martes, 27 de agosto de 2024

La gracia de Dios que me transforma

 


La gracia de Dios que me transforma

“Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” 1 Corintios 15:9-10

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18

Antiguamente, es decir, antes de Jesucristo, por quien vino la gracia de Dios a la humanidad, cualquier persona no podía acercarse y estar en la presencia santa de Dios, pues tan honroso privilegio solo lo tenían unas pocas personas las cuales Dios elegía e instruía para ello. Estas, finalmente eran las encargadas de representar al pueblo delante de Dios y de interceder por ellos, y al mismo tiempo tenían el deber de revelar el mensaje o la Palabra que Dios les enviaba (Hebreos 1:1, Hebreos 9:6-7).

Sin embargo ahora, por la gracia o bondad de Dios en Jesucristo, cualquier persona que reconozca y reciba a Jesús como el autor de su Salvación, puede libre y confiadamente acercarse al trono de Dios, dice su Palabra, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro (Hebreos 4:14-16).

Hallar o encontrar la gracia de Dios para nuestro oportuno socorro, es todo lo que necesitamos para cumplir con el propósito que Dios nos ha diseñado. Su gracia ya nos ha sido dada, ahora solo queda que cada uno de manera libre y voluntaria se acerque a su presencia para poder entenderla, recibirla y experimentarla en toda su plenitud. Su Palabra en 2 Corintios 3:18 revela que nuestra vida es completamente transformada por el Espíritu Santo gracias a que tenemos el privilegio de ver claramente como un espejo la gloria de nuestro salvador.

Es justamente lo que le sucedió al antes llamado Saulo y que hoy conocemos como el apóstol Pablo; su vida después de ver ese resplandor de luz del cielo que lo rodeaba, pasó de ser perseguidor de la iglesia a ser como Él lo dice, uno de los que más trabajaba en la edificación de ella, pero tal y como lo manifiesta, no era él en su fuerza, capacidad o sabiduría, sino la gracia de Dios con él. De manera que, si tu vida quieres ver transformada, pasando de la esclavitud del pecado a la libertad gloriosa de Jesucristo, pon tu mirada en Jesús y toma de toda su gracia en abundancia (Juan 1:16).  Oración.

«Padre, gracias por el regalo de la salvación; gracias por permitirme participar de esta gran bondad. Y como el Dios bueno y bondadoso que eres, te pido que cada día me permitas conocerte más y descubrir lo que por gracia puedes hacer y transformar en mi diario caminar, en nombre de Jesús, amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario