Preparados espiritualmente
“Y estando él sentado
en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo:
Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del
siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán
muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis
de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario
que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación
contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en
diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores”. Mateo 24:3-8
Los discípulos preguntaron a Jesús por las señales de su
venida y por el fin de los tiempos. Jesús primero respondió: «Mirad que nadie
os engañe». El hecho es que siempre que miramos a las señales nos volvemos
susceptibles a ser engañados. En estos tiempos se han levantado muchos falsos
profetas que hablan de falsas señales de espiritualidad, poder y autoridad, la
verdad es que debemos poner la mirada en Jesús y en sus palabras para no caer
en el engaño. (Mateo 24:11,24)
En sus enseñanzas reservadas a los discípulos en el Monte de
los Olivos, Jesús respondió en torno a tres preguntas básicas: 1) la
destrucción del templo, 2) su Segunda Venida, y 3) el fin. Jesús evoca los
trágicos acontecimientos que rodearían la destrucción de Jerusalén, para
describir las condiciones que precederían su propio regreso y esta profecía ya
se cumplió en el año 70 d.C. El Señor nos advierte contra engaños de índole
religioso, levantamientos sociales y políticos, que cada vez son más
frecuentes, calamidades naturales que suceden todos los días en distintas
partes del planeta, deslealtades y persecución a los cristianos en algunos
lugares, todas estas cosas anuncian que estamos en los finales tiempos.
Pero dice el Señor que todo esto será principio de dolores
haciendo alusión a los “dolores de parto”, que marcará la transición de esta
era con la por venir.
Este es un mensaje de preparación para los últimos tiempos,
el problema es que muchos estamos tan distraídos por el ruido del mundo que no
escuchamos, estamos tan ocupados con lo inmediato que nos hemos olvidado de lo
eterno. No permitamos que el Señor nos sorprenda con su venida y nos halle
dormidos espiritualmente. Volvámonos más sensibles a su voz, más atentos a las
señales, más obedientes a su dirección. Necesitamos hoy más que nunca activar
nuestra fe, leyendo su Palabra, orando y velando para que el evangelio llegue
hasta el último rincón de esta tierra.
Todo está escrito en su Palabra, pidamos discernimiento para
entenderla, para que se agudicen nuestros sentidos espirituales, porque no es
una advertencia vacía, sino una invitación de amor, porque es un Padre que nos
está anunciando con tiempo lo que sucederá para que estemos listos. Como lo
dijo Pablo en 1 Tesalonicenses 5:4 “Mas vosotros, hermanos, no estáis en
tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón”.
Esta promesa es para los que velan, para los que oran, para
los que disciernen, para los que se humillan y buscan al Señor con todo su
corazón. No con miedo, sino con reverencia, no con ansiedad, sino con
expectativa. Porque Jesús vuelve y queremos tener un corazón preparado, un
espíritu sensible, y una fe firme, para lo que el Señor tiene reservado para
nosotros. Los ojos naturales ven acontecimientos, los ojos espirituales ven
señales, esta diferencia ha sido una constante a lo largo de la historia
sagrada, no es que el mundo esté sin dirección, es que muchos no han aprendido
a leer lo que el cielo está escribiendo. Lucas 21:11 dice “y habrá grandes
terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y
grandes señales del cielo”. Solo los que estén preparados espiritualmente lo
captarán. Oración.
«Amado Señor, quiero estar preparado para tu segunda venida.
Que cuando te manifiestes con poder y gloria, no me aleje de ti avergonzado
sino que pueda verte cara a cara. Sé que el pecado enfría mi amor por ti y por
los demás, ayúdame a llevar una vida santa y en comunión contigo, que esté
lleno de tu Santo Espíritu, para discernir las señales y entender cuánto necesito
hablar de tu amor en estos tiempos. En el glorioso nombre de Jesús, amén.
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