sábado, 27 de septiembre de 2014

Hechos 27:16-19

Hechos 27:16-19



Mientras pasábamos al abrigo de un islote llamado Cauda, a duras penas pudimos sujetar el bote salvavidas.  Después de subirlo a bordo, amarraron con sogas todo el casco del barco para reforzarlo.  Temiendo que fueran a encallar en los bancos de arena de la Sirte, echaron el ancla flotante y dejaron el barco a la deriva.  Al día siguiente, dado que la tempestad seguía arremetiendo con mucha fuerza contra nosotros, comenzaron a arrojar la carga por la borda.  Al tercer día con sus propias manos arrojaron al mar los aparejos del barco.  



La vida está llena de momentos difíciles.  Si el día de hoy tus vientos son tranquilos, mi recomendación es que des gracias y gloria a Dios.  Además, utiliza este tiempo para mejorar tu comunión con Él y prepararte para lo que venga. 

En el pasaje vemos que la tempestad estaba llegando a un grado tal que comenzaron a echar por la borda toda la carga.  Lo que necesitaban los dueños del barco para hacer dinero.  Era su negocio y para muchos, podría considerarse su vida.  ¿Cuánta gente cuando pierden un bien material dice: ahí va mi vida?  De cierta manera es cierto.  Nos apegamos tanto a los bienes que cuando tenemos que desprendernos de ellos nos cuesta demasiado trabajo y pensamos que están arrancando una parte de nuestro ser.  Piensa por un momento en la escena del barco y la tempestad.  Los cielos están negros.  El viento es mucho más poderoso de lo que el barco parece que puede soportar.  De repente te das cuenta que eres insignificante en comparación de los mares, los cielos y los vientos.  Eres una pequeña hormiguita que nada puede hacer al respecto y comienzas a desesperarte y entender que algo debes hacer para poder sobrevivir.  Tu mente empieza a funcionar con mil ideas por segundo.  Te das cuenta que hay mucho peso en el barco y sería bueno deshacerte de lo que no es vital.  La carga te sirvió mientras las cosas estaban en calma y podías comerciar y ganar dinero.  Hoy es un verdadero estorbo para poder sobrevivir.  Es necesario deshacerte de esa carga si quieres seguir adelante.  Pero si la tiras, perderás todo el dinero que ibas a generar.  Puede ser que tu reputación se vea afectada y tu negocio disminuya considerablemente.  ¿De qué vas a vivir?  ¿Cómo vas a tener dinero?  Tienes razón.  Son preguntas muy importantes.  El problema radica en que si no estás vivo, de qué sirve preguntárselas.  Ahora traslademos toda esta escena a tu vida.  ¿Cuánta carga estás arrastrando que debes tirar por la borda?  Cosas o incluso personas que piensas que son valiosas pero lo único que hacen es alejarte e interrumpir tu comunión con Dios.  Esa carga está afectando tu vida.  Lo sabes.  Lo has notado.  Pero no quieres deshacerte de ella porque piensas que puedes seguir así y nada pasará.  Déjame decirte que Dios es celoso de ti y no quiere ser el segundo ni el tercer lugar en tu vida.  El quiere estar por encima de todo y todos.  No lo puedes engañar y sabe perfectamente cuando lo desplazas del trono.  Son los momentos difíciles los que te hacen recordar que tus prioridades andan invertidas.  Son las enfermedades, los fallecimientos, los despidos, las sequías y todo tipo de problemas los que nos recuerdan que aquello que tanto valoramos realmente nos estorba para seguir adelante.  En el barco comenzaron a deshacerse de la carga y tres días después de los aparejos o sea de los instrumentos que el barco utiliza para navegar.  

Independientemente de que la situación era crítica, buscaron agarrarse de lo poco que les quedaba.  El barco.  Pero tres días después vieron que habría que desprenderse de más cosas si querían sobrevivir.  Tres días.  Setenta y dos horas estuvieron sufriendo en la tempestad hasta que decidieron desbaratar el barco y dejarlo como un bote salvavidas nada más.  

El barco es tu vida, tu cuerpo.  El barco nos recuerda cuántas porquerías acumulamos mientras todo es viento en popa y qué poco nos sirven cuando las cosas son adversas.  Hoy te animo a que medites en tus cargas.  Te animo a que medites si es necesario que una vez que te has dado cuenta que debes deshacerte de tantas cosas, dejes pasar más tiempo hasta que entiendas que es necesario deshacerte de todo pues no puedes seguir más.  ¿Cuánta tormenta necesitas para ceder?  ¿Qué tan duro está tu corazón para no dejarte tomar decisiones correctas?  No dejes que tu orgullo estorbe.   Entrega tu vida a Cristo.  Deja que Él lleve tus cargas.  Deja que Él te muestre por dónde caminar.  Deja que su amor llene tu vida.

Oración

Señor: no puedo más.  Las cargas me están aplastando y la tempestad me tiene atrapado.  Me entrego a ti mi Señor.  Rescátame y líbrame.  Te pido que perdones mis pecados.  Te pido me guíes por vientos mejores y me muestres cómo confiar en Ti cuando las tormentas son fuertes.  Hoy entiendo que todo aquello que consideraba útil y valioso no me ha servido para seguir adelante y por ello te pido que seas Tú quien me de la fuerza y la paz que tanta falta me hacen.  En Cristo Jesús te lo pido.

Amén 

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