lunes, 11 de marzo de 2024

Llevar fruto, parte 1

 Llevar fruto, parte 1


“Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” Juan 15:4-5
El ser humano por naturaleza está diseñado para que lleve fruto en sus diferentes etapas de vida y a través de las distintas áreas de desempeño. La Escritura lo enseña desde el Génesis cuando el Señor le dice a Adán y Eva que fructifiquen (Génesis 1:28). Entendemos por “fruto” como lo que se obtiene luego de haber obrado o trabajado en algo. Por ejemplo, el fruto de la intimidad sexual de una pareja son los hijos, el fruto del trabajo diario es el dinero que se recibe, y el fruto de las labores en la tierra es el alimento, entre otros.
Y observamos en el pasaje bíblico de hoy algo muy importante con respecto a esto, pues lo que el Señor está diciendo es que la persona que permanece en Él y a su vez permite que Cristo habite en su vida, es aquella que puede llevar mucho fruto. Y hace una similitud con el árbol de la vid y sus ramas, diciendo que así como las ramas no pueden llevar fruto por sí solas si no están en la vid, así tampoco nosotros si no permanecemos en Él, quien es la vid verdadera. Sin embargo, pueden venir rápidamente a nuestra mente, situaciones propias o de otras personas donde evidentemente no se ha permanecido en Cristo y aun así se han obtenido frutos. Pero observemos lo que dice la Palabra en Mateo 7:17 “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” De manera que sí, es posible fructificar, pero ¿qué clase de fruto estamos llevando? Y ¿qué fruto quiere el Señor que nosotros llevemos?
En el devocional de mañana lo responderemos. Oración.
«Padre Celestial y Santo, gracias por Jesucristo, por tan grande gracia que permite que Él viva en mí por tu Espíritu. Gracias por amarme y enseñarme la verdad acerca del fruto que quieres que yo lleve en mi vida y de la forma en que lo debo hacer, amén.

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