jueves, 16 de julio de 2009

Fe Valiente


Fe Valiente

Tengan valor y firmeza; no tengan miedo ni se asusten cuando se enfrenten con ellas, porque el Señor su Dios está con ustedes y no los dejará ni los abandonará.
Deuteronomio 31:6, vp.
Cuando Martín Lutero compareció ante sus acusadores en la Dieta del Worms, en Alemania, el 18 de abril de 1521, fue el epítome de valentía. "Mi conciencia es cautiva a la Palabra de Dios," declaró. "No puedo retractarme, y no me retractaré de nada, puesto que no es ni seguro ni correcto ir contra la conciencia. No puedo hacer otra cosa; aquí estoy, que Dios me ayude. Amén."

La valentía y resolución de Martín Lutero fueron como las de Daniel, que se halló cautivo en Babilonia. En su adolescencia, a Daniel lo pusieron en "estudio acelerado" para que llegue a ser un erudito en la corte de Nabucodonosor. Cuando se le dio alimentos de Babilonia para comer, adoptó una posición firme. Esos alimentos violaban las normas dietéticas de Israel y probablemente habían sido ofrecidos a ídolos antes de ser servidos. Daniel sugirió una dieta alterna que aumentó su salud y su reputación por sabiduría.

Cuando usted enfrente un reto a sus convicciones, sugiera una alternativa creativa. Pero antes de hacerlo, asegúrese de que tiene el valor para respaldarla; en caso de que la respuesta sea que no.

Para tener valor, primero debe tener una conciencia nutrida por la convicción. La actitud entusiasta

Fervientes en espíritu.

Romanos 12:11

Uno de los defectos más arraigados de la humanidad es la carencia de entusiasmo individual. A menudo nuestros fracasos en lograr lo que debiéramos son resultado directo de la apatía y la falta de compromiso. Pero si usted es cristiano, eso no debe ser así.

El entusiasmo requiere resolución y persistencia respaldadas por el Espíritu, no simples buenas intenciones humanas. Henry Martyn, el incansable misionero de la India, dirigió su ministerio con entusiasmo y fervor bíblicos. Era su deseo "consumirse por Dios". Y el apóstol Pablo nos exhorta a que "no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos" (Gá. 6:9).

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