martes, 7 de enero de 2025

Ir más allá

 


Ir más allá

“No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos, sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla; y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la obra de otro para gloriarnos en lo que ya estaba preparado”. 2 Corintios 10:15-16

El llamamiento continuo del Señor es que llevemos el evangelio a otros lugares. El apóstol Pablo nos dice aquí: “y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros”. Esto revela que el plan de salvación de Dios no reserva el mensaje para el beneficio exclusivo de una comunidad cristiana, sino que su deseo es que se extienda hasta lo último de la tierra, como lo dijo el Señor en Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

El mandato dado a la iglesia de ir más allá, implica el cumplimiento de la Gran Comisión, pues las órdenes de Cristo son claras: “id y haced discípulos a todas las naciones”, Mateo 28:19; “predicad el evangelio a toda criatura”. El objetivo del Señor es que no quede ningún rincón de esta tierra donde no se predique en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados, (Lucas 24:47).

Esta comisión no se la dio a los ángeles sino a sus hijos redimidos por su sangre preciosa, a nosotros que un día aceptamos su obra redentora en la cruz y le recibimos como nuestro Señor y Salvador, por eso dice “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”, (Juan 20:21-22).

Somos enviados al mundo, nos eligió para ser sus testigos, hemos sido equipados con su Santo Espíritu y cuando obedecemos este mandamiento, la promesa de ir a todas las naciones se irá cumpliendo día a día.

Reflexionemos sobre lo que dice Pablo en Romanos 10:13-15a “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”.

Ese privilegio corresponde a los creyentes, cada uno de nosotros somos su iglesia, somos llamados a predicar de modo que la gente pueda oír y creer. Tenemos un púlpito personal en el hogar, la comunidad donde vivimos, la oficina, el colegio, la universidad, etc., desde dónde mostrar y contar lo que Jesús ha hecho en nosotros. Que esto sea uno de nuestros desafíos para este nuevo año.   Oración.

«Amado Jesús, así como Pablo decía “soy deudor”, estoy en deuda contigo por todo lo que hiciste por mí al morir en la cruz, me diste salvación y vida eterna, me elegiste para seguirte y no quiero defraudar ese llamado: “Como me envió el Padre, así también yo os envío”, es mi obligación predicar las buenas noticias de salvación en un mundo sediento de amor y de perdón. Amén.

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