viernes, 9 de agosto de 2024

La fe de los hijos de Dios

 


La fe de los hijos de Dios

 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,” Filipenses 2:5

La fe de Jesucristo, le llevó a vivir una vida que glorificaba al Padre, su declaración en Juan 17:4 nos lo revela, dice “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” Y esto gracias a que su confianza y esperanza siempre estuvieron puestas en su Padre y en el plan que había diseñado para Él y a través de Él. En este plan de Dios, estaba el hecho de que Jesucristo se debía entregar en manos de los judíos para ser maltratado, burlado y posteriormente crucificado; lo cual aunque resultó difícil y angustiante para Jesús, por la gracia de Dios y su amor hacia cada persona en el mundo, lo realizó con gran fortaleza y decisión.

La Palabra de Dios en Filipenses 2:5 nos exhorta a que haya en nosotros el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, el cual, aunque era igual a Dios, no estimó ser igual a Dios, sino que se hizo semejante a los hombres; y estando en esta condición, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:6-8). En nuestro caso, la Palabra de Dios en Hebreos 12:1 nos llama a que nos despojemos del pecado que nos asedia y de toda carga que no nos permite avanzar en la carrera que tenemos por delante.

Hermanos, por la fe en el Señor Jesucristo, todo el que cree goza de una nueva vida, libre del poder del pecado, del peso de la ley y de la potestad de Satanás; entonces ahora vivamos como Cristo vivió cuando estuvo en la tierra, para gloria del Padre y de su Hijo Jesucristo.

Gálatas 2:20 declara contundentemente que nuestro viejo hombre ha sido crucificado juntamente con Cristo, para que ahora viva Cristo en nosotros y nosotros en Cristo, por medio de su Espíritu, lo cual significa que podemos vivir vidas en total dependencia y obediencia a nuestro Padre Dios, vidas en la fe del Hijo de Dios.    Oración.

«Padre, que el poder y la verdad de tu Palabra me lleven a vivir una vida en la fe del Hijo de Dios, una vida en completa dependencia y obediencia donde seas adorado y glorificado, por Jesucristo, mi Señor, amén.

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