sábado, 22 de julio de 2023

Sendas rectas

 

Sendas rectas


“Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado”, hebreos 12: 12-13.

Cuando hay pecados a los cuales no queremos renunciar, se hace imposible vivir la plenitud de la vida que Dios nos quiere dar. Si bien, Dios es un Dios de procesos que nos transforma poco a poco y nos moldea como un alfarero lo hace con el barro hasta que lleguemos a ser semejantes a Cristo, también es cierto que muchas veces nos llama a tomar decisiones radicales en nuestra manera de vivir. Él siempre nos habla con claridad y sin rodeos y nos muestra el camino que debemos seguir a través de su palabra, pero a veces nos hacemos los sordos y sacamos excusas para justificarnos y seguir haciendo lo que a nosotros nos parece, sin embargo, debemos saber que cuando Dios habla no da sugerencias, da órdenes porque tiene toda la autoridad para hacerlo; sabe realmente lo que nos conviene y lo que no, porque es nuestro Padre y nos ama.

Si queremos gozar nuestra vida cristiana a plenitud tenemos que tomar decisiones en cuanto al pecado y apartarnos de todo lo que ponga en peligro nuestra relación con Dios. Es el momento de buscar a Dios, de humillarnos delante de Él, de levantar nuestras manos y de doblar nuestras rodillas (y más que nuestras rodillas, nuestro corazón) ante el Todopoderoso y de esta manera hacer sendas rectas para nuestros pies. Nuestras debilidades o ‘cojeras’ nos pueden hacer caer si no las sometemos a Cristo, pues Él es el único capaz de sanarnos y fortalecernos por medio de su Santo Espíritu. No es fácil renunciar por nuestras propias fuerzas al pecado, pero si nos ponemos de acuerdo con Dios en cuanto a lo que está mal en nuestra vida y disponemos nuestro corazón, Dios se encargará y se glorificará cualquiera que sea nuestra debilidad.   Oración.

«Padre celestial, dispongo mi corazón para prestar atención a tu palabra y obedecer cualquiera que sea tu llamado. Sana las áreas de mi vida en las que todavía hay pecado y no permitas que me desvíe de tus sendas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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