Hablar con Dios para salvación
“Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba,
diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo
el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma
condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo
que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús:
Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: «De cierto
te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:39-43
Es sorprendente el derroche de gracia y amor que podemos ver
en Jesús hacia este ladrón, es asombroso que aun cuando este pagaba la condena
impuesta por las autoridades terrenales en sus últimos momentos de vida, haya
recibido la salvación.
Como seres humanos, nos cuesta mucho comprender esto, porque
según nuestra sabiduría y justicia, cada persona debería recibir el trato y las
consecuencias que sus obras merecen, como por ejemplo este ladrón crucificado
junto a Jesús, que precisamente reprendiendo al otro dijo: “Nosotros, a la
verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros
hechos; mas éste ningún mal hizo.” Sin embargo, vemos, por la respuesta de
Jesús, que no es lo mismo en el reino de los cielos. El ladrón hablándole a
Jesús le dice “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” A lo que el Señor le
responde: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Y en estas
breves palabras y este sencillo ejemplo, podemos entender cómo funciona en el
reino de los cielos. La palabra de Dios en Gálatas 3:11 dice: ”Y que por la ley
ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe
vivirá;”
Hermanos, en el reino y la sabiduría de Dios, tiene derecho y
es merecedor de recibir salvación, todo aquel que profese su fe en Jesús como
Señor y Salvador; realmente ningún ser humano es lo suficientemente bueno o
correcto moralmente como para no tener necesidad de la obra de Jesús en la cruz
que lo salva y lo justifica, pero tampoco ninguna persona es lo
escalofriantemente mala como para no ser digna o merecedora de recibir perdón
de pecados y vida eterna. De modo que, nuestro llamado es para que, conociendo
la gracia de nuestro Salvador, invitemos a todo el que esté a nuestro
alrededor, para que, hablando con Dios, reciba su salvación. Oración.
«Padre Celestial, es sorprendente la gracia que hallamos en
tus ojos por medio de Cristo; gracias porque hasta en el último momento de vida
cualquier persona puede ir a ti y recibir salvación; gracias porque es
suficiente la fe para que creyendo en el corazón y confesando con la boca
seamos salvos. Recibe toda la gloria, honra y adoración, en el nombre de Jesús,
amén.
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