jueves, 7 de septiembre de 2023

La gloria de Dios

 


La gloria de Dios

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” Salmos 19:1.

Gloria, de manera general y en sentido figurado, la podemos entender como algo que le da valor a algo o alguien. Ejemplo, la gloria de la televisión son sus programas. Las novelas, concursos, noticias y todo el contenido digital de ella es lo que le da valor, por ende, es su gloria. Para ejemplificarlo con personas, podemos decir que a estas les da valor, sus bienes, riquezas, cualidades, y demás aspectos valorables, por lo tanto, son la gloria de quien los posee.

Ahora bien, para adentrarnos en el tema que nos compete, ¿cuál es la gloria de Dios?

Y de manera concisa, podemos decir que la gloria de Dios es su misma esencia, sus atributos, características o lo que es lo mismo, su naturaleza. Cuando leemos “los cielos cuentan la gloria de Dios” podemos ver de manera real, precisa y directa la gloria de Dios, pues cuando observamos el cielo azul, el imponente sol, las preciosas estrellas y sus demás componentes, se nos está contando de su majestuoso y poderoso Creador; se nos está dando testimonio de la omnipresencia, excelencia y perfección de Dios, cualidades que solo son atribuibles y pertenecientes al que es Santo “Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria” (Isaías 6:3). Por lo que, de manera resumida, podemos decir que la gloria de Dios es todo lo que Él es y que es manifestado en todo lo que solo Él puede hacer, tanto en los cielos como en la tierra.

Y ahora, teniendo una idea más clara y visible de lo que es la gloria de Dios, ¿qué tal si la profundizamos aún más, pero ya no siendo solo espectadores, sino mejor, sus testigos? Pues lo que el Señor nos dice en Juan 11:40 es “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?”

Nos vemos de nuevo mañana para seguir aprendiendo.   Oración.

«Padre, humilde y sinceramente te clamo, revélame tu gloria, en el nombre de Cristo Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 6 de septiembre de 2023

¿Por qué a Dios se le llama el Dios de Abraham, Isaac y Jacob?

 

¿Por qué a Dios se le llama el Dios de Abraham, Isaac y


Jacob?

Hay varios lugares en la Biblia donde Dios es llamado el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Éxodo 3:15; Hechos 7:32). Aunque puede parecer más simple referirse a Él como el Dios de Abraham, el hecho de referirse a Él como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob enfatiza el pacto que Él hizo primero con Abraham y que repitió con las siguientes generaciones. Este nombre de Dios es especial porque enfatiza Su pacto con Israel y muestra el papel especial que los israelitas tienen como pueblo escogido por Dios.

En el Génesis, Dios llamó a Abraham para que fuera a la tierra de Canaán y dejara su hogar en Ur de los Caldeos, haciendo un pacto con él que se conoce como el pacto abrahámico. Génesis 12:1-3 dice: "El Señor había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra".

Dios le prometió a Abraham tierra, muchos descendientes y bendición. Esta promesa la repitió al hijo de Abraham, Isaac (Génesis 21:12; 26:3-4), y luego al hijo de Isaac, Jacob (Génesis 28:13-15). Gracias a este impacto multigeneracional, es conocido justamente como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

Cuando Dios habló con Moisés y le indicó cómo comunicarse con los israelitas en Egipto, le dijo que se refiriera a Él como el Dios de Abraham, Isaac y Jacob (Éxodo 3:15-16). Esto no sólo lo distinguía de los dioses egipcios, sino que también les recordaba a los israelitas Sus antiguas promesas y el pacto con ellos.

En el Nuevo Testamento, el apóstol Pedro llama a Dios el Dios de Abraham, Isaac y Jacob como una manera de relacionar los milagros actuales entre los judíos con el Dios de sus antepasados y también con Jesucristo como Dios encarnado (Hechos 3:12-13). Asocia a Jesús con el cumplimiento del pacto con Abraham (Hechos 3:25-26).

Jesús mismo habló de este nombre de Dios para el tiempo presente. El nombre es en tiempo presente, no en tiempo pasado: "Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy el Dios de Abraham, ¿el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos" (Mateo 22,31-32). Este nombre de Dios en tiempo presente muestra que Abraham, Isaac y Jacob estaban (y siguen estando) vivos en el cielo. También muestra que el pacto abrahámico que Dios hizo con Abraham, Isaac y Jacob sigue vigente incluso hoy en día.   Oración De ti proceden la riqueza y el honor; tú lo gobiernas todo. En tus manos están la fuerza y el poder, y eres tú quien engrandece y fortalece a todos. Por eso, Dios nuestro, te damos gracias, y a tu glorioso nombre tributamos alabanzas.

martes, 5 de septiembre de 2023

Dardos de fuego del maligno

 


Dardos de fuego del maligno

“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” 2 Corintios 10:4-5.

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” Santiago 4:7.

Dardos de fuego del maligno son todos aquellos pensamientos que se cruzan por nuestra mente y que nos llevan a vivir en condiciones y posiciones que no son las que Dios quiere que a diario experimentemos.

Como nos lo expone la Palabra de Dios, nuestro adversario, el diablo, está como un león rugiente buscando a quién devorar (1 Pedro 5:8), y se vale de cualquier debilidad, ignorancia o circunstancia que tengamos para enseguida sembrar pensamientos de confusión, temor y sobre todo de mentira, que nos lleven a dudar de Dios y su Palabra para así mantenernos aislados, oprimidos y derrotados. Hecho que claramente es muy grave porque cada día que pasamos en esta condición, nos perdemos de vivir esa victoria y esa vida abundante que Dios tiene para cada uno de nosotros.

Por ello, es absolutamente necesario que siempre estemos alerta, evaluando si aquello en lo que persiste nuestro pensamiento conecta con lo que Dios dice en su Palabra, o si, por el contrario, es una pequeña flecha de fuego del enemigo que debemos apagar con nuestra fe. La palabra de Dios nos dice: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:16-17). De manera que, la exhortación es para que, a través de la luz de la Palabra de Dios y creyendo en ella, permitamos que nuestros pensamientos sean discernidos y llevados en obediencia a Cristo.   Oración.

«Padre Celestial, que tu Palabra que es vida y luz para mi vida, esté de continuo en mi mente, en mis labios y en mis actos; clamo y anhelo que tus pensamientos sean mis pensamientos y que toda idea que no esté de acuerdo con lo que dices en tu Palabra sea de mi mente derribada, por Jesucristo mi Señor, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 4 de septiembre de 2023

La batalla contra el enemigo ya está ganada

 


La batalla contra el enemigo ya está ganada

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” Efesios 6:10-12.

Como hijos de Dios y por ende enemigos del maligno y de todas sus obras de maldad, continuamente nos vemos enfrentados en guerra, pues su intención de matar, robar y destruir es fuertemente confrontada e impedida por aquellos que predicamos la salvación, vida eterna y vida en abundancia que hay en Jesucristo.

Es por esto que, conocer y creer fielmente en lo que el Señor Jesús nos ha dado como siervos y soldados suyos que somos, nos ayudará a permanecer firmes y en victoria.

En primer lugar, debemos conocer que la batalla contra el enemigo ya está ganada, pues la ganó el Señor Jesús hace más de dos mil años en la cruz, dice Colosenses 2:15 “y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”. Y ahora a cada creyente le ha sido dada autoridad para que en el nombre del Señor Jesús se someta y se derrote toda obra del enemigo, la Palabra en Lucas 10:19 dice: “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”.

Ahora bien, la clave para vivir en este triunfo, es permanecer con nuestra armadura bien puesta, pues el hecho de que sepamos que en Jesús ya tenemos la victoria, no nos exime de pelear la batalla, y para esto, es necesario fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza, situación que solo logramos si hacemos uso de la armadura que se nos ha proveído. La justicia de Dios en Cristo, la verdad que es Cristo mismo, las buenas nuevas de paz, la fe, el evangelio de salvación, la Palabra de Dios y la oración, son los elementos principales de esta dotación, de los cuales nos debemos vestir y así poder resistir. (Efesios 6:13-18). Recordemos que Santiago 4:7 dice “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”.    Oración.

«Padre, te alabo y te bendigo, te doy gracias por tu obra de salvación y porque cada día me permites experimentarla en otras facetas de mi vida. Gracias por permitirme conocer y vivir la victoria que tengo en Cristo, ya sé que el enemigo no me puede hacer daño y que me has dado autoridad para derrotar todas sus obras de maldad, por Jesucristo, nuestro Señor, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 2 de septiembre de 2023

Pide

 


Pide

“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”, Lucas 11:9-10.

A veces nos pasa que al sentirnos completamente confiados y amados por nuestro Padre Celestial, y conociendo que Él siendo omnisciente, sabe todas las cosas, dejamos de pedirle en oración por nuestras necesidades, por aquello que nos preocupa, que nos tiene descontentos o sencillamente por nuestros anhelos. Y resulta que va pasando el tiempo y empezamos a notar que las cosas se estancan y no avanzan, hecho que es completamente lógico, pues si bien Dios todo lo sabe, su mandato y su anhelo es que como hijos amados nos acerquemos cada día ante su trono de gracia y le encomendemos toda situación. Su Palabra dice: “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”(Salmos 37:5), “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6-7).

Hermanos, el que no pide, no recibe; el que no busca, no halla; y al que no llama, no se le abre. Así que, la invitación de nuestro Padre Dios hoy, es a que por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos acceso al Lugar Santísimo, y confiados en que su Espíritu nos ayuda a pedir como conviene, nos acerquemos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, y pidamos, busquemos y llamemos a aquel que puede hacer que todo en nuestra vida fluya hacia el destino correcto. El Señor atento y gozoso con ello, y cumpliendo su Palabra, nos dará conforme a su voluntad (1 Juan 5:14-15).    Oración.

«Padre, perdón por mi indiferencia e independencia de ti. Quiero de ahora en adelante no ocultarte nada y con toda fe confiarte todo; anhelo mis tiempos de intimidad contigo para hablarte como a mi mejor y más fiel amigo. Gracias Señor por llamarme, aceptarme y estar siempre esperándome; te he orado en el nombre de tu amado Hijo Jesús, mi Señor y Salvador, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 1 de septiembre de 2023

La congregación del amor

 


La congregación del amor

“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmos 133:1.

“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, hebreos 10:23-25.

Actualmente tenemos vidas muy independientes y aisladas unos con otros, en parte, gracias a la tecnología moderna que permite abastecernos de cosas sin la necesidad de hablar o interactuar con más personas. Incluso la tendencia es a que alguna inteligencia artificial sea quien atienda nuestros requerimientos para compras o algunos servicios, que eran espacios donde antes nos relacionábamos con la gente.

El problema es cuando la tecnología se lleva al extremo y en vez de ser una herramienta para facilitar la comunicación, la cooperación y la agilidad de los procesos, se convierte en una manera de aislarnos, en una excusa para no encontrarnos cara a cara y en un factor de distracción, es decir, cuando la tecnología nos domina, ya que “todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6:12).

El mundo nos invita a aislarnos y a ser independientes unos de otros y la iglesia no son ajena a esta realidad, sin embargo, no somos autosuficientes pues fuimos creados para depender de Dios primeramente y para habitar en comunidad. Entonces, necesitamos encontrarnos y tener comunión con más personas y esto lo provee Dios a través de la iglesia, porque el efecto de uno de los frutos de nacer de nuevo o de convertirnos a Cristo es vivir en comunidad, en la congregación del amor, como lo vemos en Hechos 2:41-42: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

Así que es en la comunidad de creyentes, en donde aprendemos y practicamos tres cosas esenciales de una comunidad bíblica:

1- Edificación espiritual: Alentarnos al amor y a las buenas obras, conociendo el amor de Dios en Cristo y edificarnos mutuamente a corresponder a este amor, mediante la Palabra de Dios.

2. Abrir nuestras vidas para que sean examinadas y animadas por la comunidad de creyentes: Esto es, corregirnos bíblicamente en un ambiente lleno de confianza, libre de juicios, pues somos débiles, necesitamos ayudarnos unos a otros y ninguno está exento de caer en alguna falta (Gálatas 6:1).

3. Socializar con otros creyentes: Compartir y departir con otros creyentes, siendo intencionales en buscar relaciones de amistad sólidas, sin hipocresía, pues relaciones profundas requieren inversión de tiempo y recursos, esto para sentir confianza y abrir nuestra vida a otros creyentes y afianzar una amistad con propósito.

Estamos llamados por tanto a ser intencionales y buscar una comunión bíblica con otros creyentes pues amar a la iglesia es amar a Cristo, ya que la iglesia es la novia de Cristo.    Oración.

Gracias Padre porque fue tu propósito que luego de haber creído en Cristo, creciera en una iglesia, en la cual pudiera poner en práctica el amor que me has dado para beneficio y crecimiento mutuo. Ayúdame a ser intencional en buscar la comunión con otros creyentes para gloria tuya, en el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 31 de agosto de 2023

Atalayas de nuestra familia

 

Atalayas de nuestra familia


“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.” Ezequiel 3:18-19

Ya sea en el colegio, universidad, trabajo o en nuestra familia, si hemos creído verdaderamente en Jesucristo, en aquel que nos lavó de nuestros pecados y nos dio vida eterna, estamos llamados a ser los atalayas, a evitar que perezcan nuestros conocidos, amigos o nuestra familia por falta de conocimiento de la palabra de Dios (Oseas 4:6).

Este conocimiento nos enseña que si hemos creído en el Señor Jesucristo seremos salvos nosotros y nuestra familia, si les compartimos la buena noticia de salvación, como lo hicieron con nosotros, y si ellos creen en nuestro anuncio (Hechos 16:31, hebreos 4:2).

Debemos insistirles a nuestros seres queridos, porque el tiempo de su segunda venida ya se acerca, y la mejor manera de mostrarles que Cristo habita en nuestro interior es amarlos, perdonando todo y buscando restaurar las relaciones rotas. El mismo amor y misericordia que Cristo nos dio a nosotros debemos proyectarlo a ellos, dando de gracia lo que hemos recibido de gracia, (la gracia es el favor inmerecido de Dios) (Mateo 10:8).

Que no nos quede en nuestra conciencia que pudiendo haberles enseñado el evangelio y demostrado todo el amor que hemos recibido, lo hayamos hecho a cuenta gotas o, peor, que no lo hayamos hecho. Perder a un ser querido es muy doloroso, pero mucho más terrible es que muera sin haber creído en Jesús para vida eterna. Si has creído que Jesús murió en tu lugar por tus pecados, evidencia tu fe apartándote del pecado, confiando plenamente en el Salvador de tu alma, y pide a su Espíritu para que te ayude a no practicar más el pecado.    Oración.

«Padre me has dado la salvación por gracia, por medio de la fe en Jesucristo; ahora quiero llevar este mensaje a mis seres queridos, a mis conocidos y a mi familia para que crean que tú nos has amado tanto que enviaste a tu hijo Jesús, para que todo aquel que crea en Él no se pierda más tenga vida eterna, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 30 de agosto de 2023

El atalaya de Cristo

 

El atalaya de Cristo


“A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.” Ezequiel 33:7-9

“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” 1 Corintios 16:13

En la palabra de Dios los atalayas eran los encargados de vigilar u observar atentamente para prevenir cualquier ataque sorpresa del enemigo; eran colocados en un lugar estratégico y debían alzar su voz con prontitud ante cualquier peligro.

Los creyentes en Cristo, de la misma manera, estamos llamados a que por medio de nuestras buenas obras mostremos evidencia de nuestra fe para gloria de Dios Padre (Mateo 5:14-16). El Señor ha transformado nuestro corazón y ha depositado su amor para que resplandezcamos todo el fruto del Espíritu Santo; esto significa que tenemos la gran responsabilidad de anunciar a los demás, con todo amor, la verdad de su palabra.

Somos atalayas de Cristo, enviados y colocados en alto para prevenir a las personas de su inminente muerte espiritual si no creen que Cristo murió por sus pecados; como el mismo Jesús les decía a los fariseos que lo rechazaron: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” (Juan 8:24). Él era el único que los podía salvar de la condenación por causa de su pecado, y Él es el único que puede salvar la vida de todo hombre que se arrepienta y crea en la buena noticia (Marcos 1:15).

Tampoco podemos callar ante la injusticia, el pecado, el engaño o cualquier conducta que ocurra a nuestro alrededor, pues no podemos ser cómplices; debemos estar atentos y vigilantes a dar el mensaje del evangelio y enseñar los principios de Dios, como lo dice 1 Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.     Oración.

«Señor me has puesto como tu atalaya para anunciar la verdad de tu palabra; para que todo el que crea en Cristo no muera más tenga vida eterna. Te doy gracias por el privilegio de ser puesto como testigo del amor que me has dado por medio de la fe en Jesús, amén.    Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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