jueves, 26 de enero de 2023

Todos los días son buenos

 


Todos los días son buenos

“Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días” Salmo 23: 6.

Muchas personas no disfrutan la vida o porque están demasiado preocupadas por el futuro, o porque no han logrado liberarse de su pasado; tienen un presente empañado por ansiedad del mañana o por la tristeza, la ira o la culpa del ayer.

No está mal planear el futuro, al contrario, las metas y los sueños son saludables, la ilusión y la esperanza son los motores más potentes para darle sentido a la existencia, ha sido un plan de Dios darnos la capacidad de llegar tan alto como queramos, el problema es la ansiedad que se genera al depender de nuestras propias fuerzas o de no tener en orden nuestras prioridades donde como creyentes lo primero debe ser Dios y su Reino. Cuando no dependemos de Dios y/o lo quitamos del primer lugar de nuestra vida, no podemos esperar menos que un presente caótico y un futuro limitado por nuestras posibilidades.

Tampoco está mal recordar el pasado siempre y cuando los recuerdos no nos roben la tranquilidad; hay heridas en nuestro corazón que vuelven a sangrar cada vez que en nuestros pensamientos revivimos hechos, palabras o incluso miradas que nos lastimaron. Perdonar nos libera, libera a los demás, sana nuestra alma y nos devuelve la capacidad de volver a amar. El perdón no es un sentimiento sino una decisión que implica el ejercicio de la voluntad y de la obediencia al Dios que nos perdonó y nos amó sin que lo mereciéramos. No solo se trata de perdonar el pasado sino, además, de recordar con regularidad las cosas buenas, las alegrías y los triunfos de antaño. Recordar lo que trajo bienestar y seguridad antes, produce beneficios en el presente.

Cuando permanecemos en casa de nuestro Dios, conociéndolo por medio de la oración y de su palabra, el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida. La ansiedad por el futuro se disipará, la tristeza del pasado se sanará y la paz abrazará nuestro presente.  Oración.

«Padre Celestial, tu palabra restaura mi pasado, me da seguridad y esperanza del futuro pues me permite vivir con ilusión y tranquilidad el presente. Te ruego que tu palabra sea mi pan de cada día. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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