miércoles, 8 de enero de 2025

El evangelio es para todos

 


El evangelio es para todos

“Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso,y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; ¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos?”. Santiago 2:1-4

“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”. Santiago 2:13

“Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad”. Lucas 20:21

Dice la Palabra de Dios que no podemos creer que tenemos fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo si seguimos haciendo discriminaciones. La frase “hacer acepción de personas” significa obrar con parcialidad a favor de alguien porque es rico, influyente o popular. Los mismos fariseos y escribas admitieron que Jesús no hacía acepción de personas, (Lucas 20:21).

El apóstol Pedro a través de la visión del lienzo con animales limpios e inmundos, aprendió que el Dios soberano del universo no hace discriminaciones y que el evangelio es universal como dice Hechos 10: 34-36: “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; éste es Señor de todos”. Los judíos y gentiles tienen el mismo trato de Dios porque Él no tiene favoritismos. El apóstol Pablo entendió esto tan claro que asumió el ministerio a los gentiles con mucho amor por ellos y declaró que el que hace discriminación de personas obra con injusticia. Colosenses 3:25 dice: “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas”.

Jesús tuvo que exhortar a los líderes religiosos de su época por la discriminación con la gente más pobre, más necesitada y vulnerable, los veían como escoria humana y violaban así el mandamiento de amar al prójimo como a sí mismos, (Lucas 10:27).

Como creyentes en un Dios bondadoso y misericordioso, no debemos dejarnos influenciar indebidamente por la posición social, el prestigio, el poder o la riqueza de una persona, esto es un pecado que aun los profetas del Antiguo Testamento condenaron. Veamos Malaquías 2:9-10a “Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas. ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?”. Debemos entonces seguir el ejemplo de Jesús, enseñando el camino de Dios con verdad y sin hacer acepción de personas.

Sigamos el buen camino, que es el del amor a Dios y a nuestros semejantes, no porque lo imponga alguna ley externa, sino porque el amor de Cristo que tenemos en nuestro corazón nos hace desearlo. Es la fe que obra por el amor.    Oración.

«Amado Padre, escudriña mi corazón y mira si he obrado injustamente al hacer discriminación de personas, tú quieres que ame a mi prójimo como a mí mismo, porque todos hemos sido creados a tu imagen y semejanza. Dame tus ojos para ver a los demás como tú los ves, porque tú no miras la apariencia, sino el corazón de las personas y has dado las buenas noticias de salvación para todos. Permite que manifieste mi fe en ti aceptando y amando a los demás. En Cristo Jesús, amén.

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