martes, 19 de mayo de 2009

Comprensión de nuestra meta


Comprensión de nuestra meta

El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.

1 Juan 2:6

La vida cristiana es simplemente el proceso de buscar la semejanza de Cristo, descrita teológicamente como santificación. Jesús dij "Sígueme", y ese mandato sencillo no ha sido sustituido ni mejorado. Seguir a Cristo implica aprender de Él para que podamos ser como Él (Lc. 6:40). Romanos 8:29 dice que Dios nos salvó para que seamos hechos "conformes a la imagen de su Hijo". Por lo tanto, nuestra única búsqueda es ser cada vez más semejante a Cristo.

Algunos pudieran decir que glorificar a Dios o evangelizar a los perdidos son las prioridades más importantes. Pero ser semejante a Cristo glorifica a Dios, y si somos semejantes a Cristo no podemos menos que evangelizar a los demás. Después de todo, Él vino "a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lc. 19:10). Todo lo necesario en la vida cristiana surge de una búsqueda de la semejanza a Cristo Él está en el libro

Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis.

1 Pedro 2:2

Para ser más semejante a Cristo hay que conocer la Palabra de Dios. Hay que saber cómo Cristo vivió cuando estuvo en la tierra, y el único lugar donde aprender eso es en las Escrituras, que son la revelación de Cristo. El Antiguo Testamento prepara la escena para Él, crea la necesidad de Él y predice su venida. Los Evangelios relatan su llegada. El libro de Hechos describe el inmediato efecto de su ministerio. Las epístolas describen la importancia a largo plazo de su vida y ministerio. Y Apocalipsis da detalles de su futura venida y de su juicio de la tierra.

Cristo es el punto central de toda la Biblia, y hay que estudiarla para saber cómo es Él. Muy a menudo estudiamos la Biblia en busca de argumentos teológicos o para responder preguntas. Esas cosas son importantes, pero lo más importante del estudio bíblico es saber más de Cristo para que podamos ser como Él.

lunes, 18 de mayo de 2009

¿Es posible la perfección?


¿Es posible la perfección?

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos.

1 Juan 1:8

La falsa doctrina del perfeccionismo enseña que hay algún momento después de la conversión cuando se erradica la naturaleza pecaminosa del creyente. Pero según el versículo de hoy, y sobre todo en el enfoque del apóstol Pablo al tema de Filipenses 3:12--16, la perfección en esta vida es solo una meta, no una realización. Debemos buscarla, pero nunca la alcanzaremos en la tierra.

Pablo rechazó el perfeccionismo al llamarnos a que busquemos el premio que solo se puede obtener plenamente en el cielo. Confesó que él mismo no había alcanzado la perfección, ¡y escribió a los filipenses casi treinta años después de su conversión! Tal vez fuera el cristiano más consagrado que haya vivido. Si después de treinta años no era perfecto, sin duda ninguno de nosotros puede decir que lo sea. El máximo esfuerzo

Prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.

Filipenses 3:12

El crecimiento espiritual no es un ejercicio intermitente; debe ocupar todo el tiempo. En realidad, la palabra griega para "prosigo" se empleaba para describir a un corredor de carreras cortas, y se refiere a un enérgico esfuerzo. Pablo estaba corriendo con todas sus fuerzas, distendiendo todos los músculos espirituales a fin de ganar el premio (cp. 1 Co. 9:24--27). También dijo que debemos pelear "la buena batalla de la fe" (1 Ti. 6:12)

Esa perspectiva no estaba limitada a Pablo. El autor de Hebreos escribió: "Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante" (He. 12:1).

Nuestra búsqueda vitalicia es ser semejantes a Cristo. El correr esa carrera exige el máximo esfuerzo en el uso de los medios de gracia Dios nos ha dado.

domingo, 17 de mayo de 2009

Esperando un milagro

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INMUTABILIDAD DE DIOS. 7


INMUTABILIDAD DE DIOS7 (5) Con frecuencia los impíos hacen mal uso de la inmutabilidad de Dios, haciendo de ella un pretexto para vivir en el pecado sin temer el castigo. Los hombres y mujeres pecadores a menudo abusan de la inmutabilidad de Dios. El Dios inmutable es Uno que es el sostenedor de todas las cosas. Por supuesto, todas las cosas permanecen desde la fundación del mundo (Colosenses 1:16-17; ver también 2ª Pedro 3:3-4). La constancia del mundo en el cual vivimos, es un asunto de la gracia común y esta constancia testifica Su bondad y gracia. Los no creyentes malinterpretan la consistencia del orden de la creación, haciendo de ella „una prueba‟ de que Dios no juzgará al mundo por su pecado (2ª Pedro 3:3-4). Entonces, ¿cómo podemos estar seguros de Su juicio? (1) Porque la Palabra de Dios nos advierte del juicio y la Palabra de Dios, al igual que Dios, no cambia. (2) Porque la historia de la Biblia está llena de ejemplos de la intervención de Dios en la historia humana juzgando sus pecados. Este juicio tiene a veces una forma espectacular, tal como lo vemos en el diluvio (Génesis 6-7) o en la destrucción de Sodoma y Gomorra (Génesis 19). Otras veces, el juicio es retrasado de manera que los hombres puedan arrepentirse y ser salvos. Y otras veces, el juicio de Dios llega en una forma en que no se le reconoce como un juicio divino. Este es el caso en Romanos 1:18-32. La ira de Dios es evidente al permitirle a los hombres sufrir la degradación y la corrupción del pecado de manera que se contaminan tanto en el cuerpo como en la mente. Él juzga a los pecadores permitiéndoles persistir en su pecado sin interrupción divina, cosechando así el torbellino de consecuencias por su pecado. En el día de hoy, en nuestra cultura muchos consideran la inmoralidad, la perversión y los
pensamientos torcidos, como progreso, como una bendición. Pero debemos considerarlos por lo que son -juicio divino- una pequeña muestra de lo que vendrá. (6) El Dios inmutable es el único medio por el cual los hombres pecadores pueden ser cambiados para poder entrar en las eternas bendiciones de Dios. Mientras Dios no cambia, los hombres pecadores deben cambiar para entrar el reino de Dios. Este „cambio‟ va de un hombre que es un vil pecador, que merece la eterna ira de Dios, a un pecador perdonado, que ahora está vestido en la justicia de Dios, por medio de su fe en Cristo. Es Dios quien provee los medios mediante los cuales los pecadores pueden cambiar transformándose en una nueva creación, perdonado, justificado, teniendo una esperanza no perecible. Lo que se requiere de los hombres, es que se arrepientan, dejar de pensar y actuar como lo hicieron alguna vez, reconociendo sus pecados y confiar en Jesucristo. No son las buenas obras que hacen los hombres, las que ganan el favor de Dios. Más bien, es le buena obra que Dios cumple en nuestras vidas, el resultado de Su bondad y de Su gracia. El único cambio que Dios aceptará, es el cambio que Él produce en y a través nuestro, por medio de la obra de Cristo y del Espíritu Santo. No hay mayor espanto que saber que somos pecadores y que Dios no sólo odia el pecado, sino que Él ciertamente juzgará a los pecadores. Para los pecadores no hay consuelo que pueda encontrarse en la inmutabilidad de Dios. Pero para aquellos que han confiado en la provisión de Dios para los pecadores, no hay mayor consuelo que saber que Dios nos ha elegido, nos ha llamado y nos ha prometido la salvación eterna que no cambia. Algunos de los propósitos de Dios son temporales y transitorios. El pacto mosaico, por ejemplo, fue una provisión transitoria que no alteró en modo alguno o dejó de lado, el eterno pacto de Dios con Abraham (ver Gálatas 3:17).
Debemos decir que incluso los no-dispensacionalistas creen en las dispensaciones que existen en ciertas distinciones en el programa de Dios a través del curso de la historia bíblica. El desacuerdo se origina en el hecho de tales diferencias; pero en la interpretación de estas diferencias. Como regla, los dispensacionalistas tienden a enfatizar las diferencias mientras que los teólogos del pacto, enfatizan la unidad de todo el plan que abarca todas las dispensaciones

INMUTABILIDAD DE DIOS. 6


INMUTABILIDAD DE DIOS6 (1ª Timoteo 6:17). El profeta Isaías, contrastó “la creación cambiante con el Creador que no cambia”, como un aliciente a la resistencia y a la fidelidad, incluso en los días negros de la historia (Isaías 50:7-51:16). (3) La inmutabilidad de Dios es un estándar para los cristianos. Como “hijos de Dios”, debemos emular a Dios, reflejarlo a Él en nuestras vidas (de lo cual hablaremos en un momento), también existe la necesidad que nosotros no cambiemos. No debemos permitir que el mundo nos cambie haciendo que nos transformemos en su molde ateo (Romanos 12:1-2). No debemos cambiar perdiendo nuestro corazón y abandonando nuestra confesión de fe (ver Hebreos 6:11-20; 10:19-25, 32-39). No debemos cambiar olvidando nuestros compromisos cuando el cumplirlos tenga un costo demasiado alto para nosotros (Salmo 15:4). (4) La inmutabilidad de Dios es también una advertencia asombrosa de que Dios cumplirá Su Palabra con respecto al juicio del pecado. La inmutabilidad de Dios no es sólo una seguridad que consuela con respecto a las bendiciones que Dios ha prometido; también es una advertencia seria de que Él cumplirá Su Palabra con respecto al juicio del pecado. Cuando Dios le habó a Judá con relación al juicio que vendría sobre los pueblos por sus pecados, Él habló de un juicio cierto, que no cambiaría porque Él no cambiaría de opinión:
“Porque así dijo Jehová: Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo. Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán, porque hablé, lo pensé, y no me arrepentí, ni desistiré de ello” (Jeremías 4:27-28). En Jeremías 18:7-8, Dios prometió que Él se arrepentiría del desastre que pronunció en contra de una nación malvada, si se arrepentían. Aquí en Jeremías 4, Dios señala que el juicio del cual habla, es irreversible. Hay un tiempo para el arrepentimiento y durante ese tiempo los hombres pueden arrepentirse con la seguridad que Dios les perdonará sus pecados. En Jeremías 4, Dios conmina a Judá a arrepentirse (ver versículo 14); pero fue ignorado y por lo tanto, el juicio vendrá. Una vez que ha pasado el tiempo del arrepentimiento, es seguro que vendrá la ira de Dios. Desde esta perspectiva, Dios no se arrepentirá del juicio que ha anunciado por medio de Sus profetas. Este fue el caso en los días de Noé. El evangelio fue proclamado por más de 100 años; pero una vez que Dios cerró la puerta del arca, ya había terminado el tiempo del arrepentimiento y había llegado el tiempo del juicio. Ciertamente, Dios no “cambiará” con respecto al juicio, una vez que ha concluido el tiempo para el arrepentimiento. No se equivoque confiando la gracia y la misericordia de Dios al darse demasiado tiempo para arrepentirse como una evidencia de apatía divina y de que Dios no juzgará a los hombres por sus pecados. El juicio es cierto y seguro para los pecadores que se rebelan en contra de Dios. «Aquí hay terror para los impíos. Aquellos que desafían a Dios, que quebrantan Su ley, no se preocupan de Su gloria, sino que viven su vida como si Él no existiera, pensando que en el último día cuando lloren pidiendo misericordia, Dios alterará Su voluntad, revocará Su palabra y rescindirá de sus espantosas amenazas. No, Él ha declarado: “Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré” (Ezequiel 8:18). Dios no se negará a Sí mismo para gratificar sus concupiscencias. Dios es santo y por lo tanto, invariable. Por lo tanto, Dios odia el pecado, lo odia eternamente. Y por eso la eternidad del castigo para todos quienes mueren en sus pecados».
La inmutabilidad divina, al igual que la nube que se interpuso entre los israelitas y el ejército egipcio, tiene un lado oscuro como uno claro. Asegura la ejecución de Sus amenazas tanto como el desarrollo de Sus promesas y destruye la esperanza que acarician los impíos, que Él será indulgente hacia Sus frágiles y erradas criaturas y que estos serán tratados con mucha más liviandad que como lo declara Su propia Palabra. Nos oponemos a estas presuntuosas y falsas especulaciones. La verdad solemne es que Dios es invariable en veracidad y propósito, en lealtad y justicia

Gedeón 3ª parte


¡Pero entonces deben verse también las consecuencias de esa unión! ¿Qué consecuencias? Volvamos a: “Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor, Jehová, que he visto al ángel de Jehová, cara a cara” (jueces 6:22). Con su sacrificio él quiere representar, a sí mismo, el cabrito, juntamente con la masa sin levadura, el santo. Gedeón – el pecaminoso, está siendo confrontado con Aquél que no conoce pecado. Y teme morir pues Gedeón sabe que el santo Dios y un hombre pecaminoso se excluyen mutuamente. Sin embargo, el versículo 23 dice: “Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás” y “edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová; salom (Jehová es paz V24). Esta es la experiencia del Gólgota, lugar en que la paz y la justicia se besaron (Salmo 85:10). Una vez que el Señor hubo recibido la ofrenda de Gedeón, exige un holocausto de él. (Jueces 6:25,26) Lo característico del holocausto era que había que entregar todo, que quemar todo de él. El Señor exigió inmediata obediencia de parte de Gedeón, después que El se ha revelado a alguien como Salvador y Redentor. Solamente de esta manera se puede corresponder a tu vocación. Y de esta obediencia esta la autoridad espiritual de Gedeón (la tuya) a pesar de su falta de reserva de fe. Pablo preguntó al Señor, inmediatamente después de su conversión: “Señor, ¿Qué quieres que yo haga?” ( Hechos 9:6) y luego obedeció a su voz sin demora alguna. Pedro tuvo un encuentro con el Señor, y entonces le siguió inmediatamente y llegó a ser un poderoso testigo suyo (Juan 21). “Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo” (Jueces 6:27) Al principio uno no conquista necesariamente las masas, pero sí puede formar una célula de oración y practicar la obediencia en esta circulo pequeño. Gedeón temía a los hombres, no obstante él hizo lo que Dios le había mandado (V27). No debemos esperar hasta que toda timidez y todo el temor hayan desaparecido de nuestro corazón para volvernos obedientes. Gedeón, después de haber realizado su hazaña de fe, pudo ver como el Señor rompió las olas amenazantes. ¿Quién ha hecho esto?" (V28,29) Joás, el padre de Gedeón, había reconocido a esa altura que su propio Baal no le podía ayudar ni tampoco responder a sus oraciones, dio esta respuesta: “si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribo su altar” (V31,32). Gedeón se burlo de los ídolos impotentes, pues Baal no contendió con él. La obediencia siempre tiene valor, aunque obedezcamos en contra de las opiniones humanas. Tres razones por las cuales Gedeón tenía que derribar en aquella misma noche al ídolo Baal y cortar la imagen de Asera: Para que Dios pueda luchar a través de ti contra los enemigos exteriores, primero, tienes que vencer a los enemigos interiores. ¡Si queremos arrebatar almas preciosas al diablo, éste debe primero haber sido vencido en nuestro propio corazón! Este es el secreto: Jesús y tú. Los enemigos que hay en tu corazón, tu yo y tu orgullo, tienen que ser derribados antes de que puedas derrotar al enemigo en tu familia, en tu iglesia y en tu ambiente. No tienes victoria en lo exterior y tampoco llevas fruto si es que aun no has destruido el altar de ídolos en tu propio hogar. Solamente sobre las ruinas del Baal propio, tendremos poder sobre miles de corazones (V33). Cuando él hubo realizado la limpieza en su propia familia, le siguieron miles y miles para luchar contra aquel gran ejército de enemigos. “Entonces el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste toco el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él”. Y envió mensajeros por todo Manasés, y ellos también se juntaron con él, asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a encontrarles” (Jueces 6:34,35). Estar llenos del Espíritu Santo, “el espíritu de Jehová vino sobre Gedeón” (V34). ¿No quieres estar también tú lleno del Espíritu Santo? Entonces dile “si” a la cruz del Gólgota, y di: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Pero ¿No le bastaba esto? ¿No fue ésta una directa legitimación de Dios? Pero en ese momento en que Gedeón veía aproximarse a incontables enemigos, su fe comenzó a vacilar. “Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y pasando acamparon en el valle de Jezreel” (V33, 34a). En tiempos anteriores él había podido observar, con corazón dolorido cómo esos enemigos lanzaban ataques contra su pueblo. Pero ahora él mismo estaba en la arena, sí, hasta era el hombre responsable. ¿Qué tal están las cosas en tu vida? ¿No mostraste también una maravillosa fe en tu discipulado, y no experimentaste al Señor de manera gloriosa? Pero ahora el enemigo se acerca a ti, comienzas a vacilar y vuelves a ser débil. “He aquí, tú enseñabas a muchos, y fortalecías las manos débiles; al que tropezaba enderezaban tus palabras, y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; y cuando ha llegado hasta ti, te turbas” (Job 4:2 al 5). No te debilites en la fe, sino ¡permanece fuerte en el Señor! ¿Qué hace Gedeón en esa situación problemática, en la cual su fe va decayendo? El exige una doble señal del Señor y recibe una misericordiosa respuesta de El: “Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que pondré un vellón de lana en la era…” (V36 al 40). Estas dos señales son proféticas. Señala hacia el cordero de Dios, sacrificado en nuestro lugar. “y si el rocío estuviese en el vellón solamente, quedando seca toda la tierra, entonces entenderé que salvaras a Israel por mi mano, como lo has dicho” (V37) Cristo murió por mí, por el mundo. El agua ¿No es el agua de vida, el espíritu de Dios? La tierra era pobre y seca cuando El vino; solamente El estaba lleno de la gloria del Señor. “Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra, y en toda la tierra hubo rocío” (V39, 40). Jesús se despojó a sí mismo. El derramo su sangre. El murió para que pudiéramos vivir. El dio su vida al mundo. En el crucificado, en la unión con El, quien también resucitó, tenemos la certidumbre firme como la roca de que El está con nosotros. Jesús y tú: entonces tienes autoridad espiritual y poder, y estás lleno del Espíritu Santo para poder corresponder a tu vocación en este mundo.

viernes, 15 de mayo de 2009

INMUTABILIDAD DE DIOS. 6


INMUTABILIDAD DE DIOS6 (1ª Timoteo 6:17). El profeta Isaías, contrastó “la creación cambiante con el Creador que no cambia”, como un aliciente a la resistencia y a la fidelidad, incluso en los días negros de la historia (Isaías 50:7-51:16). (3) La inmutabilidad de Dios es un estándar para los cristianos. Como “hijos de Dios”, debemos emular a Dios, reflejarlo a Él en nuestras vidas (de lo cual hablaremos en un momento), también existe la necesidad que nosotros no cambiemos. No debemos permitir que el mundo nos cambie haciendo que nos transformemos en su molde ateo (Romanos 12:1-2). No debemos cambiar perdiendo nuestro corazón y abandonando nuestra confesión de fe (ver Hebreos 6:11-20; 10:19-25, 32-39). No debemos cambiar olvidando nuestros compromisos cuando el cumplirlos tenga un costo demasiado alto para nosotros (Salmo 15:4). (4) La inmutabilidad de Dios es también una advertencia asombrosa de que Dios cumplirá Su Palabra con respecto al juicio del pecado. La inmutabilidad de Dios no es sólo una seguridad que consuela con respecto a las bendiciones que Dios ha prometido; también es una advertencia seria de que Él cumplirá Su Palabra con respecto al juicio del pecado. Cuando Dios le habó a Judá con relación al juicio que vendría sobre los pueblos por sus pecados, Él habló de un juicio cierto, que no cambiaría porque Él no cambiaría de opinión:
“Porque así dijo Jehová: Toda la tierra será asolada; pero no la destruiré del todo. Por esto se enlutará la tierra, y los cielos arriba se oscurecerán, porque hablé, lo pensé, y no me arrepentí, ni desistiré de ello” (Jeremías 4:27-28). En Jeremías 18:7-8, Dios prometió que Él se arrepentiría del desastre que pronunció en contra de una nación malvada, si se arrepentían. Aquí en Jeremías 4, Dios señala que el juicio del cual habla, es irreversible. Hay un tiempo para el arrepentimiento y durante ese tiempo los hombres pueden arrepentirse con la seguridad que Dios les perdonará sus pecados. En Jeremías 4, Dios conmina a Judá a arrepentirse (ver versículo 14); pero fue ignorado y por lo tanto, el juicio vendrá. Una vez que ha pasado el tiempo del arrepentimiento, es seguro que vendrá la ira de Dios. Desde esta perspectiva, Dios no se arrepentirá del juicio que ha anunciado por medio de Sus profetas. Este fue el caso en los días de Noé. El evangelio fue proclamado por más de 100 años; pero una vez que Dios cerró la puerta del arca, ya había terminado el tiempo del arrepentimiento y había llegado el tiempo del juicio. Ciertamente, Dios no “cambiará” con respecto al juicio, una vez que ha concluido el tiempo para el arrepentimiento. No se equivoque confiando la gracia y la misericordia de Dios al darse demasiado tiempo para arrepentirse como una evidencia de apatía divina y de que Dios no juzgará a los hombres por sus pecados. El juicio es cierto y seguro para los pecadores que se rebelan en contra de Dios. «Aquí hay terror para los impíos. Aquellos que desafían a Dios, que quebrantan Su ley, no se preocupan de Su gloria, sino que viven su vida como si Él no existiera, pensando que en el último día cuando lloren pidiendo misericordia, Dios alterará Su voluntad, revocará Su palabra y rescindirá de sus espantosas amenazas. No, Él ha declarado: “Pues también yo procederé con furor; no perdonará mi ojo, ni tendré misericordia; y gritarán a mis oídos con gran voz, y no los oiré” (Ezequiel 8:18). Dios no se negará a Sí mismo para gratificar sus concupiscencias. Dios es santo y por lo tanto, invariable. Por lo tanto, Dios odia el pecado, lo odia eternamente. Y por eso la eternidad del castigo para todos quienes mueren en sus pecados».
La inmutabilidad divina, al igual que la nube que se interpuso entre los israelitas y el ejército egipcio, tiene un lado oscuro como uno claro. Asegura la ejecución de Sus amenazas tanto como el desarrollo de Sus promesas y destruye la esperanza que acarician los impíos, que Él será indulgente hacia Sus frágiles y erradas criaturas y que estos serán tratados con mucha más liviandad que como lo declara Su propia Palabra. Nos oponemos a estas presuntuosas y falsas especulaciones. La verdad solemne es que Dios es invariable en veracidad y propósito, en lealtad y justicia

jueves, 14 de mayo de 2009

INMUTABILIDAD DE DIOS. 5


INMUTABILIDAD DE DIOS5 . La resurrección de nuestro Señor fue una necesidad teológica. En la primera Epístola de Pedro, son muy importantes la inmutabilidad de Dios y Sus obras. En 1ª Pedro 1:3-9, Pedro habla de nuestra salvación, más bien como algo incorruptible más que corruptible. Habla de nuestra herencia incorruptible (versículo 4) y también nuestra fe (versículo 7). En los versículos 18-19, Pedro considera la sangra derramada de nuestro Señor, como algo precioso, porque es incorruptible. La expiación mediante la cual ganamos nuestra salvación, fue a través de un sacrificio incorruptible, de modo que nuestra salvación es igualmente incorruptible. En los versículos 22-25, Pedro sigue explicando que la Palabra de Dios es imperecible. Es esta Palabra que sirvió como una semilla incorruptible mediante la cual fuimos engendrados. Por cuanto nuestro nacimiento se origina en una semilla incorruptible, no sólo la Palabra es incorruptible, sino que también nuestra vida y nuestro amor, que nace de la Palabra. Finalmente, e 1ª Pedro 5:4, Pedro habla a los ancianos de su recompensa: “la corona incorruptible de gloria”. Nuestra salvación es segura porque es incorruptible. Por lo tanto nuestra salvación, al igual que Dios, es inmutable. Conclusión
La inmutabilidad de Dios está lejos de ser tan sólo una observación teológica o una verdad hipotética. Es una verdad que transforma vidas, de lo cual podemos concluir varias implicaciones para nuestras vidas. (1) La inmutabilidad de Dios tiene una tremenda implicancia con relación a la Biblia, la Palabra de Dios J.I. Packer, en su excelente libro Knowing God [Conociendo a Dios], incluye un capítulo sobre la inmutabilidad de Dios, en el cual enfatiza la importancia de este atributo en nuestras vidas como Cristianos:
«¿Dónde está el sentido de distancia y de diferencia, entonces, entre los creyentes en la Biblia y nosotros? Está excluida. ¿En qué terreno? En los terrenos que Dios no cambia. Comunión con Él, fe en Su Palabra, vivir por fe, vivir basados en las promesas de Dios, son esencialmente las mismas realidades para nosotros en el día de hoy tanto como lo fueron para los creyentes en tiempos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Este pensamiento trae consuelo a medida que nos adentramos en las perplejidades de cada día: en medio de todos los cambios e incertidumbres de la vida en la edad nuclear.. Dios y Su Cristo, permanecen iguales -todopoderosos para salvar. Pero el pensamiento también nos trae un desafío. Si nuestro Dios es el mismo Dios que tuvieron los creyentes del Nuevo Testamento, ¿cómo podemos justificarnos de contentarnos con una experiencia de comunión con él y con un nivel de conducta cristiana, tan inferior a la que tenían ellos? Si Dios es el mismo, no es un tema que alguno de nosotros esté en condiciones de eludir”[4] La inmutabilidad de Dios está muy relacionada con la inmutabilidad de la Palabra de Dios (Mateo 24:35; 1ª Pedro 1:22-25), lo que significa que Su Palabra nunca está obsoleta, jamás es irrelevante para nuestras vidas en estos tiempos. (2) La inmutabilidad de Dios es seguridad para los Cristianos. La seguridad provee estabilidad y confianza en tiempos de incertidumbre y en circunstancias que nos parecen amenazantes. Debido a que nuestro Dios no cambia, Sus promesas y Su propósitos son seguros; no pueden fallar y no fallarán. Tenemos un sacrificio incorruptible, el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, quien ha cumplido con una redención eterna para todos quienes le reciben (1ª Pedro 1:3-9, 17-21; Hebreos 9:12). Tenemos “un reino inconmovible” (Hebreos 12:28). Tenemos un Sumo Sacerdote que “permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable” (Hebreos 7:24). Nuestra esperanza y confianza no es “la incertidumbre de las riquezas”, sino más bien “en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”