Despojarnos
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios
como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por
lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre
todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que
están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses
2:5-11
La palabra de Dios en la cita bíblica del día nos está
llamando a que en nosotros haya el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que, se despojó a sí mismo; despojarnos es entonces el
principal llamado. Jesús, en su caso, se despojó de su divinidad, de su gloria,
de su poder y todo atributo divino para venir a la tierra en condición de
hombre y también de siervo, el cual, como continúa el texto, se hizo obediente
hasta la muerte y muerte de cruz.
En nuestro caso, a lo que nos invita Dios, es a que nos
despojemos de todo aquello que en nuestra humanidad podamos considerar valioso
y que de alguna manera nos proporcione confianza o seguridad de nosotros mismos
en nuestra obediencia al Señor; el apóstol Pablo lo manifiesta de la siguiente
manera en Filipenses 3:4-7 “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne.
Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al
octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos;
en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en
cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran
para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.”
ntonces, el llamado del Señor es a que estimemos como pérdida
cualquier logro, título u obra buena que hasta ahora en servicio a Él hayamos
podido realizar, de manera que nuestra confianza y seguridad no esté en eso y
menos en nuestros propios esfuerzos, sino que realmente y como nos lo menciona
el Señor Jesús en Mateo 5:3 “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos.” Un completo sentir de pobreza y humildad de
espíritu es lo que el Señor quiere de nosotros, una total dependencia de Él y
de su Espíritu en todo momento, para que en su sabiduría y poder continuemos en
este maravilloso caminar de obediencia y servicio a Él; “Porque el que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” Mateo 23:12. Oración.
«Padre, que por tu Espíritu en mi corazón, hagas de mí esa
persona mansa y humilde que tú quieres que yo sea; que sea yo menguando y
Jesucristo creciendo en mi vida, que toda confianza o seguridad en mis logros,
capacidades o talentos sea totalmente despojada y desarraigada de mi corazón, y
que por el contrario, en todo momento y actividad dependa de ti y del poder de
tu Santo Espíritu en mí, pues tuya es la alabanza, la honra, la gloria y el
poder, por los siglos de los siglos, amén.
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