domingo, 17 de mayo de 2009

Gedeón 3ª parte


¡Pero entonces deben verse también las consecuencias de esa unión! ¿Qué consecuencias? Volvamos a: “Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor, Jehová, que he visto al ángel de Jehová, cara a cara” (jueces 6:22). Con su sacrificio él quiere representar, a sí mismo, el cabrito, juntamente con la masa sin levadura, el santo. Gedeón – el pecaminoso, está siendo confrontado con Aquél que no conoce pecado. Y teme morir pues Gedeón sabe que el santo Dios y un hombre pecaminoso se excluyen mutuamente. Sin embargo, el versículo 23 dice: “Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás” y “edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová; salom (Jehová es paz V24). Esta es la experiencia del Gólgota, lugar en que la paz y la justicia se besaron (Salmo 85:10). Una vez que el Señor hubo recibido la ofrenda de Gedeón, exige un holocausto de él. (Jueces 6:25,26) Lo característico del holocausto era que había que entregar todo, que quemar todo de él. El Señor exigió inmediata obediencia de parte de Gedeón, después que El se ha revelado a alguien como Salvador y Redentor. Solamente de esta manera se puede corresponder a tu vocación. Y de esta obediencia esta la autoridad espiritual de Gedeón (la tuya) a pesar de su falta de reserva de fe. Pablo preguntó al Señor, inmediatamente después de su conversión: “Señor, ¿Qué quieres que yo haga?” ( Hechos 9:6) y luego obedeció a su voz sin demora alguna. Pedro tuvo un encuentro con el Señor, y entonces le siguió inmediatamente y llegó a ser un poderoso testigo suyo (Juan 21). “Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo” (Jueces 6:27) Al principio uno no conquista necesariamente las masas, pero sí puede formar una célula de oración y practicar la obediencia en esta circulo pequeño. Gedeón temía a los hombres, no obstante él hizo lo que Dios le había mandado (V27). No debemos esperar hasta que toda timidez y todo el temor hayan desaparecido de nuestro corazón para volvernos obedientes. Gedeón, después de haber realizado su hazaña de fe, pudo ver como el Señor rompió las olas amenazantes. ¿Quién ha hecho esto?" (V28,29) Joás, el padre de Gedeón, había reconocido a esa altura que su propio Baal no le podía ayudar ni tampoco responder a sus oraciones, dio esta respuesta: “si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribo su altar” (V31,32). Gedeón se burlo de los ídolos impotentes, pues Baal no contendió con él. La obediencia siempre tiene valor, aunque obedezcamos en contra de las opiniones humanas. Tres razones por las cuales Gedeón tenía que derribar en aquella misma noche al ídolo Baal y cortar la imagen de Asera: Para que Dios pueda luchar a través de ti contra los enemigos exteriores, primero, tienes que vencer a los enemigos interiores. ¡Si queremos arrebatar almas preciosas al diablo, éste debe primero haber sido vencido en nuestro propio corazón! Este es el secreto: Jesús y tú. Los enemigos que hay en tu corazón, tu yo y tu orgullo, tienen que ser derribados antes de que puedas derrotar al enemigo en tu familia, en tu iglesia y en tu ambiente. No tienes victoria en lo exterior y tampoco llevas fruto si es que aun no has destruido el altar de ídolos en tu propio hogar. Solamente sobre las ruinas del Baal propio, tendremos poder sobre miles de corazones (V33). Cuando él hubo realizado la limpieza en su propia familia, le siguieron miles y miles para luchar contra aquel gran ejército de enemigos. “Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste toco el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él”. Y envió mensajeros por todo Manasés, y ellos también se juntaron con él, asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a encontrarles” (Jueces 6:34,35). Estar llenos del Espíritu Santo, “el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón” (V34). ¿No quieres estar también tú lleno del Espíritu Santo? Entonces dile “si” a la cruz del Gólgota, y di: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Pero ¿No le bastaba esto? ¿No fue ésta una directa legitimación de Dios? Pero en ese momento en que Gedeón veía aproximarse a incontables enemigos, su fe comenzó a vacilar. “Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y pasando acamparon en el valle de Jezreel” (V33, 34a). En tiempos anteriores él había podido observar, con corazón dolorido cómo esos enemigos lanzaban ataques contra su pueblo. Pero ahora él mismo estaba en la arena, sí, hasta era el hombre responsable. ¿Qué tal están las cosas en tu vida? ¿No mostraste también una maravillosa fe en tu discipulado, y no experimentaste al Señor de manera gloriosa? Pero ahora el enemigo se acerca a ti, comienzas a vacilar y vuelves a ser débil. “He aquí, tú enseñabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas” (Job 4:2 al 5). No te debilites en la fe, sino ¡permanece fuerte en el Señor! ¿Qué hace Gedeón en esa situación problemática, en la cual su fe va decayendo? El exige una doble señal del Señor y recibe una misericordiosa respuesta de El: “Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que pondré un vellón de lana en la era…” (V36 al 40). Estas dos señales son proféticas. Señala hacia el cordero de Dios, sacrificado en nuestro lugar. “y si el rocío estuviese en el vellón solamente, quedando seca toda la tierra, entonces entenderé que salvaras a Israel por mi mano, como lo has dicho” (V37) Cristo murió por mí, por el mundo. El agua ¿No es el agua de vida, el espíritu de Dios? La tierra era pobre y seca cuando El vino; solamente El estaba lleno de la gloria del Señor. “Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra, y en toda la tierra hubo rocío” (V39, 40). Jesús se despojó a sí mismo. El derramo su sangre. El murió para que pudiéramos vivir. El dio su vida al mundo. En el crucificado, en la unión con El, quien también resucitó, tenemos la certidumbre firme como la roca de que El está con nosotros. Jesús y tú: entonces tienes autoridad espiritual y poder, y estás lleno del Espíritu Santo para poder corresponder a tu vocación en este mundo.

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