martes, 12 de febrero de 2019

SOBRE TODA CARNE


DERRAMARÉ MI ESPÍRITU SOBRE TODA CARNE

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”, Joel 2:28-29
En este pasaje Joel profetiza el comienzo de la iglesia de Cristo. Tiempo donde todos podrán en todas partes invocar el nombre del Señor Jesucristo, recibir el perdón de pecados y entrar a ser parte del reino de Dios. Todo esto por medio de la presencia del Espíritu Santo.
El profeta estaba contemplando este tiempo, donde el Espíritu Santo sería derramado ya no sólo sobre profetas, reyes y sacerdotes, sino sobre toda carne, lo que alude a toda persona que ha creído en Jesucristo y ha recibido la promesa del Espíritu: jóvenes, viejos, hombres y mujeres que tendrán esta experiencia, para que sin distinción ni discriminaciones invoquen la Palabra del Señor y sean instrumentos de salvación para el mundo.
Qué gran privilegio se nos ha concedido, no sólo experimentar la salvación personal en Jesucristo, sino ser voceros que comuniquen las buenas nuevas a todos los que deseen escuchar. Hoy la iglesia cristiana es la voz profética de Dios y debe revelar el mensaje del evangelio llamando al arrepentimiento y extendiendo la esperanza de Cristo a todo este mundo afligido. El Señor con el derramamiento de su Espíritu desde Pentecostés ha venido a morar en los creyentes para dirigir su iglesia.
Derramaré mi Espíritu”, alude a un regalo de gracia abundante que alcanza todas las edades. Igual que en tiempos de Joel donde la lluvia cayó en gran magnitud para restaurar la tierra seca y devastada por la langosta, ahora es por el poder del Espíritu Santo en cada creyente que el mensaje de salvación se esparcirá por todo este mundo que se aproxima al final de los tiempos.
Profetizar es proclamar los propósitos bíblicos de Dios para este tiempo, es hablar en el nombre de Dios su Palabra, y ya no es un privilegio de unos pocos, sino un atributo para todo creyente, con lo cual no hay excusa para que callemos, pues Dios usará aun hasta los más niños para darle una oportunidad de salvación a todos los que nos rodean.
Reconozcamos que “invocar su nombre” es invitarlo a actuar como Señor y Salvador, no sólo en la experiencia inicial del nuevo nacimiento, sino invitarlo a actuar en todos los aspectos y momentos de nuestra vida.  Oración.
Señor Jesucristo, gracias por derramar tu Santo espíritu sobre mí, ya no tengo excusa para proclamar tu Palabra a los que me rodean y hacerles entender que recibir tu gracia no es complicado ni difícil, solo basta con disponer el corazón para aceptar a Cristo y todo lo que hizo en la cruz, y así serán salvos. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

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