lunes, 20 de febrero de 2023

Sublime gracia

 


Sublime gracia

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,” Tito 2:11-13

La gracia no es permiso para pecar, como muchos piensan equivocadamente, incluso Pablo por el Espíritu aclara en Romanos capítulo sexto el mismo interrogante: “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?” y es contundente en responder la pregunta: “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2).

Debemos saber, por tanto, que nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Cristo, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado (Romanos 6:6).

Es un hecho radical que nuestro viejo hombre ya fue crucificado, pero seguimos en este cuerpo mientras viene nuestro Señor Jesús a darnos un nuevo cuerpo celestial (1 corintios 15:52); el Señor nos proveyó de su Espíritu para que, por Él, hagamos morir las obras de la carne y no andemos guiados por nuestra tendencia a hacer el mal, sino por el amor que ha sido puesto en nosotros (Romanos 8:13).

Esta es la gracia sublime de Cristo, que no solo por medio de la fe en su nombre nos rescató, sino que nos sostiene y nos enseña a vivir de manera piadosa, afirmando acerca del pecado: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.” (Romanos 6:12).

¡Qué hermosa revelación de la gracia!, es como nuestra maestra que nos sostiene y nos enseña a vivir en santidad mientras se revela nuestro Señor Jesús en su segunda venida; pero leamos o escuchemos nuevamente de su palabra esta verdad y pidamos que sea revelada en lo más profundo de nuestro ser, para que tengamos esperanza: “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,” (Tito 2:11-13).   Oración.

«Señor, quiero vivir en el estado natural de todo creyente: tu gracia sublime; sostenido en tu verdad, pero viviendo en santidad, mostrando en amor que Cristo mora en mí y que el pecado no tiene poder en mi vida. En el nombre de Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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