sábado, 19 de septiembre de 2020

El todo del hombre – Primera Parte

 


El todo del hombre – Primera Parte

“El fin de todo l discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” Eclesiastés 12:13

En esta palabra concluyente del Rey Salomón a la cual llega después de hacer lo que él dice: “Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen de él. Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 1:13-14) Si nosotros analizamos el quehacer del hombre, toda su lucha, todo su esfuerzo y el objeto por el cual lo hace, de seguro surgirá en nosotros la pregunta que Salomón se hizo: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” (Eclesiastés 1:3)

Lucha, se esfuerza, se afana el hombre por las riquezas, posesiones y bienes materiales; para ya tarde entender que: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá.” (Job 1:21 a) Se esfuerza, lucha y se afana el hombre por adquirir sabiduría humana, por conquistar títulos, por destacarse en la ciencia y en sus diferentes trabajos; para tarde entender la conclusión a la que llega Salomón: “Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.” (Eclesiastés 2: 15-16) Busca el hombre, lucha, se afana y se esfuerza por vivir y ejercer el señorío que Dios le dio cuando le dijo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” (Génesis 1:28) y tarde comprende que: “Lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.” (Eclesiastés 3: 19-20) (Continuará) Oración.

«Padre Dios, amado, misericordioso y santo; en el nombre de Jesús te doy gracias porque a través de la revelación de tu palabra que nos haces por tu Santo Espíritu, nos llevas a comprender que, real y verdaderamente, una sola cosa necesitamos en esta vida y es que Cristo Jesús ocupe el trono de nuestro corazón y nuestra vida y sea nuestro Señor, nuestro Dios, nuestro rey, nuestro todo porque si lo tenemos a Él, todo lo tenemos. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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