jueves, 23 de febrero de 2023

Idolatría pura. Parte 1

 

Idolatría pura. Parte 1


“Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que, al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.” Romanos 1:22-25

No necesitamos postrarnos, rendir culto ni veneración a una imagen ni ídolo, porque tenemos un Dios vivo con el cual hablamos cara a cara; gracias a que el Señor Jesucristo rompió el velo que nos separaba del lugar santísimo, ahora, por su sangre, podemos entrar a la presencia de Dios (Hebreos 9:3, Mateo 27:51).

Este ídolo puede ser una representación de algún santo, de la madre de nuestro Señor, del mismo Jesucristo o de Dios; aun así, no debemos colocar nuestra confianza en estas representaciones ni dirigir nuestras oraciones a sus imágenes, como si estas figuras tuvieran atributos que solo el Dios vivo y verdadero tiene: omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia.

De la misma manera, no debemos rendirles culto a estas estatuas de madera o yeso, imágenes, escapularios o cualquier objeto, porque solo Dios puede escuchar nuestras oraciones, solo Él está en todo lugar, lo sabe todo, lo puede todo.

Dios designó un solo mediador, un solo intermediario y está escrito, es únicamente Jesucristo (1 Timoteo 2:5). Lo correcto es dirigir nuestras oraciones a Dios por medio de Cristo, en la comunión de su Espíritu (Judas 1:20-21, 2 Corintios 13:14, Juan 14:13-14, Mateo 3:16-17) y orar como nos enseñó nuestro Señor Jesús, en intimidad con nuestro Padre (Mateo 6:6).

Reflexionemos en qué cosas estamos colocando nuestra confianza si solo hay un Dios verdadero y vivo, a quien podemos ir por medio de Cristo.   Oración.

«Padre, me postro ante tu presencia verdadera, real y personal con toda libertad, sabiendo que Cristo me abrió un camino al trono de tu gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Gracias Padre, en el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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