lunes, 14 de septiembre de 2020

El Espíritu que hemos recibido

 


El Espíritu que hemos recibido

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!” Romanos 8:15

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.” Romanos 8:16

Por la gracia que nos es dada en Cristo Jesús, al recibirlo por fe como nuestro Señor y Salvador personal, recibimos el espíritu de adopción como hijos de Dios, claramente lo dice la palabra: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:4-6). Y ese Espíritu que nos es dado, derrama en nuestros corazones el perfecto amor de Dios y al hacerlo acontece en nosotros que: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:18)

El Espíritu que por adopción hemos recibido, da testimonio a nuestro espíritu de esa nueva identidad de “hijos de Dios”; la palabra de Dios lo confirma al decir: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.” (Juan 1:12-13) “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son Hijos de Dios” (Romanos 8:14)

Hermanos amados en Cristo Jesús, la gracia de Dios por la que hemos sido adoptados como hijos del Dios omnipotente, omnipresente y omnisciente; creador, Señor y dueño de todo lo que existe y que proviene de su gran amor que sobrepasa todo conocimiento, debe recíprocamente conducirnos a una obediencia y a una disposición en espíritu y en verdad para amarle de todo nuestro corazón, y de toda nuestra alma, y de toda nuestra mente, y de todas nuestras fuerzas y, en ese amor, amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.  Ración.

«Padre, Señor y Dios, Dios nuestro; te adoramos, te alabamos, bendecimos tu nombre y te damos gracias porque al recibir a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador, nos has dado tu Espíritu y ahora mora en nosotros y es nuestro fiel compañero hasta el fin del mundo, es quien nos recuerda todo lo que nos has enseñado a través de tu palabra y, el que guía nuestros pasos y guía nuestro corazón para vivir en obediencia a ti; llénanos Señor con tu Espíritu, úngenos Señor con tu Espíritu, vivifícanos con tu Espíritu y has de nosotros instrumentos de tu Santo Espíritu para honra y gloria de tu nombre. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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