La palabra de gracia
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?
No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los
afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni
los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por
el Espíritu de nuestro Dios.” 1 Corintios 6:9-11
Iglesia, tenemos nosotros hoy, por la gracia de nuestro Señor
Jesucristo, la bendición de poder decir con seguridad y certeza, que hemos sido
lavados, santificados y justificados de todos nuestros pecados. La Palabra de
gracia que hemos oído y en la cual hemos creído ha sido todo lo necesario y
suficiente para que hoy podamos gozar de este estado. Ha sido un regalo
inmerecido y maravilloso de parte de Dios, pero hemos de entender que no es un
regalo exclusivo, sino que, nos ha sido dado para que compartiendo la palabra
de gracia, todos los que están a nuestro alrededor también tengan la
oportunidad de acceder a él.
La palabra de gracia nos dice que, Jesucristo, el Hijo de
Dios, se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para
que todo aquel que crea en Él sea lavado, santificado y justificado por su obra
de Salvación en la cruz y por su Espíritu que viene a morar en nuestro corazón.
Hermanos, realmente ningún ser humano es merecedor de tan grande gracia y amor,
porque todos éramos enemigos de Dios, dice la Escritura que no hay justo ni
bueno ni aún uno (Romanos 3:10-12); pero ha sido Dios en su misericordia y amor
el que ha decidido que todo ser humano independientemente de su condición y
pecado, puede ser lavado, santificado, purificado y justificado, llegando a
tener parte con Él y siendo merecedor al igual que hoy tú y yo de toda su
bondad, amor y provisión.
Es el anhelo de nuestro Señor y Salvador, que como sus
discípulos y testigos tengamos su mismo sentir hacia todos aquellos que están
hoy en oscuridad y perdición, que cambiemos nuestros pensamientos de crítica,
acusación y condenación por sus pensamientos de gracia, amor y salvación. Oración.
«Padre de amor, que todo el favor y el amor que he recibido
de ti, sin tener ni haber tenido algún mérito para ello, me lleve a ver a cada
pecador y a pensar de él, de la misma manera que tú a mí me viste cuando yo
estaba en esa condición. Que el poder de tu Espíritu y tu Palabra hagan de mí
ese fiel reflejo y transmisor de tu gracia, amor y salvación, por Jesucristo mi
Señor y Salvador, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario