Amán) era descendiente de los amalecitas (agaguita, agagueo) y por lo tanto enemigos del Dios de Mardoqueo, Jehová. 



Amán jura destruir a los judíos por esta causa y mandó a construir una horca para colgar a Mardoqueo. 



Consiguió aprobar bajo sello real un edicto de exterminio de los judíos en el día 13 del mes doce, el mes de Adar, y se distribuyó a todas las provincias en diferentes idiomas.



Pero le falló algo a  Amán.  Ignoraba que Ester, la reina y esposa de Azuero, era judía y sobrina de Mardoqueo y que este, anteriormente le había salvado la vida al Rey Azuero, denunciado un complot para asesinarlo. 



En conformidad con la información y el consejo de Mardoqueo, Ester reveló al rey el propósito inicuo del complot de Amán. 



La actuación de Amán, hizo que aumentase la cólera del rey y este fue colgado en la misma horca que había mandado construir para Mardoqueo. 



A petición de Ester, el rey promulgó un segundo decreto autorizando a los judíos a defender su vida en el día que se había fijado para su exterminio. 



Debido al edicto del rey y por temor a Mardoqueo, quien había reemplazado a Amán como primer ministro, los gobernadores y oficiales del imperio, ayudaron a los judíos a lograr una victoria total sobre sus enemigos. 



Las instrucciones de Mardoqueo confirmadas por Ester, establecieron que los judíos celebraran anualmente la fiesta de Purim, costumbre que ha continuado hasta la actualidad.



Todo aquel que atenta contra los hijos de Dios, más temprano que tarde, cae víctima de sus propias maquinaciones. En estos últimos tiempos se están levantando muchos Amanes por todo el Mundo que quieren acallar a la Iglesia de Cristo para que no se hable de la Biblia que es la Palabra de Dios. Pero su fin de ellos será el mismo que tubo Mardoqueo porque horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo que hizo los cielos y la tierra y todo el universo fue creado por Su Palabra Él Dijo y fue echo.  

miércoles, 28 de junio de 2017

Las Saetas Que Destruyen La Vida














 Las Saetas Que Destruyen La Vida

En la Biblia aparece que debemos tomar el escudo de la fe para que podamos apagar todo dardo de fuego del maligno. La fe actúa como un escudo frente a los dardos y armas envenenadas que el enemigo arroja en contra de la vida del creyente.



En la antigüedad los dardos, las flechas, las lanzas y jabalinas eran armas que podían neutralizar al enemigo, en los ejércitos antiguos estas armas tenían un gran valor ya que permitían anular al oponente sin exponerse a un acercamiento físico.



Por esto el apóstol Pablo nos hace la recomendación de protegernos de estas armas, que, aunque son disparadas de lejos son peligrosas y dañinas.



El Arma de la Carne. El enemigo atacará al creyente, por medio de la carne, traducido es por medio de las pasiones, deseos, sensualidad. Al caer en estos deseos continuos, abre la puerta al pecado y esto hace que se rompa la relación del creyente con Dios.



Un Rey en la antigüedad quería destruir al pueblo de Israel, pero no podía, porque Dios le protegía, así que envió a buscar a un profeta llamado Balaán y por dinero quería que maldijese al pueblo, pero Jehová no permitió que este profeta maldijese a Israel, en cambio hizo que le enviara una bendición. Sin embargo, el profeta en su corazón amaba el dinero y le dio una estrategia al rey para que la utilizara con el pueblo de Israel. El profeta Balaán le recomendó al rey que utilizara mujeres para seducir al pueblo de Dios y luego apartaron de la adoración a Jehová y hacerlos que adorasen otros sus dioses. La estrategia fue utilizada y por esta causa mucha gente murió.



La misma estrategia es usada hoy en día, las pasiones juveniles hacen caer a los creyentes y como resultado caen en la trampa, el resultado son enfermedades sexuales contraídas como el sida, traiciones, matrimonios rotos, traición, hijos sin sus padres, divorcio, separación de la fe, vidas destruidas, sueños rotos, propósitos no alcanzados. La flecha de la sensualidad, las pasiones desordenadas, la inmoralidad te puede destruir. Para esto el apóstol Pablo recomienda, vuelve a tu fe, toma el escudo de la fe, y apaga esos dardos encendidos que vienen para llevarte a tu propia destrucción, busca a Jesucristo y refuerza tu relación con él.



Proverbios 23:27; 

martes, 27 de junio de 2017

Orar es vital


Orar es vital



Creo que a muchos nos gustaría que Dios hiciera muchas de las cosas que tenemos en lista. Considero que no existe persona alguna que no quisiera que Dios le concediera una petición especial. Lastimosamente la mayoría de nosotros oramos en esas ocasiones especiales. Y es que cuando hay necesidad en nuestra vida de una respuesta de Dios es cuando realmente oramos.

Hoy en día hay muchos cristianos que no oran y es que a veces olvidamos lo vital que es la oración para el cristiano. Lo importante y saludable espiritualmente que es hablar diariamente con Dios.

¿Cuándo fue la última vez que oraste sin la necesidad de pedir nada?, ¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste hablar con Dios?

Hoy en día pareciera que orar no es compatible con nosotros, cuando en la realidad espiritual el orar o el mantener una vida de constante oración es VITAL.

Muchos se sienten débiles ante la tentación, otros ceden ante el pecado y ponen como excusa que no pudieron resistirse, pero el trasfondo de sus acciones seguramente viene del descuido espiritual en el que muchas veces caemos todos.

Cuando ya no oramos, cuando ya no tenemos aquella comunión diaria de hablar con Dios es cuando más vulnerables somos ante el pecado, es cuando más rápido aflora nuestra naturaleza pecaminosa, es cuando más débiles nos sentimos, es cuando más rápidamente cedemos a la tentación, todo por descuidar ese hábito tan vital para la vida del cristiano llamado ORACIÓN.

Hay un versículo en la Biblia de los más cortos que existen pero con un consejo tan excelente y vital, dicho versículo dice: “Orad sin cesar.” 1 Tesalonicenses 5:17 (Reina-Valera 1960). El versículo en si no se refiere al hecho que tenemos que pasar orando todo el día y noche sin hacer nada más que orar, sino al hecho de mantener un hábito real de oración.

Ese mismo versículo en otra versión dice claramente: “Nunca dejen de orar.” 1 Tesalonicenses 5:17 (Nueva Traducción Viviente). Este es el consejo que cada uno de nosotros debemos de seguir: ¡Nunca dejar de orar!

Quizá las últimas semanas, meses o años has descuidado tu vida de oración y sin darte cuenta simplemente no oras, y si lo haces solo es en tu Iglesia, en ocasiones especiales o cuando realmente la necesidad lo amerita, pero más allá de esos momentos la oración no es algo habitual en ti a pesar de que eres hijo de Dios.

Dios como Padre quiere hablar diariamente con sus hijos, Él quiere tener una comunión verdadera con cada uno de nosotros y la oración es vital para esa comunicación, por ello si hemos descuidado ese hermoso y vital hábito como lo es la oración, debemos de volver a practicarlo diariamente.

¿Hace cuánto que no oras?, ¿En qué momento perdiste el deseo de orar diariamente?, ¿Cuándo fue que la oración dejo de ser importante en tu vida? Es necesario volver a retomar ese importante hábito que además de acercarnos a Dios, nos ayuda en nuestra vida diaria a reaccionar de una forma más adecuada a lo que representamos, pues nos llamamos cristianos porque seguimos el ejemplo de Cristo y porque tratamos de imitarlo a través de nuestro comportamiento.

Hoy te invito a que vuelvas a hacer de la oración un hábito real e importante en tu vida. Que no pase ningún día sin que hallas tenido un momento a solas con Dios en donde hablaste libremente con Él.

lunes, 26 de junio de 2017

La gracia de Dios


La gracia de Dios

1Corintios 1:25 "Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres…….."

El rey David se arrepiente



El pecado tiene una peculiaridad muy suya. Es insidioso. Parte de su insidia es camuflarse y esconderse en lo más profundo del corazón. Tenemos un enemigo muy astuto que quiere destruirnos y la Biblia lo denomina “el príncipe de este mundo”, sabemos que su nombre es Satanás y que este personaje es tan real como el mismo Dios.  

Así que tenemos tres enemigos en realidad: la carne (el pecado), el mundo, y el diablo.

El pecado es el cáncer del mundo, porque es insidioso y penetra hasta lo más profundo del corazón humano, pero el mundo no lo reconoce y cada uno es engañado por su propio pecado. El problema principal del pecado es que es muy difícil detectarlo en uno mismo, aunque muy fácil reconocerlo en los demás. ¡Qué cosa tan curiosa, pero tan trágica! Es trágica porque el pecado oculto no se confiesa y si no se confiesa a Dios, no será perdonado y finalmente te destruirá eternamente.  

El rey David es culpable de adulterio y asesinato. Tomó la mujer de su prójimo y mandó matar a su marido. Siendo que David tiene una relación cercana a Dios, se supondrían dos cosas: la primera es que nunca hubiera caído en semejantes pecados; y la segunda, después de haber caído se sentiría muy mal. Pero ese no es el caso. David estaba ciego debido a la naturaleza insidiosa del pecado. Dios manda al profeta Natán para que reprenda a David y le haga ver su pecado, (2 Samuel 11-12).

David responde como es debido a la reprensión del profeta. En el Salmo 51 escrito por él vemos que el rey David está en agonía por su pecado al descubrir lo que ha hecho, y busca a Dios con todo su corazón sabiendo que Dios es misericordioso y sospecha que quiere perdonarlo. David conoce el corazón tierno de Dios y confía que Dios lo perdonará.

Solo cuando vemos la condición desesperada en la que nos encontramos, y vamos a Dios con humildad de corazón y en actitud de sumisión, es que recibimos el perdón.

La prueba de nuestra conversión es que buscamos a Dios cuando hemos pecado contra él y queremos sobre todas las cosas estar en paz con Dios y darle gloría reconociendo su derecho a reinar sobre nosotros. (1Juan 1:9)  “Si confesamos nuestro pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

La prueba de no habernos arrepentido es escondernos de la presencia de Dios y evitar estar cerca de él. El que ama a Dios quiere restablecer la relación con él y lo busca desesperadamente sabiendo que solo él le puede dar la paz que necesita.

Recordemos a Adán y Eva en el jardín del Edén. ¿Qué hicieron cuando pecaron? Se escondieron de Dios y se taparon con hojas de higuera. No querían ver a Dios sabiendo que habían desobedecido sus órdenes. Pero Dios los veía porque no hay nada que esté escondido de Su presencia y fue a su encuentro para ofrecerles una salida.

Dios es amor y no quiere la destrucción del impío, sino que el impío se arrepienta.

Ninguno piense que es natural que el rey David se haya concienciado de su pecado porque realmente era muy pecador al haber cometido dichos crímenes, pero que nosotros que no hemos cometido esos pecados no debemos preocuparnos. Todos necesitamos arrepentirnos hasta el punto de no tener paz ni descanso hasta saber que hemos sido perdonados. No importa si hemos cometido un pecado o un millón, con uno solo ya no podemos entrar el cielo (Santiago 2:10). Dios nos perdona si nos arrepentimos de verdad, y a los ojos de Dios un pecador arrepentido es apto para entrar en Su reino, pero uno que no quiere reconocer su pecado nunca podrá entrar.

No olvidemos: “no hay justo ni aún uno”, (Romanos 3:10).

domingo, 25 de junio de 2017

Hoy… Mi Alma Estará Anclada En Dios

Hoy… Mi Alma Estará Anclada En Dios


En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. Salmos 62:1.
¡Bendita seguridad: esperar sola y únicamente en el Señor! Tal debe ser nuestra condición hoy y todos los días de nuestra vida. Esperar su tiempo, esperar en su auxilio, esperar con alegría, esperar en oración y contentamiento. El alma que así espera observa la verdadera actitud de una criatura delante del Creador, de su siervo delante de su Señor, de un hijo delante de su Padre.
Jamás tratemos de dictar órdenes a Dios, ni de quejarnos en su presencia; no seamos petulantes ni desconfiados. No osemos correr delante de la nube, ni buscar el socorro de los demás, porque ninguna de ambas cosas sería esperar en Dios. Dios y sólo Dios debe ser la esperanza de nuestras almas.
¡Bendita certeza! «De Él viene la salud», ya está en camino. La salvación de Él nos vendrá y de ningún otro. Suya será toda la gloria, porque solamente Él podrá conseguírnosla. Sin duda Él nos la traerá a su debido tiempo y a su manera. Él nos librará de la duda, del sufrimiento, de la calumnia y de la miseria.
Aun cuando no veamos señal alguna de esta liberación, gocémonos esperando la voluntad del Señor, porque jamás podremos abrigar la menor duda acerca de su amor y fidelidad. Su obra será cierta y no se hará esperar mucho, y nosotros le alabaremos ahora por su misericordia futura. Es por eso que hoy es una gran oportunidad para estar anclado en Dios y así las tormentas no me destruirán.
Gracias Señor por sostenerme y amarme. En ti está confiada mi alma. Amén.

sábado, 24 de junio de 2017

La verdad que nos hace libres
Leer | Juan 8.25-32
Dios desea lo mejor para cada uno de sus hijos, pero a veces quedamos atrapados por hábitos, conceptos y sentimientos negativos que interfieren con sus planes para nosotros. Pero el Señor Jesús nos ofrece una salida. Si continuamos en su Palabra, conoceremos la verdad que nos hace libre de todo lo que nos esté manteniendo cautivos.
“Continuar” en la Palabra significa leerla regularmente y aplicarla a nuestra vida. Entonces sabremos lo que Dios dice, y seremos capaces de reconocer las artimañas que amenazan con atraparnos. Además de esto, entenderemos los beneficios que acompañan a nuestra salvación y que nos permiten mantenernos firmes en la verdad para no ser extraviados. Estos beneficios incluyen...
• Nuestra posición: Por la fe en Cristo, hemos comenzado una relación personal con Dios. Ahora, como sus hijos, tenemos libre acceso a su trono, junto con la seguridad de que Él escucha nuestras oraciones.
• Nuestra provisión: Dios nos dio la Biblia para guiarnos y alentarnos.
• Nuestras promesas: Al confiar en las promesas que Él nos ha dado, seremos participantes de la naturaleza de Dios, y escaparemos de la influencia corruptora del mundo (2 P 1.4).
• Nuestra protección: Al caminar con Cristo, Él nos fortalece y nos protege para que no caigamos en las trampas del maligno (2 Ts 3.3).
El primer paso para vivir en libertad es reconocer cualquier pecado que esté dominando su vida. Luego, apóyese en la verdad de la Biblia y reclame las promesas y la provisión de Dios por fe.

viernes, 23 de junio de 2017

CRECIENDO EN SANTIDAD:


CRECIENDO EN SANTIDAD:

Hebreos 12:14 dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor". Observe que este texto une la PAZ y la SANTIDAD. Primero dice que debemos procurar la paz con todo el mundo. Debemos anhelar y esforzarnos por estar en paz con todos los hermanos. Esto exige amor y misericordia. La Regla de Oro dice que hagamos a otros como nos gustaría que ellos hicieran con nosotros. La segunda parte de hebreos 12:14 dice: "...y la santidad sin la cual nadie verá al Señor". Sin santidad nadie verá al Señor. Debemos tener un conocimiento claro y preciso de lo que esto implica.

Cristo dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". (Mateo 5:48). Nos llamó a perfección; algo más que santidad. En la santidad aún hay espacio para ser más santos. Podemos estar limpios delante de Dios y limpiarnos más. Pero si se es perfecto, se ha alcanzado la plenitud. Tenemos que seguir esforzándonos hasta alcanzar la altura de la plena bendición de Dios. 

jueves, 22 de junio de 2017

META QUE ALCANZAR:


META QUE ALCANZAR:

•Hay una bendición muy importante y decisiva, que debemos esforzarnos por alcanzar: EL RAPTO DE LA IGLESIA. Estamos luchando por dos cosas: La Salvación y el Rapto. En 1 Tesalonicenses, capítulo 5, verso 23, encontramos un mensaje del Apóstol Pablo para nosotros, los que queremos irnos en el Rapto. Dice: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la Venida de Nuestro Señor Jesucristo". Veamos algunos detalles de esta preciosa escritura:

1"….Y el mismo Dios de paz...". Dios es un Dios de Paz y quiere que vivamos en paz los unos con los otros.

2.".... os santifique por completo...", puede haber santidad y limpieza, pero puede que no estemos completamente santos y limpios.

3”.... y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo...", Dios está interesado en todas las áreas de nuestro ser. El espíritu, el alma y el cuerpo.

4."... sean guardados irreprensible...", irreprensible significa, que no hay motivo por el cual ser reprendido, sin tacha, sin defectos, sin errores, sin manchas y sin arrugas.

5."... para la Venida de Nuestro Señor Jesucristo". Implica que seamos dignos de ser levantados en el Rapto.

En este verso Pablo nos está hablando específicamente del Rapto, que es lo primero que va a ocurrir en relación con la Segunda Venida de Cristo. 

miércoles, 21 de junio de 2017

SANTIDAD INTERIOR:


SANTIDAD INTERIOR:

Veamos qué significa "por dentro". Muchas personas por dentro están llenas de engaño, mentira, odios, rencores, vanagloria, soberbia y otras cosas negativas.

SANTIDAD EN EL ESPÍRITU:

Un espíritu santificado posee la naturaleza de Dios. Dios le ha impartido su naturaleza, su amor, su gozo, su paz, su mansedumbre, su paciencia, su bondad, su fe, y su templanza. Eso es un espíritu santificado, y todo esto procede de Dios. Antes de conocer al Señor teníamos un espíritu soberbio, terco y arrogante. 

martes, 20 de junio de 2017

SANTIDAD DEL ALMA:


SANTIDAD DEL ALMA:

La Palabra dice que también tenemos que estar santificados en el alma. El alma es el asiento de nuestras emociones. En Getsemaní, Jesús dijo: "Mi alma está triste...". Fue una emoción que se manifestó a través de su alma debido a la trágica situación por la que estaba pasando. Las emociones de un alma santificada son santas, espirituales y limpias.

La Biblia habla de un hombre que se expresó así: "...alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate" (Lucas 12:19). Así se expresa un alma inconversa. Pero David, siervo de Dios, rey y profeta de Israel, dijo: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo".

Si su alma está limpia y llena del Espíritu Santo, usted es santo, y sus emociones son espirituales. Usted anhelará danzar en el espíritu, cantar coritos, gozarse en el Señor, leer la Palabra de Dios y ver sus milagros y señales. Sus anhelos y sus emociones son espirituales. Se emociona y se ríe en el espíritu. Llora cuando ve las almas perdidas y se goza cuando éstas se convierten a Cristo. CON EL PECADOR NO SUCEDE ASÍ. Este salta y grita cuando ve que el jugador conecta un cuadrangular, brinca de júbilo y alegría cuando hace un gol, y se emociona grandemente cuando ve que su equipo de fútbol hace una anotación. SUS EMOCIONES SON CARNALES. Se goza cuando lo invitan a un banquete, para llenar su estómago. Ríe y llora viendo películas, novelas y programas mundanos, disfruta la música mundana y siente placer participando de las actividades, de los placeres y de los deleites de los pecadores. 

lunes, 19 de junio de 2017

EL CREYENTE EN CRISTO JESUS

EL CREYENTE EN CRISTO JESUS, Este ha sido limpiado y santificado por dentro. Su alma está llena del amor de Dios, de mansedumbre, de humildad y de otros frutos del Espíritu. Jesús dijo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios" (Juan 3:3). Está hablando de un nuevo nacimiento interno, que viene de arriba, de Dios, en el cual Dios entra y toma dominio de nosotros. Él vive en nosotros y nos llena de su santidad. Entonces, usted es santo, porque ya no vive usted; Él vive en su espíritu y se manifiesta a través de su persona. Como el apóstol Pablo podemos decir"... ya no vivo yo, más vive Cristo en mí..." (Gálatas 2:20).

domingo, 18 de junio de 2017

EL HOMBRE ESPIRITUAL:


EL HOMBRE ESPIRITUAL:

El hombre espiritual ha sido santificado por el poder del Espíritu Santo. Vive la santidad que Dios demanda en espíritu, alma y cuerpo. Sabe lo que le pertenece en Cristo. Progresa espiritualmente porque saca tiempo para leer y estudiar la Palabra de Dios hasta que ésta se convierte en parte de sí mismo. Mantiene una íntima relación con el Padre, llegando a conocerle profundamente a través de las enseñanzas y el Ministerio de Cristo. Conoce a Jesús como Salvador y Señor, pero le reconoce también como su Sumo Sacerdote e Intercesor. Está consciente de la autoridad que posee como creyente en el Señor Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre.

El hombre santificado en su interior conoce al Espíritu Santo como Consolador, Consejero, Ayudador, Intercesor y Maestro. El Espíritu Santo le capacita para servir al Señor Jesús; en el Reino de Dios no se consigue nada sin su ayuda. Es el secreto del éxito del hombre espiritual en su vida y en su ministerio.

El hombre espiritual ha descubierto que su capacidad proviene de Dios (2 Corintios 3:5). Puede decir como Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). A diferencia del hombre carnal, el hombre espiritual es gobernado por la Palabra de Dios y no por sus sentidos. Permite que la Palabra de Dios le controle, eliminando así el poder de Satán sobre él. Es un cristiano victorioso que se alimenta diariamente de la Palabra de Dios, sabiendo que, lo que es el pan para su cuerpo físico, es la Palabra de Dios para su espíritu.

sábado, 17 de junio de 2017

SANTIFICADOS POR SU SANGRE:


SANTIFICADOS POR SU SANGRE:

El primer paso para iniciarse en una vida de santidad es aceptar a Cristo como único y exclusivo Salvador. Aceptarle es reconocer que su sangre nos limpia de todo pecado.

Cuando el hombre pecó, perdió la santidad con que Dios le creó y cayó de la gracia bajo sentencia de muerte. Dios elaboró un plan para rescatarlo de la muerte y restaurarlo a su naturaleza original, haciendo que volviese a la comunión con su Creador. Dios se hizo hombre para morir en nuestro lugar. Mediante el derramamiento de su sangre, no sólo nos libertó de la maldición del pecado, sino que nos adoptó como hijos. (Lea Gálatas 4:4,5 - Hechos 26:18 - Colosenses 1:12-14).

Los que no han sido lavados en la sangre de Cristo participan de la naturaleza del diablo. Estos son del mundo, y sus pasiones, deseos y apetitos están controlados por el maligno. Esa naturaleza mundana se manifiesta en glotonería, borrachera, ira, malicia, venganza, avaricia, celos amargos, vanagloria, vanidad, inmoralidad, inmodestia, indecencia, nudismo, exhibicionismo, mundanalidad, orgullo, pasiones desordenadas, amor por el dinero, por el poder, por la fama, por el deporte, por los placeres, por los deleites y otros.

Si aún no ha aceptado a Cristo como su Salvador personal, hoy es día de salvación. Cristo le ofrece un traslado del mundo de las tinieblas al mundo de la luz. Le ofrece hacerle su hijo con derecho a una herencia incorruptible en los cielos. No deje pasar esta oportunidad y haga la decisión más sabia y más importante de su vida.

viernes, 16 de junio de 2017

SANTIFICADOS POR EL AMOR:


SANTIFICADOS POR EL AMOR:

La santidad interior se manifiesta a través del fruto del Espíritu. El alma y el espíritu que es santificado por el Espíritu Santo, primeramente, ama. Jesús dijo que el mundo nos conocería por el AMOR. "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros", (Juan 13:35). Lo más hermoso de la naturaleza de Dios es el amor. Ese amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Cuando amamos como Dios nos ama, el sentir del Espíritu Santo está en nosotros. El sentir de Dios en nosotros es un anhelo porque las almas se salven.

El camino más excelente, como dice Pablo en 1 Corintios 12:31, es el del amor. Permitamos que el amor de Dios brote a raudales de nuestros corazones, permitiendo que seamos conocidos por nuestro amor. Es lastimoso ver hermanos que son conocidos por su arrogancia, su vanidad, su inmoralidad, su tibieza, su mundanalidad, sus enojos, sus iras, su indiferencia y su falta de amor. Estas son obras de la carne, las cuales hay que poner a los pies de Cristo para que Él opere el milagro de la transformación y santificación interna  

jueves, 15 de junio de 2017

SANTIFICADOS POR LA FE:


SANTIFICADOS POR LA FE:

En Romanos 1:17 dice: "Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá". Y hebreos 11:6 añade: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios...". Para que nuestra fe esté bien fundamentada tenemos que conocer bien al autor y consumador de nuestra fe: A Cristo. El conocer a Cristo, hará que queramos ser como Él. Fe es unión con Cristo, y está unión envuelve y garantiza una semejanza con Cristo cada vez mayor.

Los discípulos reconocieron la importancia de crecer en la fe, por lo que dijeron a Jesús: "Auméntanos la fe" (Lucas 17:5). Cuando el cristiano toma la santidad, la fe, el amor, la paciencia y la gracia de Jesús para aplicarla a cada situación que se le presenta, está viviendo en la santidad de Cristo. Por la FE nos apropiamos de sus atributos.

miércoles, 14 de junio de 2017

SANTIFICADOS POR LA PALABRA


SANTIFICADOS POR LA PALABRA:

Cuando Jesús oró por sus discípulos dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es la verdad" (Juan 17.17). Cuando permitimos que Su Palabra nos instruya, nos redarguya, nos corrija y nos enseñe a ser justo, vamos por el camino de la santificación que nos conduce a la perfección. En 2 Timoteo 3:16,17 dice: "Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios SEA PERFECTO, enteramente preparado para toda buena obra". Eso es santificación a través de la Palabra. Ella es como un espejo; cuando uno se mira en ella, puede evaluar su condición espiritual. Santiago 1:25 dice: "Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace".

En 2 Corintios 3:18 hay una hermosa descripción de la santificación de todo nuestro ser: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". Mientras contemplamos la gloria de Cristo, nuestras vidas son transformadas a su imagen. La única forma de contemplar a Cristo es a través de su Palabra. Contemplándolo diariamente ¡remos adquiriendo sus rasgos; a saber: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre, templanza.

La falta de santidad en el pueblo de Dios se debe en parte a la falta de conocimiento de la Palabra. Ella es el instrumento que Dios usa para santificarnos, pero lamentablemente no se le está dando la atención que merece. La Palabra es eficaz y hace aquello para lo cual es enviada: redarguye, revela el pecado, despierta conciencia, revela el carácter de Cristo a quien debemos imitar, y crea convicción en los corazones. Además, tiene poder para separar al hombre de las obras del mundo, de la carne y del diablo.

La Palabra nos enseña cómo debemos vivir. Abarca todas las áreas de nuestra vida. En ella, encontramos mandamientos para nuestras necesidades financieras, nuestra sexualidad, nuestra vida en el hogar, nuestra forma de vestir, nuestros ministerios, vida de oración y trabajo, etcétera. La santidad que es por la Palabra vivifica nuestras almas. Por esto el salmista dice en el Salmo 119:154: "Defiende mi causa y redímeme; vivifícame con tu palabra". Debemos mirarnos en el espejo de la Palabra diariamente para LIMPIARNOS y SANTIFICARNOS; el Espíritu Santo usa la Palabra para guiarnos en el camino de la PERFECCIÓN. 

martes, 13 de junio de 2017

SANTIFICADOS POR EL SERVICIO:


SANTIFICADOS POR EL SERVICIO:

Vimos que SANTIDAD es separación del pecado y consagración a Dios. Cuando dedicamos nuestras vidas a su servicio para Él y creciendo en santidad, podemos decir que estamos presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo a Él.

El Apóstol Pablo dice que presentemos los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia (Romanos 6:13). Cuando éramos del mundo presentábamos nuestros cuerpos como instrumentos de pecado, más ahora que le hemos conocido presentamos nuestros cuerpos para servir a la justicia (Romanos 6:19). Este es nuestro culto racional; o sea, que nuestro servicio, trabajo u ofrenda a Dios, es una forma consciente de adorarle y honrarle. "... Para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos". (2Corintios 5:14,15) 

lunes, 12 de junio de 2017

SANTIDAD Y OBEDIENCIA:


SANTIDAD Y OBEDIENCIA:

En 1 Pedro 1:2 habla de la santidad por el Espíritu para obedecer. El hombre espiritual siente satisfacción en obedecer a Dios. Por el contrario, la desobediencia produce frustración, inseguridad y sentido de culpa. La desobediencia es rebelión, y el crecimiento de la santidad se detiene cuando ella domina. Cuando nos sometemos a la voluntad de Dios sentimos gozo y paz en nuestros corazones. De modo que, o nos sometemos a Él, o viviremos una vida sin el disfrute de su gracia, su presencia y su santidad.

domingo, 11 de junio de 2017

LA SANTIDAD Y EL TESTIMONIO:

LA SANTIDAD Y EL TESTIMONIO:
La santidad es característica de la naturaleza moral de Dios. Esa naturaleza es impartida a nosotros a través de la Palabra por medio del Espíritu Santo. Cuando el nuevo creyente entra a la comunidad de los fieles, se produ
cen cambios en su vida y en su conducta. DIOS DEMANDA DE NOSOTROS UNA VIDA SANTA, TANTO EN NUESTRA NATURALEZA INTERIOR COMO EXTERIOR. El producto principal del Espíritu Santo es la santidad, y como consecuencia, viene el darse en servicio para ganar a otros para Cristo. Cuando esa naturaleza divina se manifiesta en nosotros, aún los no creyentes reconocen que somos de Jesús porque nuestro testimonio es limpio delante de Dios y de los hombres. Nuestra conducta hablará más fuerte que nuestras palabras, ya que viviremos lo que predicamos. En la Iglesia de Cristo hay dos clases de Hijos de Dios. Está el Hijo carnal y el Hijo Espiritual. Para el carnal dice que es imposible que se pueda ser santo porque lo razona con la mente carnal. El Hijo Espiritual sabe que no es perfecto, pero sí que se esfuerza para no practicar el pecado y si cayere en pecado le produce un dolor en el corazón porque sabe que le ha fayado a Dios y se quebranta y le pide perdón al Padre Eterno que está en los cielos. PORQUE LO QUE ES IMPOSIBLE PARA EL HOMBRE PARA DIOS ES POSIBLE 

SIN SANTIDAD NADIE LE VERÁ


SIN SANTIDAD NADIE LE VERÁ





CRECIENDO EN SANTIDAD:

Hebreos 12:14 dice: "Seguid la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor". Observe que este texto une la PAZ y la SANTIDAD. Primero dice que debemos procurar la paz con todo el mundo. Debemos anhelar y esforzarnos por estar en paz con todos los hermanos. Esto exige amor y misericordia. La Regla de Oro dice que hagamos a otros como nos gustaría que ellos hicieran con nosotros. La segunda parte de hebreos 12:14 dice: "...y la santidad sin la cual nadie verá al Señor". Sin santidad nadie verá al Señor. Debemos tener un conocimiento claro y preciso de lo que esto implica.

Cristo dijo: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". (Mateo 5:48). Nos llamó a perfección; algo más que santidad. En la santidad aún hay espacio para ser más santos. Podemos estar limpios delante de Dios y limpiarnos más. Pero si se es perfecto, se ha alcanzado la plenitud. Tenemos que seguir esforzándonos hasta alcanzar la altura de la plena bendición de Dios. 

META QUE ALCANZAR:

•Hay una bendición muy importante y decisiva, que debemos esforzarnos por alcanzar: EL RAPTO DE LA IGLESIA. Estamos luchando por dos cosas: La Salvación y el Rapto. En 1 Tesalonicenses, capítulo 5, verso 23, encontramos un mensaje del Apóstol Pablo para nosotros, los que queremos irnos en el Rapto. Dice: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la Venida de Nuestro Señor Jesucristo". Veamos algunos detalles de esta preciosa escritura:

1"….Y el mismo Dios de paz...". Dios es un Dios de Paz y quiere que vivamos en paz los unos con los otros.

2.".... os santifique por completo...", puede haber santidad y limpieza, pero puede que no estemos completamente santos y limpios.

3”.... y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo...", Dios está interesado en todas las áreas de nuestro ser. El espíritu, el alma y el cuerpo.

4."... sean guardados irreprensible...", irreprensible significa, que no hay motivo por el cual ser reprendido, sin tacha, sin defectos, sin errores, sin manchas y sin arrugas.

5."... para la Venida de Nuestro Señor Jesucristo". Implica que seamos dignos de ser levantados en el Rapto.

En este verso Pablo nos está hablando específicamente del Rapto, que es lo primero que va a ocurrir en relación  con la Segunda Venida de Cristo.

SANTIDAD INTERIOR:

Veamos qué significa "por dentro". Muchas personas por dentro están llenas de engaño, mentira, odios, rencores, vanagloria, soberbia y otras cosas negativas.

SANTIDAD EN EL ESPÍRITU:

Un espíritu santificado posee la naturaleza de Dios. Dios le ha impartido su naturaleza, su amor, su gozo, su paz, su mansedumbre, su paciencia, su bondad, su fe, y su templanza. Eso es un espíritu santificado, y todo esto procede de Dios. Antes de conocer al Señor teníamos un espíritu soberbio, terco y arrogante. 

SANTIDAD DEL ALMA:

La Palabra dice que también tenemos que estar santificados en el alma. El alma es el asiento de nuestras emociones. En Getsemaní, Jesús dijo: "Mi alma está triste...". Fue una emoción que se manifestó a través de su alma debido a la trágica situación por la que estaba pasando. Las emociones de un alma santificada son santas, espirituales y limpias.

La Biblia habla de un hombre que se expresó así: "...alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate" (Lucas 12:19). Así se expresa un alma inconversa. Pero David, siervo de Dios, rey y profeta de Israel, dijo: "Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo".

Si su alma está limpia y llena del Espíritu Santo, usted es santo, y sus emociones son espirituales. Usted anhelará danzar en el espíritu, cantar coritos, gozarse en el Señor, leer la Palabra de Dios y ver sus milagros y señales. Sus anhelos y sus emociones son espirituales. Se emociona y se ríe en el espíritu. Llora cuando ve las almas perdidas y se goza cuando éstas se convierten a Cristo. CON EL PECADOR NO SUCEDE ASÍ. Este salta y grita cuando ve que el jugador conecta un cuadrangular, brinca de júbilo y alegría cuando hace un gol, y se emociona grandemente cuando ve que su equipo de fútbol hace una anotación. SUS EMOCIONES SON CARNALES. Se goza cuando lo invitan a un banquete, para llenar su estómago. Ríe y llora viendo películas, novelas y programas mundanos, disfruta la música mundana y siente placer participando de las actividades, de los placeres y de los deleites de los pecadores.

CON EL CREYENTE NO SUCEDE LO MISMO, Este ha sido limpiado y santificado por dentro. Su alma está llena del amor de Dios, de mansedumbre, de humildad y de otros frutos del Espíritu. Jesús dijo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios" (Juan 3:3). Está hablando de un nuevo nacimiento interno, que viene de arriba, de Dios, en el cual Dios entra y toma dominio de nosotros. Él vive en nosotros y nos llena de su santidad. Entonces, usted es santo, porque ya no vive usted; Él vive en su espíritu y se manifiesta a través de su persona. Como el apóstol Pablo podemos decir"... ya no vivo yo, más vive Cristo en mí..." (Gálatas 2:20).



EL HOMBRE ESPIRITUAL:

El hombre espiritual ha sido santificado por el poder del Espíritu Santo. Vive la santidad que Dios demanda en espíritu, alma y cuerpo. Sabe lo que le pertenece en Cristo. Progresa espiritualmente porque saca tiempo para leer y estudiar la Palabra de Dios hasta que ésta se convierte en parte de sí mismo. Mantiene una íntima relación con el Padre, llegando a conocerle profundamente a través de las enseñanzas y el Ministerio de Cristo. Conoce a Jesús como Salvador y Señor, pero le reconoce también como su Sumo Sacerdote e Intercesor. Está consciente de la autoridad que posee como creyente en el Señor Jesús, quien está sentado a la diestra del Padre.

El hombre santificado en su interior conoce al Espíritu Santo como Consolador, Consejero, Ayudador, Intercesor y Maestro. El Espíritu Santo le capacita para servir al Señor Jesús; en el Reino de Dios no se consigue nada sin su ayuda. Es el secreto del éxito del hombre espiritual en su vida y en su ministerio.

El hombre espiritual ha descubierto que su capacidad proviene de Dios (2 Corintios 3:5). Puede decir como Pablo: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13). A diferencia del hombre carnal, el hombre espiritual es gobernado por la Palabra de Dios y no por sus sentidos. Permite que la Palabra de Dios le controle, eliminando así el poder de Satán sobre él. Es un cristiano victorioso que se alimenta diariamente de la Palabra de Dios, sabiendo que, lo que es el pan para su cuerpo físico, es la Palabra de Dios para su espíritu.

SANTIFICADOS POR SU SANGRE:

El primer paso para iniciarse en una vida de santidad es aceptar a Cristo como único y exclusivo Salvador. Aceptarle es reconocer que su sangre nos limpia de todo pecado.

Cuando el hombre pecó, perdió la santidad con que Dios le creó y cayó de la gracia bajo sentencia de muerte. Dios elaboró un plan para rescatarlo de la muerte y restaurarlo a su naturaleza original, haciendo que volviese a la comunión con su Creador. Dios se hizo hombre para morir en nuestro lugar. Mediante el derramamiento de su sangre, no sólo nos libertó de la maldición del pecado, sino que nos adoptó como hijos. (Lea Gálatas 4:4,5 - Hechos 26:18 - Colosenses 1:12-14).

Los que no han sido lavados en la sangre de Cristo participan de la naturaleza del diablo. Estos son del mundo, y sus pasiones, deseos y apetitos están controlados por el maligno. Esa naturaleza mundana se manifiesta en glotonería, borrachera, ira, malicia, venganza, avaricia, celos amargos, vanagloria, vanidad, inmoralidad, inmodestia, indecencia, nudismo, exhibicionismo, mundanalidad, orgullo, pasiones desordenadas, amor por el dinero, por el poder, por la fama, por el deporte, por los placeres, por los deleites y otros.

Si aún no ha aceptado a Cristo como su Salvador personal, hoy es día de salvación. Cristo le ofrece un traslado del mundo de las tinieblas al mundo de la luz. Le ofrece hacerle su hijo con derecho a una herencia incorruptible en los cielos. No deje pasar esta oportunidad y haga la decisión más sabia y más importante de su vida.

SANTIFICADOS POR EL AMOR:

La santidad interior se manifiesta a través del fruto del Espíritu. El alma y el espíritu que es santificado por el Espíritu Santo, primeramente, ama. Jesús dijo que el mundo nos conocería por el AMOR. "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros", (Juan 13:35). Lo más hermoso de la naturaleza de Dios es el amor. Ese amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Cuando amamos como Dios nos ama, el sentir del Espíritu Santo está en nosotros. El sentir de Dios en nosotros es un anhelo porque las almas se salven.

El camino más excelente, como dice Pablo en 1 Corintios 12:31, es el del amor. Permitamos que el amor de Dios brote a raudales de nuestros corazones, permitiendo que seamos conocidos por nuestro amor. Es lastimoso ver hermanos que son conocidos por su arrogancia, su vanidad, su inmoralidad, su tibieza, su mundanalidad, sus enojos, sus iras, su indiferencia y su falta de amor. Estas son obras de la carne, las cuales hay que poner a los pies de Cristo para que Él opere el milagro de la transformación y santificación interna.

SANTIFICADOS POR LA FE:

En Romanos 1:17 dice: "Porque en el Evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá". Y hebreos 11:6 añade: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios...". Para que nuestra fe esté bien fundamentada tenemos que conocer bien al autor y consumador de nuestra fe: A Cristo. El conocer a Cristo, hará que queramos ser como Él. Fe es unión con Cristo, y está unión envuelve y garantiza una semejanza con Cristo cada vez mayor.

Los discípulos reconocieron la importancia de crecer en la fe, por lo que dijeron a Jesús: "Auméntanos la fe" (Lucas 17:5). Cuando el cristiano toma la santidad, la fe, el amor, la paciencia y la gracia de Jesús para aplicarla a cada situación que se le presenta, está viviendo en la santidad de Cristo. Por la FE nos apropiamos de sus atributos.

SANTIFICADOS POR LA PALABRA:

Cuando Jesús oró por sus discípulos dijo: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es la verdad" (Juan 17.17). Cuando permitimos que Su Palabra nos instruya, nos redarguya, nos corrija y nos enseñe a ser justo, vamos por el camino de la santificación que nos conduce a la perfección. En 2 Timoteo 3:16,17 dice: "Toda Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios SEA PERFECTO, enteramente preparado para toda buena obra". Eso es santificación a través de la Palabra. Ella es como un espejo; cuando uno se mira en ella, puede evaluar su condición espiritual. Santiago 1:25 dice: "Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace".

En 2 Corintios 3:18 hay una hermosa descripción de la santificación de todo nuestro ser: "Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". Mientras contemplamos la gloria de Cristo, nuestras vidas son transformadas a su imagen. La única forma de contemplar a Cristo es a través de su Palabra. Contemplándolo diariamente ¡remos adquiriendo sus rasgos; a saber: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre, templanza.

La falta de santidad en el pueblo de Dios se debe en parte a la falta de conocimiento de la Palabra. Ella es el instrumento que Dios usa para santificarnos, pero lamentablemente no se le está dando la atención que merece. La Palabra es eficaz y hace aquello para lo cual es enviada: redarguye, revela el pecado, despierta conciencia, revela el carácter de Cristo a quien debemos imitar, y crea convicción en los corazones. Además, tiene poder para separar al hombre de las obras del mundo, de la carne y del diablo.

La Palabra nos enseña cómo debemos vivir. Abarca todas las áreas de nuestra vida. En ella, encontramos mandamientos para nuestras necesidades financieras, nuestra sexualidad, nuestra vida en el hogar, nuestra forma de vestir, nuestros ministerios, vida de oración y trabajo, etcétera. La santidad que es por la Palabra vivifica nuestras almas. Por esto el salmista dice en el Salmo 119:154: "Defiende mi causa y redímeme; vivifícame con tu palabra". Debemos mirarnos en el espejo de la Palabra diariamente para LIMPIARNOS y SANTIFICARNOS; el Espíritu Santo usa la Palabra para guiarnos en el camino de la PERFECCIÓN.

SANTIFICADOS POR EL SERVICIO:

Vimos que SANTIDAD es separación del pecado y consagración a Dios. Cuando dedicamos nuestras vidas a su servicio para Él y creciendo en santidad, podemos decir que estamos presentando nuestros cuerpos en sacrificio vivo a Él.

El Apóstol Pablo dice que presentemos los miembros de nuestro cuerpo como instrumentos de justicia (Romanos 6:13). Cuando éramos del mundo presentábamos nuestros cuerpos como instrumentos de pecado, más ahora que le hemos conocido presentamos nuestros cuerpos para servir a la justicia (Romanos 6:19). Este es nuestro culto racional; o sea, que nuestro servicio, trabajo u ofrenda a Dios, es una forma consciente de adorarle y honrarle. "... Para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos". (2Corintios 5:14,15)

SANTIDAD Y OBEDIENCIA:

En 1 Pedro 1:2 habla de la santidad por el Espíritu para obedecer. El hombre espiritual siente satisfacción en obedecer a Dios. Por el contrario, la desobediencia produce frustración, inseguridad y sentido de culpa. La desobediencia es rebelión, y el crecimiento de la santidad se detiene cuando ella domina. Cuando nos sometemos a la voluntad de Dios sentimos gozo y paz en nuestros corazones. De modo que, o nos sometemos a Él, o viviremos una vida sin el disfrute de su gracia, su presencia y su santidad.

 LA SANTIDAD Y EL TESTIMONIO:

La santidad es característica de la naturaleza moral de Dios. Esa naturaleza es impartida a nosotros a través de la Palabra por medio del Espíritu Santo. Cuando el nuevo creyente entra a la comunidad de los fieles, se producen cambios en su vida y en su conducta. DIOS DEMANDA DE NOSOTROS UNA VIDA SANTA, TANTO EN NUESTRA NATURALEZA INTERIOR COMO EXTERIOR. El producto principal del Espíritu Santo es la santidad, y como consecuencia, viene el darse en servicio para ganar a otros para Cristo. Cuando esa naturaleza divina se manifiesta en nosotros, aún los no creyentes reconocen que somos de Jesús porque nuestro testimonio es limpio delante de Dios y de los hombres. Nuestra conducta hablará más fuerte que nuestras palabras, ya que viviremos lo que predicamos.  En la Iglesia de Cristo hay dos clases de Hijos de Dios.  Está el Hijo carnal y el Hijo Espiritual. Para el carnal dice que es imposible que se pueda ser santo porque lo razona con la mente carnal. El Hijo Espiritual sabe que no es perfecto, pero sí que se esfuerza para no practicar el pecado y si cayere en pecado le produce un dolor en el corazón porque sabe que le ha fayado a Dios y se quebranta y le pide perdón al Padre Eterno que está en los cielos. PORQUE LO QUE ES IMPOSIBLE PARA EL HOMBRE PARA DIOS ES POSIBLE

sábado, 10 de junio de 2017

La sangre de Cristo


Romanos 3:25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su SANGRE, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados Romanos 5:9 Pues mucho más, estando ya justificados en su SANGRE, por él seremos salvos de la ira.    Efesios 2:13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la SANGRE de Cristo.   Colosenses 1:14 en quien tenemos redención por su SANGRE, el perdón de pecados.    Colosenses 1:20 y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la SANGRE de su cruz.     Hebreos 9:14 ¿cuánto más la SANGRE de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?     Hebreos 10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la SANGRE de Jesucristo.   Hebreos 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la SANGRE del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?    Hebreos 12:24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la SANGRE rociada que habla mejor que la de Abel.       Hebreos 13:12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia SANGRE, padeció fuera de la puerta.   1 Pedro 1:2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la SANGRE de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.     Apocalipsis 7:14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la SANGRE del Cordero.  Cuando hablamos de la sangre de CRISTO nos estamos cubriendo de toda la plenitud de CRISTO

viernes, 9 de junio de 2017

Romanos.3.v2-12


Romanos.3.v2-12 La nación judía recibió muchos beneficios. (1) Se le confió las leyes de Dios ("la palabra de Dios", Exodo 19-20; Deu_4:8). (2) Fue la nación a través de la cual el Mesías vino la tierra (Isa_11:1-10; Mat_1:1-17). (3) Fue beneficiaria de los pactos con Dios mismo (Gen_17:1-16; Exo_19:3-6). Estos privilegios no la hicieron mejor que las demás (véase 3.9). Pero debido a estos, los judíos tuvieron siempre una mayor responsabilidad en cuanto al cumplimiento de los requisitos de Dios.

3.5-8 Algunos quizás piensen que el pecado no es preocupante porque: (1) Dios está para perdonar; (2) Dios es amor y no castiga; (3) el pecado no es tan malo, nos enseña lecciones valiosas, o (4) debemos mantenernos dentro de la cultura que nos rodea. Es cierto que la gracia de Dios es inmensa, pero Dios no puede pasar por alto el pecado. Los pecadores, sin importar las excusas que expongan, tendrán que responder ante Dios por sus pecados.

3.10-12 Pablo hace referencia al Psa_14:1-3. "No hay justo" significa "nadie es inocente". Cada persona es valiosa ante los ojos de Dios porque El nos ha creado a su imagen y nos ama, pero no hay un solo justo (o sea, no hay persona que se haya ganado el estar a bien con Dios). A pesar de ser valiosos, hemos caído en pecado. Pero Dios, a través de Jesús su Hijo, nos ha redimido y nos ofrece perdón si nos volvemos a El en fe.

jueves, 8 de junio de 2017

Romanos. 3:v1.


Romanos. 3:v1.

3.1 En este capítulo Pablo afirma todos somos culpables ante Dios. Pablo desmantela la excusa común de la gente que no quiere reconocerse pecadora: (1) "Dios no existe" o "Sigo mi conciencia"; 1.18-32; (2) "No le hago mal a nadie"; 2.1-16; (3) "Soy miembro de una iglesia" o "Soy una persona religiosa"; 2.17-29. Nadie está exento del juicio de Dios por el pecado. Cada persona debe aceptar que es pecadora y por lo tanto culpable ante Dios. Solo así puede comprenderse y aceptarse ese regalo maravilloso de Dios que es la salvación.

3.1 ¡Qué descripción más deprimente hace Pablo! Todos, gentiles paganos, gente humanitaria o religiosa, estamos condenados por nuestras acciones. La Ley, que el Señor dio para mostrar el camino a la vida, saca a la luz nuestras obras malignas. ¿Hay alguna esperanza? Sí, dice Pablo. La Ley nos condena, esto es cierto, pero la Ley no es la base de nuestra esperanza. Dios mismo lo es. El en su justicia y amor maravilloso nos brinda vida eterna. Recibimos salvación no a través de la Ley, sino mediante la fe en Jesucristo. No podemos ganarla, pero debemos aceptarla como un regalo de nuestro amoroso Padre celestial.

miércoles, 7 de junio de 2017

LA VOLUNTAD DE DIOS ES LA LIBERTAD


LA VOLUNTAD DE DIOS ES LA LIBERTAD

Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. 2 Corintios 3:17

Si pudiera resumirse la voluntad de Dios, en una palabra, sería la palabra “libertad”. Dios quiere que todos sean libres: libres del pecado, de las enfermedades, de la pobreza, de la opresión y de cualquier otra maldición.

Esa libertad es lo que Jesús vino a darnos. Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). Jesús enseñó a sus discípulos a que hicieran lo mismo. Si usted es creyente nacido de nuevo, deberá hacer eso también.

Algunos dicen: “Bueno, yo no sé en cuanto a eso. Puede ser que esa no sea la voluntad de Dios para este tiempo”.

Mire, la Biblia dice que Dios nunca cambia. Él no ha cambiado su voluntad para el mundo. Él no hace una cosa por algún tiempo y luego hace otra cosa en otro tiempo. La vida de Jesús hace 2000 años fue un cuadro perfecto de la voluntad de Dios, y todavía lo es. Por eso dejó instrucciones de ir y hacer las obras que Él hizo, y envió al Espíritu Santo para darnos el poder para hacerlas.

Jesús todavía quiere hacer la voluntad del Padre aquí en la tierra, pero la hará por medio de nosotros. Él tiene que obrar en nuestra vida hasta que estemos dispuestos a despojarnos de nuestras tradiciones y a dejarle hacer su obra. Eso es lo que la iglesia primitiva hizo. Los creyentes empezaron con un estruendo porque hicieron lo que Jesús les enseñó. A todo lado que ellos iban, libertaban a la gente.

Oremos por la iglesia de hoy para que le traiga al mundo la libertad de Dios. Dejemos de poner en duda la voluntad de Dios y empecemos a llevarla a cabo. Jesús dijo que las obras que Él hizo, nosotros las haríamos también, y aún mayores (Juan 14:12). Es hora de que empecemos donde Jesús terminó y libertemos a los cautivos.

Escritura Devocional para leer:

2 Corintios 3:17

Texto Bíblico Devocional:

Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.