viernes, 13 de diciembre de 2024

Jehová es varón de guerra

 


Jehová es varón de guerra

“Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; Ha echado en el mar al caballo y al jinete. Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Jehová es varón de guerra; Jehová es su nombre. Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército; Y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.” Éxodo 15:1-4

“Extendiste tu diestra; La tierra los tragó. Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; Lo llevaste con tu poder a tu santa morada.” Éxodo 15:12-13

La porción Bíblica de hoy, corresponde a la primera parte del cántico de Moisés, después de que el Señor los libró de la mano de los egipcios. Esta salvación ocurrió mediante la división del mar rojo en dos, haciéndose así un camino seco para que el pueblo de Israel pasara por él; sin embargo, faraón rey de Egipto y todo su ejército con gentes de a caballo y carros, seguían al pueblo, pues no querían dejarlos ir por cuanto ellos eran sus esclavos, de manera que, la liberación gloriosa ocurrió cuando el pueblo de Israel pasó el mar, pero aún los egipcios estaban a mitad de camino, y haciendo Dios a través de Moisés que el mar se volviera a unir, las aguas cubrieron a los egipcios, de modo que todos se hundieron y no quedó ni uno de ellos (Éxodo 14:13-31).

Es magnífica la manera en la que Dios obra cuando en su misericordia y poder decide dar victoria y salvación, pues no fue solo en aquel tiempo o exclusivamente a este pueblo, sino que dice la Escritura “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17.

Hermanos, por la sangre de Jesús derramada en la cruz, todo aquel que ponga su confianza y esperanza en Él, es liberado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de Jesús (Colosenses 1:13); por la misericordia y el amor eterno de Dios, que peleó a muerte por nosotros, se nos da una nueva vida libre de la culpa y la condenación, y entonces siendo ahora partícipes de este nuevo reino, nuestro llamado es a que vivamos como hijos y no como esclavos, disfrutando la paternidad, el amor y toda la bondad de nuestro Padre Dios, que indefectiblemente nos guiará a vivir como Jesús vivió, haciendo todo para la gloria de Dios (Juan 8:34-36).    Oración.

«Padre, gracias por esa batalla que decidiste pelear contra Satanás por amor a tu creación; gracias porque por la muerte y resurrección de tu Unigénito Hijo me has librado de la potestad de las tinieblas y ahora soy partícipe del reino de Jesucristo, y sé que así, morando en tu casa y a la vez siendo el templo de tu Espíritu, me guiaras a vivir una vida en victoria y plenitud, victoria sobre el pecado y en la plenitud de servirte y adorarte con todo lo que de mí has hecho, amén.

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