Así como Jacob peleó
“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus
dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo
pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó
con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía
con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de
Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le
respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu
nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre
Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has
vencido. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el
varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. Y
llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a
cara, y fue librada mi alma. ” Génesis 32:22-30
Persistir por la bendición de Dios sin importar los cambios o
dolores que esto pueda implicar para nosotros, es lo que vemos hoy en la vida
de Jacob.
Muchas veces nos pasa que anhelamos una bendición para
nuestra vida, pero mientras vamos camino a ella, orando y siguiendo la voz de
nuestro Señor, solemos desanimarnos y quisiéramos mejor retroceder, pues nos
damos cuenta de que el trayecto quizá no es tan corto y plano, sino que, por el
contrario, requiere de persistencia y mucho esfuerzo.
Así que, debemos saber que el camino o proceso para lograr
recibir y disfrutar una bendición de Dios, está marcado por momentos que no son
fáciles y quizás tampoco agradables, pero que sin duda, pronto nos daremos
cuenta de que eran completamente necesarios, porque de este modo el Señor nos
preparó para recibir su favor.
Ciertamente, el Señor no anhela multiplicar o aumentar
nuestras finanzas, sin antes formar nuestro corazón para que luego no se
convierta en un adorador de las riquezas, y es entonces, por ello, que nos ha
concedido el principio del diezmo (Malaquías 3:10). Hermanos, que esta lucha
que tenemos diariamente entre hacer las cosas de manera independiente o
someternos a la voluntad de Dios, la peleemos al igual que Jacob, es decir, con
Dios, pues es en esos tiempos de persistencia en intimidad con Él, donde nuestro
carácter va siendo moldeado preparándonos para recibir su favor; así que, no
nos fijemos en el dolor pasajero que pueda causar a nuestro orgullo o propia
inteligencia, la instrucción o el mandato del Señor, pues con toda seguridad
esto terminará en una gran y permanente bendición. Oración.
«Padre bueno, que el conocimiento espiritual que me has
concedido de ti y tu Hijo Jesucristo, por medio de tu palabra y la revelación
de tu Espíritu, me lleve a cada día confiar más en tu buena, perfecta y
agradable voluntad, pues sé que aún los tiempos de dolor o aflicción son
dispuestos por ti, para que en intimidad y perseverancia, sea yo formado y
preparado para así recibir todo lo que tienes para mí, por Jesucristo, mi Señor
y Salvador, amén.
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