miércoles, 12 de abril de 2023

Lucha con Dios en oración

 


Lucha con Dios en oración

“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí”. Génesis 32:24-29.

¿Estamos enfrentando miedos, angustias, preocupaciones? Es el momento de luchar con Dios en oración. El pasaje de hoy nos muestra a Jacob, enfrentando una situación bastante preocupante, fruto de la rivalidad con su hermano, éste lo había amenazado de muerte. A veces nuestros errores nos pueden llevar a circunstancias muy difíciles de resolver, necesitamos en primer lugar arrepentirnos de nuestros pecados y llegar a la presencia de Dios para poner nuestra causa en sus manos.

Jacob sabía que se había equivocado, reconocía su propia indignidad, dijo en Génesis 32:10a: “menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo”; en otras palabras dijo: ‘no soy digno de la bondad y fidelidad con la que me has privilegiado’; pero era un hombre de oración, conocía a Dios, por eso oró, creyó y pidió protección de Dios basado en la promesa que el Señor le había hecho, Génesis 32: 11-12 “Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho: Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar, que no se puede contar por la multitud”.

No siempre orar de esa manera es sencillo, Jacob necesitó luchar con Dios y esto requirió tiempo, energía, determinación y hasta dolor; al punto que decía “no te soltaré hasta que me bendigas”, su oración no sólo cambió el curso de su situación, sino que transformó la vida de Jacob radicalmente, hizo de él la persona que Dios quería que fuera, Israel; y como señal, Jacob nunca volvió a caminar como antes pues lo hizo con su cadera dislocada. Jacob cambió totalmente la actitud hacia su hermano y la respuesta a la oración fue más allá de lo imaginado, pues hubo un reencuentro y una emotiva reconciliación, Génesis 33:4.

Preguntémonos, ¿qué tendrá que cambiar y transformar Dios primero en nuestra vida para que entendamos que debemos rendirnos totalmente a Él?

Es saber que aun nuestra debilidad y vulnerabilidad no impiden que Dios nos use; el equivalente en el Nuevo Testamento fue Pablo en 2 Corintios 12:7 “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera”. El Señor no quitó la espina en el cuerpo de Pablo, de hecho, le dijo que “su poder se perfeccionaría en su debilidad”.

Hermanos quizás sintamos que tenemos una espina clavada en nuestro cuerpo, pero, entendamos que solo a través de las dificultades, las luchas y las decepciones podemos ser transformados en nuestro corazón, para ser esas personas que el Señor quiere que seamos, para su gloria y honra.   Oración.

«Señor, gracias por ser bueno y fiel, que escuchas siempre nuestras oraciones cuando nos acercamos con una actitud humilde y contrita delante de ti; antes de pedir que otro sea transformado, cambia primero mi corazón para que sea fiel a ti; te pido que traigas reconciliación en todas las relaciones que he roto por mi pecado, no me sueltes hasta que me bendigas, en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.   

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