viernes, 24 de febrero de 2023

Náufragos

 

Náufragos

“Porque habló, e hizo levantar un viento tempe


stuoso,

Que encrespa sus ondas.

Suben a los cielos, descienden a los abismos;

Sus almas se derriten con el mal.

Tiemblan y titubean como ebrios,

Y toda su ciencia es inútil.

Entonces claman a Jehová en su angustia,

Y los libras de sus aflicciones.

Cambia la tempestad en sosiego,

Y se apaciguan sus ondas.

Luego se alegran, porque se apaciguaron;

Y así los guía al puerto que deseaban” Salmos 107:25-30

“Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;” 2 Corintios 11:25

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3. Reflexiona

Andábamos como náufragos, sedientos, hambrientos y el mar de la vida nos llevaba de aquí para allá, a ningún lugar. Tormentas y olas feroces arrastraban nuestra alma y nos llevaban a aguas de amargura, temor, soledad, odio, derrota. Había días soleados, pero luego caía una tempestad, todo se destruía y el ambiente se tornaba gris.

Lo peor del naufragio es la condenación, pues el pecado, como una piedra, hunde cada día más el barco y pensamos que no hay salvación. Todo esfuerzo de salir de este embravecido mar es inútil y de soltar esa terrible carga es imposible; entonces, cuando ya no tenemos esperanza en nosotros mismos, clamamos a Dios en nuestra angustia y ¡Cristo viene a nuestro rescate!

Así era nuestra vida sin Cristo y ahora, que Él vino a nuestro rescate, ¿se acabaron las dificultades?, no; pero ahora Él está en nosotros ayudándonos, dándonos fuerza, renovando nuestro gozo, alumbrando con su luz en la oscuridad y, si es preciso, calmando la tormenta, trayendo paz y consuelo a nuestro corazón. Ha colocado en nosotros su Espíritu para que clame por nosotros, para que podamos tomar su fruto de dominio propio, de templanza y no dejarnos vencer por el enemigo. Nos guiará a puerto tranquilo, al puerto de su amor, de la victoria de la fe; entonces, no nos angustiemos, Él lo dijo y así lo cumplirá “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20b).    Oración.

«Padre, cuando estaba perdido y mi vida no tenía rumbo fijo tú me diste un norte, alumbrando, como un faro radiante en la oscuridad, la luz de Cristo; me salvaste, me llevaste a puerto seguro, a tu casa, ahora mi casa, a tu iglesia, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito

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