viernes, 23 de agosto de 2024

Tristes y angustiados

 

Tristes y angustiados


“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.” Mateo 26:36-38

La angustia y la tristeza son dos emociones que en cualquier momento pueden tocar la puerta de nuestro corazón, sentimos tristeza y angustia porque nuestro matrimonio no avanza como quisiéramos, porque nuestros hijos son difíciles de soportar, porque ocurrió una injusticia en mi trabajo o estudio, porque está llegando la hora de presentar alguna tarea o responsabilidad asignada y no la he podido realizar, porque mis padres en sus conflictos no logran ponerse de acuerdo y estar en armonía, entre otras tantas cosas.

El mismo Señor Jesús experimentó estas dos emociones justo antes de ir a la cruz, era la prueba más difícil de su vida, con la que cumpliría a satisfacción la voluntad de Dios, y aunque sabía que era necesario beber de esa copa y aun teniendo la certeza de que su Padre no lo dejaría en la tumba, sino que lo resucitaría al tercer día, su corazón se angustió y se entristeció, en su condición de hombre tuvo esta debilidad; Hebreos 4:15 dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”

Así que, un consuelo para nuestra alma angustiada y triste, es saber que nuestro Dios y Salvador, por su experiencia, nos entienden perfectamente y se compadece de nosotros en estas debilidades. Lo que sin duda, debe motivarnos a que nuestra acción constante durante el tiempo que afrontemos cualquier adversidad sea aferrarnos a Él y confiar en Él, pues su Palabra en Hebreos 4:16 exhorta: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Fue esto lo que precisamente hizo nuestro Señor cuando pasó por tal situación.

Profundizaremos mañana en tal acción.  Oración.

«Bendito Dios, confiado y convencido estoy por tu Espíritu que me recuerda tu Palabra y la obra de mi Salvador, que en cualquier momento te puedo llamar, pues me invitas a acercarme confiadamente a tu trono de gracia, porque dices, ahí alcanzaré la misericordia y hallaré la gracia para mi oportuno socorro, gracias Señor, amén.

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