Saliendo de la tentación
“Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de
Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino
que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el
pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.” Santiago 1:13-15
Los cristianos, al igual que todo ser humano, somos de carne
y hueso y estamos expuestos a las diferentes sensaciones, emociones y
sentimientos que en nuestro cuerpo y alma se pueden experimentar, y es
precisamente a través de esto que llegan las tentaciones a nuestra vida, porque
hay deseos ilícitos, pensamientos impuros, sentimientos desbordados y conductas
erradas, que si por algún motivo le damos cabida en nuestra vida, nos terminan
llevando a caer en pecado.
Es por esto que, cuando se nos presente algún tipo de
tentación que sea basada en algo que sabemos que no agrada a Dios, que no está
bien o que no es correcto, no podemos de ninguna manera pensar que nos la ha
enviado Dios y que entonces debe ser por algo bueno, que quizás el Señor quiere
que experimentemos aquello que nos parece agradable, bueno o codiciable, puesto
que, lo que realmente dice la Palabra, es que Dios no puede ser tentado por el
mal, ni Él tienta a nadie, sino que cada uno de nosotros es arrastrado o
atraído por sus propios deseos.
De manera que, queridos hermanos, no podemos ser ingenuos o
insensatos en nuestra manera de pensar, sino que, cuando nos estemos sintiendo
atraídos o seducidos por alguna cosa mala, debemos enseguida reaccionar
entendiendo que es algo que no proviene de Dios, que no agrada a Dios y que no
es para nuestro bien; y entonces, lo que sí debemos hacer en lugar de ceder a
ello, es ir y entregárselo a Dios en la intimidad de la oración, pues la palabra
de Dios en Hebreos 4:15 dice que Jesús puede compadecerse de nuestras
debilidades por cuanto Él también fue tentado en todo, pero sin pecado; de modo
que, confiadamente al trono de la gracia nos podemos acercar y por su
misericordia y gracia, el oportuno socorro hallar, pues si de la tentación
queremos salir, a Dios debemos ir, y a nuestro razonamiento renunciando para no
terminar pecando. Oración.
«Padre, tu palabra dice que no llega a nuestra vida una
tentación que no sea humana, pero aun así, Tú estás ahí atento para que no
seamos tentados más allá de lo que personalmente podemos resistir y, para
darnos en la tentación, la salida; Padre bueno, gracias por tu fidelidad y tu
oportuno socorro; gracias también por tu Palabra que me permite entender que
ninguna incitación a hacer el mal proviene de ti, amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario