Separados de mí nada podéis hacer
Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede
llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si
no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en
mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis
hacer. Juan 15:4-5
Para lograr muchas de las cosas que nos hemos propuesto, los
sueños y planes para este nuevo año debemos entender que debemos permanecer en
Jesús, esto es tener una relación personal y continua con Él, para incluirlo en
todas las situaciones de nuestra vida, siguiendo su guía por medio de su
Palabra y con la ayuda y el poder de su Santo Espíritu; este es el secreto para
una vida bendecida y próspera en todo sentido. Debemos aprender a depender de
Él en todo.
Es caminar por fe y no por vista, creyendo lo que Dios nos
dice en su Palabra, es la única manera de sobrevivir espiritualmente, por eso
es necesario cultivar hábitos espirituales que nos ayuden a estar firmes, como
la lectura diaria de su Palabra, la oración, el ayuno, el congregarnos con
otros creyentes y compartir su mensaje a otros.
Jesucristo es la Vid verdadera. La unión de la naturaleza
divina con la humana, y la plenitud del Espíritu que hay en Él, son las que nos
sustentan. Los creyentes somos los pámpanos de esta Vid. Nuestra vida está
escondida con Cristo, como dice Colosenses 3:2-3 “Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está
escondida con Cristo en Dios”.
Entonces necesitamos estar adheridos a Jesús y beber de su
savia (su Palabra) si queremos dar fruto. Lo único que puede salvar al ser
humano es estar unidos vitalmente con Jesús, porque Él es la auténtica Vid de
Dios y, por tanto, tenemos que ser sarmientos unidos a Él. Jesús estaba
estableciendo el principio de que el verdadero camino a la salvación de Dios no
es tener sangre judía, sino tener fe en Él. Ninguna cualificación externa puede
poner a una persona en la debida relación con Dios; sólo la amistad de
Jesucristo puede hacerlo. Si nunca has invitado a Jesús a tu vida es el momento
de hacerlo, tu destino eterno está en esa simple decisión. Si Él es tu Señor y
tu Salvador tendrás una fructífera vida porque sin Él nada se puede hacer.
También debemos entender que hasta las ramas fructíferas
deben ser podadas. Esto implica permitir que el Señor quite todo aquello que
nos impide avanzar en la santificación, para que obre toda gracia en nosotros y
podamos dar el fruto que Él quiere. Mientras más fruto demos, más abundaremos
en lo que es bueno, y más glorificado será nuestro Señor.
En Juan 15:3 dice: “Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado”. El Señor ya nos ha dado la herramienta más importante para
ser purificados y limpiados continuamente, y es su santa Palabra, por eso,
nuestra conexión vital con Él, hará que cada día nuestra vida sea transformada
por Él y para Él. Oración.
«Mi amado Jesús, sin ti no puedo hacer nada. Perdóname por
las veces que he actuado por mi propia cuenta y las cosas no me han salido
bien. Te necesito cada día, necesito de tu sabiduría y dirección en cada área
de mi vida. Fortalece, este año, mis hábitos espirituales, creciendo en el
estudio de tu Palabra, en la oración y en compartir con mis otros hermanos en
Cristo, ayúdame a permanecer en ti, en el nombre de Jesús, amén.
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