lunes, 26 de diciembre de 2022

Del pesebre a la cruz

 


Del pesebre a la cruz

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:5-8

La vida de nuestro Salvador, desde el pesebre a la cruz, es una muestra total de amor, siendo Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose carne, a semejanza de los hombres, naciendo como un pequeño bebe, en un humilde pesebre; y habitó entre nosotros dejando ver su gloria, gloria como del unigénito del Padre, enseñándonos la compasión, el perdón, la bondad, la humildad, la gratitud, la obediencia, entre muchas otras virtudes, pero sobre todo, nos mostró con su propia manera de vivir, la forma correcta de amar, cada acto reflejaba su esencia (1Juan 4:16), lo que predicaba lo practicaba, el Hijo de Dios vivió una vida llena de gracia y de verdad.

Si su nacimiento y su vida fueron gloriosos, su muerte fue un evento extraordinario, pues demandó humildad, sumisión y obediencia a los designios del Padre. En la cruz de Cristo, confluyen la Justicia y Santidad de Dios abrazadas por su Amor. Si bien el Padre había podido decretar justicia, condenando para siempre al hombre, decidió por amor, Él mismo pagar el precio de nuestro pecado, un precio muy alto que demandó la vida de su propio Hijo, acto sublime y misericordioso que permitió reconciliar al hombre pecador, con el único Dios Verdadero y Santo. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:9-11. Que nuestro mayor anhelo, en retribución a todo lo demostrado por nuestro Señor Jesús, sea corresponder y compartir este incomparable e inmerecido amor.   Oración.

«Señor Jesús, gracias porque desde tu nacimiento hasta tu muerte siempre nos mostraste tu incomparable amor, en respuesta, rindo mi vida a ti, ayúdame a conocer, corresponder y compartir tu maravilloso e inagotable amor, en la llenura y poder de tu Santo Espíritu, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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