Perfeccionados, afirmados, fortalecidos y establecidos en
Cristo
“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna
en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio
por los siglos de los siglos. Amén.” 1 Pedro 5:10-11
Hay situaciones en nuestra vida que causan dolor, tristeza,
llanto y otros sentimientos poco alentadores o agradables, sin duda todo ser
humano en algún momento atraviesa la muerte de un ser querido, de pronto la
noticia de una enfermedad o diagnóstico grave, también pasamos por crisis o
momentos alteraciones en la salud diferentes circunstancias difíciles que como
dice el versículo de hoy, padecemos por un poco de tiempo.
El Dios de toda gracia, que para los que tenemos nuestra fe
puesta en Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador, es nuestro Padre
Celestial, nos dice que después de este corto tiempo, él mismo nos
perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá; su Palabra dice: “Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.
Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” Isaías
43:2.
Hermanos, las tribulaciones que permite el Señor en nuestra
vida tienen propósito, un propósito eterno, ese de acercarnos más a Él y de que
le conozcamos íntimamente, aquel que nos lleva a experimentar su presencia y su
fidelidad todos los días de nuestra vida, como cuando dice “Aunque ande en
valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;”
Salmos 23:4.
Entonces, indudablemente, estas situaciones y momentos de
dificultad no son para nuestro mal, no son un castigo o algo que el Señor mandó
para destruirnos, por el contrario, son el escenario perfecto a través del cual
Él hace que nuestra mirada, confianza y dependencia esté puesta solo en Él,
pues finalmente la única manera para que la vida de Cristo en nosotros crezca,
se perfeccione, afirme, fortalezca y establezca, es cuando a su vez la de
nosotros mengua (Juan 3:30). Menguan entonces la desesperanza, la angustia, el
dolor, la incertidumbre y la frustración, y aumentan el gozo, la paz, la
paciencia, la fe, la esperanza y el amor.
Oración.
«Padre, y aunque pasemos por valle de sombra de muerte,
tenemos la certeza de que siempre con nosotros estás. Gracias por tan grande
gracia, amor y fidelidad que en Cristo Jesús nos has manifestado, manifiestas y
manifestarás, por ello y mucho más, a ti sea la gloria y la alabanza por los
siglos de los siglos, amén.
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