sábado, 25 de julio de 2020

La plenitud de nuestra vida en Cristo


La plenitud de nuestra vida en Cristo
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad”, Colosenses 2:8-10
En el presente siglo se han levantado argumentos contrarios a las buenas nuevas de Salvación y perdón de pecados por la fe en Cristo, que han influenciado pensamientos de mentira en muchos hombres; que llevados por su carnalidad, expresada en una rigurosa religiosidad, han tratado de permear el verdadero evangelio, escondiendo el mensaje esencial y verdadero de Cristo, con el fin de limitar la libertad que tenemos en Cristo (Gálatas 2), con cosas como “«¡No toques esto! ¡No pruebes eso! ¡No te acerques a aquello!», y demás prácticas y reglas humanas que parecen ser buenas, pero que en nuestras fuerzas no podemos cumplir, exigen una gran devoción, una religiosa abnegación y una severa disciplina corporal, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa. (Colosenses 2:20-23)
Pero claramente nos dice la escritura, en la más profunda y esencial doctrina que: “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” (Romanos 3:22-24).
Si recibimos a Jesús en nuestro corazón por fe, entonces hemos muerto con Cristo, y Él nos ha rescatado de los poderes espirituales de este mundo y ya no somos condenados (Romanos 8:1), porque hemos creído en el unigénito hijo de Dios, (Juan 3:17-18). El resultado de esto es que tenemos como herencia una vida de plenitud en Cristo, estamos completos en Él, tenemos la fuerza y el poder de Dios, por su Espíritu, para no estar sujetos al pecado, y para hacer morir en nosotros todo lo terrenal y toda obra de la carne (Colosenses 3:4-5).   Oración.
«Padre, gracias por la vida completa que tengo por la fe en Cristo, porque el pecado ya no tiene poder sobre mí y porque con la fuerza de tu Espíritu puedo hacer morir todo el fruto de la carne en mi vida y ser guiado por tu Santo Espíritu; he sido creado en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales tú preparaste de antemano para que anduviera en ellas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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