sábado, 29 de julio de 2023

Un Espíritu extraordinario

 


Un Espíritu extraordinario

“Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino”, Daniel 6: 3.

Muchos hombres y mujeres gastan sus vidas tratando de ser seres poderosos y exitosos y puede ser que lo terminen logrando, pero eso no equivale jamás a tener un Espíritu Superior o Extraordinario como el de Daniel. Para tener un Espíritu Superior debemos depender por completo de Dios y de su palabra. Aunque el versículo original escribe espíritu con minúscula refiriéndose al espíritu humano, es innegable que el Espíritu de Dios estaba “con” Daniel revistiéndolo de tal poder. Desde Ahora escribiré Espíritu con mayúscula teniendo en cuenta que la obra de Cristo en la cruz nos ha dejado al Espíritu Santo para que habite “en” o “dentro” de nosotros.

En los tiempos del profeta Daniel pasaba algo similar, los funcionarios y gobernadores de la tierra en ese tiempo luchaban por congraciarse delante del rey y obtener cargos de prestigio en el gobierno. Mientras ellos se preocupaban, y gastaban su vida en aquella tarea, Daniel también se preocupaba y también gastaba su vida pero siendo fiel a Dios, buscándolo diligentemente en oración y colocándolo en el primer lugar de todo lo que hacía; por aquella época hubo una ley irrevocable donde se condenaba al pozo de los leones a todo hombre que hiciera oraciones a Dios. Daniel que tenía claras sus prioridades sin importar las consecuencias se rehusó a acatar dicha ley, así pues, fue echado al pozo de los leones pero sorprendentemente el Dios a quien le servía lo salvó de la boca de los leones y no permitió que sufriera lesión alguna. El pasaje concluye que Daniel fue prosperado durante ese gobierno y durante el gobierno que siguió después de aquel.

En nuestra época muchas cosas nos pueden detener para darle el primer lugar de nuestra vida a Dios, las distracciones están a un click de distancia, desde las pantallas y las redes sociales, hasta las preocupaciones de la vida (dinero, éxito, fama, relaciones) y poco a poco y sin darnos cuenta terminamos ocupándonos de la carne y apagando al Espíritu de Dios que como creyentes en Cristo ya hemos recibido. El Espíritu Extraordinario queda relegado a un segundo plano y perdemos la posibilidad de vivir vidas extraordinarias. Ocupémonos con diligencia de nuestra relación personal con Jesucristo y recordemos que solo hombres como Daniel, que son fieles a Dios, pueden experimentar la llenura de aquel Espíritu Superior, el Espíritu de Dios mismo.   Oración.

«Padre Santo, te ruego me llenes con tu Espíritu, dame un corazón humilde que ante todo sea fiel a ti y a tu palabra, enséñame a vivir por fe y en sujeción a tu voluntad. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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