Mente Sana.
“Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha
acontecido lo que yo temía”. Job 3:25
“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Filipenses 4:8
El plan de Dios es que gocemos de una plena salud mental. Sin
embargo, para que esto ocurra debemos conocer la mente y el poder que ejerce
tanto en la toma de decisiones, como en la adopción de hábitos, sean estos
buenos o malos.
La Biblia nos anima a pensar en Dios, en sus planes y
voluntad, en vez de pensar como nos hemos acostumbrado en las cosas de la
tierra. Colosenses 3:2 dice: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las
de la tierra”.
Los pensamientos son tan poderosos, que la sumatoria de ellos
pueden llegar a construir nuestra realidad. “Porque el temor que me espantaba
me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía” (Job 3:25). Job expresa que
lo que siempre había temido le ocurrió y se hizo realidad lo que tanto le
asustaba.
Satanás influencia nuestra mente a través de experiencias
dolorosas, conversaciones y a través de los medios digitales. Es por eso que la
Biblia nos insta a ser buenos administradores de nuestros pensamientos. Los
pensamientos son como una semilla y la planta que brota de esa semilla son
nuestras actitudes que se convierten en acciones. De aquí que para corregir las
acciones lo primero que debemos hacer es sanar nuestra mente.
Dios dotó al ser humano de múltiples habilidades e infinitas
capacidades, entre ellas: pensar. Sin embargo, no siempre usamos esa capacidad
correctamente. Lo que pensamos muestra lo que somos. Todo lo que sale de una
persona es lo que hay en su corazón, así dice Marcos 7:20-23.
Proverbios 23:7a expresa: “Porque cuál es su pensamiento en
su corazón, tal es él”. En otras palabras, lo que pensamos define lo que somos
y lo que hacemos. Satanás es experto en decir mentiras acerca de nosotros
mismos, de la familia, de la sexualidad, de la cultura donde vivimos, de la fe,
llevándonos a tener ideas erróneas y destructivas.
Jesús en su condición humana experimentó muchas de nuestras
emociones, por ejemplo: La soledad, el rechazo, el dolor y la traición. Jesús
no solo nos conoce muy bien, también entiende nuestras debilidades y comprende
a lo que nos enfrentamos diariamente en la condición de seres humanos. La
diferencia es que Él no pecó con su mente; enseñándonos con esto, que es
posible tener una mente libre de malos pensamientos y bajos deseos.
Por su gracia, podemos experimentar tener una mente como la
de Cristo, su Palabra lo afirma: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor?
¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”, 1 Corintios
2:16. Es por eso que el Señor quiere que tengamos una mente renovada, para que
entendamos su voluntad para nosotros (Romanos 12:2).
Es muy probable que estemos luchando con algunos pensamientos
en más de una forma. Cuanto más dejemos echar raíces en nuestra mente, más nos
consumirá y más difícil será deshacernos de ellos. Los pensamientos dañinos
deben ser desechados y reemplazados por la verdad de Dios, esta es la mejor
forma de luchar contra los pensamientos destructivos. Efesios 4:17 dice: “Esto,
pues, digo y quiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que
andan en la vanidad de su mente”.
Dios quiere renovar nuestra mente, quiere cambiar nuestra
vieja manera de pensar y darnos una mente nueva, una mente sana. Para ello te
invito, mañana, a conocer la manera en que podemos hacerlo. Oración.
«Señor, hoy comprendo el poder que tú le has otorgado a mi
mente, quiero despojarme de mis pensamientos pecaminosos, que deshonran tu
nombre y que me separan de ti. Te entrego mi mente, deseo que la renueves como
tu palabra lo dice. Por favor ayúdame a cambiar mi mente. Te pido perdón por
albergar en ella tantos pensamientos tóxicos, destructivos y pecaminosos.
Transforma mi manera de pensar, porque deseo tener la mente de Cristo, en el
nombre de Jesús, amén.
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