viernes, 13 de febrero de 2009

devocional

Despojarse del peso muerto Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. Hebreos 12:1 Cada vez que nos excusamos por nuestro pecado, estamos culpando a Dios. Adán lo hizo cuando Dios le preguntó acerca del comer el fruto prohibido. Él respondió: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (Gn. 3:12). Adán no aceptó la responsabilidad de su pecado, sino que culpó a Dios, de que le había dado a Eva. El pecado nunca es culpa de Dios, ni es la culpa de una persona o circunstancia que Dios trajo a nuestra vida. El excusar el pecado pone en tela de juicio a Dios por algo que solo es nuestra culpa. Si decide castigarnos es porque lo merecemos. Por eso la confesión de pecado es indispensable para el crecimiento espiritual. Cuando acepte la realidad de su pecado y lo confiese, tiene menos peso muerto que lo arrastre hacia abajo en el proceso de crecimiento. Como lo indica el versículo de hoy, aumentará su crecimiento cuando se despoje del pecado del pecado mediante la confesión.

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