miércoles, 4 de febrero de 2009

reflesion

Y ellos le han vencido por medio de la sangre del cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
Apocalipsis 12:11 RV

No sé como es usted, pero yo prefiero palabras de aliento que palabras desalentadoras mis queridos amigos, mensajes positivos a negativas advertencias. Y mientras doblamos la esquina a partir de 2008 al 2009, los medios de comunicación están llenos de noticias desalentadoras y de informes negativos. Las oímos en todas partes, y si no tenemos cuidado, vamos a empezar a creer en ellas y a vivir a consecuencia de ellas.

¿Quiere eso decir que ninguno de esos mensajes negativos son verdaderos? Por supuesto que no. Muchos de ellos pueden ser-y tal vez son aún peor. Pero las malas noticias del juicio y las advertencias no deben dictar el contenido de nuestro corazón o el cumplimiento de nuestro llamado.

Hay un dicho común entre los Cristianos de que tenemos que 'leer el final del Libro y ¡ganamos!' No hay mayor final para cualquier libro que esa positiva verdad, mis amigos. Sin embargo... si han leído todo el libro (¡y yo espero que lo hayan hecho, y muchas veces!), ustedes saben que Dios no se nos prometió una existencia libre de problemas en este mundo mientras esperamos la victoria final del capítulo.

Y de ahí es donde viene el miedo. Dejamos el centro de nuestra atención a la deriva de los resultados finales y de las circunstancias temporales, y nos olvidamos que no nos corresponde a nosotros tener dientes de arena, ni amarrarnos los cordones de nuestros zapatos, y de alguna manera vamos a superar los obstáculos y desafíos imposibles. Dios es el Uno-el único-que nos puede llevar a nosotros segura y victoriosamente, hasta el final. Y Él nos ha dado todo lo que necesitamos para aguantar durante el viaje: la sangre del Cordero, quien pagó nuestro precio por el pecado y nos restauró a la relación con el Padre; la habilidad de proclamar el Evangelio a todos los que escuchen, y el perfecto amor que fluye del trono de Dios y derrite el miedo a la muerte con la promesa de vida eterna con Ėl.

Es todo lo que nosotros jamás necesitaremos, mis queridos amigos. Independientemente de lo que el mundo nos puede tirar a nosotros en este Año Nuevo, tenemos la promesa y la provisión de Dios, que nos permite mirar a través de lo temporal a lo eterno, para mantener nuestros ojos fijos en el Premio y el anhelo de nuestros corazones por el cielo. Nada de lo que hay aquí puede empezar a compararse con las cosas que Dios ha preparado para nosotros una vez que nuestra vida pase a la siguiente. Por lo tanto, regocíjense en el Año Nuevo, mis amigos, y no se desanimen por los informes negativos, y recuerden, ¡lo mejor está todavía por venir!

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