sábado, 21 de septiembre de 2024

Dios guarda mi corazón y mis pensamientos.

 

Dios guarda mi corazón y mis pensamientos.


“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7

¿Alguna vez te has preguntado a qué se dedica un guarda? Quizás no, hasta hoy que leíste este pasaje principal y que por supuesto escuchas o lees que se te hace esta pregunta. Un guarda es aquel que se encarga de proteger al personal que vive o trabaja en un determinado lugar, y te preguntarás: ¿de qué los guarda? De peligros y/o ladrones que puedan perturbar la tranquilidad de sus habitantes, o en otros casos, robarles lo que les pertenece.

¿Qué relación tiene esto con el versículo principal? Si vuelves a leer detenidamente el pasaje, te darás cuenta que la Biblia manifiesta que Dios es quien GUARDA nuestros pensamientos y corazones en Cristo Jesús, es decir, que si le ponemos atención a su significado, podemos afirmar que Dios es quien cuida de cada uno de nosotros, y ¿De qué nos cuida? de que alguien o algo venga a robarnos la paz, o de que en nuestra mente se filtren pensamientos que perturben nuestra tranquilidad. Cuando lo analizamos de esta manera concluimos: ¡Qué hermoso es saber que Dios nos guarda! Pero, ¿será que ésto sucede de la nada, mágicamente, sin hacer nada? O ¿Qué me dice la Palabra? Pues bien, la Palabra nos dice que para que esto suceda necesitamos orar: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6), cuando oramos lo que sucede es que descargamos todas esas ansiedades, afanes, tristezas y angustias, delante de Dios, y una vez nos despojamos de todo esto, a cambio nos podemos apropiar de lo que nos entrega Dios: Su perfecta paz y su verdad, como dice el pasaje de hoy.

Oración.

«Padre, guarda mis pensamientos y mi corazón, pues muchas veces dejo entrar ideas, recuerdos, mentiras, que me llenan de confusión, tristeza y angustia. Gracias porque sé que por medio de la oración puedo acercarme confiadamente a ti. Enséñame la manera en la que esa perfecta paz, que tú prometes en tu palabra, sea la que gobierne mi vida, amén.

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