lunes, 27 de marzo de 2023

Recordemos la palabra de su gracia

 

Recordemos la palabra de su gracia


“Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.”, Lucas 15:16-18

El hijo pródigo pide la herencia a su padre y se va en busca de nuevas experiencias, viviendo solo para satisfacer su propio yo. Luego de malgastar su herencia, se acaba el dinero y tiene que trabajar para tener algo de alimento.

Lo más triste de todo es que empieza a desear lo que comían los cerdos, y esto nos puede suceder también a nosotros cuando nos alejamos de Dios, de nuestro Padre celestial.

Muchas veces no es algo que ocurre de la noche a la mañana, sino que lentamente empezamos a desear aquello con lo que se alimenta el mundo, no precisamente alimento físico, sino que nos atrae su manera de vivir independiente de Dios, queriendo satisfacer los deseos individuales: “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida”, (1 Juan 2:16b); aquello pasajero y lisonjero que es como espuma en nuestras manos, pero que al final nos deja un vacío que inició cuando dejamos de orar, de congregarnos, de buscar conocer cada día más su Palabra y terminamos en un estado lamentable, engañados y llenos de culpa.

Pero precisamente en este instante y en cualquiera en el que nos encontremos, podemos recordar lo que somos gracias a Cristo: “Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hechos 20:32). Como el hijo pródigo, cuando recordó lo que tenía en la casa de su Padre, no nos olvidemos que por la fe en la obra de Cristo tenemos una herencia, una identidad, un propósito; recordemos, por tanto, la palabra de su gracia, levantémonos de cualquier estado de desánimo, no nos dejemos engañar y no dejemos de avanzar conociendo y experimentando el gran amor que fue derramado en nuestros corazones.  Oración.

«Si alguna vez me alejé de ti, perdóname, Señor, hoy recuerdo que Tú eres mi Padre por medio de Cristo Jesús, y nada ni nadie cambiará este hecho; lléname de tu Espíritu para vivir en amor y lejos del pecado, en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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