Enfocándonos
“Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies
de la red.” Salmos 25:15
Es muy fácil enredarse con los afanes del mundo cuando
estamos enfocados en nosotros mismos o en los problemas. Los afanes del mundo
nos llevan a enfocar nuestra energía y pensamiento en lograr lo que el mundo
coloca como estándar de éxito, pero una vez se llega a la cima no está lo que
supuestamente se ofrecía, es decir, no hay verdadera satisfacción, no hay total
felicidad porque se sube la montaña solo.
El enfoque en nosotros mismos es el enfoque más dañino, pues
el resultado de la satisfacción personal egoísta, es la desconexión con los
nuestros, consecuencia absoluta de la desconexión con Dios y su propósito. Así
que, ¿Cuál es el propósito de Dios para nuestra vida? Solo hay uno.
En cortas palabras, el propósito de Dios para nuestra vida es
que hagamos su voluntad, pero solo podremos hacer su voluntad si nuestro
enfoque es Cristo.
Su Palabra en Filipenses 3:12-14 dice “No que lo haya
alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir
aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no
pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que
queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al
premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Es justamente lo que
motiva cada día al apóstol Pablo, alcanzar a Cristo, y esto significa que
aunque Jesús ya está en mí y yo en él o que fui “alcanzado por él”, debo
alcanzar o lograr que Él se forme y crezca plenamente en mí, pues justamente el
premio del supremo llamamiento de Dios es únicamente en Cristo Jesús, y Efesios
4:13 dice “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo;”
Hermanos enfocarnos en los problemas, el mundo o nosotros
mismos hará que nos enredemos más y que finalmente no obtengamos eso que tanto
anhelamos, pero si nos enfocamos en la voluntad de Dios, prosiguiendo a la meta
de que Cristo sea cada día más formado en nosotros, entonces nuestro Padre Dios
sacará nuestros pies de cualquier tipo de red en la que podamos caer
concediéndonos también el premio que mayor satisfacción nos hará tener. Oración.
«Padre, gracias porque el permanecer con nuestra mirada en
ti, enfocados en lo celestial y eterno, nos permite vivir una vida de total
plenitud y satisfacción; gracias porque sé que tu buena voluntad es que Cristo
sea formado y reflejado a través de mí y por ello a pesar mis debilidades y
fallas, cada día me levantas y me motivas a olvidar lo que queda atrás y
proseguir al premio de tu supremo llamamiento, amen.
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